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cena

Jisoo había pasado por alrededor diez florerías, no encontraba ningún ramo que le convenciera para llevar a la casa de Chaeyoung. Creía que recorrería toda la ciudad en busca del perfecto ramo de flores.

Todo le causaba muchos nervios.

Quería lucir bien, ser lo suficiente para que los padres de Chaeyoung la aceptaran como uno más de ellos.

Tenía bastante presión en su espalda, sentía que llevaba un saco de piedras en ella.

Cuando llego a la última tienda de su ciudad suspiro, había llegado hasta el final de su ciudad solo para conseguir un ramo de flores.

Se bajo estacionando su moto en la acera, compraría el ramo de flores en esta florería, no sería malo después de todo.

Eso esperaba.

(...)

Había comprado un ramo de rosas rojas y un pequeño pastel de fresas, todo el camino se aseguró de no estropear los pétalos ni el pastel, para su suerte llegaron en una sola pieza.

Se encontraba fuera de la casa de los Park, con un ramo de flores en sus manos y un pastel. Se daba ánimos para tocar la puerta y presentarse a los padres de Chaeyoung.

Era una tortura seguir estancada en la acera mientras acomodaba las palabras en su boca.

¿Cómo sonar lo bastante decente?

No sabía, su lengua se trababa al tratar de ensayar.

Estaba tan concentrada en desenredar su lengua que no se dio cuenta que una cabecita rosada la miraba desde la ventana. Chaeyoung sonreía con ternura viendo cómo su novia tenía una batalla interna.

Antes de bajar por las escaleras se dio unúltimo vistazo en el espejo, girando en sus talones, viendo lo bonita que se veía.

Quería lucir muy bonita para su novia.

Bajo corriendo por las escaleras, casi saltando de alegría, arreglando una última vez su cabello abrió la puerta viendo cómo Jisoo aún tenía una lucha interna.

—Noches buenas, señores.— Jisoo se
golpeó en la cabeza por la estupidez que acababa de decir, estando nerviosa y ansiosa le hacía la boca un enredo.

Cerró los ojos para pelear consigo misma en su cabeza para que pudiese elaborar palabras decentes.

Fue sorprendida por unos brazos que se envolvieron en su cintura. Abrió los ojos encontrándose con la cabeza rosada de Chaeyoung.

—Soo ¿Qué hacías?—Preguntó riendo.

—Nada.—Rió.—Déjame verte, Rosie.

Chaeyoung dejó de abrazar a Jisoo y dio
vuelta frente a ella. Mostrando la blusa con encaje en el cuello y los pantalones negros que se había puesto, se veía bastante elegante, pero aún así su vibra adorable resaltaba.

—Te ves muy hermosa.—Halago Jisoo, pasando una mano por la cintura de Chaeyoung y acercándola.

Para que ambas se besaran.

Oh, sus labios eran tan dulces, tan adorables, tan suaves, hacían un gran contraste con los labios secos y fríos de Jisoo. El sabor de la boca de Chaeyoung siempre era dulce, sabia a miel y a vainilla, en cambio la boca de Jisoo sabía a cigarros.

Hacían una hermosa combinación.

Entre sus besos podían juntar el sabor dulce con el de la nicotina.

Era maravilloso.

—Hmm ¿Qué trajiste?—Preguntó Chaeyoung separándose de Jisoo.

—Le traje un ramo de rosas a tú madre y un pastel de fresas para el postre.

—Mi mamá odia las rosas.—Dijo riendo.

—O—oh.

—Pero el gesto lo apreciará, se ven muy
lindas.—Dijo Chaeyoung delineando con sus dedos los pétalos.—Fuiste muy amable, Soo.

—¿Qué me dices del pastel? ¿Les gusta el
pastel?

—A mi mamá no mucho, cuando yo hago algún postre ella solo come un bocado, por cortesía.—Jisoo agachó la mirada, había perdido.—Pero a mi papá le encantan, sobre todo los pasteles, siempre que horneo es el primero en comerse todo.

—Menos mal. Estoy una a cero.—Rió.

—¿Estas nerviosa?

—No.—Claro que lo estaba, pero no quería admitirlo, quería tener todo en las rieles.

—Hmm, está bien. Entremos adentro, me hace frío.

Chaeyoung envolvió su brazo con el de Jisoo pero cuando quiso empezar a caminar Jisoo se plantó, le aterraba entrar a su casa.

—Bueno..tal vez este solo un poco nerviosa.

—Todo estará bien.—Chaeyoung soltó una risilla para luego dejar un beso en la mejilla de Jisoo.

(...)

Y bien, Jisoo se sentía pequeña en
aquella mesa larga.

Tanto como la madre y el padre de Chaeyoung tenían expresiones fuertes y serias, no podía creer que de ellos dos haya nacido alguien tan dulce como Chaeyoung.

Los misterios de la vida, Jisoo piensa.

La sala estaría en completo silencio si Chaeyoung no hablara, era el único que hablaba sacándole conversación a cada uno, el ceño fruncido de sus padres se desvanecía cuando oían hablar a su hija. Era su vida entera.

—Y bien Jisoo ¿Cierto?—Habló el señor Park.

—S—sí.—Tosió para disimular su tartamudeo.

—Chaeyoung nos ha hablado mucho de ti, parece que eres su tema de conversación favorito. —Hablo la señor Park.

—O—oh, eso es muy bueno de saber.—Sonrió mirando de reojo a Chaeyoung, viendo cómo la pelirosa sonreía y tenía las mejillas rosadas.

—Sí. Y dinos Jisoo, este es su penúltimo año escolar y ya se está acabando ¿Qué piensas estudiar?—Pregunto el señor Park.

Los nervios la volvían a invadir, sentía que si decía su plan de vida sería rechazada y si mentía sería descubierta al instante.

Era pesado.

Frente a ella estaba un decano de historia que trabajaba en la mejor universidad de Busan y su esposa una fiscal muy bien reconocida. Se volvió a sentir pequeña.

Todo en el entorno de Chaeyoung denotaba ser grande, tenía la grandeza en sus venas, desde ser una bailarina de ballet protagonista de muchas obras importantes hasta ser hija de personas sobresalientes en su área.

Ella solo era una ex peleadora de peleas
clandestinas y una adicta a la nicotina.

—Pues...quiero entrar a la escuela de artes para...ser tatuadora.

La madre de Chaeyoung quiso disimular que se había atragantado con el guisante al oír eso, pero fue algo obvia.

—¿Mamá, estas bien?—Preguntó Chaeyoung, totalmente preocupada.

—S—sí, tranquila, Chaeyoung.—Sonrió limpiando sus labios con la servilleta tratando de disimular.

—Suena interesante, Jisoo.—Hablo el
señor Park.—¿Puedo saber por qué elegiste aquello?

—Siempre me ha gustado el arte, me gusta mucho dibujar y pintar. Una vez iba por la calle y me detuve en un salón de tatuajes, me asombré por los bellos diseños y cómo lograban que uno de esos diseños se quedara en la piel de las personas. Ese día conseguí mi primer tatuaje.—Sonrió.

Contándolo como la mejor experiencia de su vida, haciendo sonreír a Chaeyoung por lo emocionada que se había escuchado al hablar.

—Suena interesante.—Dijo la señora Park.—Me parece genial que tengas una meta trazada, quisiera que Chaeyoung hablase tan segura de su futuro.

—Mamá...

—Pero... Chaeyoung me contó que ella quiere dedicarse a la danza.—Interrumpió Jisoo.

—Sí, nos lo ha dicho y sabe que la apoyamos.—Hablo el señor Park.—Pero no lo dice tan segura como tú, es típico de su edad que este tan insegura sobre su futuro, a todos nos pasa.

—¿Cómo se conocieron?—Preguntó la señora Park.

—A Jisoo le gustaba Jennie y me dijo que le ayudara a conquistarla.—Hablo Chaeyoung riendo.

—Pero Jennie tiene un novia.—Rió su padre.

—¡Lo sé! Pero en ese entonces yo no lo sabía. Nos conocimos así.—Sonrió Chaeyoung, pintando sus mejillas de rojo.

Tan adorable.

El hielo se había roto y la velada había ido de buena manera. Chaeyoung siempre traía la conversación a la mesa y sacaba sonrisas a todos con las cosas que decia, incluso si solo respiraba.

Jisoo se imaginó que los padres de Chaeyoung la rechazarían y tratarían de alejarla de su hija, como en toda telenovela con un buen rating, pero no había sido así, por más que tuviesen una expresión intimidante y fuerte eran cálidos como su hija.

La cena terminó con el pastel partiéndose, los padres de Chaeyoung se despidieron de la joven pareja tomados de la mano y les dejaron la sala para ellas solas.

Chaeyoung tenía su cabeza recostada contra el hombro de Jisoo mientras sus manos estaban entrelazadas y veían una película en la televisión. Una de terror, como siempre.

A Chaeyoung le gustaban los clásicos, no daban tanto miedo pero tenían un lugar en el cine de culto, por eso le gustaba. A pesar de no dar mucho miedo Jisoo saltaba en su lugar mientras sostenía la pequeña mano de Chaeyoung fuerte contra el sillón.

—Hable con mis papás sobre el viaje.—Dijo Chaeyoung una vez que los créditos de la película aparecieron.

—¿Ah, sí? ¿Qué te dijeron?

—¡Que tengo permiso! Claro, solo si va
Joohyun y Minho, sino no.

—¿Y si solo vamos las dos?—Movió sus cejas molestando a Chaeyoung.

—Si es así, no me dejarán.—Puchereo.

—Diablos.— Jisoo rió.

Tomando entre sus manos las mejillas de Chaeyoung acunándole para dejar besitos sobre su puchero. Ambas rieron por el gesto y se dieron un beso, uno más profundo.

Movían sus bocas en una misma sincronía, robándose la respiración y sonrojando a sus mejillas, el calor se apoderó de sus cuerpos y el ser unas adolescentes hormonales les asaltó. Chaeyoung se subió a horcajadas de Jisoo mientras aún seguían besándose.

Chasqueaban sus bocas mientras gemían bajo, Jisoo acariciaba los muslos de Chaeyoung con miedo de llegar a su trasero y ser vista como una promiscua. Chaeyoung notó eso y con una media sonrisa tomó las manos de Jisoo y las posó en su trasero.

—Puedes tocar, Soo.—Susurró Chaeyoung contra los labios de Jisoo.

Así lo hizo, sintiendo bajo sus dedos el trasero de Chaeyoung, aquel trasero que había querido tocar desde el día uno, ahora podía hacerlo y lo disfrutaba mucho. Amasaba la piel mientras seguía besando a Chaeyoung, sintiéndose en el cielo.

Tocando el cielo con sus dedos, solo por estar con Chaeyoung. Solo por amar a Chaeyoung.

Así se sentía el paraíso, creía ella. El paraíso se sentía de la misma forma que se siente amar y ser amado por Chaeyoung.

Tan bien.

Cuando empezaron a hacer fricción entre ellas fueron interrumpidas.

—¡Chaeyoung, ya es tarde!—Se escuchó de la planta de arriba a su madre gritarle.

Saltaron en su lugar alejándose lo
suficientemente rápido como si hubiesen cometido un robo o hubiesen roto algo.

—¡S—sí mamá! ¡Jisoo ya se irá!—Grito de vuelta.

—Por suerte no bajo, no creo que hubiera sido bueno ver a su linda hija con su novia amansándole el trasero.

—Oye.—Rió Chaeyoung golpeando a Jisoo.

—Es hora de irme, supongo.

—Ya es tarde, tú mamá debe estar
preocupada.

—Sí, pero si le digo que estaba contigo la
preocupación se desvanece. Te ama.

—Y yo a ella.

—¿Tengo que preocuparme de mi madre?— Jisoo elevó una ceja.

—Tonta.— Chaeyoung rió.

Ambas fueron tomadas de la mano hacia la motocicleta de Jisoo, Chaeyoung le puso el casco para que todo estuviese en su lugar y pudiese irse segura, con un último beso se despidieron.

Una costumbre que habían obtenido era vigilar que la luna o el sol les acompañe en su ida.

Se aseguraban de que se fueran bien.

Y que lleguen seguras.

3/5

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