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Parte 4


¿Alguna vez han extrañado el tonto hecho irracional y estúpido de ser adolescente? ¿Esa asquerosa sensación de que cualquier exceso es permitido solo porque no tienes la suficiente madurez emocional para darte cuenta de las tonterías que haces?

¿Aquel deseo incontrolable por todo aquello que respire, se mueva o bien, tenga un lado suave con lo cual puedas frotarte para sentir placer?

¿Lo extrañan? Bueno, honestamente, yo no.

Imagínense, todas las hormonas apareándose en tu cuerpo, esperando a que hagas lo mismo con cualquier tipo en el bar de la esquina que te diga "Hey tú, escuché que tu novio es gay. ¿Quieres que te haga sentir mujer por esta noche?" para después sentirte culpable de hacerlo porque estúpidamente crees que serle infiel a tu ex novio es la peor cosa que se puede hacer por despecho. Haciéndote odiar a tus padres, a la sociedad y a ti mismo por no dejarte ser como eres y...esperen, es exactamente como me siento ahora.

Olvídenlo entonces. No extraño ser una adolescente porque es justamente lo que ya soy en estos momentos a mis veintisiete años.

Con mi mente ligeramente asqueada por recordar a esos hombres con los que "me enredé" en revancha por mi última relación, miro el vaso de tequila que tengo en mis manos y lo bebo sin pensarlo mucho, aunque después siento que todo me da vueltas.

En fin, soy libre, soy adulta y de no ser porque acabo de vomitar sin querer en el lavabo del Pashmina, club a donde Colin me obligó a venir para comenzar los festejos de mi cumpleaños, diría que controlo mi cuerpo a la perfección. Miro mi reflejo en el espejo, me doy más asco solo de verme: mi cabello esta grasoso, mi delineador se ha corrido haciéndome parecer un oso panda, y mi boca, ni hablar de ella.

Lavo mi cara, tratando de refrescarme y salgo del baño, aunque apenas lo hago, un tipo me detiene en seco.

—Aquí estas...—dice, tomándome de la cintura porque casi me caigo al caminar.

Ruedo los ojos al ver de quién se trata. Es Lennon, uno de esos tipos de los que les hablaba. Fue, de hecho, mi segunda experiencia sexual en la vida entera.

No es mal tipo o algo, no me malinterpreten. Incluso, cuando lo conocí, ni siquiera se acercó a mí ofreciéndose para hacerme sentir mujer, pero estaba en un momento muy jodido de mi vida como para tomarlo en serio. Solo lo busco—o me busca—cuando me siento sola...y quiero acostarme con alguien.

Justo dejé de verlo cuando conocí a Colin.

Supongo que hasta ahí había llegado mi soledad perpetua.

—Hola...—trato de sonar amable—Este no es el sucio bar de motociclistas al que acostumbras ir. ¿Qué haces aquí?

—Iba a preguntarte lo mismo, "rockstar".

Oh si, rockstar. Es uno de esos chistes personales que se inventó para tratar de conquistarme. Ya saben, yo Marley. Él, Lennon. Ambos con nombres de difuntas estrellas del rock, por lo tanto, ambos somos rockstars y los rockstars tienen muy buen sexo juntos. ¿Entienden?

En fin, es una estupidez. Seguro se le ocurrió cuando estaba ebrio.

—Yo vine aquí con un...amigo—hago esa pausa, esperando que capte la indirecta de que voy acompañada y no se me insinúe más, aunque me vendría muy bien una insinuación.

El alcohol me desinhibe un poquitín.

Busco en el club, entre el mar de gente, el cabello rojizo alborotado de Colin, y sí, lo encuentro bailando en medio de una avalancha de chicas, desabotonándose poco a poco la camisa. Canta a una chica alta bronceada, esa canción que habla de no sentir el rostro o una cosa sádica del estilo.

Lennon también mira en dirección a Colin, y lanza una gran carcajada.

—¿Por "eso" dejaste de llamarme? —pregunta.

—No, no—le golpeo el hombro—Te dejé de llamar porque eres un rockstar, y los rockstars son unos imbéciles. Por favor, ya no me hables o algo. Dejé de estar interesada hace mucho.

Lennon me mira perplejo. Pareciera que no se esperaba para nada mi actitud, y mucho menos, que no le siguiera el juego de seducción motociclista, incluso a pesar de que toda yo apesto a necesidad.

Doy media vuelta y me dirijo de nuevo a la barra, pasando justo enfrente del grupo de Colin, quien ni siquiera me mira cuando lo hago. La verdad no me importa. Me siento tan enferma por el tequila que pudiera practicarse la vasectomía ahí mismo y a mí me parecería bien.

Colin parece feliz, ahí bailando rodeado de escotes y mini-vestidos, pero a pesar de ello siento lástima por él desde el otro extremo de la barra. Desde que se enteró que realmente es el padre de Rachel, la nueva bebé, ha hecho todo lo opuesto a ser uno: no ha querido hablar con Annabelle, ni ver a la niña o hacerse responsable de cualquier cosa que tenga que ver con esta nueva faceta.

Yo realmente pensaba que esto cambiaría su vida, ¿saben?, pero en lugar de ello ha multiplicado su vida parrandera, y...justo ahora está bebiendo tequila del ombligo de la chica, la cual dudo que tenga edad suficiente para estar en este lugar.

—Como abogado deberías saber que estás ganándote un cargo por pedofilia, C— le digo cuando decide acercarse a mí por primera vez en la noche. Ha estado ocupado tentando a quien se le cruce encima, que parecía que no recordaba que me había amenazado si no veníamos juntos a bailar.

—Nah—dice él mientras le da un sorbo a su whisky—Si acaso un cargo por estupro, pero en Georgestown no es nada grave. Además, ya te dije antes que no necesito obligar a nadie—me hace un guiño.

—Eres asqueroso, ¿sabías?

—Gracias al cielo que Dakota no piensa lo mismo que tu—se va de nuevo a bailar con la que creo es Dakota.

Aburrida y ebria hasta el culo, hundo mi cara en la barra de madera, deseando poder estar en mi casa, soltar gases acumulados y ver infomerciales hasta quedarme dormida. En lugar de eso, debo hacerla de niñera de un treintón, futuro acusado de estupro.

Me arrepiento un poco de no haberme ido con Lennon. Al menos ahora mi espalda ya estaría recostada en el colchón de su cama.

Miro con desprecio a Colin, quien ya besa a Dakota como si no hubiera un mañana. Con esa mandíbula enorme suya parece que se la está comiendo. Es cuestión de minutos para que la UNICEF lo refunda en la cárcel otra vez este mes.

Mientras sigo imaginando posibles desenlaces de este ligue de Colin en particular, alguien toca mi hombro, sacando mi cabeza de la miseria de la barra.

Es Sanjay, haciendo parecer que toda la gente que conozco—o que me han tocado los pechos alguna vez—están en el club esa noche.

—¡Hey, ¿qué haces aquí?! —le grito para que me escuche por sobre la música.

Ahora tocan una de Rihanna que francamente, balbucea palabras que ni Dios entiende.

—Es el negocio de mi primo.

Pashmina, claro...

Sí, no podía haber nombre más turco, hindú o lo que sean Sanjay y su familia.

—¿Te invito un trago?—pregunta.

—No, no... —le niego con la mano—Acabo de vomitar como tres en el lavabo del baño....ups, lo siento por el negocio de tu familia, pero es lo que es. Sanjay, me siento del asco.

—Te llevo a casa—me toma del codo—Estará tu hermana sexy, ¿no?

—Ew, no te dejaré coquetear con mi hermana, ya te lo he dicho.

Vaya que lo he hecho, pero mi compañero sigue insistiendo en que mi hermana es su mujer ideal: inteligente, buena delantera, residente de este país, etcétera.

—Sabes que es broma—comenta Sanjay—Tu hermana no quiso salir conmigo.

—Igual no puedo irme—señalo el grupo de Colin—. Vine con él y me voy con él, aunque estoy a punto de jalarlo de las bolas si no nos largamos justo en este momento. Esa canción de Rihanna me está volviendo loca y quiero vomitar hasta lo que comí hace dos años.

Sanjay lanza una carcajada, y en un rápido movimiento, saca algo de la bolsa de su pantalón.

—Relájate, te voy a dar esto—me muestra una bolsa pequeñita con un misterioso polvo blanco.

—Estoy quebrada y la verdad tengo cero ganas de enseñarte los pechos, así que esta vez voy a decir no.

—Aunque lo disfruto—se ríe—, esta vez es totalmente gratis compañera. Tómala, te hará sentir mucho mejor.

Cocaína. La verdad es que no me va muy bien. Nada bien, de hecho. Me pongo eufórica hasta la mierda, y una vez casi me lanzo del techo de la casa de mis padres en pleno estado maniaco depresivo. Por eso me corrieron de su casa y fui a parar con Janis, mi hermana.

—En verdad, paso.

Sanjay suspira y la guarda decepcionado, pero su rostro se ilumina después, volviendo la mano a la bolsa del pantalón.

—De esto no vas a pasar—me entrega disimuladamente una pastilla—Es la cosa más suave del mundo. Te quitará la resaca, te hará ver unicornios y sentir que caminas entre nubes.

¿Quitar la resaca? Apenas me da tiempo de pensarlo cuando pido un vaso con agua al barman y me trago la pastilla sin preguntar qué mierda es en realidad.

En ese momento, Colin llega de nuevo a nosotros. Saluda a Sanjay como si fuesen amigos de toda la vida—tienen incluso un saludo especial idiota—y luego se vuelve a mí.

—Marley, debemos irnos...—se aclara la garganta—Dakota quiere ir a un lugar más privado—nos guiña un ojo.

—¡Eso es, Sr. Carter! —Sanjay lo felicita y ambos chocan las manos triunfantes, como si hubieran ganado el puto Super Bowl.

—Ya era hora—me bajo del asiento alto de la barra y tomo mi chaqueta—Pido doble Uber, ¿cierto?

—No, no—suelta Colin, masajeándose el puente de la nariz—Con uno bastará para los tres. Iré por Dakota.

Perfecto. Eso quiere decir que tendré que escuchar el sonido de las babas y lenguas chocando la una contra la otra en el asiento trasero del auto, mientras ruedo los ojos deseando morir por dentro y también por fuera.

¡Adiós a mis fantasías de mi lengua chocando contra la de Colin de las últimas semanas!

Aunque, ¿saben?, ya lo veía venir. Él se la ha pasado semanas repitiendo lo buena amiga que soy, y que cuán en confianza se siente a mi lado, como si fuera uno de sus chicos, aunque no sé a qué chicos se refiere pero supongo que habla de mí como si tuviera pene en lugar de vagina.

Salimos a bares, bebemos cerveza y eructamos juntos mientras se liga a otras frente a mí: obviamente no me desea bajo ningún esquema. Yo me había dado cuenta de ello, por lo que traté de desprenderme de este lado masculino mío, poniéndome las blusas más femeninas que mi armario guardaba y por supuesto, eructando con la boca cerrada y diciendo "perdón" luego.

Supongo que eso no fue suficiente y aquí me tienen, vestida con una blusa provocativa en el asiento delantero del Uber, hablando con Carl que maneja un Vento de placas UKA-7928, mientras miro por el retrovisor la mano de Colin deslizándose bajo la falda de Dakota.

—Entonces, Carl...—vuelvo al presente—¿Dices que crees que existe vida en otro planeta?

—¡Por supuesto! —suelta por tres segundos el volante, sacándome de quicio. Creo que es la pastilla haciéndome efecto—Verá, hace dos años, me desperté en un lugar que no conocía, con una sonda en el cul...

—¡Señor, tiene que parar el auto! —Colin interrumpe—Va a vomitar.

Volteo, y miro a Dakota con las mejillas hinchadas por el vómito acumulado. No iba a vomitar, mejor dicho, ya había vomitado y su lucha por tragárselo no iba a terminar bien. Carl, el conductor, se orilla en el camino y apenas lo hace, la chica abre la puerta del auto, lanzando toneladas de un líquido rojo que huele a rayos...también un poco a sandia.

Vomita como por cinco minutos más hasta que dice con una vocecilla inocente:

—Creo que es mejor que me lleven a mi casa, guapos—Lanza una risita estúpida—No me siento muy bien.

¿No se siente bien? Vaya, ¡que perspicaz!

En menos de diez minutos llegamos a una casa en los Suburbios con el jardín más perfecto que se puedan imaginar. En la entrada, una Van familiar como la de Annabelle se encuentra estacionada afuera del garaje. Tiene una calcomanía curiosa que hace que Colin maldiga en voz alta:

—¿"Mi hija es del cuadro de honor en la Preparatoria San Marcos"?—mira con desprecio a la chica que casi está a punto del desmayo—¡Carajo, me dijiste que tenías más de veintiuno!

—¡Perdón, guapo! Es que quería conquistarte...me recuerdas mucho al papá de mi mejor amiga que está súper bueno y maduro, como tú.

—¡¿Maduro?! —grita Colin con el ego golpeado y destrozado—Por favor, niña, bájate antes de que me acusen de estupro.

Literalmente, la saca fuera del auto y yo salgo en ayuda de la chica, para que está llegue sana y salva la puerta de su casa. No sé por qué lo hago. Supongo que sus piernas me recordaron a Bambi y me dio lastima o algo.

Vuelvo al auto, ahora en el asiento trasero.

—¡¿Me llamarás, guapo?!—grita la chica, mientras Carl pone en marcha el auto.

Colin aparece hundirse en el asiento trasero, cerrando los ojos como si todo le diera vueltas.

—Jóvenes...—comienza Carl, pero Colin lo interrumpe.

—¡Por fin, alguien con criterio para reconocer a alguien no tan maduro!

—Ehm, no sé de lo que habla, pero si van a seguir vomitando, no puedo llevarlos a su casa.

—Nadie va a vomitar, Carl...—le explico, y Colin interrumpe...otra vez.

—Quizás yo si lo haga—dice, tapándose la boca.

Gruño enfadada cuando Carl detiene el auto. Es hora de que bajemos, o mejor dicho, que Carl se niegue a darnos servicio.

Apenas se va, lo califico con dos estrellas y comento que le puse esa calificación porque no nos dejó vomitar en el auto. ¡Vaya servicio al cliente de mierda que tiene!

Mientras emprendemos el camino a la cabaña de Colin, ninguno de los dos dice palabra alguna. Solo está el sonido de nuestros zapatos pisando las piedras de la calle o las hojas de los enormes árboles de Summerville.

Siempre me gustó vivir aquí, hasta que cumplí dieciséis años y comencé a odiar todo a mí alrededor, incluido este pueblo. Fue por esas fechas que inició mi fondo de ahorro para viajar a cualquier lugar fuera de aquí. Ahora, sin muchas opciones para hacerlo, he aprendido a amar de nuevo este lugar: las calles con los grandes árboles llorones en las orillas, el aire fresco proveniente del lago...el lago en sí.

Suspiro, un poco agobiada. Usualmente no soy así de idealista, pero creo que es la píldora de Sanjay haciéndome efecto. Estoy a dos segundos de ver unicornios como lo predijo.

A pesar de lo bello que es Summerville, y de lo mucho que disfruto del sonido de mis pasos y esas cosas, no soporto el silencio, así que inicio conversación con Colin.

—¿En verdad no habías notado que Dakota aún usa pañales? ¡Es increíble!

—¡Calla, lo sé! Soy un imbécil—Colin patea un señalamiento en la calle, jodiéndose el pie y gritando de dolor.

Lo llamo "tonto" y me burlo de él porque somos amigos, y los amigos hacen esas cosas, ¿no? Cuando pasa el dolor de su pie, y dejo de decirle lo poco inteligente que me parece por querer tirarse a una niña, Colin no parece reponerse de la broma.

—Lo siento, C. —me detengo, frente a él—Solo estaba bromeando.

—Sí, lo sé—retoma el camino—Es solo que...

—¿Qué?

—Te vas a reír de mí.

—¿Más aún? Créeme, no se puede—sonrío otra vez, y Colin me lanza un mirada asesina—Ya, perdón. Dime qué rayos te pasa. Prometo no burlarme.

—Es solo que en verdad quería ir a casa con Dakota, o con quien fuera para el caso—no me mira mientras habla—No quería estar solo, ¿sabes?

Mi corazón se retuerce un poco, y una punzada se planta en mi nariz como si quisiera llorar.

—No estás solo, Colin—le digo—Además, no eres el único que extraña pasar las noches con alguien...de esa manera.

Debo hacer la aclaración: Sí, he pasado la noche en casa de Colin. Sí, hemos dormido en la misma cama. No, no hemos hecho nada sensual porque hemos estado tan estupidizados que ni siquiera ha sido una opción, así que es normal que tanto él como yo extrañemos una compañía más íntima.

—Es que tu no lo entiendes—suelta con un poco de desesperación.

—¿No entiendo qué?

—Que se supone que yo esté en casa, en Georgetown, peleando con mi esposa por decidir cuál de los dos irá a cambiar el pañal a la recién nacida. No aquí, en medio de la calle, después de haber dejado a alguien de diecisiete años en casa después de que trató de conquistarme para resolver sus "problemas con papi".

¡Wow! Me quedo ahí, sin decir nada.

Trato de lucir ofendida porque obviamente ha quedado claro lo que había pensado más temprano: Colin no me desea, ni siquiera desea mi compañía. Al fin ha dejado salir todo aquello que había tratado de esconder con fiestas, alcohol, marihuana y Netflix. Repudia su nueva vida, por eso trata de olvidarse de ella a como dé lugar y yo he servido muy bien a ese propósito.

Quisiera golpearlo en las bolas.

Quisiera arrancarle el bigote pretencioso que se ha dejado crecer.

Quisiera decirle que tampoco quiero estar aquí con él...que quiero también estar en casa. No en casa de Janis, ni en casa de mis padres.

Pero no puedo enojarme con él por estar diciendo lo que está diciendo.

—No eres el único que se supone debería estar en otro lugar—comienzo, casi sin freno, igual que él—Yo debería estar en mi departamento, con Aidan. Terminando de decidir a cuántas personas podemos invitar a nuestra boda con el bajo presupuesto que tenemos, porque claro, no deseamos que nuestros padres se entrometan en nuestros asuntos Debería para estas fechas, tener elegido algún vestido bobo y los zapatos más incómodos del mundo...pero en lugar de eso, Aidan está en San Francisco abrazando a un moreno gigante, feliz de la vida, y yo estoy aquí, en medio de la calle escuchando tu triste vida, que no lo es más que la mía—paso saliva—Así que no me hables de supuestos, que para eso, gano yo.

Camino muy, muy rápido. Tratando de que él no vea que estoy por llorar.

—¿Ibas a casarte...con un Aidan...que ahora es gay? —me alcanza Colin, deteniéndome.

—¿Ves? Eres un idiota egoísta—reclamo, sin parar la marcha—Parece que todo el dolor que importa es el que tú has tratado de ocultar.

—Pero tú no mencionaste nada nunca—dice, a modo de disculpa—De hecho yo pensé que la normal de la relación eras tú.

—Yi pensí qui li nirmil di li riliciín iris tí—le imito con una voz ridícula—Vamos, ambos sabemos que no podríamos mantener una relación cuerda. Estamos jodidos, C. Súper jodidos ya.

Cuando ve que efectivamente, no puedo evitar llorar, me toma en un abrazo, tan cálido que sé que no puedo enojarme con él por ningún motivo. Lloro como una tonta. Como creo que no lo había hecho desde que Aidan dejó el departamento después de confesarme que era algo así como bisexual.

Un escalofrío me recorre el cuerpo al recordar esos días. Es como escuchar la canción más triste y profunda de The Cure: llanto, mocos, música triste y un montón de antidepresivos mezclados con alcohol. Suena como algo muy inocente, pero no lo fue para nada. Pregúntenle a mis padres y a Janis, quienes me vieron subir con esfuerzos al techo de la casa familiar y caer dopada en los arbustos del jardín. Pensaron que me quería matar o una cosa loca de esas, aunque la verdad, solo me quedé dormida en plena hazaña.

Colin, sin saber leer mis pensamientos, gracias al cielo, me arrulla en sus brazos, murmurando "perdón" mientras lo hace y acaricia mi cabello. De la nada, y con voz llorosa, comienza una de sus tantas historias:

—¿Te conté de la película que vi el otro día?

Niego, con la cabeza hundida entre sus brazos.

—También era de Jennifer Aniston—se escucha que sonríe—Resulta que conoce a un chico, muy bien parecido e interesante, pero...

—¿Hay un pero?

—Oh sí. Resulta ser tan gay como Freddy Mercury—lloro más al escuchar eso. Ya sé a dónde va todo—También Jennifer llora, sobre todo porque está embarazada de otro tipo.

—¿Por qué Jennifer Aniston siempre está embarazada de otro en sus películas? ¿Quién mierda es su agente? —digo, aún con un nudo en la garganta que apenas me deja hablar.

—El punto es que ella acepta su orientación, por lo que decide amarlo solo como una amiga y dejarlo ir a ser feliz con otro hombre. Fin.

—Eso es una vil mentira. Así no funciona la vida real—me suelto de sus brazos—Yo acepto la orientación de Aidan porque no me queda de otra, pero no puedo amarlo como nada, ni siquiera como una amiga. Se supone que se fue a ser feliz con otra persona, pero no puedo con ello.

Comienzo a caminar, limpiándome las lágrimas. Me siento tan tonta porque si la metáfora de la película no funcionó esta vez, todo está perdido. Solo me queda un pequeño consuelo: la píldora de Sanjay, que hace que el dolor de cabeza no aparezca y que todo a mí alrededor comience a verse mejor.

—Yo pensaba lo mismo de Anna, pero poco a poco estoy entendiendo que no éramos el uno para el otro y...—su voz tiene el tono que los adultos ocupamos para que los niños nos entiendan

—¿Poco a poco? Bromeas, ¿cierto? —le interrumpo—La tipa vive en tu casa con su amante. Les destrozaste los autos. Eso no me parece "poco" exactamente.

Colin tose, mientras me lanza una mirada que pudiera asesinarme si se materializara de repente.

—Como te decía, si yo que soy un idiota egoísta puedo comenzar a aceptar el hecho de que mi esposa viva en mi casa con su amante y mi hija, no veo porque tú no puedes procesar que alguien a quien amaste tanto al fin pueda ser él mismo, Marley.

Okay. Tiene un punto, y ese punto es que no se puede obligar a otro a sentir amor cuando no lo hay. Lo único que queda entonces, es vagar por el mundo esperando toparte con alguien igual de roto que pueda entender qué tan mierda se siente amar y no ser correspondido.

Justo como Colin y yo, encontrándonos en un callejón apestoso en medio de pallets de madera y cajas de cartón. ¡Más mágico que eso no puede ser!

Vale, ¿a quién engaño? Nuestro encuentro es lo más cercano al fracaso que existe.

Llegamos al jardín de la cabaña, prácticamente arrastrando los pies del cansancio. Yo me tiro en el pasto, y voy a gatas, comportamiento producto de la píldora de Sanjay.

Me acuesto boca arriba, mirando las estrellas como tonta y comienzo a cantar la canción de Rihanna que escuché en el Pashmina. Al fin, me encuentro los unicornios color neón que Sanjay me había prometido, que bailan al sonido de mi horrible voz. Saltan en el cielo, en medio del jardín y tratan de hacerle el amor a Colin. No los culpo, la verdad es que el bigote ridículo le queda perfecto, tan sexy...

—Marley, vamos. Debemos entrar—me jala de un brazo, pero yo me zafo para hacer ángeles de nieve sin la nieve.

—¿Por qué? ¡Soy tan feliz aquí! —le grito.

—Por supuesto que eres feliz aquí—se inclina hacía mi—Ya estamos en casa.

Sus palabras retumban en mi mente, aumentando mi felicidad y la de los unicornios cachondos. Como si pesara dos kilos, Colin pasa uno de mis brazos en su cuello y me carga como un bebé para llevarme dentro de la cabaña.

Su mandíbula gigante está tan cerca de mi rostro, que casi me siento obligada a decirle todo lo que estoy pensando.

—Los unicornios tiene razón...—le digo mientras entramos en su cuarto—Eres tan guapo y hueles tan bien, que quisiera comerte.

Colin me deposita en la cama con cuidado y luego, comienza a quitarme los zapatos. Abro los ojos y veo que tiene una expresión divertida mientras lo hace.

—¿Quieres comerme?

—Oh, sí—suelto con una risa—Y sentarme en tu cara si fuera posible.

—Grau, Marley...—utiliza su voz sexy y yo también le gruño—Eso suena muy bien, pero lo haremos más tarde. Ahora debes dormir y dejar de ver esos unicornios.

—Pero no quiero—me levanto—Quiero que me toques, besarte como te besó Dakota.

A pesar de mi obvio estado, me doy cuenta de que lo que acabo de decir va más allá de lo que incluso me había permitido aceptar sobria. Me tapo la boca, asustada.

Los unicornios huyen de repente, malditos cobardes. Primero me calientan la cabeza y luego me abandonan mientras Colin me observa sin saber qué hacer con mi "propuesta", que más bien parece un grito desesperado para tener contacto humano con alguien que, de hecho me agrada...y mucho.

—¿De verdad quieres que te bese? —él se sienta en la cama.

¡¿Se atreve a preguntar?!

—Sí, yo...—trato de contestar con el mayor entusiasmo que mi inexpresivo rostro puede sostener, pero Colin me interrumpe.

No con un beso apasionado como expresé abiertamente que quería, y que hubiese deseado como respuesta de su parte, sino que lo hace con una sonrisa que no parece llegar a sus ojos.

—No es el momento, cariño—se quita los zapatos y se recuesta en un lado de la cama, como muchas veces antes ha hecho en mi presencia.

Los unicornios regresan, y me señalan, burlándose de mí. He sido muy estúpida. Súper estúpida al pensar que al fin los planetas habían conspirado para que tanto Colin y yo nos encontráramos, como un par de estrellas perdidas vagando por el puto universo. Me odio por ver tantas películas románticas.

Él cierra los ojos, como si estuviera a punto de quedarse dormido.

Yo hago lo mismo, tratando de contener las ganas llorar como un bebé, ya que confirmo por segunda vez en la noche que no soy deseada por Colin y ante ello, no creo que pueda hacer algo para revertirlo.

N/A: ¿Friendzone much? xDDDD Nah, la verdad es que este capítulo es suuuuper diferente de la versión original, ojalá que te guste o no...comenta...o no...como tu quieras, aunque sería genial que votaras al menos...o mejor no lo hagas, vamos, que no quiero obligarte o algo...bueno, me voy...o mejor no lo haré, aunque puedo hacerlo si quieres xD

*Comenta si crees que Colin es medio imbecil, con el hashtag #SensualEImbécilColin xDDD (Es broma...Por cierto, ¿los hashtag funcionan aqui? ¿Alguien que sepa?) 

**¿Me extrañaste? Hace como 5 mil años que no subía nada nuevo. Responde con el hastag #Te ExtrañéMushoAle si lo hiciste...ya después veremos si los hashtag funcionan en Wattpad o no.

***Comenta cualquier cosa que desees, la verdad no me gusta decirte qué hacer (La verdad que si me gusta, anda, comenta y vota AHORA! Ah, y también traeme una bolsa de papitas! Ahora si es broma xDDD)

****¿Te gustó la nueva portada? *_____* 


Ale ;)


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