Preferí borrar tu recuerdo, a mancharlo de cualquier amargura.

Hoy, la alegría más sublime no tiene rostro, ni nombre, ni firma bajo las marcas que me mancillan. Las cicatrices aún duelen, porque aún queda el vacío de un corazón ausente.

Hoy quiero, evitando palabras tristes o dulces, sin saber cómo responder a los detalles. A suspiros que apagan mi cerebro sin brillo. A miradas que te atraviesan y te hacen sentir confundido.

No te culpes.

Yo no lo hago.

Fue el río Lete el que corrió por mis ojos, deslavando los sueños, las sombras y los rezos.

No amo.

Olvido.