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mariposas en el aire

Los días pasaban, se había vuelto una rutina el pasar mucho tiempo al lado de la otra. Ya se viendo películas los fines de semana o sentadas en la biblioteca mientras trataban de terminar sus tareas.

Se habían vuelto cercanas en un abrir y cerrar de ojos, compartían risas, dulces, botanas y refrescos cuando estaban juntas.

Incluso Nayeon iba a recoger a Mina de sus ensayos en su academia, siempre invitándole un helado después de eso. Incluso hubo una vez en la que Mina fue a recoger a Nayeon de su “gimnasio” –que era el lugar donde peleaba– Mina con una sonrisa le había llevado unos sándwiches para reponer su cansancio, algo que Nayeon había agradecido mucho, pues estaba molida en cansancio.

En ese tiempo ambas se dieron cuenta de la gran atracción que sentían por la otra, cada vez que Nayeon hacía alguna broma o la halagaba, Mina no podía jo sonrojarse hasta convertirse en un tomate, lo mismo pasaba con Nayeon, que era incluso más conflictivo, Mina podía entrelazar su mano con la suya o simplemente reposar su cabeza en su homtbo y se volvería un tomate que apenas puede pronunciar una palabra.

Ambas estaban consientes de todo lo que pasaba entre ellas, pero ninguna era tan valiente como para dar el primer paso.

Mina era tímida y Nayeon tenía miedo de arruinar todo.

Es que era un conflicto entre ellas, habían tenido novios en el pasado, Mina podía coquetear muy bien y Nayeon podía ser clara con las cosas, pero se complicaba cuando se trataba de la otra.

Solamente querían hacer las cosas bien, por todas esas mariposas que aleteaban en sus estómagos cuando se miraban a los ojos.

Por eso ahora Nayeon quería golpear su cabeza contra la mesa, hacer un hueco en la pared con su cabeza o romper un ladrillo en esta. Cualquier opción estaba bien.

Estaba muy frustrada, no podía encontrar una forma de acomodar todas las palabras en su lengua para confesarle a Mina que su corazón se agitaba cuando sonreía.

— Dejs de morderte los labios, te los harás sangrar. —reclamó Jeongyeon mientras le daba un manotazo a la boca de Nayeon.

— No tenias por qué hacer eso. —Nayeon devolvió la palmada aún más fuerte.

Con eso, empezando una pequeña pelea en donde se devolvían los golpes en diferentes partes de sus rostros.

— Ya basta, abusiva. —se quejó Jeongyeon.

— Dejaré de hacerlo si me ayudas. —dijo mientras le daba una palmada a la frente de la castaña.

— Ya, ya, maldita manipuladora. —se alejó de la palma de Nayeon mientras la empujaba. — ¿Qué quieres?

— Veras. —para ella era una tortura admitir todos los sentimientos que tenía por Mina, iba a ser más difícil admitirlo frente a su mejor amiga. — Tengo una amiga...que no sabe que hacer sobre sus sentimientos.

— ¿Sentimientos? —Jeongyeon quiso reírse, como conocía a Nayeon de toda su vida podía distinguir cuando le mentía, esta era una ocasión.

— Ella...gusta mucho de alguien, pero no sabe como decírselo, ya que esta persona es alguien importante para ella, se pone muy nerviosa cuando está con ella, siempre se sonroja cuando están juntas y su corazón se agita al verla sonreír. —suspiró. — Mi amiga no sabe como confesarse.

— Wow. — sonrió. — Y...¿Por qué no puede confesarse?

— Porque ambas son muy distintas, entre ellas hay un gran contraste, siente que si lo hace arruinará todo, ella no quiere eso, no quiere perderla...

— No quiere perder a Mina. — completó.

Nayeon fue atrapada en su propia trampa, como siempre pasaba, sus mejillas enrojecieron y trató de ser tratada por la tierra. No tenía alguna escapatoria, lo único que podía hacer era admitirlo con un vago asentimiento.

— Supe desde el primer momento que hablabas de Mina y de ti. —molesto Jeongyeon. — Ay, Yeonnie, que lindo verte tan nerviosa por alguien, creía que primero me morirá antes de verte sonrojar por alguien.

— Sí solo me vas a molestar, dejémoslo.

— No no, solo estoy gozando. — rió. — Pero te voy a ayudar. Mira, se que te pones nerviosa con Mina y te entiendo, confiesate como mejor quieras, no planees una gran hazaña porque te pondrás más nerviosa. Solo tómale de las manos, mírala a los ojos y dile que quieres casarte con ella.

— Dios, Jeong. — Nayeon rió mientras empujaba a Jeongyeon.

— Bien, cambia eso con tus sentimientos, dile lo que sientes al verla y que es lo que quieres con ella...después le dices que te quieres casar.

Ambas siguieron tiendo mientras Jeongyeon aún molestaba a Nayeon.

Otra escena algo parecida se formaba en la casa de Mina. Quien tenía la mirada clavada en la pared mientras sus amigos repartían las cartas con las que iban a jugar.

Seulgi se dio cuenta de la ausencia de Mina y agitó su mano frente a ella, logrando que Mina les prestara atención.

— ¿Dónde estabas? — sonrió Seulgi.

— ¿Eh? Aquí. — Mina sonrió sosteniendo la baraja que había sido designada para ella entre sus manos.

Sonriendo por la buena racha que tenía en el juego. Aún así, la alegría de saber que ganaría no reemplazaban los pensamientos sobe sus sentimientos por Nayeon.

Pensando en cómo se alegraba cuando la tenía cerca, en cómo siempre quería tomar su mano o en cómo se sonrojaba cuando se daba cuenta de que Nayeon la observaba. Se mordió el labio mientras tenía la mirada perdida entre sus cartas. Pensando en qué hacer sobre sus mariposas en su estómago.

— ¿Miguri? —preguntó Momo. — ¿Pasa algo?

— No, todo bien.

— Oh, vamos Mina, te pasa algo, no has hablado nada en lo que estamos aquí. — Dijo Seulgi.

— La parlanchina Mina desapareció. — Taehyung se unió.

— No, estoy bien...sólo que estiy pensativa.

— Bien, suelta que es lo que te tiene tan distraída, no empezaremos el juego hasta que no lo digas. —Momo hablo mientras dejaba sus cartas en el piso.

Mina suspiró, imitando la acción de su amiga, escondiendo sus cartas para que nadie las viera. Queriendo saber cómo empezar sin que sus mejillas enrojecieran.

Mordiendo ligeramente su labio y jugando con sus pulgares, siendo observada por los ojos de sus amigos que esperaban pacientemente.

— Yo...uhm. — sonrió por los nervios. —Bueno, pasa que me gusta alguien y no se como decírselo, porque no se si mis sentimientos son correspondidos. Yo...la quiero mucho, ella siempre logra hacer qué me sienta especial cuando me mira y cuando me deja tomar su mano. No quiero arruinar las cosas con ella.

— ¿Es Nayeon? — preguntó Taehyung.

— Sí...

— Desde que abriste la boca sabía que se trataba de Nayeon. — sonrió Seulgi.

— Yo también. — Momo chocó los cinco con Seulgi.

— Ya, ayúdenme, no sé qué hacer, me pongo muy tímida con ella.

— Solo...¿Se sincera? —sugirió Taehyung.

— Oh, que genial idea, Tae. — rió Seulgi.

— Pero es así, tiene que ser sincera con lo que siente por Im, hablarlo con ella y eso es todo. —se defendió.

— No es tan fácil. — la pelirosa puchereo.

— Hmm, si lo es, solo habla con ella.

Mina quiso caerse de espaldas, había tratado de hacerlo pero simplemente no lograba que las palabras salieran de su boca, se ponía nerviosa y tímida, había tratado muchas veces de hablarlo con Nayeon incluso por mensaje, pero simplemente se acobardaba.

— Hey. —habló Seulgi mientras sostenía su mano. — Solo respira, mírala a los ojos y confiésale lo que tu corazoncito diente. No lo sobre pienses mucho, es por eso que te pones nerviosa, deja que todo fluya.

Y fue como esa chispa de esperanza empezaba a ondear en su interior, sonriendo por el consejo de Seulgi y que haya sido más esperanzador.

— Gracias Seulgi. —sonrió Mina mientras pasaba su brazo por los hombros de Seulgi.

— ¡Nosotros te dijimos lo mismo! —exclamaron Momo y Taehyung al mismo tiempo.

— Pero yo lo dije de forma hippie. —Seulgi les saco la lengua.

Mina rió.

Sintiendo aquellos nervios en su estómago al pensar en el día en el que se sinceraría con Nayeon, pero respirando para que se alejaron ya que estos habían sido su peor enemigo cuando quería hablar con la tatuada.

Sentía emoción, de tomar las manos de Nayeon para mirarle a los ojos mientras le contaba sobre las mariposas en su estómago.

Ambas esperando por el día en el que esas mariposas pudiesen volar juntas en el mismo jardín.

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