Capítulo 7 A
ADIÓS A UNA MENTIRA.
Tras colgar la llamada de mi madre, se me van también las ganas de terminar el sándwich.
Ahora soy incapaz de ir a casa de Esperanza, donde me encontraré a Javi. Tiene turno de noche y querrá antes acompañarme al restaurante. Y no puedo verlo en estas condiciones tan indecisas. Estoy demasiado nerviosa, me siento una traidora y solo me apetece ocultarme.
Me excusaré con la migraña, Javi sabe lo poco que soporto el dolor de cabeza. La propia Esperanza se lo puede corroborar, ha habido veces en los que no he podido levantarme de la cama para ir a ver a Natalia. Lo malo de todo esto es que si no la termino a tiempo, esta mentira tomará enormes dimensiones. Como una bola de nieve se volverá más y más grande, hasta aplastarme con la verdad.
De hecho, he tardado veinticuatro horas en quedar enterrada por ella, cuando he hablado al fin con Javi.
Todo empezó ayer por la tarde, después de hablar con mi madre.
No fui a casa de Esperanza a ver a Natalia, mi hija entendió mi malestar, pero es que tampoco fui al restaurante a cumplir con mi trabajo. Me entró una especie de agobio solo de pensar que Javi podía ir a recogerme allí durante su turno, que decidí mentir a mi jefe también. A él no le importaba mis quebraderos de cabeza, la que me estuvo a punto de estallar de tanto pensar, así que solo le dije que tenía fiebre.
Y acabé por creerme mi propia mentira hasta el punto de acostarme a las cinco de la tarde, tipo avestruz. Lo único que me apetecía era meterme bajo el edredón y no despertar hasta hoy.
Pero recordé que mi teléfono móvil seguía apagado.
Salí de la cama corriendo y busqué entre mis cosas del escritorio. No tardé en poner el pin. Esperé impaciente a que entraran todos los mensajes, de todos los chats, y a que se actualizasen las aplicaciones. Poco tiempo que a mí me pareció un siglo.
Y no tuve que buscar demasiado en la lista de mensajes.
En la primera pantalla, sin necesidad de deslizar el dedo hacia arriba, vi la foto de Andrew.
Me había escrito. Para ser exactos, dos veces. La última justo cuando había terminado de hablar con mi madre hacía veinte minutos. La fecha del primer WhatsApp era diferente.
Adivina el orden de los mensajes si te digo ahora, al hilo de aquel que decía "Te he echado de menos":
Del Guapo Casado que me tiene loca para mí:
“Pídemelo, y mañana mismo voy a verte. Has ocupado mis sueños, y quiero saber si eres una realidad”
“Hace una semana hubiera corrido a tu lado, hoy no eres más que una puta pesadilla que quiero olvidar pronto”
Reventé el teléfono contra la pared. Qué más me daba. ¡Para lo que me servía apagado!
Roto me da, a partir de hoy, la excusa perfecta para no tener que mentir.
Entro al dormitorio de Javi y echo el cerrojo a la puerta. He esperado hasta tener la certeza de poder hablar a solas. Esperanza no nos molestará, está viendo su novela turca, Joaquín ha salido a hacer su deporte vespertino y Natalia se está duchando. Lo dicho, media hora tengo antes de irme al restaurante.
—No hace falta que vengas a despedirte, voy a llevarte al trabajo. Me estás malacostumbrando a nuestros besos en el taxi —me dice Javi riendo. Me ha abrazado por las caderas y me da un beso en el cuello. Está recién duchado y puedo oler aún el champú en su pelo.
Cierro los ojos, y no es porque quiera impregnarme de ese aroma. Soy tan miserable que no puedo mirarle a los ojos como creí que haría.
Cuando los abro, Javi ya no sonríe. Me ofrece una mano para que nos sentemos en la cama. Algo sospecha. Uf, que difícil se me va a hacer esto, y más si él tiene esa actitud tan comprensiva conmigo.
—¿Estás bien?
No puedo mentirle, no sería justo para ninguno de los dos.
—No.
Desvío la mirada a la pared, a una foto tamaño póster que tiene junto al armario. Somos nosotros tres. Rubén, él, y yo en medio de los dos. Con un abrazo los agarro por los hombros y quedo casi colgada entre ellos, son mucho más altos que yo. Sonrío al verme con ese pelo naranja de aquella época.
Pero lo que me sale del alma no es una sonrisa, sino una lágrima.
—No ha podido ser ¿verdad?
Niego con la cabeza, la voz se me ahoga en el pecho, y otra lágrima me cae por la cara a cuenta de eso. Le agradezco que me esté allanando el terreno, que no se ponga a llorar conmigo. Sigo mirando a Rubén, tengo la impresión de que él me echa una mano para compensarme nuestra propia ruptura.
—Me hubiera gustado, de veras, Javi.
—No puedo decir que me sorprenda. Siempre supe que tu mente no estaba en esto.
Lo miro, aunque en realidad no puedo verlo por el llanto.
Siento cómo Javi me sostiene de la cara y me besa en los labios. Mi llanto se mezcla con el suyo, que también cae, cuando con su frente apoyada en la mía, me dice:
—Al menos me queda el consuelo de saber qué se siente.
—Javi, yo... lo siento... —Pongo mis manos sobre las suyas, que siguen en mis mejillas.
—No, no vayas a decirlo, porque tu lástima me mataría, Elena.
—Pero tienes que saber que no es por ti, que no tienes la culpa.
—Eso tampoco ayuda. Prefiero ser el malo. Pongamos mejor que te has dado cuenta a tiempo de que soy un capullo integral, al que le apestan los pies y con el que no disfrutas una mierda en la cama porque la polla me mide cinco centímetros en erección.
Me río a carcajadas entre lágrimas que me seco con la manga del jersey.
—Vas a quererme igual, ¿verdad? —le pregunto sonriendo.
—Más todavía, porque has tenido el valor de terminar con esto antes de mentirme.
Respiro hondo, orgullosa de poder haberlo hecho, de tenerle a mi lado. Y si no le he mentido es porque él me ha dado la confianza para no hacerlo.
—Algún día harás feliz a una mujer que no quiera irse de tu lado.
—¿Tú crees? —dice esperanzado de veras.
—Sí, solo tienes que lavarte los pies, con tu polla ya no puedes hacer nada.
Javi me da un empujón riendo, sin importarle esta vez que Esperanza nos oiga al otro lado del tabique. Le doy un empujón yo antes de levantarme.
Después de todo, no nos ha ido tan mal. No hemos gritado, ni hemos dicho nada de lo que tengamos que lamentarnos en una cena familiar, cuando me presente a la que sea su mujer, cuando yo pueda presentarle a alguien, que todavía no sé si será Andrew.
Estoy a dos pasos de la puerta, y cuando estoy a punto de abrirla me giro para decirle:
—¿Quieres saber la historia del USB? —le pregunto con una sonrisa.
—Sí, claro. —Javi se levanta de la cama y viene hacia mí. Sabe que le va a gustar lo que estoy por contarle solo con ver mi sonrisa.
—Terminé con Rubén dos días más tarde de mi cumpleaños, cuando descubrí que no sabía quién era Luis Miguel.
—¿En serio? Grabé tres canciones. —Sé que no quiere reírse de su hermano, pero sus ojos si lo hacen, brillan porque lo ha entendido todo.
—Rubén nunca estuvo ahí para mí, Javi. Sé que tu madre no lo entendería, porque tenemos a Natalia con nosotros, pero ese día supe que yo no lo quería.
—Gracias, significa mucho para mí. —Y a continuación me abraza.
Yo le devuelvo el abrazo tan fuerte que se me olvida el llanto, el dolor que siento al despedirme de un gran hombre.
**********💝💝💝💝💝**********
Uf! Me ha dolido deshacerme de Javi, casi arranca mis lágrimas también 🥺. Pero es un hombre como pocos, ¿no? Y eso lo compensa.
Ya repuestos de la ruptura jajajaj, vamos con lo que interesa, vamos a por Andy, ¿quién viene al siguiente capítulo ?
Aún siendo de Javi, no te quedes aquí, ven, y a ver qué sucede con él 😜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro