Capítulo 10 B
VIGILA TUS MENTIRAS.
Parece que Rachel quiere tomarse un descanso de sus obligaciones, y un café, porque se prepara uno de la Nespresso, ofreciéndome a mí otro.
Con nuestras tazas ya humeantes nos sentamos en los cómodos sofás de la sala de espera. El Chester rojo es el que yo elijo. Me gustaría decirle a Rachel que no juegue con mi paciencia, pero apaciguo mis nervios con una sonrisa tras el borde de la taza cuando bebo, no quiero que se le acabe el chisme.
—Por cierto, ¿está usted con el señor Baker?, ¿cómo? —Pregunta con una curiosidad juguetona, levantando las cejas exageradamente.
—Rachel, ibas a contarme de Ámber.
—Oh, sí, perdone mi indiscreción, es verdad —dice roja de la vergüenza. No quiero que me tome por una jefa o algo así, me cae bien, pero se lo diré cuando me cuente ella primero, que estoy que me subo por las paredes de la espera—. La señorita Cock quiere pagar la factura del restaurante. Es de las que opinan que un juicio, más que beneficiar a la Organizadora con una indemnización, puede perjudicarnos con una mala publicidad de morosos.
—Te sigo.
Hasta aquí no es difícil. Solo es la diferencia de opiniones, entres socios, que los aleja en el trabajo. Me gusta la idea, cuanto más lejos estén, mejor.
—Al señor Baker le da igual la imagen de la Organizadora. Está empeñado en pedir explicaciones por la intoxicación que sufrió alguien, por la comida en mal estado.
Hace poco menos de una hora y media que he escupido un café, y no está bien que me caracterice por ello, así que lo trago con dificultad mientras analizo la información que me ha dado Rachel.
No fue una intoxicación, fue mi reacción alérgica. Andrew lo debe de estar pasando mal para considerar que necesita cortar una cabeza que alivie su culpa.
—¿El restaurante ha dicho algo?
—Pues figúrese. Que ellos no tienen la culpa, que hicieron todo como se les dijo en estas oficinas, y que si el señor Baker quiere meter en esto a los abogados, ellos meterán a la prensa.
—Entonces, Ámber tiene razón y una mala publicidad puede dañar la imagen de la agencia.
—Sí —me dice mirando el hueco de las escaleras por el que se pierde el corredor de las oficinas de Andrew y Ámber—. Te dejo, necesito volver a mi puesto.
Le sonrío cuando se marcha a su mesa. Yo me quedo pensativa.
No quiero que por mi culpa, porque después de todo no tenemos nada que lamentar, la Organizadora esté en el punto de mira de la prensa. Por otro lado, yo que trabajo para un restaurante como administradora, tampoco quiero que se penalice al restaurante. Si no cobra el servicio que dio a la Organizadora, son miles de euros, o libras, que tendrán de pérdidas.
En esas estoy, decidiendo si subir a darle la razón a Ámber o hacerme la tonta para no dañar a Andrew, cuando Jacob llega hasta la cafetera para hacerse un café. Me saluda con una sonrisa y se siente frente a mí.
—¿Qué te ocurre? —le pregunto al oír el quejido que emite al sentarse.
Me fijo en sus zapatos cuando cruza una de las piernas, están chorreando, ni si quiera me he dado cuenta de que entraba de la calle.
—Estoy agotado —cierra los ojos, echa la cabeza hacia atrás y sigue hablando—. Andy me tuvo todo el día de ayer trabajando, es un tirano.
Sonrío al oír que lo llama Andy, incluso lo de tirano suena a broma. Se nota que la confianza entre ellos como jefe y empleado es diferente a la que pueden tener Andrew y Rachel.
—¿De chófer? Si Andy no salió en todo el día. —Si son amigos lo sabrá, y me está vacilando.
Abre un ojo para mirarme, pero sin mover mucho la cabeza. Sonríe.
—¿Lo dices en serio? Soy el jefe de seguridad de la empresa. Me encargo de todo lo relacionado con la protección de sus eventos.
—¿De verdad? Pues no lo sabía. ¡Qué guay! ¿Y qué haces, exactamente?
Jacob se incorpora, apoya los codos en sus rodillas y me mira fijamente.
—Lo que sea que hago, no lo hice muy bien el sábado cuando te comiste esa almendra, preciosa.
—¿Qué? —definitivamente son amigos para saber que soy la causante del problema de la Organizadora.
Me quedo sin palabras.
—Llevo casi veinticuatro horas moviendo cielo y tierra en la puta Galería, para que me permitan acceder a los videos de seguridad del circuito cerrado. Pero al parecer no conozco suficientes jueces, fiscales o policías para obtener una orden de registro y he tenido que camelarme a una empleada para obtener una copia de esos videos esta mañana. Me los ha dado después de cenar, y desayunar con ella. Puedes hacerte una idea.
—Un trabajo muy guay. —Me río. Lo siento, tiene su gracia.
Este hombre es guapo, muy guapo con esa perilla tan cortita y tan peinadita. Seguro que a esa mujer no le costó poner sus condiciones a cambio de sentir las cosquillas de esos pelitos en su cuerpo.
—Y muy agotador —dice sonriendo, el muy pervertido.
—¿Pero es legal? —pregunto sin ganas de reír ya.
—Bueno, Andy no quiere que nadie se entere. Solo necesita saber quién lo hizo para poder pagar o no al restaurante sin ningún problema. No va a utilizar las imágenes en un juicio, ni nada por el estilo.
—¿Tenéis alguna hipótesis?
—Andy baraja un sabotaje a la Organizadora. Últimamente Heaven Evens, con lo pequeña que es, se está volviendo un incordio para los grandes del negocio. Les hemos quitado demasiados contratos, el más reciente el de la Galería de Arte. Así que quizá sea un topo del restaurante que trabaja para alguno de ellos.
—O de aquí —digo en defensa de esos empleados sin saber por qué, porque de parte de quien debería estar es de los empleados de Andrew.
—Lo dudo, pocos sabemos lo de tu alergia aquí en la agencia. Oye… Vas a guardarme el secreto, ¿no? creo que he hablado demasiado, y tu novio puede ser muy castrador.
—Sí, sí, claro. Te lo guardo —No quiero imaginar a Andrew haciéndole a Jacob nada que se pueda llamar así, para lo que necesite algo afilado, ¿acaba de llamarlo mi novio?
Jacob ríe a carcajadas hasta volver a echar la cabeza hacia atrás.
Y así me entero de que Rachel no maneja la misma información que Jacob, la suya fue más profesional que personal. Me fio más de este “empleado” , puesto que ha demostrado cierta complicidad con Andrew.
—Y ahora si me disculpas, tengo que ver en qué momento te comes la dichosa almendrita —no es un reproche, sonríe—. Solo venía a por un café. Voy a necesitar litros si quiero mantenerme despierto y ver los videos de las diecisiete cámaras de la Galería. Fueron cinco horas de inauguración —dice moviendo los hombros en claro gesto de repelús—. Un total de …
—Ochenta y cinco horas, campeón.
Y no hace falta tener cuarto de carrera de matemáticas para saberlo. Me río. Puedo apiadarme de él para que se vaya a dormir pronto, puedo decirle el minuto exacto, la cámara exacta, y la persona exacta que me ofreció la almendra, porque además me he acordado que Andrew y yo estuvimos en el triclinio romano una hora cenando, y hay imágenes que un amigo/empleado no debe ver de su amigo/jefe mientras besa a su novia/hermana.
—Jacob, espera. —Él se gira, cuando ya se marcha, sonriendo—. Cámaras de la sala del circo, sobre las diez de la noche. Una camarera, rubia de pelo corto, me ofrece canapés de crema de salmón con salsa de miel y mostaza.
—¡Qué asco! ¿Y te comiste eso de verdad?
—¡Jacob, céntrate! —le digo, y evito reír si quiero parecerle seria.
—Vale —se rinde—. Veo que la falta de aire no tuvo secuelas en tu memoria —dice riendo.
Lo llamo tonto cuando ya va frente al mostrador de Rachel. Me parece que ella no está muy por labor de trabajar hoy, porque lo retiene para tontear con él.
Estoy que no me lo creo todavía.
Me alegro que todo vaya a solucionarse en la Organizadora. Porque la imagen de la cámara le dará un nombre a Jacob, y esa camarera, como testigo, tendrá que justificar de dónde obtuvo la crema de salmón, aclarará si al restaurante se le pasó una receta con almendras o si alguien le pagó a ella para dármela.
**********💝💝💝💝💝**********
¿Qué tal? ¿Cómo llevamos esa búsqueda 🔎 del culpable de la almendra?, jajajaj😂
Venga vaaaa, seguro que ya lo habéis averiguado, después de todo es un romance💝 no un thriller jajajaja.
¿Quieres saber si tienes razón? Pues nada, nada, adelante, pasa al próximo capítulo jajaja👍🏼
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro