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✦ i/iii


—Ciervito ciervito~ Ven aquí, ciervito~.

La risa escandalosa de Sehun llenó la habitación, en tanto se movía rápidamente para esquivar el lápiz asesino que el otro hibrido le lanzó del otro extremo.

—Vamos, HanHan, no seas gruñón~.

Encolerizado, el ciervo tensó su mandíbula segundos antes de juntar todo el coraje que tenía acumulado desde hacía rato y gritar:

—¡Ahg, te odio, Oh Sehun!

Y volvió a gruñir cuando la sonrisa ladina del hibrido lobo hizo aparición, quien luego de tal confesión cruzó toda la habitación para enredar sus fornidos brazos alrededor del cuerpo inquieto del otro.

—Y yo te amo mucho, hyung~.

Si de una pareja normal se tratase, ellos estaban lejos de serlo.










El infierno de Luhan comenzó en la cafetería en la que trabajaba después de sus clases en la universidad, ubicada estratégicamente entre varias universidades y preparatorias en el centro de la ciudad.

Al ser un hibrido ciervo peculiarmente hermoso, atraía la atención de los clientes hasta tal punto que su muy simpático jefe le ordenó ponerse fuera del establecimiento con un cartel que lo promocionase, bastando sólo diez minutos para que varias personas entraran y se le quedaran mirando embobados a través de los ventanales.

Un día, sin embargo, entre tantas personas, apareció él con su grupo de amigos.

Se percató de las miraditas que ellos le mandaban estando a unos cuantos metros más allá, además de los murmullos que compartían mientras se codeaban y empujaban repetidas veces. Cualquiera pudo haber dado el primer paso, cualquiera de los otros híbridos pudo hacerlo, no obstante, fue el que mantenía sus orejas bien alzadas y su robusta cola zarandeándose con elegancia.

Luhan lo observó todo el trayecto hasta que el muchacho estuvo frente a él, mostrando una sonrisa ladina que sólo le provocó un alzamiento de ceja.

—Hey, preciosa, lindas astas.

Entonces lo entendió.

Mostró una de sus más lindas sonrisas, provocando un brillo en los ojos del hibrido.

—¿Sabes por qué tengo astas?

La pregunta tomó desprevenido al otro y una de sus orejas comenzó a flaquear.

—Porque... —continuó Luhan, manteniendo su sonrisa— soy un macho, imbécil.

El muchacho lo miró sin dar crédito a sus palabras por lo que parecieron largos minutos, tan estupefacto que sus amigos, al ver que no reaccionaba, se acercaron y se lo llevaron a rastras con él.

Pudo haber sido el día más extraño de su vida y estaba más que contento con saber que nada así se volvería a acontecer en el futuro, mas, como siempre, se equivocó.

Una semana pasó y el hibrido lobo volvió, esta vez sin esa actitud prepotente de la primera vez y gracias a ello Luhan se dio el tiempo de observarlo con detenimiento. Era unos centímetros más alto que él con una contextura atractivamente delgada, sus rasgos faciales eran suaves, pero al contrario de hacerle ver femenino, lo hacían ver malditamente masculino debido a la carencia de expresión en su rostro.

—Antes de que pidas que me largue, tengo algo que decir —habló rápidamente una vez estuvieron frente a frente, él con las manos en los bolsillos de su ajustado pantalón y Luhan sosteniendo el cartel de siempre—. Sé que la jodí la semana pasada y lo siento por eso.

Pese a que no sabía por qué el chico estaba excusándose, sonrió de manera amigable por el gesto.

—Está bien, estoy acostumbrado a ello, así que no te preocupes.

Luhan esperó a que el otro chico se marchara o entrara a la cafetería porque no tenían ningún otro tema pendiente si así podría llamarlo, pero los minutos pasaban y él seguía allí, mirándole fijamente.

—Uh, ¿Se te ofrece algo más?

—Sip —asintió vagamente, moviendo su cola de un lado a otro—, quiero tener una cita contigo.

Desde esa tarde, el infierno en la vida de Luhan apenas dio comienzo.

Incluso si le dio un "no" por respuesta, el más alto lo esperó fuera de su trabajo, jugando con un pequeño cachorrito y dando una imagen demasiado adorable para todos los transeúntes que les sonreían. Aprovechó que estaba distraído para escabullirse entre la multitud sin ser visto, pero cuando su nombre fue llamado por esa voz grave recordó el olfato sensible que tenían los lobos, ya que con suerte alcanzó a dar un paso lejos cuando pareció reconocer su aroma.

Sin embargo, un pequeño detalle despertó la curiosidad de Luhan.

—¿Es tuyo? —preguntó, sin dejar de ver al pequeño cachorro entre sus brazos.

—Desde ahora si~ —canturreó y prosiguió a acariciar las pequeñas orejitas del animal, el cual se acurrucó contra su pecho—. Por cierto, ¿Cómo te llamas?

¿Debería decirle que no le interesa realmente o sólo correr lejos?

—Me llamo Luhan —pero cuando el cachorrito estiró una de sus patitas hacia él, una tercera opción se agregó: quedarse—. ¿Y tú?

—Un gusto conocerte, Luhan —sin preguntárselo, el alto le extendió al cachorrito, Luhan recibiéndolo más que encantado con un movimiento alegre de sus orejas—, yo soy Oh Sehun.

El hibrido ciervo jamás se consideró una persona demasiado habladora o con temas interesantes que contar, por lo que no esperaba más allá que esa cita-no-tan-cita junto al pequeño cachorro que apareció de sorpresa. Pero se llevó una sorpresa y, para su desgracia, se atoró con su propia saliva cuando Sehun, antes de que se subiera al autobús, le sonrió con ojos brillantes.

—Eres interesante, Luhan —al más bajo no le pasó desapercibido el incesante meneo emocionado de la cola del lobo y reprimió sus ganas de sonreír por lo adorable que se veía junto al ya dormido cachorro—. El jueves me aseguraré de llevarte a una cita real, Ciervito~.

Y, sin esperar una respuesta por parte del contrario o alguna queja por la confianza que se había tomado con el apodo, subió al autobús y este arrancó, dejando una última imagen de la sonrisa ladina de aquel lobo tan intrigante. Allí fue cuando se permitió sonreír, por un lado deseando que Sehun se desinteresara por él y por el otro ideando algún plan para huir del apuesto lobo que inusualmente se fijó en él.






Que emoción~.

Ojalá les guste u w u.

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