Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 16 A.


MENTIRAS HEREDADAS. 

Nos abren la puerta. Se trata de un hombre uniformado, que ya quisiera más de uno vestir así con semejante porte y traje. La cara seria debe venir con el uniforme de mayordomo. 

     —Vengo a ver a don Carlos Villamartín. 

     —¿Cómo ha entrado, usted? 

     —No tengo tiempo de hablar, quiero ver a don Carlos Villamartín. 

     —Disculpe, pero en este momento no es posible. El señor está comiendo con su familia… ¿A dónde cree que va? —me pregunta cuando le he empujado, y entrado sin invitación a hacerlo. 

     —A ver a su padre —oigo que dice Andrew. 

     —¿Su qué…? —Pero ya nadie le responde, todos corren detrás de mí. 

     Lo que ocurre con estos casoplones de lujo, con habitaciones inútiles, es que cuando crees llegar a la que buscas, al abrir la jodida puerta te muestra otra habitación que nada tiene que ver. Pero ¡si además son todas iguales, coño! ¿Para qué quiere nadie tres despachos, cargados de libros hasta los topes, que en toda una vida se podrán leer? 

     —Aquí —grita Joaquín. 

     Para no habernos organizado ha estado bien eso de abrir puertas por separado. Vaya mierda de casa, el tiempo que nos ha hecho perder. 

     Respiro hondo, justo bajo la puerta abierta. Y antes de que tres tíos de seguridad, alertados por el trajeado de la entrada, lleguen a mí, me he colado dentro del comedor. 

     No es menos enorme que los despachos que he visto. 

     —Buenas tardes. 

     La educación no la he perdido, pero si estos tíos de negro no le quitan las manos encima a Andrew, Javi y Jacob, respectivamente, lo que perderé será la paciencia.

     —Buenas tardes, don Carlos —grito ahora por encima del jolgorio de felicidad que se oye en estéreo.

      Todos los que están sentados, a la también gigantesca mesa —veo a simple vista seis personas a cada lado de ella y a mi padre y su mujer presidiéndola—, se giran a mirarme cuando he gritado. 

    Ahora distingo a mis hermanos, Carlos y Carolina. Menuda falta de originalidad en sus nombres. Él con su mujer embarazada y su hijo de ocho años, ella sola. 

     También están los que son sus abuelos de madre, y los nuestros. A los demás si los he visto alguna vez en prensa o televisión he pasado de ellos como de la mierda. Creo que son una tía mía y una prima, de la otra pareja desconozco el parentesco. 

     La mala suerte quiere que mi padre me dé la espalda, pero su rigidez de columna vertebral me indica que ha reconocido mi voz. 

     No se equivoca, he venido a darle la tardecita. 

     —¿Qué es esta intromisión? —pide saber la señora de la casa—. ¿Rafael? 

     El trajeado, que responde como Rafael, se acerca a su jefa y le dice algo al oído. Mi padre todavía no se ha girado a verme, ¿me va a hacer gritar de nuevo? 

     —Si vienen buscando trabajo, no podemos ayudarles. Pero algo de comer sí que habrá en la cocina. Es navidad ¿verdad? —dice la “señora” como si solo debiera ser caritativa en un día como hoy. Sus invitados le aplauden la iniciativa con gesto de bondad fingida. 

     Reparo en la espalda de mi padre, se tensa aún más con ese movimiento incómodo de silla. De no conocerlo, creería que reprocha a su mujer ese comentario sobre mí. 

     —No necesito comer, señora —digo para comenzar el desafío—. Necesito quinientos mil euros. 

     Las risas se escuchan ahora en toda la mesa. Pero esa espalda recta de mi padre no se mueve en absoluto en una carcajada como el resto. 

      A él no le divierto. 

      —Don Carlos, necesito ese dinero. 

      —Carlos, hijo ¿qué broma es esta? —dice el viejo Villamartín, y digo viejo solo porque de todos los apellidados Villamartín aquí, lo es. Pero creo que no tiene ni setenta y cinco años. 

     —No lo sé, papá —dice él. No le veo la cara pero debe de estar acojonado. 

      —¿No lo sabes, papá? —Contesto yo. 

      Que los demás lo tomen como quieran, como broma, o como insulto. La verdad solo él y yo la sabemos. 

    Y esa palabra es la que hace que reaccione. Por primera vez en años obtengo sangre de sus venas, y no han sido las palabras, dinero, miles o euros las que hacen que se mueva. 
  
     Papá. ¡Cómo si fuera la primera vez que la oye de mis labios!

     Don Carlos se levanta de su confortable silla y viene hacia mí tan rápido como le es posible. En dos segundos tengo a Andrew a un lado, a Javi al otro y a Jacob por detrás, creyendo que pueda hacerme algo. Me siento protegida, yo que pensé estar sola sin él y me doy cuenta ahora que gracias a mi verdadera familia no lo estoy de verdad. 

     La mesa entera enmudece, pendiente de la escena que estoy a punto de protagonizar con mi padre.

      Le levanto la cara cuando llega a mí. 

     Si no grito, nadie se enterará de nada excepto él, que lo considere un regalo de navidad, no voy a destruir su familia. Después de todo no quiero hacerle daño. 

     —Se han llevado a mi hija, papá. Me piden ese dinero por el rescate. -—Nombrar a Natalia me empaña los ojos, lo juro, no es por haber dicho papá otra vez y que mis entrañas se hayan removido ahora como no han hecho en dieciséis años. 

     —¿Natalia? 

     Lo siento, no he oído bien. ¿Mi padre la ha llamado Natalia?

    —¿Cómo la has llamado? 

     —Déjate ahora de preguntas raras, Elena, y dime qué ha pasado con mi nieta. 

     Me ahogo en llanto. La emoción  me puede. ¿Y ahora además la llama nieta? La manera de decírmelo es lo de menos, es su carácter. 

     No tengo que pedirle a mi padre que me dé tiempo en contestarle, porque con su abrazo me da el tiempo que necesito para romper a llorar. ¿Este hombre, que tengo de paño de lágrimas, es mi padre? 

     —¡Rafael! —grita junto a mí. Sí lo es, aún tiene autoridad aquí. Sigue mandando, porque ese hombre se pone a nuestro lado, de un salto. 

     Cuando presta atención, mi padre le pide que llame a su abogado y a un inspector de la unidad de desaparecidos, amigo suyo, que su equipo de seguridad se ponga de inmediato al corriente del caso.
 
     Ya no va a continuar comiendo, él personalmente tiene que hacer unas llamadas para conseguir el dinero cuanto antes. 

     Yo alucino, Andrew me ha cogido de la mano y me sonríe, está viendo lo mismo que yo. A mi padre preocupado por su nieta. Lo mismo que todos, porque Esperanza me agarra por los hombros y me besa la mejilla, esperanzada en recuperar a Natalia después de esto. 

     Jacob y Javi se prestan a contar todo lo que sabemos. Les dan el número de Dany, y sus compañeros, y el teléfono de Andrew, al que llama el secuestrador para contactar. Se marchan con los mismos tíos que hacía un rato estuvieron a punto de pegarles. 

     Ups, no todos quieren colaborar conmigo en esta casa.

     El viejo Villamartín que ha oído las órdenes de mi padre se levanta también de la silla. Quiere saber qué broma es esta, como si lo viera. 

     —Ahora mismo te estás explicando, Carlos, ¿qué broma es esta? 

     ¿Ves? Predecible. 

     —No tengo nada que explicar, papá, es mi dinero y hace años que soy mayor de edad. 

     —¡Carlos! —grita el otro viejo  presente en la sala, el padre de la señora Villamartín—, ¿quién es esa mujer? 

     —A usted menos que a nadie se lo voy a decir —contesta mi padre. 

     Nunca lo he visto así de enfadado. 

     De hecho, siempre ha tenido una sonrisa en su boca. Cuando era niña, poco me veía, pero nunca gritó delante de mí, ni un mal gesto, ni una mala palabra. 

     Últimamente reconozco que me he pasado con el dinero que le pido, y eso le cabrea un poco. Pero siempre lo veo sonreír cuando me lo da. 

     —¿Vas a dejar que tu marido me hable así? —le dice ahora a su hija. 

     —Pregúntele mejor a ella quién es esta mujer —dice mi padre al señalarme. 

     ¿Ella está al corriente de mi existencia? Lo que menos me esperaba descubrir. 

     Hasta hace un momento mi padre estaba a mi lado pero regresa al lado de su mujer, donde golpea la mesa. 

     —Vas a firmar para recuperar a mi nieta, o juro que te dejo sin un euro, a ti y a tus hijos. La abandoné una vez por tu culpa y no pienso hacerlo otra. 

     Ahora todos se levantan de sus sillas, todos me miran a mí. La confesión de mi padre los deja boquiabiertos. 

     «Hola, sí, soy Elena Villamartín. No hace falta que me deis dos besos y me digáis que estáis encantados de conocerme, porque ya os veo la cara de cólico que se os ha quedado, familia» 

     Pero a mí me deja muda su determinación. ¿Está dispuesto a dejar a sus hijos sin dinero por mí y por Natalia? Wow, parece que no terminas de conocer a nadie mientras les mientes. ¿De eso se trata? ¿Tú les mientes, y ellos te la devuelven a escondidas, más fuerte todavía? Visto lo ocurrido antes con Javi y ahora con mi padre, no sé ya qué pensar. 

     Andrew, que de alguna manera tiene que saber qué pienso, me abraza, me dejo abrazar por él y le devuelvo la mirada cómplice. Pronto tendremos a Natalia con nosotros. El tiempo de que esa mujer firme para retirar el dinero de la cuenta conjunta matrimonial. 

     —Elena —Esperanza llama mi atención en un susurro—. Tengo algo que decirte. 

     —Un momento, Esperanza, por favor. No quiero perderme nada de esto. Ese es mi padre —le digo con cierto orgullo. 

     —Ya, hija, pero es importante lo que tengo que decirte —insiste ella. 

     —Escúchala, hija, no te arrepentirás —me pide Joaquín. 

     Me separo de Andrew y la miro desganada, porque en la mesa Villamartín, de mientras, se debate el tema del rescate de mi hija. 

     Y no creo que su vida sea un tema para debatir con viejos amargados, mujeres cornudas o hijos desheredados a un porcentaje menor de su fortuna. 

     Del resto, obviamente, me sudan sus opiniones.

     Y alucinando una vez más, veo a mi padre enfrentarse a todos cual súper héroe necesité de niña y nunca tuve. Les pide que no se metan en sus asuntos conmigo. 

     —Dime, Esperanza —le digo más pendiente de la mesa, y de mi nuevo súper héroe favorito, que de ella. 

     Andrew  sabrá entender su segundo puesto, Billy, a la que quiere por encima de todo es a mi madre y lo entenderá también. Joaquín y Javi no dirán nada en contra de mi padre si él nos devuelve a Natalia, que para algo son los héroes de ella. 

     Sí, mi padre, mi héroe, y el hombre que hoy me devolverá a mi hija.

    **********💝💝💝💝💝**********

¿Sigues aquí? Me alegro, gracias.

    No sé si es lo que esperbas,🤔 si Don Carlos te ha sorprendido o no, yo por lo menos lo he tratado.
    
     Todo está a puntito de solucionarse, Natalia pronto regresará a casa, ese dinero es la clave y a Elena parece que se lo dará si padre. Su héroe. ¿Podrá el hombre lograr vencer al villano?
     Ya sabes😜 qué hacer.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro