24. Llamadas perdidas y llamada de emergencia.
— ¿Sabes que Edison y los chicos me van a matar por hacer esto?
— ¿Por qué? No cuestiono lo de Edison, pero si lo de los demás; si me estás ayudando, por qué se molestarían.
León se ríe, alzando una de sus comisuras y dándome una mirada divertida. Yo niego, esperando que me responda, poniendo mis pies descalzos en la consola adelante y abriendo un paquete de papas.
—Hay una regla implícita entre nosotros. Y es que, te vamos a apoyar siempre, pero no cuando estás escapando.
—Dije que hablare con él, no pienso solo dejarlo. Pero necesito distancia, ver la imagen general.
—Lo sé, por eso estoy manejando hacia Bahía Blanca, en el medio de la noche.
Asiento, ofreciendo una papa y él me guiña un ojo. Mirando mi ventanilla, no viendo casi nada, solo la poca luz de la luna y las luces de la ruta ayudando a ver el campo.
Suspiro, dejando que mis pensamientos vayan hacia mi novio. Y esas malditas fotos.
— ¿Cómo voy a competir con la madre de su hijo? —La pregunta se escapa de entre mis labios, León frunce el ceño y aprieta sus manos en el volante.
—No es una competencia, So. Él te quiere, y fue muy claro al decirnos que para él, eres la indicada. Y le creemos.
—Pero si ella quiere estar ahí para Ollie, no va a pasar mucho tiempo hasta que ella ocupe un lugar importante en su vida y en la de Edison, y después...
—Que ella quiera acercarse a Olliver es una cosa ajena a tu relación con ellos dos, piensa que sería positivo que quiera tener una relación sana con su hijo. Pero no creo que eso anule los sentimientos de Edison por ti, no es así como funciona.
Vuelvo a asentir, dejando el tema y tomando respiraciones profundas. Decido que lo mejor es tratar de dormir algo y luego, cuando bajemos en una estación de servicio, ver si tengo señal para llamar a Simón y tal vez a Edison.
— ¡Mierda! —El grito de León, con sus movimientos bruscos me despiertan—. La puta que lo parió, ¡Sofía sujétate! —Sus palabras no tienen sentido, pero mi mano derecha se agarra de la puerta y los volanteo de León se vuelven más bruscos, mi cuerpo se mueve con el auto.
— ¡León!
Su nombre sale como un grito ahogado, él busca mis ojos mientras por un momento el auto solo da vueltas hasta que se detiene. Y luego caemos.
EDDISON
— ¿Cómo que no está? Sofía debería estar aquí.
—Sí, bueno, dejo una nota y además... —Simón se apoya en la puerta con su antebrazo y me mira—. Mas te vale tener una explicación, Morales.
— ¿Explicación?
—De esto —responde abriendo bien la puerta y dejándome ver, en la mesa de la sala de estar, fotos esparcidas. Una en especial, se puede ver a mi ex mujer besándome—. ¿Y?
—Ella fue a mi oficina, la de mi universidad. Luego de que tu tía me dijera que la contacto, y me beso, sí. Pero yo la empuje, cosa que no se muestra en esta estúpida foto.
— ¿No fue mutuo?
—No, y tu tía debería estar gritándome sobre esto ahora, ¿dónde está?
—Se fue, con León —contesta encogiéndose de hombros, enderezo mi columna y lo miro extenderme una nota—. Dijo que se iba a ver a mi mamá.
Arrugo la nota, tirándola al suelo y paso mis manos por mi nuca, Simón me mira algo divertido.
—Ella no está escapando, sino no hubiera dejado una nota y estaría con ella. Solo necesita distancia.
—No me gusta.
— ¿Te gustaría más que te esté gritando y pegando?
—Sí, porque se estaría comunicando conmigo —digo seriamente, saco mi celular y veo cero mensajes o llamadas de ella—; Sofía va a volverme loco.
—Si me preguntas a mí, ya lo estás. Tranquilo, con León, nada le va a pasar.
Al terminar su oración, su teléfono empieza a sonar y él me indica que espere. Desaparece en su habitación, dejando la puerta abierta.
Miro de nuevo las fotos, tratando de imaginarme en sus zapatos. ¿Qué hubiera hecho si me mandaran fotos de ella besándose con su ex? ¿Con Sergio?
Perdería mi mierda. Pero también querría espacio para procesar.
No estoy acostumbrado a que la gente necesite tiempo antes de reaccionar. Miranda es más impulsiva y lo fue durante toda nuestra relación, eso me hace pensar que ella misma mando las fotos. No me extrañaría.
Quiere que volvamos para aparentar ser la familia perfecta, frente a su nueva asociación de abogados. Al parecer la imagen de que tiene toda su mierda junta es algo que necesita para tener a su jefe contento.
Ruedo mis ojos de solo pensar en volver con ella.
Si fuera solo para estar cerca de su hijo, no me molestaría en dejarla pasar tiempo junto a él. Con terapia de por medio, obviamente. Pero lo único que me pregunto es por ella, por Sofía y mi relación. La mande a la mierda, cabe aclarar.
Del cuarto de Simón, escucho un ruido de algo caerse y me hace dejar las fotos para acercarme. Pienso en golpear suavemente, pero lo veo apoyado contra un mueble y varias cosas en el piso. El celular entre ellas.
Sus ojos están perdidos, así que me cuesta sacarlo del trance y hacerlo sentarse en su cama. Él agarra mis brazos y clava sus uñas buscando anclaje.
Luego el nombre de Sofía escapa varias veces de su boca, una mezcla entre susurros y exclamaciones ahogadas.
—Simón, debes respirar, amigo.
—No puedo —responde débilmente, lo hago cambiar de posición al deslizarnos hasta el piso y poniendo su cabeza entre sus piernas—; Sofía...
—Tranquilo, cuando recuperes el aliento me dices —respondo tratando de no entrar en pánico—. Estoy acá.
Unos minutos pasan y el color vuelve hacia él. Sus respiraciones siguen siendo rápidas pero ya no está hiperventilando.
—Sofía y León tuvieron un accidente —suelta, tirando su cabeza hacia atrás. Me congelo—. Mi papá los embistió desde atrás.
— ¿Qué... qué? ¿Sofía? Ella...
—Está en cirugía, al igual que León. No me dijeron sus estados, solo que necesitan que vaya.
—Voy contigo —digo, aunque no me muevo. Simón tampoco y ambos reprimimos nuestra lágrimas—. Voy a llamar a los chicos, que ellos conduzcan. Ninguno de los dos está en estado de hacerlo.
—Ellos tampoco lo estarán —murmura, pero asiente y mi primera llamada es a Ben.
Me cuesta respirar entre mis palabras, y oír como el hombre se rompe, cómo me siento yo por dentro no es algo que ayude a Simón. Él llama a Omar.
Y al final tenía razón, Simón digo.
Esa noche, los corazones de todos se rompieron. Y querían pensar que esto era una pesadilla.
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