Llegaste cuando más amaba, cuando la paciencia era constante en mi boca, cuando sentía tener todo en su lugar, cuando poseía la fuerza, el coraje y la voluntad; y creía tener de sobra para arriesgar.

Llegaste, como el viento, con tiempo y ternura; con una actitud inquebrantable ante los problemas y dispuesto a compartir todo lo que no podías darte el lujo de regalar.

Llegaste, y me demostraste que mi especie aún existía allá afuera, junto con la posibilidad real de llegar al futuro que quería para mi vida.

Pero, sólo llegaste...

Llegaste... y te llevaste lo mejor de mí.