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Capítulo 11 B


EL DOLOR DE UNA MENTIRA.

Voy en un coche todo terreno negro, en el asiento trasero. Estoy en medio, con Jacob a un lado y Andrew al otro. No puedo ni enfurruñarme y mirar por la ventanilla, me toparía con alguno de los dos y no voy a darles ese gusto de verme la cara de enfado.

     No se cómo piensan que voy a escapar de ellos.

     Nada más llegar al coche, ya nos esperaban dentro los otros dos empleados, Jacob tuvo la poca gracia de abrirnos la puerta, en plan chófer de la empresa que ya sé que no es, por la que primero entró Andrew y luego me deslizó a mí.

     —¿Y todo esto lo ha montado por Camille? —pregunta Jacob mirando a Andrew a través de mí. Ha tenido que echarse hacia delante.

     —Es así de infantil. Le da igual que estemos preocupados por ella.

     —Entonces, te auguro muchas pataletas, colega.

     —Yo espero que no sean tantas o tendrás que trabajar horas extras.

     Me muerdo la lengua, he dicho que no los miraría y no lo hago.

     Si en esas están, poli bueno, poli requetebueno —adivina quién es Andrew— van de culo conmigo. Tengo una hija de siete años, puedo mantener la vista al frente, mostrar indiferencia a lo que se diga al alrededor y seguir a lo mío. Hacer oídos sordos cuando te piden un perrito a esa edad requiere meses de entrenamiento.

     —A lo mejor no le ha quedado claro lo que sientes por ella.

     —Pues ya no sé qué más hacer.

     —¿Te has esforzado lo suficiente?, bueno, tú ya me entiendes. No estarás oxidado ahí abajo ¿no?

     Emito un ¡Ja! seco, uno que le diga a Andrew, alto y claro: "chúpate esa, guapo" y mantengo una sonrisa cruel.

     Aunque no es verdad lo que dice Jacob y voy a ser yo quien tarde en recuperarme de las agujetas que, aquí el guapo, me ha dejado este fin de semana.

     —¿Por qué no cierras tu estúpida boca, antes de que yo te la cierre a hostias? —contesta con el mar humor que le estoy dejando yo.

     —Si pusieras ese mismo ímpetu en demostrarle a Elena que la quieres, no estarías en estos problemas.

     Dejo de sonreír. Quiero girarme a la derecha, Andrew está ahí y quiero ver su cara cuando Jacob ha dicho que me quiere. Vale que tenía que habérmelo dicho él, pero me sirve, vaya que sí me sirve.

     Pero levanto aún más la barbilla, con la vista en el espejo retrovisor.

     —Tú y tus consejos, que precisamente son los que me han metido en este lío —dice cada vez más enfadado.

     —Oye, que yo no te dije que quedaras con tu ex a escondidas. Solo te dije que la llamaras.

     «Mmm. Interesante, volvemos a hablar de Camille. Vamos, chicos un poco más y me entero de todo. Podíais haberme traído un cartucho de palomitas, que aquí hay mucho que ver todavía»

     —Tenía que hacerlo, verle la cara cuando me lo dijera, no termino de creérmelo del todo.

     —Pues la testigo fue clara. Castaña, pelo corto y tatuaje en la muñeca derecha.

     Quiero preguntar. Preguntar por todo, ¿Quién tiene un tatuaje, Camille o la testigo? ¿Qué testigo, y de qué? ¿Qué no se cree Andrew, todavía? ¿Tiene que ver todo eso conmigo para que él no me lo contase? ¿Por culpa de la almendra? ¿Y Ámber entonces?, ¿qué pinta ella en todo esto? porque pintar pinta, la muy hija de puta, no va a venir Andrew con sus besos a convencerme de lo contrario cuando yo sé que fue ella.

     —Hay miles de mujeres con esas características en Mánchester.

     —Pero tú solo conoces a una, que para más señas, además, has estado casado con ella. La castaña que despierta los celos de tu nueva novia.

     Camille es la que tiene el tatuaje, fijo.

     Jacob, como jefe de seguridad, tendría que ser más discreto, que luego se queja que yo no le guardo los secretos. La sutileza parece que no es tampoco su fuerte, ¿me está viendo a su lado, o de verdad se cree que no le escucho?

     —Elena sabe lo que siento desde el primer día por ella, solo tiene que perder ese miedo estúpido que tiene a mi estado civil, porque nunca podré decir que no estuve casado.

     Por un segundo he girado la cabeza. Un mínimo segundo. Hasta darme cuenta que él me miraba, al decir todo eso, para luego dejar de mirarlo.

     —Sigo pensando que tienes que follar mejor —sentencia Jacob mirando por encima de mí, de nuevo. Esta vez puedo verle la cara, y cómo me guiña un ojo. Yo aprieto los labios o Andrew notará que sonrío.

     Ni discreto, ni sutil, Jacob quería que me enterase de todo esto.

     —Y yo sigo pensando que estarías más guapo callado, que mellado.

     Lo dudo, Jacob también es de esos guapos que no necesita dientes para gustar. Por lo visto Dios los crió y el Heaven Events los juntó.

     La risa de Jacob, a carcajadas, descarga un poco la tensión del coche, incluso de los que están delante, que sin participar del todo en la ridícula conversación se ríen también.

     No he preguntado a dónde vamos. Vale que junto a Andrew no tengo nada que temer ya, que me ha demostrado que él no dejará que me pase nada, pero cuando el coche se detiene, lo creo oportuno.

     —¿Dónde estamos?

     Y como si fuera invisible de verdad, todos me ignoran.

     Cada uno por su puerta, bajan del coche, y antes de que yo pueda salir por la puerta de Jacob, Andrew me coge la mano.

     —Prométeme que después de esto, hablarás conmigo antes de volver a huir de mí. Trato de asimilar que no siempre podré aliviar tus temores, pero si me los ocultas, entonces será cuando no podré hacer nada contra ellos

     Me la devuelve, ahora he sido yo la que no ha esperado a poder hablar con él. Esto es la pareja, tenemos que afrontar nuestros miedos junto al otro, no salír huyendo al mínimo indicio de dolor.

     —No sé a qué te refieres con "esto". Aún no me has dicho dónde estamos –le digo para tratar de arreglar mi cagada. De acuerdo, me quedo a su lado para afrontar mis miedos.

     —Vamos a hablar con Camille.

     —¿Yo? —Me revuelvo en el asiento. No me lo ha dicho en serio.

     No puedo, lo siento, ¿no podemos empezar por un temor más pequeñito, tipo cucarachas, cuando él las aplaste por mí?

     —No tengo nada que ocultarte de ella, y si anoche no te dije nada fue porque necesitaba estar seguro yo antes.

     Sigo negándome a salir del coche. ¿Cómo voy a ir yo a ver a esa mujer?

     —¿Asegurarte de qué?

     —La camarera acusa directamente a Camille de haberle dado dinero para que te hiciera comer almendras.

     Todo encaja ya, me da las respuestas que pedí. La mujer del tatuaje, la testigo y lo que Andrew todavía se niega a creer. Falta Ámber y cómo encaja ella en todo esto.

     —Pero has dicho que tú no piensas que ella haya sido...

     –¿Y tú?, ¿lo pensarías?

    ¿Es mi imaginación, o Andrew sabe a quién acusaría yo? Niego con la cabeza.

     —¿Qué razón tendría para creerlo, cuando a mí no me conoce?

     —Por eso precisamente estamos aquí, porque no tenías ninguna copa en la mano —me dice bajando la voz.

     —¿Qué? —estaba pensando en esa mujer todavía, en que después de todo nunca me metí entre ellos porque ya estaban sesparados, y no he entendido lo que me ha dicho.

     –Esa noche en la Galería. No tenías una copa en la mano y Ámber estaba mojada junto a ti.

     No es posible. Andrew lo ha sabido desde el primer momento. Me mareo. Mis tripas, las que mi Guapo ocupa, se retuercen de celos. De dolor.

     ¿Es por eso que no quería irse a trabajar y dejarme sola? Claro, entre ella y Andrew sí que me he metido. Pero ¿cómo de intenso fue lo suyo con ella, para que haya querido matarme?

     —Y solo eres un desastre a mi lado, Elena, que nadie me diga lo contrario. Tu electrones solo tiemblan conmigo —me dice acercando su cara a la mía.

     —Andrew... —recibo las caricias de sus labios en mi cuello, su aliento en mi mejilla. No quiero pensar en ellos, juntos, ahora no.

     —No tropezaste en la agencia, ¿verdad? Ella te empujó.

     —Me puso el pie —digo dolida.

     —Lo siento. Siento haberlo provocado.

     Es por eso que necesita encontrar al culpable, él se siente así.

     —No tengo nada que perdonarte, pero lo que no entiendo es por qué has montado todo el jaleo del restaurante, esos gritos en la agencia de ayer con ella... ¿Por qué?

     Le miro cuestionando esa reacción suya tan teatral.

     —Porque no tengo pruebas, y si hay algo que Ámber no dejaría caer con mala prensa, eso es su Organizadora. Ha trabajado duro por ella. Tenía que hacerla estallar. O todo por lo que había luchado hasta ahora, o seguir luchando por mí.

     —¿Y es la primera vez que te hace esto? —pregunto asustada.

     Andrew mueve la cabeza para afirmarlo.

     —Te dije que fue un gran apoyo en estas semanas que creí haberte perdido.

     La posibilidad de olvidarme, siempre estuvo ahí, ya fuera con su mujer o cualquier otra, pero no puedo negar que duele descubrirlo, que en cierto modo me deja tocada.

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Se va a saber todo? 😱
      Aquí es donde el triángulo se magnifica jajajajajaj
     Vamos Elena, sin miedo, arriésgate a ver a Camille👏🏼👏🏼👏🏼
Déjanos verla😜

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