Después de empezar a limitar y frenar mis demostraciones de afecto, creí que lograría convencerme de que te podría dejar de amar.

Después de borrar, quemar, pintar, reacomodar, redefinir, cambiar, sumar personas y actividades a mi vida—en fin, de alejarme lo más posible de ti, creí que lograría olvidar.

Pero un imperceptible roce me hizo sentir de nuevo pequeña, segura... y un inexistente aroma se apoderó de mi voluntad y conciencia. Tu mano fue una inesperada máquina del tiempo a donde tenías calor, olor y consistencia.

...

Odio que mi cuerpo no recibiera el memorándum de desechar y bloquear usuario.