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Capítulo 6 C


¡VAYA MENTIRA! 

Me acerco a Javi y lo aprisiono contra la encimera. Meto mis manos por su pelo y tiro de él para atraerlo hacia mí. Que me bese, que me muerda los labios. Yo los abro con un gemido, para darle permiso a adueñarse de mi boca. 

     Ninguno dice nada, pero los dos sabemos que debemos detenernos, estamos en la cocina de su casa, con su madre y su sobrina al otro lado del pasillo. Eso sí conseguimos pensar con calma.

     Ambos nos miramos a los ojos, mientras intentamos volver a respirar. 

     —Vamos a la cama –propone él con su mirada encendida. Sus jadeos me excitan.

     —No. Me daría tiempo a pensar —le digo yo con el fuego también en mi piel. En mis labios hinchados.

     Y sin necesidad alguna de otra palabra, volvemos a besarnos. 

     Mucho más salvaje, con mucho más contacto cuando utilizamos las manos para excitarnos. 

      Javi se detiene para trabar la puerta con una silla, y luego apaga la luz. Solo se intuyen las sombras que desde el exterior dejan ver las farolas de la calle. 

     No veo mucho, pero incluso así cierro los ojos cuando sus manos se meten por debajo de mi camiseta y me acaricia los pechos. 

     Lo siguiente que noto es su boca, Javi de nuevo besa la mía. Me quejo con un leve gemido que él no deja que salga por completo de mi garganta. Lo entiendo. Una cosa es que no nos vean y otra que no puedan oírnos. 

     Javi se agacha para cogerme en peso y dejarme sobre la encimera.  

     —No es como había soñado, pero no voy a quejarme. Al fin eres tú. 

    ¿Qué esperaba?, no me he quedado sorda porque apagase la luz para dejarnos a ciegas. Me estremezco al oír su comentario, eso, y la cremallera de su pantalón. 

     Va a suceder y no quiero detenerme. No quiero pensar, no quiero acordarme de nadie.

     Sin parar mi beso, busco su erección, la encuentro y la acaricio por encima de su ropa interior. Javi se sobresalta, pero me permite un mayor contacto al moverse sobre mi mano. Él me ayuda quedándose desnudo. No lo veo todo lo que quisiera, y eso precisamente sensibiliza mi tacto. La suavidad y el calor húmedo de su pene penetran en cada poro de la palma de mi mano. 

    —Elena. 

     Y oigo mi nombre en el susurro de un beso, antes de verme sin pantalón ni bragas. 

     Javi me ha quitado la ropa, que cuelga ya por mis rodillas. Me muevo y de una patada cae por mis tobillos al suelo. Adelanto mis caderas hasta quedar en el borde, con mis piernas atraigo a Javi que queda encerrado en ellas. 

     —¿Sigues tomando la píldora? 

     —No vas a librarte, sabes que no hago nada sin condón —le miento, y me siento mal por pensar en el último instante en Andrew. No he podido alejarlo de mis pensamientos por más tiempo.

     Cierro los ojos y obligo a mi memoria a cerrar los suyos. A Javi se le escapa una sonrisa que yo ahogo con otro beso para que Andrew al fin salga de mi cabeza. 


     Animo a Natalia para que termine de desayunar y pueda llevarla al cole antes de mis clases, porque todavía tengo que pasar por casa a ducharme y cambiarme de ropa. Las dos primeras horas me las pierdo fijo. 

     No tengo el incómodo diálogo de buenos días con Javi, está trabajando, lo cual me relaja mucho, no sabría qué decirle al encontrarnos cara a cara después de lo que hicimos. Es ahora y puedo sentir que me sonrojo por mi descaro, de tenerlo enfrente seguro que explotaría de la vergüenza. 

     Cuando anoche todo acabó entre nosotros, y después de dejar la cocina como si no hubiéramos estado ahí, por fin nos atrevimos a hablar. Tranquilos, sin ofendernos. 

     —Volveré a verte, ¿verdad? —quiso saber Javi cuando salíamos de la cocina. Nos detuvimos en el pasillo. 

     —Pues claro, tonto, vives aquí ¿no? —le dije yo al dejarme caer en su hombro con un pequeño empujón. 

     —Dijiste que no querías cruzarte conmigo. 

     Le miré a los ojos y sonreí. 

     —No siempre digo lo que quiero decir, perdona por eso. 

    —En lo que se refiere a ti, y a lo que siento, yo nunca lo había dicho tan claro. 

     —Por favor, Javi. No es tan sencillo para mí como lo pude ser para cualquier otra.

      —¿Necesitas más tiempo?

      —No me lo tomes a mal, pero tengo que pensarlo bien. No estamos solos en esto. Lo quieras o no, tu madre y Natalia nos condicionan, si nos precipitamos, podríamos salir perjudicados todos. 

     —Primero Rubén, y ahora ellas —dijo con pena—. Siempre llego tarde a tu vida. Si fuera egoísta, te secuestraría para mí solo. 

     Ambos sonreímos. 

     —Pero no lo eres —le dije, y le acaricié el rostro.

    —No, no lo soy, seguiré esperando por ti. —Sonrió tímidamente—. Buenas noches, Elena. Hoy me has dado el mejor de los regalos. —Y me besó en la frente—. Gracias. 

     —Bueno, tenía que estar a la altura del que tú me hiciste hace ocho años. 

     Javi volvió a sonreír de manera sincera.

     —Por cierto, toma —me dijo. Abrió mi mano y puso en ella la memoria que sacó de su bolsillo. Me quedé mirándolo. Así tuvo que ser siempre, recibirlo de él, era su regalo. —Es tuyo, te pertenece. 

     —Algún día te contaré su verdadera historia. 

     —¿Por qué no lo haces ahora? 

     —Porque son las tres y media, y seguimos en casa de tus padres —le dije guiñándole un ojo.

     Nos despedimos con un beso en la mejilla para que no se repitieran las ganas de tentarnos, y cada uno entró a su habitación. Yo tardé en dormir. Desmembrar mi vida y descubrir que Javi estuvo en cada uno de los momentos importantes, bonitos y memorables de ella me llevó tiempo, casi ocho años. 

     Para dejar de pensar en Andrew, como intenté, como intento todavía al despertar, sé que necesitaré más de ocho años. 

     Natalia y yo nos despedimos de Esperanza y salimos corriendo, sí, hoy mi hija no ha estado colaboradora, tiene asegurado su viaje a Eurodisney por el cumpleaños y se ha relajado con sus responsabilidades escolares. Si la ducha que tengo que darme en casa es rapidita, todavía y puedo llegar  a tercera hora. Me urge. Jota, mi profe de analítica, me hizo una oferta que no pude rechazar, y no, Ruth no tiene que sentirse ofendida, es una oferta tan solo académica, ni se me pasa por la mente entrometerme entre ellos por muy bueno que esté Jota. No estarán casados, pero distingo las relaciones monógamas, fieles y duraderas a distancia. Y a ellos se les ve venir de lejos. 

     Por eso, y para no poner mi futuro en juego, yo no falto a ninguna más de sus clases y él me permite presentarme a su examen del cuatrimestre. Solo me hace falta un proyecto anterior que justifique mi falta de asistencia hasta ahora. Es lo más conveniente para pasar de tercer curso y centrarme en terminar el cuarto en junio. Quiero irme cuanto antes a vivir con Natalia, mis intenciones no han cambiado en dos meses. 

     Definitivamente, hoy vamos a llegar tarde, sobre todo cuando Esperanza me hace regresar ya desde el ascensor porque me he dejado el móvil en el dormitorio de Natalia. 

     Cuando lo cojo de su mano los remordimientos me comen de inmediato. Mi teléfono sigue apagado desde anoche, y yo no hago más que pensar en la respuesta de Andrew. 

“Te he echado de menos”

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Bueno, bueno, ¿qué me dices?... Javi se merecía su poquito de amor, ¿verdad? y la cocina me gustó hace dos capítulos jajajajaja
     Pero claro, Andy no se da por vencido tan  fácilmente y Elena está loca por él, o eso cree🤔, con tanta mentira ya ni se aclara, la pobre. Tendré que ayudarla en el próximo😜.

    

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