22: El cielo oscuro
Se miró al espejo una vez más, acomodando la corbata negra y planchando su saco con las manos. Su reflejo se veía apagado, era lo menos que podría notar; después de todo, había llorado sin faltar todos los días. Aún era incrédulo sobre la partida de Jeongin.
Los días habían pasado rápido, casi no los sintió, pues su almohada había estado pegada a su rostro todos los días; llenándola de lágrimas. Llenándola de los sueños rotos acumulados, del amor roto y perdido entre la nieve.
Junto al dolor vino las preguntas, ¿qué hubiera pasado si nunca hubiesen viajado? Jeongin aún estaría aquí, aún estaría hablando sobre su día mientras comía algún dulce. Pero nada era de aquella formay hacerse preguntas sin respuesta no ayudaría al gran dolor en su pecho.
Lo único que le quedaba era la resignación. La encontraría muy tarde, sinceramente, lo menos que pensaba en su dolor era resignarse a perder a su gran amor.
Sería todo un proceso, lo sabía muy bien, que pasaría muchos días deseando ofr la voz de Jeongin una vez más, deseando siquiera haberse despedido de Jeongin, deseando por lo menos haberle dicho lo mucho que significaba en su vida y que siempre sería la persona que más amase.
Suspiro una última vez, escuchando los toques a su puerta, su madre entro a su habitación; ella también lucía de negro, con una pequeña sonrisa esperando reconfortar a su hijo.
— Hyun, ya es hora — dijo, acariciando los hombros de Hyunjin, se paró frente a él y arreglo su corbata; está algo torcida.
— Aún no quiero ir — susurró.
Su madre lo vio a los ojos, no pudo encontrarlos, pues Hyunjin miraba fijamente al suelo, ella tomó las mejillas de su hijo e hizo que lo mirase. No debió, pues vio en aquellos ojos redondos y marrones; un alma rota y desolada. Las lágrimas pesadas comenzaron a rodar por sus mejillas. Un abrazo no podría contener la marea que le azotaba, pero trataría de reconfortar su corazón; de alguna forma.
Hyunjin envolvió sus brazos en su madre. abrazándola fuertemente mientras hundía su nariz en el hombro de su madre, soltando sollozos silenciosos. Desmoronándose antes del funeral de Jeongin.
Lloro todo lo que tuvo que llorar, las lágrimas acumuladas en sus ojos resultaron desaparecer, pero estos se hincharon por la gran afluencia.
Nuevamente soltó un suspiro, dándose ánimos para subir al auto de sus padres, de camino al funeral de Jeongin. Con los pies pesados y arrastrándolos pudo hacerlo, en silencio recostándose en la ventana, escuchando la radio matutina. Pensando solamente en los cambios de la vida.
Lo frágil que está era, lo fácil que recorría y se escurría por tus dedos. Sabía que la muerte era algo de la vida, la pérdida estaba impregnada a sus espaldas como seres humanos; pero nunca podría asimilarla, por el simple hecho de haber sido desprevenida. Nunca se planteó en su cabeza el perder a Jeongin, no de aquella forma. La única forma de pérdida que consideraba era separarse por los caminos distintos, pero no perder su vida entera de un
día para otro. Era simplemente abrumante. Era arrebatador.
Se sentía perdido y a la deriva.
El camino al cementerio era largo, se hipnotizaba con los árboles que pasaban, con las personas caminando por las calles, el cielo aún estaba oscuro, nublado; cargado de nubes que en cualquier momento se romperían en lágrimas.
Incluso el cielo había estado triste por la pérdida de Jeongin, había llovido junto a Hyunjin, todas las tardes antes de dormir.
Y el largo viaje acabo, en un abrir y cerrar de ojos de encontraban en el cementerio. Al salir del auto de sus padres pudo ver a todas las personas que alguna vez tuvieron la dicha de conocer a Jeongin sentadas en bancas, todos vestidos de negro. Vio en sus rostros la tristeza y el dolor, la pérdida de Jeongin había sido un gran hoyo hecho a la vida de las personas que se toparon con sus risitas.
Una pérdida que sería tardía en recuperar, en sobrellevarla, en resignarse de no volver a verlo nunca más.
El nunca, una palabra tan vacía, tan temerosa. Asomaba en sus cinco letras la pérdida, el vacío de un acantilado.
Hyunjin junto a sus padres caminó para encontrar su asiento, este estaba al lado de los padres de Jeongin. Es que Hyunjin había sido la parte importante de la vida de Jeongin, su amado novio, su gran amor.
Los funerales siempre son vacíos, aunque estén llenos de gente, se siente la soledad; por todo el dolor de los dolientes, por todas las lágrimas silenciosas y por las miradas perdidas. El funeral de Jeongin se sentía de aquella forma, demasiado vacío.
La misa para despedirlo empezó, Jeongin siempre había creído en la vida en el cielo; ya que él había sido una persona ejemplar en la tierra, creía que todas sus obras buenas serían recompensadas en un eterno descanso entre las nubes. Y así sería, pues Hyunjin creía firmemente que Jeongin ahora formaría parte de los ángeles en lo más alto del cielo. En vida fue un ángel y después de ella también lo sería.
El discurso dado por el padre de Jeongin fue desgarrador; con cada palabra se escuchaba la desolación de su alma, se partía entre pedazos recordando el gran hijo que alguna vez tuvo. Y todos podían compartir aquellas anécdotas al lado de Jeongin, había cosechado sonrisas en muchas personas que siempre lo recordarán como una luz en sus vidas.
Jeongin siempre sería la luz que iluminase los recuerdos de todos, siempre sería la luz en la vida ajena. Siempre viviría entre las sonrisas otorgadas y en los recuerdos plasmados en las estrellas.
Y la parte dura del funeral llegó, todos se pusieron de pie, con un girasol en las manos; caminaron hacia el ataúd de Jeongin y lanzaron las flores mientras el ataúd era descendido a su eterno lugar. Las lágrimas no fueron controladas, Hyunjin no pudo contener todas las lágrimas y sollozos por ver el ataúd de Jeongin perdiéndose entre la tierra marrón.
— Hasta el día en el que nos volvamos a ver — susurró tirando el último girasol. Dándose cuenta que todos los ramos de flores que le había comprado estaban siendo enterrados con Jeongin. Cada una de las flores compradas con la esperanza de verlo una vez más, estaban siendo cubiertas por tierra.
Con lágrimas en los ojos, el ataúd fue cubierto por completo. Una lágrima rodó por su mejilla, siempre recordaría los días felices vividos al lado de Jeongin, siempre. Vivirán como si fuera la primera vez, los recordaría como lo más preciado en su vida; aquella huella hecha por las manos de Jeongin jamás se borraría, hubiese querido recorrer un largo camino al lado de Jeongin pero la vida se puso en medio, ahora solo tendría que recorrer aquel camino; solo.
— Voy a quedarme un momento más, si no les importa — dijo Hyunjin a sus padres.
— Esta bien — su madre le sonrió, besando su frente y acariciando su brazo.
Metió las manos en sus bolsillos mientras aún tenía la vista puesta en la tumba recién hecha, su corazón se sentía vacío; como si pudiese salir de aquel muchos ecos. Ecos de una vida interrumpida.
Las demás personas se iban retirando, dándole el pésame a la familia y soltando pequeñas lágrimas. Una gran pérdida siempre será despedida con muchas lágrimas. Poco a poco el cementerio iba vaciándose, Minho pasó por su lado abrazándolo, los amigos de Jeongin hicieron lo mismno; entre ellos lloraron. Tenían en común la tristeza en sus ojos, todos, dandole un último abrazo a Hyunjin se fueron; le ofrecieron llevarlo a su casa pero Hyunjin se negó, él quería seguir dentro.
— Hyun, aun no te has ido — escuchó de cerca, era el padre de Jeongin.
— Señor, quise quedarme hasta el final — dijo. El padre de Jeongin asintió.
Se paró al lado de Hyunjin, ambos observando la tumba fresca. Con el común del dolor, en silencio, dejando que todo se oscurezca en el fondo.
— El te amaba mucho — soltó e repente — No había un día en el que no hablase de ti, me decía que veía una vida entera a tu lado; ya sabes, aquellas cosas del primer amor. Tu fuiste aquello de Jeongin, se que lo hiciste muy feliz, el siempre me lo decía, saltando y riendo, "amo mucho a Jinnie"
— Yo también lo amaba mucho... lo amo.
— Mhm — asintió, limpiando una lágrima de su mejilla — se siente como si la vida hubiese terminado, la casa está oscura y sin sonido alguno. Se empieza a sentir su pérdida. Será muy difícil resignarnos, pero tendremos que hacerlo, Jeongin no hubiese querido que lloremos por él durante toda la vida. ¿No?
— Es cierto, será muy difícil no llorarle todos los días.
— Demasiado — suspiró — Lo hiciste muy feliz, Hyunjin, siempre te agradeceré que hayas hecho que los ojos de mi pequeño brillen aún más.
— El que debe de agradecer soy yo, Jeongin fue quien puso estrellas en mi vida, me hizo tan feliz — suspiró, limpiando una lágrima — Muy feliz.
Un último suspiro fue dado, un brazo pasó por los hombros de Hyunjin, se convirtió en un abrazo, ambos derramando lágrimas silenciosas, al separarse se sonrieron ampliamente
— Cuentas conmigo y mi esposa para todo, no te pierdas.
— No lo haré — asintió.
Ambos se despidieron con una sonrisa, Hyunjin lo vio alejarse hasta que lo vio abrazando a su esposa, ambos saliendo del cementerio. Ahora Hyunjin se encontraba a solas. Al lado de la tumba. Decidió sentarse, contemplando en silencio las muchas flores dejadas, sonriendo por saber que una persona amada por todo el mundo se había enamorado de él.
Jeonginquien era una luz en la vida de muchos, había puesto sus ojos en él, había puesto su corazón junto al suyo y lo había hecho el hombre más feliz del planeta. Sonrió melancólico.
— Fuiste amado y amaste — susurró — Me siento perdido sin ti, pero se que encontraré el camino, no pronto, pero algún día, mientras tanto quisiera llorar tu perdida todos los días;,espero que no te moleste — sonrió entre lágrimas — Te amo Yang Jeongin y siempre me dolerá que no estés más conmigo.
>> Siempre te amare y extrañare, rosita.
Holaaa.
¿Que tal?
Volví ✌🏻✌🏻ya queda poco para acabar la historia 🤧🤧
Espero que os guste.
Adioooosss 💗💗💗
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