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𝟬𝟳 | Danse macabre, Op. 40

―Lleva las maletas de tus abuelos al cuarto de huéspedes, luego baja para conversar con tus abuelos. ― Pidió su madre con una sonrisa.

Becky asintió devolviéndole la sonrisa y tomando las maletas de sus abuelos entre sus manos, realmente pesaban. caminando con ellas entre sus brazos y con lo pesadas que estaban los saludó desde las escaleras. El trayecto fue corto, dejó las maletas en su lugar y bajó corriendo hasta la sala dónde se encontraban sus padres y sus abuelos conversando.

Al entrar se topó con su padre que tenía la caja de las cartas UNO en su mano. Lo rodeó, fue hasta el sillón donde estaban sus abuelos y los abrazó, estos hicieron lo mismo mientras su abuela le besaba la frente y su abuelo le besaba la mejilla izquierda, realmente los amaba y le hacía muy feliz tenerlos a su lado.

―Bec, ¿quieres jugar? ― Preguntó su padre abriendo la caja de cartas.

― ¿Para qué les vuelva a ganar? ― Dijo con una sonrisa socarrona.

―Oh, vamos que estos viejitos pueden patearte el trasero. ― Su abuelo palmeó su espalda riendo. ―Así lo dicen los jóvenes ¿verdad?

Becky rio asintiendo.

― ¿Cómo te ha ido en el colegio, hija? ― Preguntó su abuela.

Becky trató de no ser obvia con la reacción de disgusto en su rostro, para que así sus padres no se dieran cuenta de lo angustiada que estaba por sus notas. La habían amenazado con sacarla de sus clases de boxeo y prohibirle salir, daban en la boca del estómago de Becky.

―Uh, me está yendo bien, abuela. ― Mintió sonriendo.

―Me alegro mucho. ― Sonrió pellizcando una sus mejillas. ―Te compre dulces, no sería una buena abuela si no te trajera algo.

―Se compró toda la dulcería, yo creo que trata de matarte de diabetes, yo me cuidaría de ella. ― Susurró su abuelo a su lado.

―Te quejas porque no quise darte ni uno de los dulces de mi Becbec. ― Le sacó la lengua mientras abrazaba a su nieta.

Una linda escena familiar que se destruiría en cuánto empiecen a jugar con las cartas, eran más despiadados con el otro, olvidando que tenían la misma sangre y el mismo apellido.

Después de unas rondas de prueba empezaron a ponerle más intensidad al juego apostando unos cuantos billetes por cada acierto y por cada error, todos mantenían la vista fija en sus cartas, de vez en cuando miraban a su lado para tratar de hallar nuevas alianzas. Finalmente, la rigurosa partida terminó con Becky como la ganadora definitiva de la cantidad de dinero que se encontraba en la mesita de té.

―Nuevamente les he ganado. ― sonrió tomando entre sus manos los billetes y las pocas monedas que estaban ahí.

―Nos pateaste el trasero. ― Dijo su abuelo llevando sus manos hacia sus lentes para acomodárselos.

―Becbec tendrá otro premio también. ― Habló su abuela levantándose del sillón con ayuda de su nieta.

―Mamá, siempre la has mimado mucho. ― Regañó la madre de Becky.

―Habla desde la envidia. ― Murmuró su abuela en el oído de su nieta causándole una risilla.

―Te oí mamá.

Ambas se rieron, su abuela le ordenó que se quedara en el sofá para que así pudiese traer su segundo premio.

―Iré a terminar la cena. ― Anunció su madre.

―Te ayudo. ― Dijo su padre de forma inmediata levantándose junto a su esposa.

Becky asintió mientras se apoyaba en el respaldar del sofá con su abuelo a su lado, el cuál negaba divertido ante la escapatoria que había tenido su nuero.

―Tú padre siempre ha huido de mí. ―rio la mayor.

―Siempre lo he notado, no quiere estar ni un minuto cerca tuyo ¿Por qué? ¿Te tiene miedo o algo parecido?

―Más o menos. Cuando tú madre era adolescente no me gustaba que saliera con tu padre, lo veía como un vago bueno para nada, siempre lo veía en la calle acompañado de sus amigos vagueando, realmente no le veía futuro al lado de tu madre. Pero pasando el tiempo, cuando lo llegué a conocer de mejor forma, supe que era un buen muchacho que amaba mucho a mi hija. Lo acepté como el amor de tu madre.

― ¿Entonces por qué te tiene miedo?

―Es gracioso. Una vez él se coló a la habitación de tu madre ya que estaba castigada y yo los descubrí.

―No me digas que...―Preguntó con una mueca de asco.

―Oh, no, no, si hubiera sido así yo estaría en la cárcel, lo hubiera ahorcado hasta la muerte. ―bromeó la abuela. ―Ellos estaban recostados en la cama mientras escuchaban música y comían gelatina, pero mi rabia fue tanta que... rompí un palo de escoba en su espalda.

― ¿¡Qué!?

―Mi error. ― Siguió riendo aún más por la expresión sorprendida de su nieta. ―Estaba borracho y pensé lo peor, no es excusa, pero bueno.

―Entonces comprendo su miedo, yo también tendría miedo si alguien me hubiese hecho eso.

Comentó riendo y robándole una risa a su abuelo, este reía mientras sostenía su estómago y daba palmadas en la espalda de Becky.

―Hablando de eso...― Fingió limpiarse una lagrimas falsa.

― ¿Cuándo nos presentarás a un novio? quisiera escuchar alguna experiencia así por parte tuya.

Antes de responder Becky escuchó el llamado de su abuela, por lo que fue hasta el final de las escaleras para escuchar mejor.

― ¿Tienes tijeras? ― Preguntó asomándose.

―Ajá, están en mi escritorio, ahora subo para dártelas. ― Dijo poniendo un pie en las escaleras y decidida a subir.

― ¡No, no! No subas, yo las encontraré.

Becky asintió y nuevamente fue hasta el sillón para sentarse al lado de su abuelo.

―Lo olvidaba, que tonto soy. ― Golpeó su frente mientras reía. ―Novia o novio, olvidé que te gustaban ambos.

―Ya estás viejo, por eso se te olvida todo.

―Más respeto por la persona que te dio mesada durante toda tu vida. ― Golpeó el brazo de su nieta de forma juguetona. ― ¿Cuándo nos presentaras a una pareja, Bec? Ya me hago viejo.

Tumbó su espalda hacia el respaldar con una pequeña sonrisa, nuevamente estaba actuando raro. No podía estar sonriendo mientras pensaba en la palabra pareja y mucho menos podía estar ligando esa palabra a Freen.

Ya había aceptado que Freen le gustaba, lo había aceptado frente al espejo para ser más sincera consigo misma, pero el gusto que tenía por ella no implicaba para quererla como pareja, era un gusto y ya, pero se encontraba como una boba sonriendo ante la idea de que algo entre ella y Freen pudiese pasar.

Mordió sus labios, no quería confesar a nadie más su gusto por la pelirosa, ni a sus abuelos a los que le tenía mucha confianza, el gusto por Freen solo se debía de mantener para ella y solo para ella.

―Encontré esto en tu escritorio ¿qué es? ― Becky dio un salto en su lugar por la voz de su abuela tan cerca, estaba tan sumergida en su mundo que no supo cuándo su abuela llegó.

Se irguió en el asiento y miró frente a ella, su abuela sostenía el folleto y la entrada del recital de Freen, lo tomó entre sus manos y trató de esconderlo, pero su abuelo fue más rápido quitándole de sus manos el papel.

—Desierto rojo. —Habló en voz alta. — Es un recital de ballet...y es para ¡hoy!

—¿Para hoy? —Preguntó su abuela poniéndose a su lado para leer mejor. —La historia de cómo los fantasmas del pasado persiguen y cómo llegan a atormentar, las heridas del ayer se abren en un presente confuso.

—¿Alguien te invito? Los asientos en la primera fila siempre son muy difíciles de conseguir y muchas veces son caros. — Hablo sorprendido.

—Uhm...sí, me invitaron.

—Seguro que el protagonista la invitó. -Su abuela habló con emoción sentándose a su lado. —Que mala eres, ah, él te invita y tú ni tienes pensado en ir, eso no se hace.

—No es él - Respondió avergonzada de haber sido descubierta. —Es ella.

—Oh.

La sala se llenó de silencio, las mejillas de Becky se tiñeron en rojo a lo que llevó sus manos hacia sus mejillas para cubrirlas, de repente sintió un golpe en la cabeza.

—Una bailarina te invita a su recital ¿y tú no quieres ir? —Regañó la mayor. —Ah, que desconsiderada eres.

—No es que no quiera, sería grosero dejarlos aquí. — Se defendió frotándose la cabeza.

—Nada de eso. —Su abuela se levantó y lo tomó de las manos para que se levantara. —Tú ve al recital que la chica que te invitó se pondrá triste si no te ve ahí.

Becky asintió rendida, siendo escoltada por sus abuelos hasta las escaleras supervisando que entrara en su habitación para alistarse e irse lo más antes posible al recital. Cerró la puerta a su detrás dándole una última mirada a sus abuelos quien haciéndole un gesto con la mano le decíamos que se apurara.

Suspiró cerrando la puerta y recostando su espalda en ella, estaba muy nerviosa y sus mejillas ardían en un tono rojo. Nunca en su vida había sentido aquello. Sentir todo ese nerviosísimo y ese avergonzamiento jamás lo había sentido, se sentía ahogada en todo.

Camino por su habitación, llenándose de valor.

¿Cómo iría después de haberse peleado con Freen? ¿Qué le diría después de haberla tratado como una entrometida mentirosa?

Estaba en un gran dilema.

Un dilema que sería resuelto con una llamada de Jane.

Tomó su celular de su bolsillo y fijándose antes en la hora, marco rápidamente al número de su fiel amiga.

—Hallo.

—Jane, necesito tu ayuda.

—Was kann ich für Sie tun?

—¿Qué? Dios, Jane sabes que no entiendo alemán.

Escuchó un suspiro a través de la línea y a continuación una puerta siendo cerrada.

—Estas interrumpiendo mis clases, sabes que en mi instituto no tenemos permitido hablar en otro idioma que no sea alemán ¿Qué quieres?

—Quiero ir al recital de Freen, pero siento que sería muy caradura ir después de nuestra pelea.

—¡¿Para eso me llamaste?!

—Si, ayúdame y dime que hacer. —Lloriqueo tirándose de espaldas a su cama.

—No puedes hacer nada sin mí. —Escuchó la risa de su amiga a través de la línea. —Solo ve y punto, a Freen le gustará verte ahí, le hacía mucha ilusión que vayas a verla a su recital, así también puedes pedirle perdón por tu actitud de cabrona impaciente y también le agradeces por el pastel.

—Pero ¿Y si no quiere hacerlo? Le dije cosas feas...

—Sie sind ein sturer Idiot, ich will Sie schlagen.

—Jane, deja de hablarme en alemán.

—No me jodas más y ve al recital, grandísima idiota. —Y fue así como la llamada terminó.

Fue lo único que necesito para arreglarse de forma inmediata, sacando sus típicas prendas negras que traían alguna aura de "formales" pues si era en un teatro la mayoría de las personas irían de la misma forma que las familias aristócratas iban a las obras del rey.

Rio por su comparación, había leído mucho de historia francesa.

Ya lista e impecable se dio un vistazo en el espejo, vaya que su sonrisa parecía destellar miles de estrellas, se encontraba muy feliz por el simple hecho de ir a ver a su pequeña amiga. Se dio una bofetada por ello.

Tomando sus pertenencias y la llave de su moto bajo las escaleras encontrándose con sus abuelos que aún le esperaban al final de estas, pedía al cielo no haberse tardado tanto ya que le dio pena dejarlos ahí parados mientras le esperaban.

Su abuela con una sonrisa le tomó de la mano escondiendo unos cuantos billetes en su palma.

—Cuando regreses y nos cuentes qué tal te fue te daré los dulces que te traje, ve y diviértete. —Sonrió pellizcando una de sus mejillas.

Becky asintió metiendo el dinero en su chaqueta, despidiéndose de sus abuelos fue hasta la puerta, pero la voz de su madre a sus espaldas le hizo detenerse.

—¿Y tú a donde crees que vas? -Espeto con la voz firme y cruzada de brazos.

—Eh...voy al teatro.

—¿Con el permiso de quién? —Preguntó acercándose más a Becky.

—Oh vamos, Rawee, déjala que vaya, por lo menos ella te da la cara, no como tú que en cuanto te descubríamos salías corriendo. —Regaño su abuelo en dirección de su madre.

—La invitaron a un recital de ballet, sería muy feo que no asista, ¡tiene asiento en las primeras filas! — Comentó su abuela emocionada.

Su madre parecía pensárselo, inspeccionándola de pies a cabeza, tratando de hallar algo fuera de su lugar y tratando de descifrar las expresiones de su hija, terminó cediendo, aligerando su ceño fruncido y con una sonrisa permitió que Becky salga por la puerta principal no sin antes oír un muy estruendoso "¡Si llegas borracha o pasado de las dos no te abriré la puerta!"

Aún con los nervios a flor de piel se puso su casco para así emprender su viaje hasta el teatro central, tenía cierta emoción en su pecho.

Encontrar algún estacionamiento le había tomado un buen de tiempo, se encontraba corriendo de bajada para así lograr llegar a las boleterías, se ahorcaría ahí mismo si no conseguía entrar.

Para su suerte, sus piernas la llevaron a tiempo hasta las boleterías que gustosos recibieron su boleto indicándole dónde exactamente se encontraba su asiento.

El lugar era bastante elegante, había oído por parte de su abuela que aquel teatro era el más antiguo en Busan, tenía mucha historia y que había visto pasar un montón de obras y recitales en aquellas paredes de gaza color rojo. Ella conocía bastante de esas cosas, ya que su abuela fue una exbailarina que quiso que ella también siguiese sus pasos, quiso inculcarle la danza ya que su hija no había permitido aquello en ella, su madre era más de las ciencias. Durante toda su niñez su abuela se dedicó a hablarle sobre los distintos tipos de arte, ella era muy sabía respecto a los temas de música, pintura, literatura, cine y danza, tenía la certeza que gracias a su abuela ella estaba tan metida y enamorada del dibujo.

Se maravilló aún más al entrar al lugar, pequeños cristales adornaban las paredes mientras estas estaban cubiertas de flores pintadas pudo reconocer el estilo rococo que tenían, candelabros colgaban del techo, los sillones cubiertos de gaza fina y el escenario cubierto por una seda roja. Estaba maravillada.

Encontró su asiento y si creía que no podía maravillarse más pues estaba muy equivocada, su asiento le daba la vista perfecta para ver hacia el escenario. Vería perfectamente a Freen desenvolverse nuevamente ante las notas musicales.

Y tal vez ella pueda verme a mí.

El tiempo parecía eterno, la sala seguía llenándose cada vez más y parecía que las luces jamás se iban a apagar, recostada en el dorso de su mano siguió esperando.

Las luces fueron apagadas y el escenario se iluminó, la orquesta empezó a tocar una melodía melancólica y angustiante. Los bailarines iban apareciendo de a poco, uno por uno postrándose a los lados del escenario, todos tenían una vestimenta blanca opaca, de repente dos bailarinas empezaron a corretear por el escenario trayendo entre sus brazos a Freen quien era la única que vestía de negro.

Se irguió en su lugar en cuanto Freen se postró en medio del escenario, levantando sus brazos, siguiendo las notas del violín, hipnotizando a toda la audiencia por sus pasos tan delicados y firmes. En sus movimientos podía demostrar toda la angustia que la melodía transmitía, en sus expresiones y en su cuerpo sentías la pena de la protagonista.

Nunca imaginó llegar a conmoverse tanto por un recital de ballet, siempre creyó que aquello solo era para demostrar la belleza y la agilidad de las bailarinas, siempre le desacreditó y creyó fielmente que solo las obras de teatro podrían transmitirte algo. Pero estaba muy equivocada.

Viendo a Freen desenvolverse en el escenario contando una historia mediante el baile y la música, con sus compañeros que eran parte de la historia y ayudaban a sentir toda esa carga, toda la pena, la angustia, la melancolía y la rabia, lo sentías a flor de piel.

Freen era un gran bailarina, una gran intérprete que te hacía sentir todo lo que debías, a su lado se encontraban unas mujeres llorando por lo conmovidas estaban. Que cuando el punto de quiebre en la obra llegó, anunciando el triste final de la protagonista, sintió su corazón estrujarse, mirando en los ojos de Freen quien danzaba perdida en el escenario, las últimas notas del violín junto al piano fueron cada vez más agudas y llenas de soledad, de una forma delicada Freen se dejó caer al piso mirando a ambos costados demostrando lo perdida que estaba su personaje y lo adolorida, miró por última vez al público para mostrar toda la pesadumbre en sus bellos ojos, en el acto encontrándose con los ojos de Freen, envolvió sus piernas con sus brazos y dejó caer su rostro en sus rodillas.

El telón cayó, finalizando el recital.

Becky limpio una lágrima que se le había escapado por lo conmovida que se encontraba, el lugar se llenó de aplausos una vez que el telón se volvió a abrir con el elenco tomados de la mano y haciendo una reverencia ante el público, el director de la obra subió al escenario para darle un ramo de flores a Freen que con una sonrisa las sostuvo mientras el director pedía que se le dé un fuerte aplauso a la protagonista.

Las piernas de Becky actuaron por si solas y se levantó de su asiento para aplaudir con todas sus ganas a Freen, la peli-rosa la miró con una sonrisa mientras sus mejillas se teñían de carmín al ver que la acción de Becky fue imitada por todo el público.

Realmente le había encantado verle bailar, sobre todo mirar lo feliz que se encontraba después de hacerlo.

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—Espero que le gusten. —Susurró viendo el ramo de flores.

Eran un ramo de rosas rosadas y unas cuantas amapolas del mismo color, sabía que ese era el color favorito de Freen-algo obvio-pero aun así estaba nerviosa.

Se había sentado cerca de un árbol esperando a que Freen por fin saliera del teatro, de vez en cuando echaba un vistazo hacia la enorme puerta. Nuevamente hizo su trabajo de ver la puerta cada dos segundos y por fin se encontró con la pelirosa saliendo acompañado de su familia.

Era muy tierna. Estaba vestida con un abrigo afelpado rosado con blanco, tenía puesta la capucha que mostraban dos bonitas orejitas al igual que las de un osito.

Freen le sonrió cuando la vio, extendió los ramos de flores que le habían dado en el teatro hacia su madre para empezar a ir hacia Becky. La castaña se levantó rápidamente limpiando sus prendas y sonriéndole a la más pequeña.

—Hola. —Saludó ondeando su pequeña mano.

—Hola. — Le sonrió mientras balanceaba el ramo de flores al lado de sus muslos, olvidando la existencia de este. —Estuviste genial.

—Gracias. Me alegra que hayas venido, creí que no lo harías.

—Si, yo también creí eso. —Rascó su nuca dándole una media sonrisa. —Pero estoy acá.

—Ya lo veo. —Asintió.

—Realmente me gustó mucho tu recital, la forma en la que te mueves por el escenario es encantadora ¿Cuánto tiempo llevas en el ballet?

—Toda la vida—confesó Sarocha. —Prácticamente desde que tengo memoria he estado en ballet.

—Que genial.

Un breve silencio les rodeó, algo incomodo, ya que se sentían fuera de lugar sin sus charlas confianzudas. Becky no pudo evitar admirar a Freen delante suyo, desde su rostro con sombras negras y un brillo en sus labios, hasta sus contorneadas piernas cubiertas por su abrigo afelpado, podría estar horas perdida en esos contorneados muslos.

—Uhm, ya me tengo que ir, si es todo yo creo que...

Becky saltó en su lugar, apretando el ramo de flores que tenía en su mano y extendiéndolo enfrente de Freen.

—Te traje estas flores. Bueno, te las compre. —Sonrió. —Espero que te gusten.

Freen tomó el ramo entre sus manos con una sonrisa y acercó su pequeña nariz a estas para oler la fragancia que desprendían, cerrando sus ojos mientras dejaba que su olfato se llene del olor de las rosas y las amapolas.

—Me encantan, muchas gracias, Becky. —Hizo aquella sonrisa que hacía que el corazón de Becky se agitara de sobre manera, sus ojos estaban convertidos en dos medías lunas mientras que sus mejillas eran suavemente teñidas de carmín.

Vaya que es linda.

—De nada, rosita. También...quería pedirte perdón.

—¿Perdón? ¿Sobre qué?

—Uh, el día que me suspendieron el examen me porté como una idiota contigo, tú solo querías ayudarme y yo solamente exploté. De verdad lo siento.

—Oh, no te preocupes, no soy rencorosa.

—Y también quería agradecerte por el pastel, estaba delicioso.

—¿Verdad que sí? -Soltó una risilla.

—Sí, de verdad. —Sonrió. —Escuché que fuiste tú quien lo horneó ¿es cierto?

—Ajá, soy muy buena con la repostería. —Aplaudió alegre. - ¡Se me olvidaba! Hablé con el señor Tong y lo convencí de que te diera otra oportunidad para dar el examen.

—¡¿Enserio?!

—Sip, solo que tendrás que hacer un trabajo de investigación, consúltalo con él.

Becky saltó de la felicidad, queriendo abrazar a Freen por ser tan buena con ella. No se contuvo y la tomó entre sus brazos para abrazarla mientras reposaba su cabeza en la cabeza rosada de la más pequeña.

—Muchas gracias, Freenky. —Susurró.

—D-de nada. - Sonrió en el pecho de Becky mientras sentía como su cara se volvía del color de una manzana.

Se tuvieron que separar del abrazo por el llamado de la madre de Freen quien le pedía subir al auto, con unas ultimas sonrisas ambas se despidieron. Becky vio cómo Freen entraba a su auto mientras sostenía entre sus brazos el ramo de flores.

Se despidieron ondeando sus manos.

—Ay, dios. —Murmuró llevándose las manos al rostro mientras soltaba un suspiro.

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