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🍰!! ' Capítulo 14

꒰ Por favor ꒱
¡ 14 !

Sus manos sudaban y no era precisamente por las vendas en ellas, era por los nervios de ver a su novio entre la multitud del bar.

Le ponía nervioso saber que le estaría viendo practicar uno de sus pasatiempos favoritos.

Mordía sus labios mientras esperaba ver su rosada cabellera a lo lejos, pero él no llegaba. Eso le ponía aún más nervioso, sabía que debió de haber ido a recogerle.

Pero al parecer lo había llamado con sus pensamientos, vio una rosada cabellera escurrirse por la multitud, la sonrisa en su rostro valía un millón de estrellas.

Yoongi tenía una sonrisa en su rostro mientras un suéter color amarillo pastel le cubría las manos, en cuanto se vieron se abalanzaron al otro, enredando sus brazos en el cuerpo contrario y dándose un cálido abrazo.

—Creí que llegarías más tarde —Jimin susurró contra la frente de Yoongi.

—Tuve que engañar a mi papá y me dejó unas cuadras más abajo —susurró de vuelta.

—Lo entiendo —tomó entre sus manos el rostro de Yoongi y le dio un ligero beso en su pequeña nariz—. Es bueno verte aquí.

—Soy tu amuleto de la suerte —sonrió—. ¿No te hace frío?

—No, tú suéter me da el calor que necesito.

Se separaron del abrazo que se habían dado y Yoongi finalmente pudo ver mejor a Jimin.

Sus mejillas enrojecieron al momento. Paseó sus ojos por el abdomen descubierto de su novio, por sus brazos y sus tatuajes, casi comiéndoselo con los ojos. Sin saber disimular.

—¿Te gusta la vista? —rió Jimin.

—N-No, ¡d-digo sí!, e-es decir... —Yoongi escondió su rostro en sus manos y empujó a Jimin por haberlo avergonzado.

Jimin tomó a Yoongi de la cintura y lo acercó más a su cuerpo, le dio un beso a sus nudillos, aquello solamente logró que el de cabellos rosados enrojeciera aún más.

—Deja de avergonzarme —frunció el ceño empujando a Jimin.

—No lo hago, eres tú el que se sonroja por todo —rió.

—Dejemos de hablar de mí —bufó—. Mejor hablemos de lo de hoy.

—Oh, sí... pues hoy me enfrento con uno nuevo.

—¿Y cómo se llama?

—Nadie usa sus nombres, usamos seudónimos.

—¿Cual es el tuyo? —preguntó con curiosidad, ladeando su cabeza inconsciente.

—JM.

—¿En español o en inglés?

—En inglés —sonrió—, así suena mejor.

—De las dos formas suena bien —Yoongi halagó recostándose en el pecho de Jimin.

El pelinegro envolvió sus brazos en la cintura del mayor mientras ambos seguían conversando.

Parecía que eran sólo ellos dos y nadie más, que aquel bar de mala muerte era un parque y que las luces grises eran los rayos del sol. Incluso el lugar más hostil de la tierra se volvía bueno con la compañía indicada.

—No me has dicho el nombre de tu contrincante —habló Yoongi, trazando líneas en los tatuajes del dorso de la mano de Jimin.

—Vova. Creo que es ruso.

—Oh, así que hoy vencerás a un ruso que probablemente a peleado con algún oso por los bosques de Rusia.

—De hecho sí, lo venceré, porque tú estás aquí —dijo mientras revolvía el cabello de Yoongi.

—Si lo vences te cobraré, este amuleto no es gratis —Yoongi rió mientras se señalaba.

Ambos rieron por última vez hasta que el sonido de la campana ocupó todo el espacio.

Jimin envolvía sus manos con vendas mientras le indicaba su lugar a Yoongi, le aconsejaba que no esté muy cerca del cuadrilátero, ya que muchas veces solían salir por los aires gotas de sangre que nadie quisiera tener en sus ropas. Hizo caso, dándole una última sonrisa a Jimin fue a posicionarse donde se lo habían indicado.

Nada saldría mal, no cuando tenía a su persona especial a unos metros de él.

Su pequeño amuleto de cabellos rosados.

Subió al cuadrilátero, siendo aclamado por los hombres que rodeaban el lugar, sonrió por las aclamaciones y al encontrarse a Yoongi entre el público le guiñó el ojo. Yoongi correspondió ante aquel acto.

Se sentía confiado, más confiado que nunca, pero nada le preparaba para el mounstruo de 1.80 que subía al cuadrilátero, se sorprendió un poco ya que mayormente nunca le había tocado un contrincante tan alto, casi siempre eran de su misma altura o unos centímetros más altos, pero seguía confiado.

Había vencido a hombres que le doblaban el peso y este no sería la diferencia.

Otra nueva campanada sonó iniciando la pelea, golpes y estrategias estaban en la mesa, magullándose el cuerpo mientras a su alrededor las apuestas empezaban, el ruido era infernal cada vez que alguno golpeaba el rostro de su rival. Aquel ruido ensordecedor que hacía tambalear a Yoongi. No sabía descifrar si aquel malestar era por el ruido o por ver a su novio ser golpeado, pero no quiso mantenerse negativo, Jimin devolvía aquellos golpes con más fuerza.

Aunque lo viese cansado y algo mareado, no quería preocuparse porque empezaría a llorar, pero ver el labio roto de Jimin le estrujaba el corazón.

La cabeza de Jimin empezaba a perderse en la neblina que le habían causado los golpes, pero aún seguía de pie.

Las cosas pasaron de forma rápida, la diferencia de altura y la diferencia del mareo entre ellos era algo que se podía notar, el ruso tomó a Jimin y lo derribó contra el piso. Todo el lugar guardó silencio, aquella caída se había visto mal y el sonido en seco que había dado el cuerpo de Jimin fue incómodo.

Suaves murmullos se escuchaban, aquellos fueron el detonante para la preocupación de Yoongi, corrió con lágrimas en los ojos hasta acercarse al cuadrilátero, sentía su corazón partirse en mil pedazos. Tocaba la piel de Jimin mientras le llamaba para que hiciera algo y este le dijo que estaba bien. Sentía su corazón palpitar en sus tímpanos y cómo el aire no llegaba a sus pulmones, lágrimas cayendo por sus mejillas mientras hacía más llamados a Jimin.

Pero el susto de muerte que le dio terminó cuando Jimin soltó un jadeo de dolor, Yoongi ahora no estaba asustado, estaba muy enojado. Con el ceño fruncido salió del lugar mientras Jimin recibía ayuda para levantarse de su contrincante. Al estar de pie recibió abucheos en broma por el susto que les había sacado, Jimin no podía reírse porque veía cómo Yoongi trataba de salir del lugar para después verlo perderse al cerrar la puerta.

Tomó su camiseta y una pequeña toalla para limpiarse el rostro, salió corriendo tras Yoongi a duras penas, pues su cuerpo dolía por el derribo que había recibido.

Al estar afuera lo busco y lo encontró sentado en la vereda, limpiándose la nariz mientras soltaba pequeños suspiros. Con una mueca se acercó hasta él y se sentó a su lado.

—Me asustaste —murmuró Yoongi.

—Yo también me asusté —rió, tratando de darle una pizca de gracia a la situación.

—No es gracioso, Jimin.

—Lo siento...

—C-Creí que tú... que tú —con cada palabra que soltaba su voz se rompía —, que t-tú...

—Estoy bien, Yoonie, no tienes por qué preocuparte —trató de consolar, paseando su mano por la espalda de Yoongi.

—Sí tengo por qué preocuparme, casi te matan, Jimin —regañó, alejándose del toque del pelinegro.

—Sí, lo sé, pero estoy bien... —Yoongi lo interrumpió.

—Yo no quiero obligarte a nada, Jimin, pero por favor, deja esto, ni siquiera necesitas el dinero, esto casi te mata.

—Yoongi...

—Por favor, Jimin.

—Te prometí algo, ¿no? —sonrió—, me fue mal, te asustaste, casi vi la luz y perdí, fue una gran señal para que lo deje.

—Me asusté mucho... —murmuró.

—Estoy bien —abrazó a Yoongi y lo acercó más a sí mismo para tratar de reparar lo que había hecho—. Tranquilo.

Yoongi cerró sus ojos y se hundió en el abrazo que su novio le otorgaba, tranquilizándose al sentirlo cerca y saber que estaba bien, algo magullado pero estaba bien.

—¿No te duele? —preguntó, inspeccionándolo con sus ojos.

—¿El haberme caído del cielo? Eso debería de preguntarte a ti —bromeó, ganándose un golpe de Yoongi—. Me dolerá mañana, ahora sólo arde.

—¿Tu madre no te dice nada de los golpes?

—Nunca llego con rasguños, esta es la primera vez que iré así. Le diré que me asaltaron.

—La preocuparas más —regañó.

—Bueno, diré que me pelee con un mapache.

—¿Por qué con un mapache? —rió.

—¿Acaso no los has visto? Con ese disfraz y esa fama de ladrones —negó con la cabeza.

—Eres un tonto.

—Un poco —rió—. Ah, ¿qué dices si vamos a comer unas hamburguesas?, yo invito.

—Está bien —asintió—. ¿No tienes que recoger tus cosas de adentro?

—Cierto, acompáñame y de paso puedo limpiarme, parezco como si una bandada de gansos me hubiesen atacado.

—¿Por qué gansos? —vilvió a reír mientras se levantaba de la vereda y ayudaba a Jimin.

—Una vez un ganso me correteó por todo el parque cuando tenía cinco, estoy traumado.

Ambos rieron y tomados de las manos entraron a recoger las cosas de Jimin, fue corto el tiempo en el que se quedaron, Jimin se lavó el rostro y se puso algo decente para salir, luego de hacer todo lo que necesitaba salieron del bar.

Caminaban tomados de las manos y haciendo bromas sobre las excusas que diría Jimin a sus padres, llegaron al Mcdonald cercano y pidieron sus hamburguesas. Ambos tenían mucha hambre, sólo se dedicaron a comer mientras se robaban papas.

Por las ventanas se veía cómo el granizo empezaba a caer del cielo, Yoongi miraba la ventana y al granizo caer como si fuera un niño.

—¿Te gusta el granizo? —preguntó Jimin.

—No, pero me recuerda a la nieve. Me encanta la nieve —sonrió—. Quisiera irme a Rusia para ver nevar casi siempre.

—La nieve es linda —asintió—. Si quieres cuando empiece a nevar aquí podemos ir a las montañas, ahí es mil veces más lindo que la ciudad.

—¿¡En serio?! —preguntó emocionado, casi saltando de su silla.

—Sí —sonrió—. Mis abuelos tienen una casa por las montañas, puedo pedirles que me la presten, podemos ir con tus amigos y los míos.

—¡Wow! ¡Es una muy buena idea! —sonrió aplaudiendo.

Esa sonrisa, con los ojos pequeños y las mejillas rechonchas de alegría, hacían a Jimin el hombre más dichoso en la tierra, podría estar solamente mirándolo y sería muy feliz.

—Entonces está hecho, cuando empiece a caer nieve empacas tus cosas y me esperas en tu puerta para viajar —sonrió.

—Muy bien, lo tengo anotado —asintió—. Por cierto, la cena con mis padres será la próxima semana.

—O-Oh, la cena, sí... la cena —tartamudeó nervioso, queriendo morderse los labios de los nervios.

—¿Estás nervioso?

—S-Sí, ¡no! —suspiró—. No lo sé, tu padre me intimida.

—Tranquilo, todo irá bien —tomó su mano a través de la mesa y le sonrió—. Ahora acabemos las hamburguesas que será difícil conseguir un taxi con este granizo.

Ambos se apuraron en comer para llegar secos a sus hogares, el granizo los mojó un poco pero pudieron conseguir un taxi rápido, jugaban a pelea de pulgares en el asiento trasero mientras escuchaban la radio del taxista.

Movían sus cabezas al compás de la canción mientras jugaban con sus dedos, disfrutando la compañía del otro y la emoción de los planes que habían hecho.

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