Capítulo 8 A
MENTIRAS COBARDES
En cuanto me despierto llamo a Natalia. Necesito energía para comenzar el sábado y sé que a ella le sobra para prestarme un poquito. Es oírla contarme sus planes para ir al mercadillo navideño, comer en el centro e ir al cine, que ya estoy agotada y no he hecho más que levantarme.
Y a la hora de despedirme, me quedo helada cuando me pregunta por su abuela Lucía.
Yo toso para darme tiempo a contestar. ¿Cómo sabe mi hija que estoy aquí? No tengo que preguntarle, ella sola me contesta a la pregunta cuando me dice que vio el billete de avión en mi mochila. De eso ya hablaremos cuando regrese, no puede meter las narices en mis cosas, es pequeña para entender de condones o de pastillas anticonceptivas. Aprovecho y le pregunto yo por qué no me delató con su abuela Esperanza y fingió no querer venir conmigo.
—Porque has ido a ver a Andy.
¡Hostia con la niña!, yo no tengo una hija de siete años, tengo una vieja alcahueta de setenta.
Me río a carcajadas. Después de esto ya estoy preparada para enfrentar a Andrew un nuevo día.
Porque al final ayer en la cena la cosa fue a peor entre nosotros, y temo ya la catástrofe para hoy.
En la cena no me miró ni una sola vez, no tuve que taparme la boca si quiera para comer delante de él.
Y la conversación de la mesa, que en un principio giró en torno a mi viaje y los días que estaría con ellos, acabó siendo un interrogatorio a cuchillo sobre mi relación con Javi. Como era de esperar, quien respondió a todas las preguntas hirientes de Andrew fue mi madre.
—¿Y ese novio de Elena tan repentino?
—¿Repentino? Javi es el hermano del padre de Natalia. Se conocen desde entonces, y él adora a mi nieta como lo haría su padre.
—Vaya, todo queda en la familia. Supongo que no estará casado, ¿verdad?
—¿Casado?, qué va, hijo, sigue soltero. Siempre estuvo enamorado de Elena.
Y luego además ella dio su impresión personal, la que nadie le pidió:
—Esa relación no va a llegar a nada, ya te lo digo yo. Elena cuando se enamora arrasa con todo, es muy visceral en lo que a relaciones se refiere, y Javi en cambio es de los cerebrales. Uno no puede poner el corazón con ilusión y ver cómo el otro razona cada detalle antes de corresponderte. Corazón con corazón, cabeza con cabeza, tiene que ser así. Definitivamente, no van a ninguna parte juntos.
Andrew no perdió detalle de lo que dijo mi madre, y creí tener una esperanza.
«Ya la has oído, corazón con corazón, eso es así, Andrew. Y si yo además lo pongo en el fuego por ti, tú no eres menos, que ya lo pusiste por mí».
—Tienes razón, mamá —dije yo interrumpiendo su maravilloso relato, y todos me miraron. Yo evité los ojos de Andrew—. Por eso vuelvo a estar de nuevo sola, no funcionó entre nosotros.
—Lo sabía. —Y me señaló con el tenedor—. Tú te mereces un hombre al que no le asustes con tu enorme corazón. Ochos años, por Dios, eso demuestra lo cagado de miedo que siempre ha estado Javi, de pensar solo en decírtelo. Seguro que le dio mil vueltas a lo vuestro antes incluso de dar un paso hacia ti.
—No fue él. Fui yo la que se lanzó.
Mi revelación fue del todo sincera, algo inusual en mí. Supongo que el que Andrew estuviera delante me hizo decirle la verdad, no tendría otra oportunidad de hacerlo si se negaba a escucharme.
—Y no siempre tomo las mejores decisiones, me equivoco como todo el mundo. Las creo acertadas, pero por lo visto no provoco más que daño a mi alrededor con ellas.
Andrew comenzó a aplaudir lentamente, hasta ir aumentando el ritmo. Nuestros padres le miraron extrañados, yo no. Yo sabía que se estaba riendo de mí.
—Espero que puedas encontrar pronto a ese hombre que te complemente. O vas a dejar tras de ti un reguero de corazones rotos, hermanita.
Estuve a un segundo de gritarle que para ser hermanos bien que quiso besarme en el pasillo hacía un rato, que le volvía loco hasta hacía solo un par de semanas, ¡y qué ya se había corrido en mi interior hacía meses, joder! ¿Hermanos de qué?
Pero alguien se me adelantó.
—Peor sería que rompiese cabezas —Billy me sorprendió de nuevo. A decir verdad todos le miramos en ese instante. Entiendo que a mí me suceda, porque paso de él, pero para su mujer y su hijo también fue una sorpresa que me defendiese—. ¿Qué pasa? —dijo mirando él a mi madre—. Elena es una mujer fuerte, con mucho poder en sí misma, no dudo que pueda hacerlo.
Y a continuación me guiñó el ojo. De nuevo aluciné.
—Billy, cariño, estamos hablando en sentido figurado, Elena no va a partirle nada a nadie.
—Pues por eso mismo, mujer, pensar que te rompen el corazón es de blandengues. No hay que echarle la culpa al otro, hay que echarle más pelotas al asunto para no dejar que eso te afecte.
Andrew miró a su padre. No creo que Billy hablase de su hijo en concreto, generalizó y le tocó la peor parte en esta conversación sobre mí.
Y por cómo me miró luego a mí, supe que Andrew no querría cruzarse conmigo mientras estuviese en Mánchester.
Es la hora del desayuno. Aquí se rigen por horarios muy estrictos y no quiero que me tachen de perezosa mientras esté con ellos. Termino de arreglarme y salgo para la cocina.
—¿Era Natalia? —pregunta Andrew sonriendo. Al salir de mi dormitorio hemos coincidido, no llegamos a chocar porque esta vez he tenido más reflejos.
—Sí.
Me gusta verle así, cercano. No quiero emocionarme demasiado, pero cuando me deja pasar delante de él para caminar a mi lado, no puedo evitar pensar que Andrew quizás haya recapacitado esta noche y podamos hablar de lo que me ha traído hasta aquí.
—Se te oía reír desde mi habitación.
—Siento haberte molestado.
—No digas tonterías, no te disculpes por tu felicidad. —Su sonrisa es diferente, ¿triste tal vez?
—¿Quieres hablar con ella? Puedo volver a llamarla y...
—Será mejor que no lo hagas.
—Andrew. —Le agarro el brazo. Estamos llegando a la cocina y no quiero preguntárselo delante de nuestros padres—. ¿Por qué no esperaste a que regresara al coche?
—Por una cuestión práctica, tenía que olvidarte.
—¿Y lo has conseguido?
Andrew mira mi mano, que sin darme cuenta le sujeto demasiado fuerte por la chaqueta. Espero una respuesta que deshoje la margarita a mi favor.
—En ello estaba cuando has aparecido para joderlo todo. —Y levanta una ceja que no sabía yo que le pudiera hacer más guapo todavía.
No podía haber tenido peor idea que la de venir a verlo. Va a ser insoportable tratarnos con esta indiferencia y mantenernos también el respeto bajo el techo de nuestros padres, porque ahora mismo estoy deseando cogerle de los huevos y hacerle llorar.
¿Por qué no me quedaría en casa con el teléfono apagado?
Llegamos a la cocina. Mi madre ha hecho café. Huele muy bien a tostadas, huevos revueltos y jamón ahumado, pero a mí me da todo fatiga. Me siento en el lugar más alejado de Andrew para ver si se me pasa. Grave error, a mi lado se sienta Billy.
Voy a tener que inventarme algo para desayunar, comer y cenar a horas diferentes de las de esta familia. La incompatibilidad horaria no colará, mi madre sabe que no dispongo de tiempo para comer cuando estudio en la facultad y lo hago sin horario establecido, y hablar de incompatibilidad, a secas, con la familia Baker no estaría bonito, cuando me acogen en “la pensión Baker” , precisamente. ¿Qué tal, incompatibilidad con los guapos que se te meten en las entrañas y te las retuercen sin piedad con su indiferencia? Eso le impide comer a cualquiera.
Pero no, así diría la verdad.
—¿Y a qué hora es la inauguración en la Galería de Arte, esta noche? —Pregunta Billy abriendo un periódico. ¿Quién lee periódicos en papel ya?—. La noticia está en portada.
Tomo un poco de queso fresco para untarlo en pan. Creo que la conversación se vuelve sosa, puedo aprovechar para comer algo igual de soso.
—A las siete —contesta Andrew.
—La empresa de Andrew ha organizado el evento, y es muy importante, ¿sabes? Habrá numerosas personalidades del país —me dice mi madre al oído, como si fuera un secreto de estado. Yo lo veo más como exclusiva rosa que no quiere que le revienten.
—Podrías llevar a Elena.
Billy consigue que los tres pares de ojos recaigan sobre él. Todos nos quedamos mudos bajo la incómoda tensión que mantenemos Andrew y yo.
—No hace falta, Billy, tengo mejores cosas que hacer —digo rápido, para que se enteren de que no quiero que me organicen nada. ¿Qué es, deformación familiar eso de ir organizándole la vida a la gente?
Mira tú por dónde hoy no agradezco el comentario de Billy, me está colocando con su hijo en plan niñera.
—¿Como cuáles? —pregunta Andrew mirándome a mí. Por primera vez lo hace, y no sé si es lo que quiero ahora, porque me mira serio y molesto. Derrama el café varias veces con la cucharilla mientras lo mueve con rabia—. No conoces a nadie en Mánchester.
Quiero decirle que le importan un pimiento frito mis planes, más que nada porque no tengo planes que contarle. Sonrío y me llevo la tostada a la boca. No conoceré a nadie, pero creo que en Mánchester hay otras atracciones que ver, a parte de su maravillosa sonrisa. Aunque yo haya venido solo para eso y en lo demás pierda el tiempo.
Me acuerdo de Natalia y todo lo que pensaba hacer con su abuela en la playa, y tomo prestada su historia como mentira. Tiendas, bares y paseo.
—Para empezar no necesito a nadie para ir hoy de tiendas en Afflecks. Comeré luego algo exótico en Chinatown y daré un paseo de regreso, por Deansgate.
—Eso suena agotador para un primer día, hija —dice mi madre sonriendo—. Puedes dejarlo para mañana o el lunes. Una oportunidad como la de hoy no se te presenta dos veces en la vida. Irá hasta la prensa.
—Claro, Elena, para Andrew no será problema colarte entre los invitados —insiste Billy riendo.
—¡Papá! —dice el propio Andrew, inconsciente del grito que ha pegado.
—No os preocupéis por mí, de verdad, soy yo la que no quiero ir con Andrew a ningún sitio —digo para mantener mi orgullo.
Está claro que él no piensa invitarme, pues yo no voy a darle el gusto de que me rechace delante de nuestros padres.
—¿Y por qué no quieres? ¿No habías venido a eso? —Lo miro enrabietada. Si no quiere nada conmigo, él sabrá, pero que no desvele nuestro secreto al resto de la familia.
—Estoy saliendo de una ruptura, necesito estar sola —le digo con cara de cabrona.
—Lo mejor para eso es ir de fiesta, a mí me funciona, te lo aseguro. No será como una boda, pero cualquiera puede alegrarte la noche. Un buen traje, un baile pegados, dos palabras bien dichas, y voilà, una nueva ilusión.
Se la está ganando. El pie me llega perfectamente a su espinilla por debajo de la mesa, y ya he calculado hasta la fuerza que he de emplear para partírsela. Pero no malgastaré energía. Cuando lo tenga delante y de pie le daré en los huevos, no se le partirán pero dejaré hecha añicos su hombría.
—Tengo muchas cosas que hacer.
—No veo por qué no puedes posponerlas para otro día. —Y sigue serio. Joder, y cada vez se está poniendo más guapo con ese entrecejo arrugado.
—Bueno, yo... —me quedo sin palabras. Oigo la risa de Billy, el suspiro de mi madre, e incluso mis latidos del corazón. «Improvisa, Elena, coño, que no es tu primera mentira»— ...no tengo nada que ponerme para un evento así.
—Eso no es problema. Te llevaré de compras, termina de desayunar. En diez minutos nos vamos. Tengo cosas que hacer antes en la Organizadora.
No ha respirado ni una sola vez hasta que se ha levantado de la mesa, ¿no quería que me arrepintiese?
Miro a Billy, enfadada, todo ha sido por su culpa. Y él, que parece darse cuenta de mi mirada asesina, abre el periódico y desaparece tras el papel. ¿Quién coño lee ya esos periódicos?
Y ahora a ver qué hago yo toda la mañana con Andrew y esta tensión que nos come.
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¡Esto prospera👏🏼!
Ni veinticuatro horas y Elena ya se ha liberado jajajaja.
Tiene cabreado a Andy y está a punto de ir a una mega fiesta con él. ¿Qué va a dejar para el resto de los días?
Por ahora, nos vamos de compras, vente, estaremos en el siguiente capítulo💃.
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