22. Tres ex.
—Tienes que estas jodiéndome —murmuro para mí misma mientras miro a mi ex cuñado, Iván Alonso, afuera de mi puerta. Agradezco que Simón no esté en la casa y que se haya ido a una fiesta con unos compañeros.
De reojo veo a Lorena y Ana mostrarme sus celulares, asiento lo más casual que puedo para que vean que las entiendo y se encierran en mi cuarto. No quiero que les pase nada, y lo mejor que pueden hacer es llamar a Miguel y Edison.
—Hola, Sofía. Tanto tiempo, perdón por venir sin avisar, pero como mi hijo se queda contigo; pensé que no sería un problema, ¿me dejas pasar?
—No, no te dejo pasar. Tu hijo no está aquí ahora, puedes intentarlo más tarde o mejor nunca. Antes no ha sido un problema para ti.
—Ah, cómo olvidar tus garras de gata que tanto me gustaban, no como tu hermana que era mucho hablar y poca acción —responde guiñándome un ojo. Ruedo los míos y lo empujó hacia atrás, cerrando la puerta—. Necesito que me digas dónde se queda Sara.
—No lo sé, ella me ha dejado con Simón y se llevó a Mariella, no sé más.
—Tengo derecho a saber dónde está la mujer embarazada de mi hijo o hija, Roberto tiene derecho a saber dónde está su hija; tienes que ayudarnos.
—Has hecho la vida de mi familia imposible desde que tengo memoria, ¿crees, de verdad, que te debo algo? ¿Y qué tiene que ver Roberto? ¿Ahora son amigos? ¿¡Amigos!?
—No diría que somos amigos, pero...
—Son unos idiotas, inútiles que han arruinado la vida de mi hija mayor, pero no dejare que hagan lo mismo con mi hija menor —contesta mi papá, desde atrás de Iván, y yo le sonrío cruzándome de brazos. Él me imita—. Iván.
—Carlos, ya sabía que me extrañabas.
—Ya quisieras, idiota n°1. ¿Dónde está el otro? —Papá se irguió completamente, quedando más alto que Iván, quien retrocedió un paso—. Fue un error dejar que le des el apellido a mi nieto, porque él no necesito nada de ti; como tampoco lo va a necesitar mi nieta o nieto que lleva Sara. Así que puedes irte por dónde has venido.
—No sin que Sofía me conteste. —Iván toma uno de mis brazos y lo aprieta; hago una mueca, pero no deja escapar ni un sonido—. Merezco saberlo.
—No mereces una mierda —digo con los dientes apretados, moviéndome rápido le clavo mis dos dedos en los ojos de Iván, haciendo que me suelte y se tambalee—; y jamás vuelvas a ponerme una mano encima.
Dos pares de pasos suenan por las escaleras y Edison corre hacia mí; mientras que Miguel lo sigue aunque más calmado. Ambos tienen una mirada intensa que raya lo asesino.
— ¿Estás bien? —Susurra Edison en mi oído y asiento.
Iván apoyado en la pared parece costarle enfocar la vista, pero cuando se da cuenta que lo superamos en número, sonríe para sí.
—Apenas la toque —dice mirando a mi novio—, Roberto me conto sobre ti. Parece que tienes gustos interesantes, Sofía. ¡Ey, ey!
Eso último va para mi papá que lo agarra del cuello de la camisa y lo sacude. Hasta tenerlo nariz con nariz.
—Tocas a mi hija, una vez más, y no lo vas a contar. Te perdone millones, todo por Simón. Nunca más. ¿Me escuchas?
Mi ex cuñado asiente, cuando lo suelta mi papá, Edison se acomoda a su lado. Iván termina saliendo corriendo, mientras que Miguel lo empuja con su hombro.
— ¿Hiciste el truco de los ojos? —Miguel me pregunta, caminando hacia mí para saludarme con un abrazo; sus ojos van hacia mi puerta—. ¿Puedo?
—Sí, están adentro. Lorena y Anna.
—Papá, conoce a Edison. Edison, conoce a mi padre Carlos —digo cuando Miguel entra y nos deja solos. Papá le da la mano y Edison la estrecha—. Así no me lo imaginaba, pero espero que no lo tomen como un presagio.
—Para nada —contesta papá sonriéndome—; Sara me mando unos mensajes avisándome que pensaba que sus ex podrían pasar a verte.
—Interesante que te los mandara a ti y no a mí, su hermana.
—A esta altura de mi vida, me sorprende que nos haya llamado. Pero no vengo a tomar más de tu tiempo, Sofía, aunque podemos arreglar para vernos, ¿no?
—Sí, sería un placer —contesta Edison. Luego veo como mi novio ve a mi papá sacar una caja de cigarrillos y tomar el último.
Mi papá me da la caja con un guiño, y yo aprieta el objeto. Edison no dice nada, pero veo los músculos de su mandíbula moverse.
—Te quiero, papá. Te estaré llamando —digo dándole un beso con un abrazo y él me corresponde—. Te amo.
—Yo a ti, princesa. Siempre.
Vemos cómo se va, Edison abrazándome de costado y yo mordiéndome mi labio inferior. Antes de poder zafarme, él me da la vuelta y sus labios se unen a los míos.
El beso es profundo e intenso, muerdo su labio superior haciendo que suelto un jadeo y sus manos aprietan mi espalda baja; uniendo nuestros cuerpos, mientras las mías se enredan en su pelo. Al soltarnos, fija nuestras miradas.
—No hay manera que no diga esto, pero... ¿fue tu papá, no? El que te dijo que los cigarrillos arreglarían un corazón todo, ¿no?
Lo miro fijamente por unos instantes hasta que decido darme vuelta y entrar a mi departamento, con él pisándome los talones.
Miguel me mira y con esa sola mirada, toma a su novia y mi mejor amiga y se las lleva. Edison asiente hacia ellos y cierra la puerta.
—Mi papá es mi problema, Edison. No necesito que me digas que está bien y que está mal.
—Y aun así, has seguido esa estúpida filosofía, por ¿cuánto? Más de una década, ¿no? Él no debería haberte dicho nada, aun si tenía problemas en su matrimonio; no es algo que se le carga a sus hijos.
—Discúlpanos por no ser tan perfectos como tú, Edison —contesto cruzando mis brazos, él se pasa sus manos por la cara. Veo que se encuentra agitado y nervioso—; ¿qué te pasa? Y no me digas que es por Iván, porque hay algo más.
—Miranda se presentó en mi casa, ayer; sabía que era tu último examen antes de las vacaciones de invierno y no quería desenfocarte. Venía a decírtelo, pero toda la situación, simplemente me sofoco.
—No todos reaccionamos perfectamente a las situaciones, pero jamás te dejare criticar a mi papá. Es un límite que no te dejare cruzar.
—Lo sé. Lo siento, Sofía.
—Y deberías haberme llamado a la noche, luego de que haya rendido.
—También lo sé —responde bajando la cabeza—; parece que hoy no puedo parar de pedir perdón.
—No tienes que hacerlo, pero acepto tus "lo siento". Aunque va a pasar un tiempo para que pueda dejar pasar lo de mi padre —digo frunciendo el ceño, pero relajando mi postura. Él abre sus brazos y lentamente me acerco a él, dejándome envolver.
—Lo que hizo tu papá estuvo mal, pero tienes razón; todos hacemos lo mejor de las situaciones —dice dejando un beso en mi cabeza—. De todos modos, no esperes que no vaya a tener una conversación con él.
Asiento, me alejo pero sin perder el contacto visual. Dejo el paquete de cigarrillos de mi papá, el cual guarde en mi bolsillo trasero por seguridad, sobre la mesa de estar.
—¿Por qué te dejo la caja?
—Nosotros...
La oración es interrumpida por un ruido en la puerta y cuando la abro, me encuentro a dos personas que no pensaba ver reunidas.
—Sofía —suspira mi más reciente ex, Sergio, mientras que a su lado, una mujer de pelo negro largo y lacio me examina—, espero no haber llegado en un mal momento.
—Miranda. —Edison se coloca detrás de mí, sus ojos parecen mandar dagas en su dirección—. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo te dejaron entrar?¨
—Este caballero dijo que venía conmigo, cuando le dije que venía a charlar con Sofía. El portero no tuvo muchas opciones.
—Sergio —reclamo entre dientes. Miranda intenta pasar por mi lado, pero le corto el camino—. Tú no eres bienvenida, ¿quieres hablar? Lo haremos en el puto pasillo.
Ella abre sus ojos, algo sorprendida por mi exabrupto, aunque da un paso atrás acomodándose el cabello. Sergio se muerde su labio inferior, yo solo lo miro.
— ¿Qué necesitas?
—No sabía que ella no era conocida tuya, lo siento de verdad —dice bajando la mirada y retorciendo sus manos—; tenemos que hablar, por favor.
Edison se tensa detrás de mí y en respuesta recuesto mi cuerpo sobre el suyo, eso parece relajarlo ya que una de sus manos se mueve a mi cintura.
—Miranda, creo que debes hablar conmigo y no con mi novia. Ya que vienes a seguramente llenarla de tu basura. —Edison rompe el silencio y da un paso adelante. No antes de darme un beso cortó en los labios—. ¿Sergio, verdad? Mi novia hablara contigo en el departamento, así todos tenemos... privacidad.
Asiento, dejando que mi ex pase y le doy un corto beso en la mejilla antes de cerrar la puerta. Cuando me doy vuelta me recargo en ella y suspiro.
La poca calma que recojo, la pierdo, en el momento en que Sergio saca de su campera una pequeña caja de terciopelo color verde y la deja al lado de los cigarrillos. La pregunta no formulada en sus ojos, me hace querer correr y no volver atrás.
Pero antes de que pueda decir algo, él abre su boca.
—No sabía que habías vuelto a estar en pareja sino, no estaría aquí.
—No me digas —murmuro, cruzándome de brazos.
—Pero no podía no venir y preguntarte...
— ¿Preguntarte qué? ¿Y por qué Edison está discutiendo con una mujer en el pasillo?
¡Hola!
Capítulo agitado, porque bueno llego el último ex que nos faltaba conocer: Sergio.
Un bombón, la verdad.
Y después porque no eramos muchos, llego Miranda y por último, Simónnnnnn
¿Qué dicen que va a pasar?
Nos leemos, D.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro