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Capítulo 5 A


MENTIRAS QUE SORPRENDEN. 

—¿A qué has venido? —No tardo en preguntarle a Andrew, ya en privado. Él me mira sonriendo. 

     —A hablar contigo.

     —Si me niego, te va a costar muy caro el viajecito, ¿no crees?

     —Bueno, tú me colgaste el teléfono, me tienes bloqueado. Y me gustaría saber de verdad qué ha pasado con la abuela de Natalia. 

     Echo a andar. No volveré a hablar de Esperanza con él, y ahora mucho menos que puede que nosotras hayamos dado una tregua a nuestro fuego cruzado. 

     —Si has venido por eso, ya puedes largarte, está todo bien, lo he solucionado con Esperanza.

     —Elena… —me dice cuando me agarra del brazo y me pega a su cuerpo—. ¿De verdad crees que he venido a hablar de esa mujer? 

     Nos miramos a los ojos. Los suyos, tan oscuros, tan bonitos, me observan más allá de mi estupidez de ignorarlo, no quiere darse por vencido. 

     —Dímelo tú, ¿de qué otra cosa si no, podemos hablar nosotros?, ¿de Camille?

     Que horrible persona soy. He puesto esa mueca de amargado en su bonito rostro. Le he hecho pensar en ella, cuando está claro que si está aquí no piensa en nadie que no sea yo.

     —Está bien, tú ganas —dice al apartarse. Y eleva los brazos para dejarlos caer a sus costados—, he venido a verte para saber cómo estabas tú, cualquier cosa que quieras contarme estará bien para no haber perdido el tiempo.    

     Me gusta el detalle de rendición y me hace sonreír. Está aquí conmigo, a más de dos mil kilómetros de su casa, es evidente que hoy no nos separa nada ni nadie.

     Pero ¿qué mierda estoy pensando? Liarme con Andrew está igual de mal aquí que en Mánchester. No voy a cometer el mismo error. 

     —No estás muy bien de la cabeza, Andrew. 

     —Para ser la mujer que me hace perderla no deberías de tenérmelo en cuenta. 

     —Y si me sigues diciendo esas cosas, te va a doler además.

     Nos quedamos callados, sonriendo. Andrew se atreve a cogerme una mano, que lejos de lo que debería hacer yo, me la dejo envolver en un calor que me gusta. Me hace sentir bien mirarlas unidas, sin embargo sé que me sentiré mejor si paro a tiempo lo que sea que pueda volver a ocurrir entre nosotros. 

      —Venga, vamos, que te cuento de Natalia. 

     Tiro de él y le hago caminar hacia el césped más cercano. Me siento yo primero bajo un árbol, con las piernas cruzadas, y mis libros a un lado. Le hago señas para que haga lo mismo y se siente, con un toquecito en la hierba frente a mí. 

     Andrew mira a nuestro alrededor. La gente está sentada entre charlas y libros, cigarros y alguna que otra lata de cerveza, así que no lo ve tan disparatado. Creo que le duele tener que mancharse las culeras del vaquero porque antes se quita la chaqueta de cuero y cubre el césped. Se sienta con las piernas cruzadas también, y apoya los codos en las rodillas. 

      —Antes de nada, dime, ¿cómo me has encontrado? —le pregunto para suavizar la charla. 

     Y porque quiero saberlo de verdad, que aquí el guapo, lo reconozca o no, me ha buscado él solito por medio Europa. 

     —Si te digo que he cerrado los ojos y he seguido el instinto de mi corazón ¿me creerías? 

     —No —digo sonriendo—, no hubieras salido del aeropuerto de Mánchester de la hostia que te hubieras pegado con los ojos cerrados. 

     —Tienes razón, el avión es más seguro —dice él, muerto de risa—. Tu madre me dio la dirección y tus amigas del piso me dijeron que estarías aquí.

     Mierda, mi madre ya podría disfrutar más de su luna de miel y no ir por ahí cogiéndole el teléfono al hijo de su marido, y mis compañeras deberían de venir más a clase los lunes, o como hago yo, más a los jardines y a la cafetería.

     —¿Y aquí…?

     —Solo he tenido que echar un vistazo y he dado con el color de tu pelo. Reconoce que el morado es fácil de ver a lo lejos  —dice sonriendo. 

     —Pero no con los ojos cerrados ¿verdad? 

     Los dos nos reímos a carcajadas. 

     —¿Cómo estás hoy? Cuando colgaste me sentí fatal por haberte enfadado —pregunta seriamente, y yo no quiero darme cuenta de esa preocupación por mí. Respiro hondo y contesto:

     —Hombre, no fue muy acertada “tu visión de los hechos”, pero no fue tu culpa, no te preocupes. 

     —No he podido evitarlo, no respondías al teléfono

     Ups, el bloqueo que aún mantengo. Sonrío para contarle ahora de Esperanza, no quiero tener que decirle que le retengo todavía las llamadas.

     —Hablé ayer con Esperanza. Todo terminó bien, de verdad. 

     Él levanta una ceja que le hace más sexi todavía, este guapo parece conocerme demasiado e intuye, y bien, que le miento. Creo que pocas veces podré mentirle ya. 

     A lo mejor es hora de asumir que con él no puedo, y ¿si en vez de decirle ciertas mentiras, le cuento verdades falsas para que me crea? 

     —Hablé ayer con Esperanza, ella solo escuchó lo que le dije. 

     —¿Fuiste muy dura? 

     Vaya, ahora parece que sí me cree. 

     —No niego que la palabra abogado se nos escapara en el calentón del momento. 

     —Pobre mujer. 

     —Pero bueno, ¿tú de parte de quién estás? 

     —De Natalia, obvio. 

     —Pues esa es, precisamente, mi parte —contesto como lo haría Natalia o cualquier otra cría de su edad, no me cruzo de brazos, pero ganas no me faltan. 

      —No si tu hija va a salir perjudicada al perder a su abuela. 

      —He dicho que nombramos a un abogado, no que fuéramos a llamar a uno de verdad, Baker, no te alarmes. No pienso hacerle eso a Esperanza, ¿por quién me has tomado? Es la abuela de mi hija. Perfecto, y ahora… ¿qué te hace tanta gracia? 

     —Nunca le harás nada a esa mujer. 

     Sonrío. Andrew me mira del mismo modo. Cojo aire de nuevo por culpa de su sonrisa. Hablar con él me gusta, no es de esas personas que regalan los oídos, es de las que te hunden con su verdad. Menuda pareja íbamos a hacer nosotros, yo con mis certeras mentiras, él con su aplastante  sinceridad. 

     Puff, es Andrew, no hay una mínima posibilidad de que hagamos pareja de nada, ni siquiera de baile, que todavía recuerdo sus manos en mis caderas y nuestras pelvis unidas y me pongo malísima. Pareja de hermanos, confidente y amigos, puede que sí, es a todo lo que podemos aspirar mientras esté casado. 

     —¿Y qué vas a hacer ahora? Porque no puedes negar que este fin de semana ha sido definitivo en vuestro acuerdo. 

     —¿En serio eres empresario, Baker? —le cuestiono con una sonrisa. 

     —¿Por qué lo dices? 

     Menudo estratega, ha evitado mi pregunta con una de sus sonrisas guapas. 

     —Porque no dejas de meterte en mi vida. Pareces un poli con tanta pregunta personal, no será tu tapadera para scotland yard, ¿verdad? 

     —Y tú tienes una imaginación muy disparatada para querer ser una mujer de matemáticas funcional y pragmática —dice riendo abiertamente. 

     —Porque una cosa no está reñida con la otra. Empleo la cabeza para los temas corrientes, para los importantes y personales ya pongo el corazón. Supongo que eso es lo que me pierde. Quiero tener la razón que no utilizo, cuando discuto.

     —¿Me estás reconociendo que eres de “esas personas”? —pregunta sonriendo.

     Todavía puedo decirle una verdad falsa.

     —Pero solo un poquito, no me has vencido todavía, Baker.

     Andrew se ríe de nuevo, ¡qué dientes, por Dios!

     —Entonces, ¿yo y mis visiones de los hechos estamos dentro de tus temas personales? —quiere saber con otra sonrisa.

     Lo siento por él, no es consciente de que puede perder los dientes de un momento a otro. 

     —Tú eres el que te empeñas en estar, no tengo escapatoria. 

     —¿Y no quieres saber por qué? 

     Andrew cierra la boca en una mueca seria. Creo que va a decir una de sus contundentes verdades, o mentiras, sobre mí, sobre lo que le gusto o lo que le gustaría hacerme, total, algo parecido a lo que yo pienso de  él y que oculto tan bien. 

     Me encojo de hombros y suelto:

     —Porque… ¿te hago perder la cabeza? 

     ¿Recuerdas que dije que su risa era bonita solo con escucharla? Pues imagina ahora que la veo. 

    Me vuelve loca. Hasta el punto que me abalanzo sobre él y le beso, cogiéndole por sorpresa. 

    **********💝💝💝💝💝**********

Uy, Uy, Uy!!!!..... Un nuevo beso!!!! 👏🏼

     Si es que no hay quien se resita al guiri jajajaja. Elena empieza a bajar defensas. Para ver hasta dónde, en el siguiente capítulo quizás te lo diga😜.
     Gracias⭐.

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