♡ ꒱ final alternativo: besos azucarados.
♡
¡advertencias!
♡ ꒱ capítulo realizado por mi persona, no se acepta adaptaciones ni copias del mismo.
♡ ꒱ contenido kooktae con leve angst, soft, fluff & comfort zone.
♡
El dolor lo embriagaba, otra vez.
Aquel que se arraigaba a su alma, que lo despedazaba, que lo hacía trizas.
Aquel que consumía de poco en poco su abarrotado corazón, aquel que se empeñaba de desmoronarlo siempre que recordaba a su amado.
A su rosita.
La culpa jamás había decaído tanto en él. Y miles de preguntas sucumbían de nuevo por su mente, preguntas que lo oprimían. Preguntas que lo hacían sentir culpable. Preguntas que llegaban a alterarlo, hasta el punto de llorar horas y horas bajo la luz de la luna.
Aveces, habían ocasiones en las que recordaba a TaeHyung con ternura y con una sonrisita surcada en sus labios. Lo recordaba como la luz que necesitaba en su vida.
Pero habían otras veces en las que, como ahora, se sentía totalmente destrozado.
¿Y que pasó con la resignación?
La culpa era su verdugo, y ahora, su ser se empeñaba simplemente en culparse por todo lo que tuvo que pasar. Y preguntas, como las de ahora, saturaban su alma... su corazón...
Su corazón roto.
¿Y si... evitaba que TaeHyung fuese a visitar el pueblo?
¿Y si... iba con él? Si era así, entonces ambos podrían haber estado en las mismas condiciones. Y solo tal vez, ambos podrían haberse despedido de este mundo.
Se hubiesen ido, pero juntos.
Y ahora, ¿qué importaba estar aquí? ¿Qué le sostenía para poder aferrarse a este efímero momento? Nada. Ya no importaba nada. Y aunque sabía que todos sus amigos y seres queridos que le rodeaban lo apoyaban, él sentía que era el más destrozado de ellos. Y que su corazón jamás podría ser sanado. A pesar de que tratasen de remendarlo, se veía claramente como las piezas y los trozos que quedaron de su corazón, se caían y se desmoronaban de poco en poco.
Se veían las cicatrices del dolor, la soledad que lo embargaba cada noche antes de dormir, las lágrimas que azotaban cruelmente en sus ojos, y el vacío que se alojaba en su alma.
¿Qué haría ahora que su rosita ya no estaba?
¿Llorar las penas?
Acaso... ¿Seguir lamentándose hasta el punto de querer morir?
Por que sí, a pesar de que la dependencia no es un bien común, JungKook aseguraba que TaeHyung había sido su único y verdadero amor. TaeHyung le había enseñado a amar y a ser amado. TaeHyung dio retoques y pinceladas impregnadas de luz y brillitos, en su vida tan monótona, oscura y gris.
TaeHyung era todo lo que estaba bien.
TaeHyung era alguien quien daba color y risitas por donde quiera que fuera, pero ahora que no estaba, ¿Valía la pena seguir viviendo?
No.
Esa era la respuesta que necesitaba.
Semana tras semana se preguntaba lo mismo, y siempre respondía con un "A TaeHyung de seguro no le hubiera gustado que pensase eso, debo seguir adelante. Viviré por sus recuerdos, por un mejor mañana".
Pero esta vez era diferente, se sentía tan... desolado.
No había vuelta atrás. No podía volver en el tiempo y evitar que su rosita muriese de aquella forma.
Lo quería de vuelta. Pero era imposible, ni milagro existía para pedir que TaeHyung regresase a su vida.
Ni las estrellas del cielo se veían en aquella fría noche, las nubes habían tapado totalmente el cielo estrellado que siempre se visualizaba. Pero sabiendo la desolación con la que JungKook estaba, tal vez, solo tal vez, se opacaron por lo triste y destrozado que se veía el azabache.
Dándole el impulso de que lo hiciese, dándole la privacidad que necesitaba. Dándole a entender que ya nada quedaba en este mundo por el cual vivir.
Y sin pensárselo dos veces, JungKook se levantó de las frías sábanas que lo envolvían con su llanto. Y con pasos pesados, se dirigió a la terraza de su departamento.
Sabía que ni su mamá ni su papá se encontraban allí, con él.
JungKook había tomado la decisión de independizarse por sí mismo, por lo que hace semanas atrás, había conseguido un pequeño trabajo y había arrendado aquel departamento que quedaba cerca de su facultad.
Lo hizo para no verse tan obvio de que, sin TaeHyung, no podía seguir adelante.
Aunque eso era imposible.
Porque el departamento, con cada noche que pasaba, se impregnaba de nostalgia, de lamentos y de profundas lágrimas que parecían que jamás terminarían.
JungKook siguió avanzando hacia las escaleras, y subió finalmente a la terraza. E inmediatamente, sintió el frío viento azotar contra sus mejillas y su cuerpo. Eran apenas las dos de la mañana, y JungKook seguía aún con su delgada pijama.
Avanzó hasta llegar con el borde de aquella terraza, y miró abajo. Por lo menos estaba a siete u ocho pisos de altura.
No lo pensó mucho, porque hace días y hasta semanas atrás, ya lo había decidido. No había vuelta atrás.
Se aferró al borde de aquel balcón que se situaba a un lado de las escaleras de emergencia, y depositó su cuerpo encima del mismo. Y ya sentado en el borde, se desmoronó por completo. Había pasado tanto tiempo así, con el corazón roto, con la esperanza de que su TaeHyung volviese y que la desolación se acabara de una vez por todas.
¿Acaso era mucho pedir?
Pues parecía que sí, porque ninguna estrella del cielo había cumplido su deseo.
Nadie podía escucharlo, nadie. Y hasta él mismo ni se sentía escuchado.
Y con las esperanzas vacías, con el corazón quebrantado y el alma rota, lloró.
Lloró por quien perdió, lloró por su ser amado, lloró por el amor que tuvieron y por los recuerdos que hicieron. Lloró, y una vez más; su corazón se hizo trizas y un color azulado se desplomaba del mismo.
Sus mejillas coloreadas de un rojo fuerte por el frío y por el llanto, sus ojos de los que emanaban lágrima tras lágrima que se derramaban como un goteo continuo hasta llegar a su barbilla. Sus párpados hinchados, sus ojeras por el insomnio, sus labios resecos y partidos que clamaban tan solo una cosa:
TaeHyung, vuelve, por favor.
Y todo eso le hizo romper en llanto, un llanto tan fuerte que posiblemente sabía que los demás del vecindario podrían escucharle. Pero no le importó.
¿Si quiera había algo que lo sustentase? ¿Algo que lo curase? ¿Algo que le dijese que todo estaría bien? ¿Alguien... ?
Y la pregunta fue dejada al aire, porque el sonido de algo rompiéndose se hizo eco en él.
JungKook estaba roto.
Y con lágrimas cayendo como cascada de sus mejillas, y con el corazón latiendo con frenesí, tuvo la valentía de pararse de aquel barandal. Lo único que lo mantenía ahí, eran sus pies aferrados al borde del octavo piso de aquel departamento.
No pudo más, jamás soportaría. Jamás aceptaría la pérdida de TaeHyung, aquel ser amado que se había impregnado en su corazón y en su vida entera.
Y saltó.
Su cuerpo tomó impulso y se arrojó del octavo piso de aquel departamento.
Y mientras caía lentamente, todos sus recuerdos desde que era niño hasta la actualidad, pasaron por su cabeza. Vio como su vida entera pasaba al frente de sus ojos en tan solo cuestión de segundos.
Luego, vio efímeramente los recuerdos que habían hecho junto a TaeHyung. Y sonrió con tristeza.
¿Por fin podría volver a verlo? ¿Podrían encontrarse más allá de este mundo?
Y cuando pensó que su cuerpo caería ya contra el duro pavimento, escuchó una voz que lo llamaba por su nombre.
"Kookie"
Y JungKook se sintió perdido, porque reconocía esa voz. Porque aquella se había adherido a su mente y a sus oídos como dulces susurros.
"Kookie"
Escuchó que lo llamaban, y quiso llorar de nuevo.
"¡Kookie, por favor!"
JungKook quiso contestar, pero se había quedado sin habla. No sabía dónde estaba, ¿acaso todo había terminado ya?
"¡Kookie, despierta!"
Y JungKook despertó.
Siendo testigo de como lágrimas seguían cayendo de sus ojos, y como varias gotas de las mismas se habían adherido a sus mejillas.
¿Dónde estaba?
—¡JungKookie! —escuchó su nombre, y quiso llorar más.
Eso no era posible.
—¿TaeHyung? —habló entrecortadamente, mientras su vista se depositó en aquel chico de cabellera rosadita pastel.
—¿Por qué no despertabas? Tenía miedo de que algo malo te hubiera pasado —puchereó el chico frente suyo, y continuó—. No vuelvas a hacerme eso.
Y mientras TaeHyung se acercaba más a él, JungKook se asustó.
—¿E-eres tú? —habló como pudo, sin poder creer lo que veía.
Sin poder descifrar si estaba en el cielo, o tal vez en otro mundo paralelo.
Sin poder creer que, al frente suyo, se encontraba su rosita. Quería irse a llorar.
—¿Es que ya no me recuerdas? —dijo el pelirosa, mientras lanzaba una pequeña risita—. Soy yo Kookie, ¿Quién más podría ser?
Y JungKook lloró, mientras con ambas palmas de sus manos acunaba su rostro.
¿A caso las estrellas habían cumplido su deseo?
—¿Por qué lloras Kookie? —se acercó aún más a la cama, donde se situaba el azabache—. No llores, por favor.
—Es que... Pensé... Que tú —y volvió a sollozar, TaeHyung quien estaba ajeno a lo que pasaba, decidió acomodarse mejor, y se sentó en el regazo de JungKook, con sus piernas a horcajadas de su novio.
JungKook levantó su rostro, y pudo verlo de cerca.
Cuánto había extrañado ver los sutiles y hermosos lunares que su rosita tenía. Y deleitarse de aquellos orbes color miel que tenía TaeHyung. Cuánto lo había extrañado a él.
—Ya no llores, por favor —y mientras decía aquello, le acarició suavemente la cabellera azabache—. ¿Acaso dormir tantas horas te afectó?
—¿De qué hablas Tae? —dijo el azabache, mientras disfrutaba del tacto cálido de su novio.
—¿No haz visto qué hora es? Haz dormido más de 12 horas. ¡Es demasiado tiempo!
JungKook estaba perplejo, y aún con sus ojitos llenos de lágrimas, se sintió confuso y quiso volver a sollozar.
—Es que... Tuve un sueño... No no, una pesadilla. En la que se veía mi vida sin ti —y terminando de decir aquello, soltó lágrimas, mientras TaeHyung seguía acariciando su cabecita, y limpiaba las pequeñas gotitas en sus mejillas.
—¿Una pesadilla? —y JungKook asintió leve—. Tranquilo Kookie, ya estoy aquí. Me alegra haberte despertado antes. Pero vaya que no me hacías caso, por más de que te sacudía y te llamaba fuerte —y soltó una risita—. Pero tenemos la casa sola, mis padres decidieron salir y nos dejaron a los dos aquí.
JungKook sonrió, mientras sorbía su nariz, y mientras sus ojitos brillaban al ver a su amado, justo al frente de él.
Y lo recuerda.
Recuerda levemente que el anterior día había planeado con TaeHyung realizar una pequeña pijamada de novios en su casa. Se habían puesto a ver montón de series y películas de terror, hasta que habían quedado rendidos en los brazos de morfeo.
Y ahora que estaba justo al frente y en los brazos de su rosita, se sintió feliz y aseguró que esa pesadilla no era nada más para hacerle saber la soledad que tendría si TaeHyung no estuviese a lado suyo.
Pero por ahora, disfrutaría estar con su Tete.
Por lo que, acomodándose mejor en la recámara de TaeHyung, situó a su rosita a la altura suya. Mientras acunó sus mejillitas entre ambas palmas de sus manos, mientras que con su dedos pulgares acariciaba aquella zona.
—Te amo mucho, Tete. ¿Lo sabías? —dijo el azabache, con sus ojos perdidos en los de su novio.
—Ya~ Kookie, me harás sonrojar —dijo el pelirosa, mientras trataba de taparse el rostro.
Un leve rubor color carmín se situó en sus mejillitas y en sus orejas, mientras que JungKook vio lo hermoso que era.
—Eres un tomatito sonrojado —habló, y rió haciendo denotar su sonrisita de conejito.
—¡No lo soy! —puchereó, mientras el color carmín seguía subiendo de tonalidad.
—¡Claro que sí! Solo mírate —y rió de nuevo.
Y le alegraba ya no llorar, ni lamentar que su ser amado no estaba con él. Porque ahora podía ver como su rosita reía junto a él y sus corazones estaban conectados.
TaeHyung iba a refutar nuevamente, pero JungKook se apresuró en unir sus labios color cereza con los suyos. Sintió que aquel beso había sido después de un largo tiempo, por lo que lo volvió más dulce.
—Sabes a algodón de azúcar —susurró al separarse un poco del rostro de TaeHyung.
—Es porque estaba mascando un chicle con ese sabor —y mostró una sonrisita cuadrada.
JungKook se volvió a acercar, sonriendo, y esta vez situó sus manos en la moldeada cintura de su novio, dejando leves caricias sobre el suetercito color rosita pastel. Besó al pelirosa, y le dejó saber que lo amaba con cada suspiro que soltaba al moldear sus labios con los de él.
Sintió en su paladar el dulce sabor del algodón de azúcar, mientras delineaba con su lengua el labio inferior del pelirosa. Lo besó con tanto amor, con tanta devoción, con tanta ternura; que sabía que en algún momento ese amor que sentía, explotaría en su pecho.
Pero se sentía bien, se sentía feliz.
Los brazos de TaeHyung rodearon el cuello de JungKook, mientras acariciaba las hebras del azabache entre cada beso. Y mientras JungKook fue dejando vaivenes en la cintura del pelirosa, comenzó a depositar pequeños besitos en las mejillitas sonrosadas de TaeHyung. Varios besitos a lo largo de su rostro, en su naricita y en su frente.
JungKook acarició los muslos del menor con tanto amor, mientras dejaba un rastro de besos húmedos a lo largo de su cuello. TaeHyung volteó su rostro para que el tatuado tuviese mejor acceso a sus besos en aquella zona tan erógena.
Suspiros entrecortados y jadeos salían de los labios color cereza de TaeHyung, mientras JungKook se adueñaba de él con sus besos; y una deliciosa fricción se creaba entre ambas excitaciones suyas. Emanando varias corrientes eléctricas en sus espinas dorsales, saliendo con jadeos placenteros y gemidos queditos.
JungKook había extrañado tanto a TaeHyung, extrañaba su voz, había extrañaba todo de él. Y ahora que estaba allí, en sus brazos, se sentía el más privilegiado.
Y lo hicieron, con TaeHyung sentado a horcajadas del azabache, tuvieron sexo suave durante algunas horas. JungKook no deseaba que aquel momento terminase, más bien deseaba que se quedase impregnado eternamente en su corazón y en su alma.
Por lo que entre cada jadeo quedito y entre cada suspiro, soltaba un "te amo", y lo besaba.
Lo besó de mil maneras, haciendo que en ambos creciesen y floreciesen girasoles de un amor eterno, de un amor inolvidable.
Lo besó con ternura, con dulzura. Lo besó con el afán de hacerle saber que lo amaba demasiado. Y en ambos se había quedado instalado un rubor color carmín fuertecito, asemejándolos a dos tomatitos.
JungKook podía describir a TaeHyung como el dulce que tanto necesitaba para su amarga vida. Y mientras ambos seguían allí, uniendo sus almas, dos sonrisitas bonitas surcaban en sus labios. Una cuadrada y una de conejito.
—Te amo~ Te amo tanto, rosita.
—Yo también~ Y tal vez el doble, Kookie.
Ambos sonrieron de nuevo, volviendo a juntar sus labios y sintiendo el dulce sabor del amor mezclado con sus sentimientos, con sus corazones, con sus almas, con sus cuerpos.
Y JungKook agradeció a las estrellas por haber cumplido su deseo.
Fin.
♡
¿les gustó?
a mi me gustó tanto escribirlo, aaa <33
¡gracias por el apoyo! los tqm <3
♡
♡ ggukcotton | 2O24 ♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro