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Capítulo 12 B


ESCAPARATE DE MENTIRAS.

Tras hacerme muchas fotos con su camiseta del Mánchester United, en la cama, porque ha descubierto ahora que es su lugar favorito del mundo, Andrew me deja a solas para que me duche y me vista. En tres horas me voy, y todavía tenemos que comer con nuestros padres.

    Al salir del baño pienso que voy a echar de menos la mampara, aunque creo que lo que de verdad me importa de ella son los ojos de Andrew por detrás, mientras me mira. ¿Ves? Voy a extrañar sus ojos, color y brillo incluidos. 

     Me visto rápido, con un vaquero ancho, para estar cómoda en el avión, y un jersey fino de color verde caqui  con el que pueda llevar la chaqueta puesta. Los vuelos baratos es lo que tiene, si la guardo en la maleta, pago por ella otro billete. Me maquillo igual de rápido y listo, que esta familia es muy puntual. 

     Es llegar a la cocina y hacerse un silencio absoluto, que mientras venía por el pasillo no existía. 

     ¿Se han callados todos por mí? 

     Nadie me mira, ni siquiera Andrew, que frente a su padre está mirando las noticias en el móvil.

     Por lo visto aquí no se perdona la información diaria, ¡vaya costumbre! Claro, como a todos se nos han pegados las sábanas hoy, ya sean las de casa o las del hotel, están faltos de noticias. Pero ¿tienen que ponerse al día con ellas a la hora de la comida, cuando además estoy a punto de irme? El mundo va a seguir ahí, con todas sus mierdas por debatir, ¿no quieren hablar conmigo una última vez? 

    Con Andrew llevo hablando, y no hablando, casi veinticuatro horas, vale que necesite darle un descanso a la lengua por hablar, y no hablar. No conozco la excusa de mi madre o de Billy, no quiero saberla si han tenido que ir a un hotel. A él ni lo veo, sigue detrás de su inseparable periódico de papel, y ella mira entusiasmada las fotos de la revista suplemento. 

     —Tiene que ser muy interesante lo que ha pasado en el mundo. 

     Por lo menos la comida es tortilla de patatas, no me sentiré tan ridícula después de todo.

     —Y que lo digas, hija. —Mira, si algo voy a echar en falta es a Billy llamándome así. Me he acostumbrado, y mi sobresalto al corazón se relaja—. Sales hermosa. 

     —¿Qué? —Piropos de Billy aparte, lo que quería era una charla en la que pueda participar, así que tienen que darme alguna pista. 

     —La noche de la Galería… —me dice Andrew enseñándome el móvil. Sonrío. Estoy hermosa porque el vestido lo era. 

     Pero, espera un momento. 

     La foto que estoy viendo no recuerdo que nos la hicieran. Es una foto tomada de lejos porque junto a nosotros no había nadie con cámara. 

     —¿Es una foto de prensa? —pregunto sorprendida. 

     —Y en páginas centrales. Mira —Billy despliega el periódico y ahí que se nos ve a Andrew y a mí sonriendo, en otra instantánea. 

     Puedo adivinar el momento justo, me decía que tenía ganas de volver a casa, para darnos un baño, juntos. Agradezco que el blanco y negro del periódico camufle el rubor que sentí en mis mejillas.

     —Pues aquí en la revista no aparecen. —Mi madre desiste de seguir mirando su revista—. Ya os podrían haber dado una página a color, con lo bonito que se veía tu vestido. 

     «No lo creo, mamá, no te hubiera gustado verme esa cara colorada de excitación».

     —Y no olvides su pelo, Lucía —dice Billy, para pincharla, y ella le pone cara de horror. Creo que va a  agradecer, como yo, que después de todo no salga en la revista.

     —Lo mejor es el titular —insiste Andrew, con su móvil en la mano. 

     —Está bien, que alguien me lo dé para que me entere de algo. 

     Como soy de los milennials, prefiero el móvil de Andrew. Se lo quito de las manos y comienzo a leer en voz alta:

     “La inauguración de la reciente  exposición, Roma en el nuevo siglo, que podrá verse a partir de ahora y hasta el mes de mayo en la Galería de Arte, fue todo un acontecimiento social el sábado pasado. A ella asistieron… 

     —Más abajo, pasa de todos ellos. Donde habla solo de Andrew —me dice Billy, indicándome lo que tengo que leer. 

     ¿Andrew?, ¿tanta repercusión tiene él? Parece que el Heaven Events tiene su propia fama.

  … La sorpresa la dio Andrew Baker. Tras una larga temporada apartado de sus propios eventos, al fin pudimos ver, entre los invitados, al empresario. Atendiendo a los rumores de separación con su esposa, Camille Baker, podemos confirmar la ruptura definitiva del matrimonio, ahora que ella espera un hijo de su nueva pareja… 

     Miro a Andrew, ¿eso no era un secreto, que nadie conocía? ¿Cómo se ha enterado la prensa? 

     —Sigue —me dice él sin inmutarse. Me guiña un ojo y eso me envalentona.

     Respiro hondo y continúo. Puedo ver cómo Billy sonríe y mi madre se lleva las manos al pecho, ellos saben lo que viene a continuación. 

    … Fuentes cercanas al señor Baker aseguran que la señorita, de origen español...

     Y de repente se me olvida leer en inglés. ¡Qué coño, se me olvida hasta cómo se leía en español! Andrew me anima con una sonrisa para que siga leyendo 

     Procuro unir los fonemas con los grafemas que todavía puedo recordar, que para eso soy más de números y tiene su dificultad añadida, y entonces las palabras salen solas de mi boca. 

…,de origen español, con la que se dejó ver en la Galería,  es su prometida…

     No puedo levantar los ojos del móvil. No quiero ver la cara de ninguno, y mucho menos que ninguno vea la mía. 

     Me he maquillado, pero dudo que pueda disimular la vergüenza que me enciende el rostro. 

     Esta vez Andrew no me pide que termine de leer, me coge el brazo a la altura de la muñeca y con un leve apretón me anima a continuar. 

   ...Y a juzgar por la imagen de ambos, podemos deducir lo enamorado que está de ella. 

     —Te lo debía, tenía que contárselo al mundo entero —me dice al oído para después darme un beso en la mejilla. —Ahora tienes tu lugar aquí mientras no estés. Nadie podrá decir nunca que fuiste la otra. 

     Debería mirarlo, para así encontrar su boca y comérmelo a besos. 

     Pero el instinto me hace levantar la mirada y buscar mejor la de mi madre. Ella me sonríe, pero sé que está pensando en mi padre, que las palabras de Andrew han removido las miserias de su interior, porque nunca las escuchó de él. Un interior que Billy no va a permitir que explote y lo llene todo de porquerías de mi padre,  porque la besa conteniendo la vergüenza que alguna vez ella sintió por su culpa. 

     ¡Anda, coño, acabo de enamorarme de este Baker también!

     «Natalia, cariño, escucha a mamá. Tienes un gen llamado Rincón que se vuelve loco por los Baker. Los amarás y no sabrás por qué. No te preocupes, aprovéchalo para ser feliz con ellos. Que la abuela y yo ya lo somos» 

      

     Llamo a la puerta de la habitación de Andrew. Está abierta, pero quiero que él me mire. 

     —Gracias por dejar que tu padre me lleve al aeropuerto —le digo cuando se gira. No puede seguir enfadado conmigo, o no podré irme de verdad.

     —No me has dado opción. Lo has decidido tú sola. 

     —Andy, es lo mejor. Ambos sabemos que no cogería ese avión. 

     —Pues no lo hagas. 
     —Esa no es nuestra realidad. ¿Qué hay de lo que decías de la recompensa final? 

     —Que olvides esa tontería. Vamos ahora mismo a por Natalia, terminas tu carrera aquí y empezamos ya nuestra vida, juntos. La prensa lo ha dicho, estamos enamorados.

     Sonrío. Ojalá fuera tan fácil. Me acerco a él. Necesito que me diga que todo estará bien, que sabremos hacerlo. Levanto la mano para tocar su cara. Andrew no lo sabe, pero no está enfadado y no lo dice en serio, tiene tanto miedo como yo a la distancia, a no saber esperar con calma el próximo encuentro. 

     —No puedo quitarle a Esperanza su hija ¿recuerdas? Tengo que hacerlo poco a poco.

     En esta ocasión me llevo el mejor de los souvenirs. En mi mano tengo impresa la sensación de su barba sin afeitar. 

     —Traigamos a esa mujer a vivir con nosotros también —me dice él sonriendo. 

     —No sabes lo que dices, no hay recompensa tan grande que pague vivir con Esperanza, créeme. 

     Le hago reír, despertando su hambre por mis besos. 

     Entre los “te echaré de menos” y los “no me olvides” típicos de las relaciones a distancias, pongo fin a nuestro deseo. 

     Lo he parado a tiempo de que Billy venga a buscarme. Espera en el coche con mi madre. 

     Me marcho, nuestras manos dejan de tocarse poco a poco, mientras que nuestras miradas se alejan. Es duro tener que irme. Duele. Pero nunca imaginé cuánto hasta ver su mensaje de despedida. 

     De mi Guapo Novio:

     “¿Te has propuesto ocupar mi armario poco a poco, como hiciste ya con mi corazón?” 

     Y lo  acompaña con una foto de mis vestidos. Sí, el blanco y negro, y el morado de la boda, que nunca tiró. Sonrío al verlo. 

    “Ya estoy deseando ver lo que te dejarás la próxima vez”

     “Ojalá y vengas con una maleta enorme para llenarlo”


     No puedo fallarle a Natalia. Esta mañana, aprovechando un sueñecito de Andrew, la llamé y ella me dijo que me estaría esperando para darme su beso de buenas noches. Mi hija está por encima de todo, que nadie lo dude, y aunque mis ojos, mi cara, y mi ánimo al completo sean el vivo retrato de la pena, tengo que levantarme por ella. 

     Arrastro por la terminal la maleta, como  hago con esta apatía que me invade. Han sido trece mil ochenta segundos los que llevo sin ver a Andrew y ya no creo pasar de los primeros ochenta y seis mil cuatro cientos. Lo peor, pensar en él durante todos ellos. 

     Salgo por la puerta de llegadas y cuando veo la cola de taxis me deprimo todavía más,veré a Natalia dormida y ella tendrá que imaginarse mi beso mañana. Quizás se lo deje marcado de pintalabios en la carita, así no dudará de que estuve a su lado. 

     Porque llegar, llego a verla, aunque tenga que utilizar mi llave de casa de Esperanza cuando estén ya todos dormidos.

     Cuando al fin sonrío, por imaginarme el grito de la abuela al verme en su estrecho pasillo, me llevo una gran sorpresa también. 

     Llego a tiempo hasta de cenar. 

     Delante de mí está Javi, me espera con uno de esos cartelitos de recogida de clientes. Sonríe, tan mono que es. 

     Y yo dejo de hacerlo, al leer lo que pone en letras grandes: Señorita Van Gogh.

     Puede no ser más que una coña entre amigos, solo que para mí es más serio de lo que parece. 

     De todas las canciones que hay grabadas en nuestro pen, La Paz de tus ojos, de La Oreja de Van Gogh, es la única que ahora, sabiendo lo que siente Javi por mí, cobra sentido. 

     Y de inmediato, al recordar la letra de la canción, me pongo a llorar.

     A Javi le cuesta calmarme entre tantas lágrimas, hipidos y mocos. Voy sentada a su lado en el taxi y la melodía suena todavía en mi cabeza. No controlo, como debería, lo que la letra de la canción me hace sentir. Que mala persona soy. 

     Y es que ya le vale a  Javi, ¿no podía haber elegido otro nombre para mí? No, él ha tenido el tino de escoger la única canción de toda la lista que, no dudo, grabó para mí de verdad. 

     Una canción que encima hoy no me dice nada, porque yo no dejo de pensar en Andrew. 

     —¿Qué te pasa? No me asustes. —Para nada me lo dice asustado, más bien riendo.

     —Cuando he visto la cola… Me he emocionado al verte, Javi, creí que no llegaba a cenar con vosotros.

     —¿En serio? Mi madre lo va a flipar. —Y le doy un golpe cariñoso para que no se ría de mí.

     He tenido que falsear un poco mi explicación. A ver, que no es fácil decirle a alguien que siente tanto, y tan bonito, por ti, que en realidad te montas en su taxi para ponérselo  todo lleno de clínex porque estás llorando por la ausencia de otro, con él que has sido tan feliz estos días y con él que no tienes ni puta idea de cómo afrontar un futuro, pero que quieres un futuro a su lado.

     Permíteme una mentirijilla que me saque de este lío y no lo lastime a él, por favor. 

     Y la mentirijilla  se va agrandando conforme hablamos porque mi llanto ya se disipa.

     —Vengo agotada.

     —¿No te han dejado tiempo libre durante el congreso? 

     —Pues claro, por las tardes cuando llegaba al hotel.

     —Vale, es por eso. Conociéndote te habrás pateado la ciudad yendo de compras. Seguro que traes medio Bruselas en la maleta.

     —No tanto, no creas. Aquello es feo y oscuro en diciembre, y hace tanto frío que no apetece ni pasear.

     —Ya, aquí ha hecho buen tiempo. No parece que huela a Navidad.

     —Esa es otra, la fecha. Os he echado muchísimo de menos a todos.

     —Pues relájate, porque ya estás aquí con nosotros, tonta. Y no te dejaremos ir nunca más. 

     Sonrío. Pero la sonrisa no me inunda el corazón, porque he sentido que sus palabras me alejaban de Andrew. 

    **********💝💝💝💝💝**********

Hola a tod@s!!!🙋🏼‍♀️

     Ya estamos de regreso en casa. Felices por volver ver a Natalia☺️👏🏼, tristes porque nos costará levantarnos cada día pensando en Andy🥺. Obviamente hablo de Elena y de mí, jajajaja
     Si eres de los que se unen a nosotras, no tengo más que decirte que: GRACIAS!! 😘
    Tendré que hacer algo para acortar nuestra espera, ¿Quieres verlo?
    

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