Capítulo 11 C
TODA MENTIRA TIENE SUS CONSECUENCIAS.
—Está bien, no quiero saber más.
No, porque sé de sobra que ese apoyo él lo ha recibido en una cama, no en un bar con dos mojitos, dos bailes y dos besitos. Andrew baja la mirada y no tiene por qué. Yo traté de hacer algo parecido con Javi, claro que no veo yo a Javi con la intención de hacerme daño por despecho.
—¿Y por qué ha metido a Camille en toda esta mierda?
Madre mía, Ámber es más retorcida que cualquier personaje malvado de película de sobremesa, de buena gana le sacaba uno a uno los dientes para que no le brillasen más. Nunca entenderé a las personas que no saben retirarse a tiempo en la búsqueda del amor, porque no todo en esta vida está justificado como oportunidad.
«Date a valer, hija de puta, que tengo una hija y has estado a punto de dejarla huérfana».
Solo abogaré por un amor por el que luchar a cuchillo y dientes. Y ese es el amor propio.
Y no creo que Ámber, con la mente tan chunga que tiene, termine por valorarse. Es una lástima, es una acelga muy bonita con posibilidades de gustar si no hace daño.
—Para eso estamos aquí, para desmentir a la camarera ¿me acompañas a averiguarlo? —Pregunta esperanzado, saliendo ya del coche.
Cojo la mano que me ofrece y salgo con él. Lo miro un momento, y luego acaricio su cara antes de darle un beso tierno en los labios.
—Te acompaño solo porque quiero saber en qué pensaba Camille para dejarte escapar —le digo sonriendo junto a su boca.
—Bueno, eso te lo puedo decir yo. —Y me agarra del culo con posesión, para besarme luego la oreja, al tiempo que me dice—: Nunca la miré como te miro a ti, y se hartó.
Decididamente, hoy comienzo a olvidar mis miedos. ¿En serio Andrew estuvo alguna vez casado?
Subimos en el ascensor con Jacob, los otros dos hombres esperan abajo. Andrew no me lo ha dicho, pero sé que están aquí con nosotros por mí, todo será poco para que Ámber no se me acerque ahora que están a punto de pillarla.
Mientras llegamos al sexto piso, le pregunto a Andrew si esa era la casa que ambos compartieron, y me contesta que no, que la suya está en venta. Me relajo un poco. Empiezo a olvidar a Camille, pero no creo que lo consiga si los imagino en cada lugar que vea de esa casa.
Y no hablo de follar, eso es lo de menos, porque hasta el suelo sirve para hacerlo, hablo de lugares íntimos, de los dos en complicidad. No soportaría ver el sofá que una vez compartieron, mientras se relajaban de un duro día de trabajo, o la mesa en la que desayunaban, para comenzar un nuevo día juntos. Porque quiero construir mis recuerdos con él sin tener en cuenta que ya los hubo con otra.
Cuando llamamos a la puerta, quien la abre es un hombre. No siento reacción alguna por parte Andrew, que me sostiene la mano de lo más tranquilo, así que adivino que lo conoce.
—Rick —saluda Jacob.
—Jake, Andy —contesta él al saludo, y nos hace entrar.
Demasiados diminutivos he oído y demasiado afecto se palpa en ellos.
Entramos y pasamos a un salón enorme, dividido en comedor. Todo está muy limpio, muy bien puesto. No me voy a comparar con ella, yo sabiendo que tendré visita también paso el trapito para el polvo y recojo por encima. Apuesto a que si abro algún mueble, caerán porquerías que Camille ha quitado de en medio con las prisas.
Andrew me agarra por la cintura cuando ve que estoy mirándolo todo, incluso a este hombre tan mono le he pasado revista. ¿Celoso de él? No lo creo, pero si me aprieta un poco más, me deja sin respiración. Lo estoy mirando mucho, lo sé, pero me puede la intriga.
—¿Qué tal todo por la Agencia?
Ya está, de ahí se conocen.
—Venimos a hablar con Camille —dice Andrew muy serio.
Ahora soy yo la que agarro su cintura, el nombre de ella en sus labios me sigue dando repelús, y si esa mujer va a aparecer de un momento a otro, mejor me sujeto a él para no caerme. ¿Puedo empezar mañana a olvidarme de ella?
—Sí, me lo ha dicho. ¿Queréis tomar algo mientras viene?
—No es una visita de amigos, Richard. —Andrew no es como Jacob y prefiere mantener distancias, con el nombre y con aceptar la invitación.
Y me parece bien, cuanto menos tardemos, antes nos iremos de esta casa, y antes estaré a solas con Andrew.
—Lo entiendo.
Pues yo no, que alguien me explique por favor, porque no creo que Andrew sea así de cortante y seco con alguien que pudo ser su amigo, como Jacob, a menos que...
Un. Mo. Men. To.
¡Joder, ¿su amigo es el que se la pegó con ella?! ¿El de los cuernos?
Y en estas que entra al salón la gran incógnita de mi vida.
Por fin pongo cara, color de pelo, altura y hechura a la mujer que fue de Andrew. Por la que llevo meses penando en una comparación que ya no existe.
A ver, por orden: Camille es guapa, tiene el pelo castaño claro, mide aproximadamemte metro setenta, y... ahí me quedo en su descripción. Que su talla ahora es difícil de descifrar estando embarazada. ¿Embara... qué?
No lo sabía. ¿Quién lo sabía?
Miro a Andrew, a punto del colapso, yo, y él, que mira su barriga como si fuera la primera mujer de la historia en concebir un hijo, y no precisamente como la Virgen María. Solo por eso, por la cara que tiene mi guapo, sé que no es suyo.
No puedo calcular de cuánto está, yo tuve una barriga de Natalia muy pequeña hasta los seis meses y luego, ya al final, se me desbordó. La suya bien puede ser de más tiempo, lleva solo esos seis meses separada de Andrew.
—No hacemos nada aquí —dice Andrew mirando a Jacob—. Ya hemos comprobado que ella no pudo ser. La camarera no dio ese dato.
—Andy...
Él se aparta de Camille antes de que ella pueda tocarlo. Para ello tiene que soltarme.
—Ya sé todo lo que necesitaba saber, Cam. Disculpadme por haberos molestado.
Muy educado, muy tranquilo.
Andrew sale de la casa, y yo no sé qué hacer. Miro a Jacob para que me acompañe y salgamos también de aquí. Pero sigue mirando la barriga de esta mujer igual de flipado que Andrew o yo.
—¿De cuánto estás? —pregunta serio, Jacob.
Sin cortarse un pelo, el tal Rick contesta a esa pregunta cuando le echa la mano por los hombros a ella. ¡Coño, anda que me voy a equivocar!, es el padre de la criatura. Por eso la incomodidad de Andrew al verlo.
—Siento que Andy se haya enterado de esta manera —dice ella, parece que preocupada de verdad por él.
—No había una buena manera de contar esto, Cam.
Me veo envuelta en una conversación que no me incumbe y pido perdón para irme con Andrew.
Pero antes de correr escaleras abajo para alcanzarlo, oigo cómo Jacob le dice, cuando ella pregunta quién soy:
—La mujer de Andy.
Sonrío mientras bajo de dos en dos los escalones. Al menos así le queda claro a Camille que ahora Andrew tiene a alguien en su vida y que no tiene que volver a preocuparse nunca más por él. Que para eso ya estoy yo.
«No pensé que te dijera esto nunca, pero gracias, gracias, gracias, gracias, Cam. Ese niño te aleja de mí»
Llego a la planta baja justo cuando Andrew abre la puerta para salir. Me da tiempo a ver cómo se apoya con ambas manos en el techo del coche y esconde la cabeza entre sus hombros. La noticia de ese embarazo ha sido impactante hasta para mí, no puedo imaginar lo que habrá sido para él.
—Andy, cariño —le animo, cuando acaricio su nuca.
Él se da la vuelta y me besa con pasión. No puedo rechazarlo esta vez, no quiero. Soy yo la que lo animo a continuar, mientras le devoro boca. Tiene sus manos en mi mis mejillas, las mías le tiran del pelo. Muchas caricias buscando la provocación del otro, encontrando las propias ganas.
Y todo a plena luz del día, a los ojos de desconocidos.
Me aplasta contra el coche para que pueda sentirlo latir más abajo de mi ombligo. Se tensa en una dureza que me excita, que me hace gemir.
—No hacemos esto por ella, ¿verdad? —le pregunto cuando sustituye mi boca por el hueco de mi oído, y el lóbulo de mi oreja.
«Vale, vale, debo olvidarla, pero antes quiero un par de besitos más, de estos tan ricos».
—Nunca me sentí tan bien, Elena, nunca he sido tan libre —me dice con su nariz pegada a la mía, mirando en la profundidad de mis ojos.
Si no me vale su respuesta, es que soy tonta. Tengo al hombre que quiero, entregado a mis deseos, no puedo dejarlo ir.
Aunque necesito asegurarme una vez más.
Perdón por ser tan estúpida. Pero tantos hombres que encontré antes de él, y que prometían ser el perfecto, pesan a la hora de creerme que por fin lo haya encontrado.
—¿De verdad, únicamente estamos tú y yo? —pregunto con una enorme sonrisa.
—Bueno, exactamemte... —¿parece pensarlo?—. Tú, yo y Natalia. Y todos los Baker que quieras tener conmigo, y nuestros padres, por supuesto, y tendré que contar con Jacob también, porque tú tendrás a Ruth, y supongo que a Esperanza...
—Idiota —le digo riendo a carcajadas, porque me había asustado.
Para empezar a cimentar una relación me parece la mejor idea. Cuantos más pilares seamos más firme será nuestra vida común, más lucharemos para mantenerla en pie.
¿Con dos Baker más estaría bien?
—Aquí está todo hecho, podéis iros ya a un hotel.
—Vete a la mierda, Jake.
Jacob está en plan gracioso y se está ganando la hostia de mi guapo. Claro, que razón no le falta, estábamos comiéndonos la boca como dos críos cachondos.
Me río cuando Andrew esconde la cabeza en mi hombro y me pide que no me mueva. Le va costar darse la vuelta, sintiendo cómo siento lo duro que está.
—Bueno, ¿qué? —dice Jacob subiendo al coche por la otra puerta—. ¿Os llevo a uno, o venís conmigo a detener a Ámber?
Pero bueno, ¿tan mala detective soy que cualquiera adivina antes que yo, quién es la culpable de todo? Solo me falta descubrir que Rachel me dio ese contrato a conciencia porque también lo sabía.
Bueno, ya me enteraré luego cuando la vea.
Por lo pronto a un hotel no necesito ir todavía, quiero litros de café, que anoche dormí poco. Se lo digo a Andrew, y le invito a continuar con nuestros planes de pasear por los jardines Picadilly con un café para llevar. Él, que no veo yo que desayunara mucho esta mañana, cuando no me vio en la casa, acepta.
Y golpea el techo del coche para decirle a su amigo que se vaya sin nosotros que vamos a parar antes en el hotel de aquí al lado.
Me río al ver la cara de Jacob.
«¿Qué te pensabas, Jacob? Que el guapo me conquistó, además de por guapo, por su sentido del humor, chaval. No quieras saber dónde me hace también cosquillas con los dedos».
Cuando ya camino de la mano de Andrew decido que quiero mejor champán que café. Mis fantasmas de relaciones casadas al fin descansan en paz, y tengo que celebrarlo.
**********💝💝💝💝💝**********
Hola, hola 🙋🏼♀️ ¿cómo vais?
Camille no se merecía más de una frase😠. ¿Estás conmigo en eso? Y que conste que se la he dado porque tenía curiosidad de lo que había pasado con ella, me vino bien meterla para que Elena se dejase de tonterías jajajajaj
Y ahora a por la acelga👏🏼👏🏼👏🏼..... vienes a por ella????
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro