Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

15: Cena

Minho había pasado por alrededor diez florerías, no encontraba ningún ramo que le convenciera para llevar a la casa de Jisung. Creía que recorrería toda la ciudad en busca del perfecto ramo de flores.

Todo le causaba muchos nervios.

Quería lucir bien, ser lo suficiente para que los padres de Jisung le aceptaran como uno más de ellos.

Tenía bastante presión en su espalda, sentía que llevaba un saco de piedras en ella.

Cuando llego a la última tienda de su ciudad suspiro, había llegado hasta el final de su ciudad solo para conseguir un ramo de flores.

Se bajo estacionando su moto en la acera, compraría el ramo de flores en esta florería, no sería malo después de todo.

Eso esperaba.

Había comprado un ramo de rosas rojas y un pequeño pastel de fresas, todo el camino se aseguró de no estropear los pétalos ni el pastel, para su suerte llegaron en una sola pieza.

Se encontraba fuera de la casa de los Han, con un ramo de flores en sus manos y un pastel. Se daba ánimos para tocar la puerta y presentarse a los padres de Jisung.

Era una tortura seguir estancado en la acera mientras acomodaba las palabras en su boca.

¿Cómo sonar lo bastante decente?

No sabía, su lengua se trababa al tratar de ensayar.

Estaba tan concentrado en desenredar su lengua que no se dio cuenta que una cabecita rosada le miraba desde la ventana. Jisung sonreía con ternura viendo cómo su novio tenía una batalla interna.

Antes de bajar por las escaleras se dio un último vistazo en el espejo, girando en sus talones, viendo lo bonito que se veía.

Quería lucir muy bonito para su novio.

Bajo corriendo por las escaleras, casi saltando de alegría, arreglando una última vez su cabello abrió la puerta viendo cómo Minho aún tenía una lucha interna.

— Noches buenas, señores. — Minho se golpeó en la cabeza por la estupidez que acababa de decir, estando nervioso y ansioso le hacía la boca un enredo.

Cerró los ojos para pelear consigo mismo en su cabeza para que pudiese elaborar palabras decentes.

Fue sorprendido por unos brazos que se envolvieron en su cintura. Abrió los ojos encontrándose con la cabeza rosada de Jisung.

— Honnie ¿Qué hacías? — Preguntó riendo.

— Nada. — Rió. — Déjame verte, Hannie.

Jisung dejó de abrazar a Minho y dio una vuelta frente a él. Mostrando la blusa con encaje en el cuello y los pantalones negros que se había puesto, se veía bastante elegante, pero aún así su vibra adorable resaltaba.

— Te ves muy hermoso. — Halago Minho, pasando una mano por la cintura de Jisung y acercándolo.

Para que ambos se besaran.

Oh, sus labios eran tan dulces, tan adorables, tan suaves, hacían un gran contraste con los labios secos y fríos de Minho. El sabor de la boca de Jisung siempre era dulce, sabia a miel y a vainilla, en cambio la boca de Minho sabía a cigarros.

Hacían una hermosa combinación.

Entre sus besos podían juntar el sabor dulce con el de la nicotina.

Era maravilloso.

— Hmm ¿Qué trajiste? — Preguntó Jisung separándose de Minho.

— Le traje un ramo de rosas a tú madre y un pastel de fresas para el postre.

— Mi mamá odia las rosas. — Dijo riendo.

— O-oh.

— Pero el gesto lo apreciará, se ven muy lindas. — Dijo Jisung delineando con sus dedos los pétalos. — Fuiste muy amable, Honnie.

— ¿Qué me dices del pastel? ¿Les gusta el pastel?

— A mi mamá no mucho, cuando yo hago algún postre ella solo come un bocado, por cortesía. — Minho agachó la mirada, había perdido. — Pero a mi papá le encantan, sobre todo los pasteles, siempre que horneo es el primero en comerse todo.

— Menos mal. Estoy una a cero. — Rió.

— ¿Estas nervioso?

— No. — Claro que lo estaba, pero no quería admitirlo, quería tener todo en las rieles.

— Hmm, está bien. Entremos adentro, me hace frío.

Jisung envolvió su brazo con el de Minho pero cuando quiso empezar a caminar Minho se plantó, le aterraba entrar a su casa.

— Bueno... tal vez este solo un poco nervioso.

— Todo estará bien. — Jisung soltó una risilla parándose de puntitas para besar la mejilla de Minho.

Y bien, Minho se sentía pequeño en aquella mesa larga.

Tanto como la madre y el padre de Jisung tenían expresiones fuertes y serias, no podía creer que de ellos dos haya nacido alguien tan dulce como Jisung.

Los misterios de la vida, Minho piensa.

La sala estaría en completo silencio si Jisung no hablara, era el único que hablaba sacándole conversación a cada uno, el ceño fruncido de sus padres se desvanecía cuando oían hablar a su hijo. Era su vida entera.

— Y bien Minho ¿Cierto? — Habló el señor Han.

— S-sí. — Tosió para disimular su tartamudeo.

— Jisung nos ha hablado mucho de ti, parece que eres su tema de conversación favorito. — Hablo la señor Park.

— O-oh, eso es muy bueno de saber. — Sonrió mirando de reojo a Jisung, viendo cómo el pelirosa sonreía y tenía las mejillas rosadas.

— Sí. Y dinos Minho, este es su penúltimo año escolar y ya se está acabando ¿Qué piensas estudiar? — Pregunto el señor Han.

Los nervios le volvían a invadir, sentía que si decía su plan de vida sería rechazado y si mentía sería descubierto al instante.

Era pesado.

Frente a él estaba un decano de historia que trabajaba en la mejor universidad de Busan y su esposa una fiscal muy bien reconocida. Se volvió a sentir pequeño.

Todo en el entorno de Jisung denotaba ser grande, tenía la grandeza en sus venas, desde ser un bailarín de ballet protagonista de muchas obras importantes hasta ser hijo de personas sobresalientes en su área.

El solo era un ex peleador de peleas clandestinas y un adicto a la nicotina.

— Pues... quiero entrar a la escuela de artes para... ser tatuador.

La madre de Jisung quiso disimular que se había atragantado con el guisante al oír eso, pero fue algo obvia.

— ¿Mamá, estas bien? — Preguntó Jisung, totalmente preocupado.

— S-sí, tranquilo, Jisung. — Sonrió limpiando sus labios con la servilleta tratando de disimular.

— Suena interesante, Minho. — Hablo el señor Han. — ¿Puedo saber por qué elegiste aquello?

— Siempre me ha gustado el arte, me gusta mucho dibujar y pintar. Una vez iba por la calle y me detuve en un salón de tatuajes, me asombré por los bellos diseños y cómo lograban que uno de esos diseños se quedara en la piel de las personas. Ese día conseguí mi primer tatuaje. — Sonrió.

Contándolo como la mejor experiencia de su vida, haciendo sonreír a Jisung por lo emocionado que se había escuchado al hablar.

— Suena interesante. — Dijo la señora Han. — Me parece genial que tengas una meta trazada, quisiera que Jisung hablase tan seguro de su futuro.

— Mamá.

— Pero... Jisung me contó que él quiere dedicarse a la danza. — Interrumpió Minho.

— Si, nos lo ha dicho y sabe que lo apoyamos. — Hablo el señor Han. — Pero no lo dice tan seguro como tú, es típico de su edad que este tan inseguro sobre su futuro, a todos nos pasa.

— ¿Cómo se conocieron? — Preguntó la señora Han.

— A Minho le gustaba Seungmin y me dijo que le ayudara a conquistarlo. — Hablo Jisung riendo.

— Pero Seungmin tiene un novio. — Rió su padre.

— ¡Lo sé! Pero en ese entonces yo no lo sabía. Nos conocimos así. — Sonrió Jisung, pintando sus mejillas de rojo.

Tan adorable.

El hielo se había roto y la velada había ido de buena manera. Jisung siempre traía la conversación a la mesa y sacaba sonrisas a todos con las cosas que decía, incluso si solo respiraba.

Minho se imagino que los padres de Jisung le rechazarían y tratarían de alejarle de su hijo, como en toda telenovela con un buen rating, pero no había sido así, por más que tuviesen una expresión intimidante y fuerte eran cálidos como su hijo.

La cena terminó con el pastel partiéndose, los padres de Jisung se despidieron de la joven pareja tomados de la mano y les dejaron la sala para ellos solos.

Jisung tenía su cabeza recostada contra el hombro de Minho mientras sus manos estaban entrelazadas y veían una película en la televisión. Una de terror, como siempre.

A Jisung le gustaban los clásicos, no daban tanto miedo pero tenían un lugar en el cine de culto, por eso le gustaba. A pesar de no dar mucho miedo Minho saltaba en su lugar mientras sostenía la pequeña mano de Jisung fuerte contra el sillón.

— Hable con mis papás sobre el viaje. — Dijo Jisung una vez que los créditos de la película aparecieron.

— ¿A sí? ¿Qué te dijeron?

— ¡Que tengo permiso! Claro, solo si va Winter y Félix, sino no.

— ¿Y si solo vamos los dos? — Movió sus cejas molestando a Jisung.

— Si es así, no me dejarán. — Puchereo.

— Diablos. — Minho rió.

Tomando entre sus manos las mejillas de Jisung acunándole para dejar besitos sobre su puchero. Ambos rieron por el gesto y se dieron un beso, uno más profundo.

Movían sus bocas en una misma sincronía, robándose la respiración y sonrojando a sus mejillas, el calor se apoderó de sus cuerpos y el ser unos adolescentes hormonales les asaltó. Jisung se subió a horcajadas de Minho mientras aún seguían besándose.

Chasqueaban sus bocas mientras gemían bajo, Minho acariciaba los muslos de Jisung con miedo de llegar a su trasero y ser visto como un promiscuo. Jisung notó eso y con una media sonrisa tomó las manos de Minho y las posó en su trasero.

— Puedes tocar, Minhonnie. — Susurró Jisung contra los labios de Minho.

Así lo hizo, sintiendo bajo sus dedos el trasero de Jisung, aquel trasero que había querido tocar desde el día uno, ahora podía hacerlo y lo disfrutaba mucho. Amasaba la piel mientras seguía besando a Jisung, sintiéndose en el cielo.

Tocando el cielo con sus dedos, solo por estar con Jisung. Solo por amar a Jisung.

Así se sentía el paraíso, creía él. El paraíso se sentía de la misma forma que se siente amar y ser amado por Jisung.

Tan bien.

Cuando empezaron a hacer fricción entre ellos fueron interrumpidos.

— ¡Jisung, ya es tarde! — Se escuchó de la planta de arriba a su madre gritarle.

Saltaron en su lugar alejándose lo suficientemente rápido como si hubiesen cometido un robo o hubiesen roto algo.

—¡S-sí mamá! ¡Minho ya se irá! — Grito de vuelta.

— Por suerte no bajo, no creo que hubiera sido bueno ver a su lindo hijo con su novio amansándole el trasero.

— Oye. — Rió Jisung golpeando a Minho.

— Es hora de irme, supongo.

— Ya es tarde, tú mamá debe estar preocupada.

— Si, pero si le digo que estaba contigo la preocupación se desvanece. Te ama.

— Y yo a ella.

— ¿Tengo que preocuparme de mi madre? — Minho elevó una ceja.

— Tonto. — Jisung rió.

Ambos fueron tomados de la mano hacia la motocicleta de Minho, Jisung le puso el casco para que todo estuviese en su lugar y pudiese irse seguro, con un último beso de despidieron.

Una costumbre que habían obtenido era vigilar que la luna o el sol les acompañe en su ida.

Se aseguraban de que se fueran bien.

Y que lleguen seguros.

3/3

Desde el día sábado empezare a actualizar diariamente <3
Espero les haya gustado la mini maratón ^^

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro