Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8 C


MENTIRAS ELEGANTES.

     Olvidado mi tropiezo, bochorno y celos de hace un momento, Andrew y yo solo nos comunicamos por ser educados. Yo le pregunto si hace mucho frío por las noches aquí, para tener una idea del vestido que quiero comprar, y él me contesta que no debo preocuparme por la climatología porque es en el interior de la Galería.
  
     Obvio, pregunta y respuesta tonta.

     «A veces parezco yo la tonta, de verdad que sí, ¿no veo que no quiere hablar conmigo?»

     Luego él me pregunta a mí si soy de las que tardo en decidirme a la hora de comprar porque necesita volver pronto a la Organizadora para recoger a Ámber, como estoy cabreada por eso y tampoco quiero hablar con él, le respondo que lo justo. Ni más ni menos.

     Otra pregunta estúpida, con su respuesta igual de estúpida.

     Llegamos a una boutique, veinte minutos después. Es en la zona de Odl Trafford, junto a Alexandra Park. Solo por la fachada, el escaparte y el cartel exclusivo ya adivino lo que Andrew va a gastarse en mi vestido. Y no, no lo permitiré.

     No me bajo todavía del coche, quizás lo convenza para que demos la vuelta.

—¿Por qué no me dejas en casa? Creo que esto es demasiado, Andrew. Yo no he pedido ir a esa recepción.

     —Pero la invitación ya está hecha y no voy a decepcionar a nuestros padres. Y ahora sal, no tengo todo el día para perderlo con indecisiones.

     —Espera —le retengo por el brazo. Solo lo hace por ellos, no por estar conmigo—. ¿Y si utilizo el vestido de la boda? Me lo dejé aquí, ¿recuerdas?

     —No es posible, no lo tengo. Lo tiré hace semanas.

     —¿Por qué? —Creí que le gustaba tanto con a mí. No puedo evitar ponerme triste.

     —No lo sé. Nunca te preocupaste por él y entendí que no lo querías.

     Y retomo el cabreo que tenía con él. Más intenso, más dramático.

     —No tenías ningún derecho a hacerlo. ¡Estuve ahorrando meses para comprarlo! ¡Era mío!

     —Perfecto. Pues acepta el que yo pagaré ahora en compensación por ese. Además, no sé mucho de colores y sus combinaciones, pero hoy creo que te va algo menos morado con ese verde de tu pelo.

     Andrew baja del coche y golpea el capó a mi altura para que yo haga lo mismo. Me sobresalto, todavía sigo dándole vueltas al dichoso vestido que tiró, al que quiere regalarme ahora, y que si puedo, con lo que me sobró de mi padre, seré yo quien lo pague. Pagué el morado y lo haré también con este, que no se piense que le deberé algo.

     Cuando salgo del coche, él ya me espera con la puerta abierta, ya no sé si es por caballerosidad o por darme ánimos para que deje de tocarle los huevos con mi pasividad. Por lo que sea ya ha conseguido que entre.

     Es un lugar muy bonito, y por lo que se ve a simple vista no voy a encontrar nada de brillos o piedras que puedan destacar más que la propia prenda, al meterse los destellos por mis ojos. Sí, presiento que aquí encontraré el vestido ideal para hacer de esta noche una experiencia inolvidable, quiera o no, Andrew, compartirla conmigo.

     La dependienta viene en busca nuestra. Es una mujer mayor, los sesenta y cinco ya no los cumple, pero es muy capaz de meterse todavía en una talla cuarenta de su colección. Y parece conocer a Andrew de toda la vida, porque le pellizca la mejilla después de darle dos besos como saludo cariñoso. Ella le pregunta por Camille. Duda resuelta, conocerlo de niño no sé, pero durante su matrimonio seguro. ¿Compraría aquí Camille? La ropa se ve bonita, sencilla, elegante y juvenil. ¿Es así ella?

     —Estamos atravesando un momento delicado en nuestra relación, Elizabeth, pero nada que no podamos solucionar.

     —¡Cuánto lo siento!, espero que no sea nada y que pronto la vuelva a ver por aquí —le dice ella con un nuevo beso de pésame, que no creo que haya sentido mucho.

     —La próxima vez que venga, prometo hacerlo con ella.

     Su comentario me flipa. ¿Es eso lo que le pasa conmigo? ¿No quiere acercarse a mí, porque pretende recuperar a su mujer? Claro, aquí en Mánchester, a la vista de todo aquel que la conoció, no dejo de ser la otra.

     ¿Cómo no lo he pensado antes de cometer la locura de coger un avión y pisar el terreno de Camille?

     Los ojos me escuecen. No albergo esperanza alguna con él desde anoche, pero no creí que fuera por eso. ¿Y además pretende hacerme sentir culpable por lo de Javi?

     Y una mierda, el que tiene que liberarse de mierdas de fantasmas es él.

     ¿Quiere salir de este lío de mi compañía, sin decepcionar a nuestros padres? Pues que pague por ello, y mucho, que el cabreo ya me dura bastante.

     Juro que me compro el vestido más caro de la boutique así me quede ridículo. Total, ya lo he hecho al venir aquí.

     —Ahora necesito que me ayudes con mi hermana, ¿recuerdas a Lucía?

     —¿Cómo no lo voy a hacer, si me pidió su ajuar de luna de miel? —Y a Elizabeth le brillan los ojitos pensando en lo que Andrew pagará.

     "Elizabeth, encanto, vas a poder cerrar en cuanto salgamos de aquí, enséñame trapitos de dos mil libras mínimo, que este capullo me ha llamado hermana otra vez".

     —Ella es Elena, su hija, y esta noche me acompañará a la Galería de Arte.

     —He visto la noticia, no sabía que tu Agencia se encargaba de eventos tan importantes.

     —Somos pequeños todavía pero ya estamos dando muchos quebraderos de cabeza a la competencia. La rivalidad es la mejor publicidad.

     —Me alegro por tu esfuerzo. —Y otros dos besos que le da ahora de felicidad, él los acepta desprevenido. Luego me mira a mí—. Pues a empezar, encanto —dice como la que tiene que trabajar duro a pico y pala, y no dándome prendas en un probador.

     —Gracias, Elizabeth.

     La mujer vuelve a darle dos besos antes de decirle que no tendrá pegas de su trabajo. Tengo la impresión de que le gusta demasiado besar a Andrew y que pilla la mínima oportunidad para sobarlo.

     Como quiero que Andrew se lleve la sorpresa esta noche, aparte de cuando vaya a pagar la cuenta, le digo:

     —¿Puedes esperar fuera? Ya bastante triste es ir esta noche como pareja de mi hermano, como para que elijas también mi vestido.

     Andrew se pone serio conmigo.

     «Sí, guapo, no solo vas a llamarme hermana tú».

     No es ningún secreto para mí que sus sonrisas son tremendamente atractivas, pero su rostro serio, duro y frío lo es mucho más. Es adictivo. Me gusta verlo así.

     Y solo puede enfadarse conmigo si le pincho un poco más.

     —Andy, no seas malo, no querrás que se entere papá, ¿verdad?

     —Estaré en la calle. Avíseme cuando Elena se haya decidido, Elizabeth -le dice a ella. Parece que no quiere decírmelo a mí, pues nada, yo tampoco voy a hablar con él—. Y por favor... —Se gira a punto de alcanzar la puerta— ...por muy difícil que le resulte, trate usted de que al menos pegue con ese color extraño de pelo.

     No salgo tras él para matarlo porque estoy en Mánchester y no tengo ni idea de cómo van aquí las detenciones por homicidio. ¿Me permitirían hacer una llamada a España para hablar con Natalia y decirle que no iría con ella a Eurodisney?

     Una hora después, salgo del probador con mi caja en las manos, contenta con mi elección. En cuanto lo vi supe que era EL VESTIDO, por su alto precio, para Andrew, y por su belleza y comodidad para mí, por supuesto.

     Elizabeth me ha colocado también unos zapatos, tras un intenso regateo por mi parte he conseguido el cincuenta por ciento en ellos, ya que eran un capricho mío, y no tiene por qué quejarse visto lo que va a pagar "mi hermanito" por todo el paquete. Al final me va a caer mal esta mujer, verás, y espero que sea por lo dura negociante que es y no porque sea amiga de Camille.

     Golpeo el cristal del escaparate y Andrew, que al parecer ha esperado ahí en la calle como un campeón, entra sin pensárselo dos veces, dándose vaho en las manos. Podría apiadarme de él y abrazarlo, me sobra calor para los dos, pero se va a quedar con las ganas porque sigo enfadada.

    Pero bueno, al pagar el vestido se va a poner calentito.

     Elizabeth sonríe cuando le entrega la factura.

     ¿Qué? Si le ha molestado tener que pagar dos mil doscientas libras por el vestidito, su cara no lo demuestra. Andrew sonríe en agradecimiento a Elizabeth y me invita a abandonar la boutique, sin perder la sonrisa. Eso sí, ella corre a darle dos besos antes de que me abra la puerta.

**********💝💝💝💝💝**********

Ha sido divertido🤭, es lo que tienen las fiestas, que los previos son a veces mejores jajajaja.
Elena ya sabe que Andrew también miente, ¿por qué no todos saben de su ruptura con Camille? 🙄
Para comprobar si Elena está en lo cierto, y Andrew quiere recuperar a su mujer, tendrás que pasar de página ➡️
¿Nos vemos allí? Gracias, si no.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro