Capítulo 12 A
MENTIRAS DULCES.
Andrew entra corriendo a mi habitación, me río al verlo desnudo, cargado con un paquete de chips en los dientes y dos latas de cerveza en las manos. Yo estoy igual, pero sentada en la cama, sobre las almohadas. Tenemos hambre. Teniendo en cuenta el meneo que nos hemos dado y la temperatura que hace aquí dentro, el gasto calórico ha sido considerable.
No hemos tenido un descanso desde que la puerta de la calle se cerró y nos quedamos solos.
El poco tiempo que tenemos va a dar de sí esta madrugada. Vamos a dejarnos tan satisfechos y marcados, que contaremos los segundos uno a uno hasta nuestro próximo encuentro en Navidad. Que ya lo hemos hablado. Él viene a casa, y juntos volvemos a Mánchester, con Natalia, para pasar fin de año con mi madre y Billy a su regreso de Suiza, donde ellos pasarán sus vacaciones.
En estos días que me quedan trataré de estudiar y meterme caña antes de verle, que luego el guapo me absorbe el cerebro y puedo suspender en enero, cuando volveremos a vernos.
Pero la asignatura pendiente, para la que no sirve estudiar, será comunicárselo todo a Esperanza. Tendré que evaluar, momento, lugar y circunstancias ajenas para obtener la solución idónea. Las tres a solas, en su cocina, mientras Natalia hace un pastel y nosotras tomamos café, puede servir. Su terreno le hará sentir cómoda. ¿Cuándo? Sigo pensándolo.
Cojo las cosas cuando Andrew las suelta en la cama.
—Ahora mismo no sé qué me apetece más... —me dice gateando por el colchón, lento, muy lento, provocando mis ganas de nuevo. Hasta que pone su cara frente a la mía— ... si comer antes de hacerte el amor, o hacértelo antes de comer.
¿Otra vez? Madre mía, y eso que no lo tengo amarrado a la cama.
Le meto en la boca una patata para dejarle clara mi opción. Él mastica sin perder de vista mis ojos, con ellos es capaz de acariciarme y comenzar a ponerme a tono. ¡Joder! El guapo, hasta comiendo como un cerdo está guapo y me pone cachonda.
—No vamos a hacer las dos cosas a la vez, cambia la cara.
Él tira de mis piernas para dejarme expuesta a él.
—¿No crees que pueda hacerlo?
La siguiente patata la cojo yo entre mis dientes, dejando parte fuera de mis labios para él.
Que adivine.
Andrew me abre las piernas con su rodilla. Posiciona su erección en mi entrada, que no necesita estimular porque del último orgasmo todavía me lubrica. Se agarra al cabecero y empuja sus primeros centímetros, yo salgo a su encuentro. Recibiendo su dureza. Él me come los labios y se lleva la patata. Mastica, mientras se mueve dentro de mí hasta penetrarme por completo, poco, a poco. Gimo, me muevo a su ritmo y me retuerzo, antes de coger una nueva patata.
Se la pongo en la boca. Me toca excitarlo.
Saco la lengua y le quito la sal. Él sonríe, no deja de entrar y salir de mí sin comérsela del todo. Yo sigo chupándola, lamiendo sus labios cada vez que él se me acerca por sus embestidas.
Y cuando él la muerde, se parte y cae sobre mis pechos. Se los ofrezco cuando apoyo mis manos en el colchón. Andrew me coge por la cintura, para no salirse de mí, y baja su cabeza a ellos. Los chupa. Muerde cada pezón y los succiona con sus dientes, sin olvidar la patata. Al final resulta que comemos al tiempo que nos hacemos el amor.
Dos horas después me toca a mí ir a la cocina. Necesitamos agua y algo dulce. Esto último es un capricho más que una necesidad, soy muy golosa y son las tres de la mañana, ¿cuándo me voy a ver en otra igual, sin tener que pesarme después?
Andrew ha querido que vaya desnuda, me ha dicho que tenemos que estar en igualdad de condiciones por si a Billy y a mi madre les da por volver antes y a él lo pillan esperándome en mi cama. He puesto los ojos en blancos, vaya estupidez se le ha ocurrido para verme el culo cuando he salido de la habitación.
Con la nevera abierta, estoy decidiendo si quiero una tableta de chocolate o un helado. Calculo rápido el tiempo de fusión de ambos y teniendo en cuenta el calor que desprenden nuestras bocas y los grados de congelación para el helado, este nos durará un suspiro. Prefiero chocolate.
Una tos a mi espalda me hace pegar un salto y cerrar la nevera de golpe. Madre mía, que vergüenza con Billy, yo mato a Andrew por haberme convencido de pasearme desnuda por la casa.
No se me ocurre nada inteligente que decir, mentira o no, me he quedado muda. Puedo hacerme la sonámbula, que duerma sin ropa no tiene que molestarle a nadie. Y como mañana ya me voy, y no tendré que verle la cara en más de tres semanas, podré olvidar que el marido de mi madre, ahora que me caía bien y podía empezar a verlo como un padre, me ha visto...
Tengo ganas de llorar.
—Echaré de menos ese culito.
Me giro cabreada. Andrew no ha podido hacerme esto, ¡qué acabo de escupir el corazón, joder!
Y va y me mira, mientras se muerde el labio inferior, como si hubiese tenido gracia.
Tengo en la mano una tableta de chocolate, no puedo chocarlo pero de igual modo se la tiro. Andrew la esquiva, riendo. ¿Y encima él tiene el pantalón del pijama puesto?, será...
Ha venido hasta mí para controlar mis manos, que siguen en movimiento tratando de alcanzarle la cara. Que se la deje arañar, total, si va a estar igual de guapo.
—Me has acojonado, imbécil.
Me tiene sujeta entre sus brazos. Quiere besarme, pero me niego, tuerzo la boca. Él ríe y lo intenta de nuevo, encontrando la misma respuesta hacia el otro lado.
—¿Voy a tener que obligarte? —Pregunta sonriendo. No parece importarle tener que hacerlo.
—Tú verás –le digo levantando una ceja. Estoy enfadada y va a tener que emplearse a fondo. No crea que porque me muera por él, sea súper feliz a su lado y quiera tener sus "Baker" en el futuro, no le voy a hacer rabiar un poco.
Pelearé con todas mis fuerzas.
Pero no me obliga a nada, al contrario, su maña es de lo más eficiente. Esconde su boca en mi hombro y aspira mi aroma, con un ruidito de lo más sexi. El calorcito de su aliento hace maravillas en mí. Me deja mansita, totalmente agilipollada para que él pueda comerme la boca. Tampoco ha sido para ponerme así, le gusta mi culo, ¿qué hay de malo en que quiera verlo?
Cuando amanece, conseguimos despegarnos. Seguimos en la cama, pero la última hora solo han sido besos y caricias mientras hablábamos.
Todo de lo más dulce, pero sin dejar de ser excitante.
Y presiento que he vivido una noche que recordaré mientras viva, con una sonrisa en la boca así Andrew esté o no a mi lado para recordarla conmigo.
No quiero pensar en la despedida, lo único seguro es que estamos aquí, juntos, pero es inevitable no hacerlo porque también es una realidad que en unas horas tengo que irme. Nuestras vidas continuaran por separado hasta que encontremos el punto de intersección en ellas. Parece mentira, pero los cálculos me fallan, no soy capaz de formular el tiempo que necesitaremos, ni en el lugar en el que se dará nuestra unión. Una incógnita que me duele.
—Deja de pensar en eso —me pide con una nueva caricia en mi mejilla.
—¿Tú no lo haces? —Me incorporo sobre el codo, para mirarle a los ojos. ¿Se puede llegar a extrañar un color de ojos? Porque creo que yo sí lo haré.
—Sí, pero prefiero pensar en ti, y en lo feliz que me has hecho hoy. En lo feliz que todavía puedes hacerme —me dice metiendo ahora la nariz en mi cuello y una de sus manos entre mis piernas.
—Qué astuto eres, Baker. Tendrás que dejar de decir esas cosas o no querré irme.
Andrew se ríe a carcajadas, que yo me como a besos antes de sentarme sobre su estómago. Nos cogemos de las manos, cruzando nuestros dedos.
—Esa es la idea, que te quedes a mi lado —dice moviendo ambas cejas.
—Dime algo que sea una realidad, Andy, porque no puedo quedarme contigo —me quejo con cara de pena, que para más pena todavía, no es fingida.
—Ven aquí. —Me coge la cara con ambas manos y me hace besarlo—. Tarde o temprano estaremos en el mismo lugar, será nuestra recompensa.
—Pues espero que sea muy grande —le digo en una nueva queja.
—¿Te parece suficiente, toda la vida juntos? Porque quizás acabes harta de mí. Mira que pienso respirar mucho tiempo, y aunque Jake no lo crea, llegaré a viejo súper cachondo y enamorado de este culito.
He empezado a llorar hace un rato, pero al final me hace reír, cuando me coge el culo.
Vale, creo en él, merecerá la pena el tiempo que ahora estemos separados. Y aunque el culo se me caiga cuando me haga, mucho, mucho más mayor, sé que Andrew estará ahí como un viejo verde, observándomelo.
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¡OOOOh!, el viaje llega a su fin. 🥺, no lo parecía. Elena regresa con su margarita en un Sí👏🏼
Pero lo que no va a terminar es la confíanza que ella ha depositado en Andrew durante la noche😍, al contrario, y además le queda pendiente la despedida entre ellos, que me dará para todo el capítulo siguiente jajajaj
Nada ardiente, mucho de ilusión, 🤦🏼♀️ rosa moña como diría Ruth jajaj
¡Vamos! 😜
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