♡ ꒱ cuando el cielo lloró.
Toda la noche no pudo dormir, se sentó al borde de la cama por varios minutos, pensando en todas las cosas que sucedieron en un año en su vida.
La vida le había puesto en su camino a TaeHyung, la persona más dulce que jamás pudiese conocer, con un alma bella; tan bella como las nubes y las estrellas.
La vida le había puesto a TaeHyung en su camino, quien le enseñó las pequeñas cosas en el día a día, a observar las flores y las abejas, observar las puestas de sol y los amaneceres.
La vida le había puesto a TaeHyung en su vida quien le hizo ver una cantidad enorme de películas juntos los fines de semana.
Y ahora la vida desviaba el camino de TaeHyung, llevándolo a uno de los más prestigiosos hospitales del continente, con la esperanza de que sus bonitos ojos se volviesen a abrir.
En un año su vida cambió mucho, desde enamorarse de alguien que nunca creía hacerlo, hasta hacerlo ir diariamente al hospital, con un ramo de flores.
Un año que siempre recordaría con mucho amor y aprecio, porque en ese año, TaeHyung se plasmó en su vida.
Suspiró tratando de dormir siquiera unas cuantas horas, se acomodó en su cama mientras trataba de contar ovejas y así conciliar el sueño. Las ovejas parecían muy aburridas para él.
Y cuando creyó que no podría dormir, escuchó la voz de TaeHyung.
Lo esperaba al final de un riachuelo, riendo y jugueteando con las piedrecitas del río, llamándole para que así pudiese unirse a su juego. Se veía radiante ante los rayos de sol, estos rayos que se reflejaban en sus pómulos y en sus ojos.
Fue corriendo hacia él, entrando al riachuelo y mojando sus pies, al llegar cerca de TaeHyung, lo abrazó, tan fuerte que sus brazos dolieron. Le sonrió ampliamente y tomó sus manos, besándolas; sintiendo lo cálidas que estaban.
—Tete.—Dijo acariciando sus mejillas.
TaeHyung no dijo nada, solo le sonrió, tomando su mano y entrelazando sus dedos.
JungKook lo acercó a su cuerpo, mirándolo a los ojos, sonriendo con las mejillas rosadas y besó a TaeHyung. Sus labios se sentían suaves como algodón, su piel desprendía aquel aroma a durazno y rosas característico suyo, su corazón sintiéndose feliz por besar una vez más a TaeHyung.
Aunque fuese en sueños.
A separarse de su beso, TaeHyung lo miró con una sonrisa en el rostro, se acercó hacia él y parándose de puntitas le dijo al oído:
—Te amo mucho, Kookie.
Lo escuchó tan claramente que juraría que TaeHyung estaba a su lado, por eso se despertó, con la esperanza de que TaeHyung se encontrase descansando a su lado. Pero al abrir los ojos, se llevó la misma decepción; TaeHyung no estaba.
Pero le había dicho que lo amaba entre sueños.
El sueño al parecer había sido muy extenso, pues se despertó unos minutos antes que su alarma sonara, apagó su alarma y suspiró.
Era hora de ir al hospital, era el día en el que se llevarían a TaeHyung con la esperanza de hacer que sus ojos se abriesen.
Salió de su cama y estiró sus sábanas, acomodando sus almohadas y doblando la pijama que había usado. Fue hacia su baño para asearse, debía verse bien al darle el "hasta luego" a TaeHyung.
Al salir del baño fue hacia el buró cerca de su cama, tomó las monedas que le sobraron del día anterior y las guardó en su bolsillo. Compraría unas nuevas flores, sabía que si le pedía a la madre de TaeHyung que las llevara con él, ella lo haría, quería que TaeHyung tuviese aunque sea, flores marchitas, de parte suya cuando despierte. Hacerle saber que todos los días había estado a su lado esperando que vuelva.
Y ahora lo haría, las ansias de JungKook crecían en su estómago, contando las horas para volver a estar con TaeHyung.
Bajó por las escaleras para tomar rápidamente su desayuno, un jugo de fresas y unas galletas, al terminarlo se despidió de su madre y abuela, ambas le desearon suerte.
JungKook tomó el bus de siempre, aquel que le dejaba muy cerca del hospital y frente a su florería de confianza. El camino se hizo rápido, no había tráfico alguno que perjudicase las calles, al bajar la florista le saludó, conversaron un poco sobre el clima nublado, parecía que llovería en un par de horas.
Como siempre, compro el típico ramo de flores, poniendo sobre los tallos aquella tarjetita rosada; con pequeños dibujos adorables sobre ella, tal como le gustaba a TaeHyung. Puso con su pulso y letra la frase que TaeHyung le dio en sus sueños, solo cambiándole una palabra.
"Te amo mucho, rosita."
La florista agregó cuatro flores más a su ramo, cortesía por ser un cliente frecuente; le dijo, también porque se notaba el gran aprecio que tenía por la persona a la que le compraba dichas flores.
Ya con el ramo de flores en brazos hizo su camino al hospital, sintiendo sobre su nariz que una gota de lluvia había caído, los pronósticos que había hecho con la florista habían dado en el punto, como ambos lo habían esperado; empezó a llover.
Pequeñas gotas de lluvia que se convirtieron en grandes y pesadas, empezando a mojar todo lo que había en su paso, con el cielo nublado y con nubes negras sobre su cabeza; el cielo se veía muy triste. Llovía a cántaros, lloraba a cántaros.
Con algo de agua encima suyo logró entrar al hospital, para su suerte había protegido de la lluvia a las flores y a la tarjeta que adornada el ramo, se limpió de las pocas gotas sobre su chaqueta y fue hacia el ascensor. Éste como siempre, estaba lleno, una fila esperando su uso y el ascensor tardando siglos en volver.
Con un suspiro algo cansado subió por las escaleras, después de todo haría un poco de ejercicio subiendo los muchos escalones que habían. Llegando al segundo piso su celular sonó, vio en la pantalla en número del padre de TaeHyung, lo colgó, porque ya iba llegando, no era necesario llamar para que apresure sus pasos.
Al llegar al piso de TaeHyung, vio las puertas de la habitación abiertas; una enfermera entrando a la habitación. Caminó con pasos suaves hacia la habitación y se paró en el marco de la puerta.
No pudo creer lo que veía.
Tal vez, por eso el cielo lloraba.
A un lado de la cama de TaeHyung, rodeado de máquinas y de doctores —que supuso que eran los que se llevarían a TaeHyung— la madre de Tae yacía arrodillada, llorando mientras su esposo trataba de consolarla.
Por eso, se escuchaba como las gotas de lluvia golpeteaban contra las ventanas, por eso el cielo era oscuro.
Por eso, con cada segundo que pasaba, las nubes opacaban el día, el ambiente se tornaba nostálgico y de un color azulado. Leves brotes de estremecimiento se adueñaron de JungKook, y de nuevo, su corazón se volvió a romper.
—¿Qué... pasa?—Aún así, aunque fuese obvio, preguntó.
Otra grieta se abría en el corazón del azabache.
El padre de TaeHyung lo miró, los ojos hundidos y la tristeza reflejada en ellos, conteniendo las lágrimas mientras que unas cuantas resbalaban. Se veía tan azul como su esposa.
Otra grieta más.
No necesitó una respuesta, el suave "lo lamentamos mucho" de los doctores, lo dijo todo.
Y una grieta más grande.
Sintió como su mundo se había derrumbado, aún mirando a TaeHyung sobre su cama de hospital; tan pacifico. Su mundo se cayó en pedazos.
El dolor en su pecho fue indescriptible, muy doloroso, muy agudo, sentía que se ahogaba en su propia miseria mientras veía a su alrededor. Estaba en una negación enorme, no podía, ni quería creer que algo tan grave le pudiese pasar a TaeHyung.
Solo hace unos cuantas horas atrás su corazón latía, solo hace unos cuantos meses atrás TaeHyung sostenía su mano para cruzar la calle, solo hace tiempo atrás; TaeHyung le decía 'te amo' en su sueño.
Y es que la negación sería su verdugo, pues necesitaba oírlo de algún doctor, necesitaba que le dijesen algo.
—TaeHyung... no le pasó nada, ¿verdad?—Preguntó con la voz entrecortada.
Haciéndose mas daño al no aceptar algo muy claro.
—Falleció hace veinte minutos, su corazón se detuvo, lamentamos mucho su pérdida.—Dijo uno de los doctores.
Falleció.
Y con una última grieta adherida a su corazón, se rompió en mil pedazos. JungKook se rompió de mil maneras, y eso era irreparable.
TaeHyung había fallecido por la mañana.
Se había ido, sin decir un último adiós.
No lo podía creer, aún no, tenía que tocar sus manos; sentir en ellas aquella calidez que siempre le otorgaban, caminó en la habitación hasta quedar arrodillado al lado de TaeHyung; tomando su mano contra la suya, estaba helada. Los días pasados su pequeña mano aún conservaba algo de calidez, pero ahora, era como tocar una pared helada.
La calidez había dejado el cuerpo de TaeHyung.
Se había ido.
Y no pudo evitar llorar, de romperse ahí, soltando el ramo de flores y soltando sollozos, tomando la mano de TaeHyung contra la suya.
Se sintió roto, se sintió vacío.
Así como la vida le había puesto a TaeHyung en su camino, de la misma forma lo había arrebatado de él. Demostrando la fragilidad de ésta, como en un momento estás; y al otro ya no. Como un segundo respiras en el frágil mundo y al otro ya no. Y es que el mundo no estaba hecho para almas bellas como la de TaeHyung.
La lluvia siguió perdurando, mientras las gotas que descendían de las nubes, caían y caían.
Lloraban la pérdida.
Lloraban la muerte de TaeHyung.
♡ ggukcotton | 2O24 ♡
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