Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Verdad Oculta

Dos años atrás, después de Nueva York.

Extrañé tanto Boston, extrañaba estar en mi hogar, me emocionaba la idea de llegar al aeropuerto y verte ahí esperándome como en las películas románticas que tanto me gusta, hice toda una escena en mi cabeza donde tu estabas esperándome con un ramo de rosas, tenías tu sonrisa tan encantadora, tus ojos llenos de emoción mientras me esperas con paciencia usando un saco negro, con tu bufanda gris cubriendo tu cuello, usando tus jeans negros y tus botas cafés, pensé que estarías ahí esperándome como yo lo quise.

Generé tantas expectativas que no me preparé para lo peor, solamente me emocioné mirando a un futuro creado por mi, no contemple las variantes, y aunque lo hubiera hecho en ninguna existía la posibilidad de no verte, no existía la posibilidad de que nadie fuera por mi al aeropuerto. Cuando bajé del avión mucha gente fue recibida por sus seres amados pero tu no estabas ahí para recibirme, no había nadie con un ramo de flores, no había nadie con una bella sonrisa esperándome, no era mi escena romántica, era en cambio una trise escena de una película de desamor, quise pensar que tal vez se te había hecho tarde, estabas atorado en el tráfico, así que me senté a esperarte por un tiempo, mis manos estaban frías a pesar de mis guantes y el frío ruborizaba mi cuerpo, usaba mi saco rosa y debajo de el una blusa de manga larga en color negro, combinaba con mis jeans que debajo de ellos llevaba unos leggins junto a mis botas negras, esperaba sentada hasta que, mejor decidí marcarte, un error mío.

El teléfono sonó y sonó en espera de tu respuesta, insistí no sé cuantas veces pero nadie respondía, solo se escuchaba ese maldito tono y después se cortaba dejando un vacío en mi corazón, triste miraba por las ventanas del aeropuerto viendo a un avión despegar, pensé en aquella libertad que tuve en Nueva York, una sensación que me abría un gran panorama en mi vida lleno de oportunidades no solamente laborales si no también en mi vida amorosa, conocí a muchos chicos, Nueva York está repleto de hombres hermosos, llenos de sorpresas y de un carisma único, cada uno es un mundo, tanto que ofrecer y mucho que dar, realmente amé Nueva York por su gente, por su forma de vivir al ser un centro cultural mundial te da esas opciones que jamás encontraras en otros lados, y no lo niego, tuve muchas oportunidades de ser infiel, y me vi tentada a hacerlo pero me mantuve en pie pensando en ti, pensando en nuestra relación y que no quise echar a perder nuestro tiempo juntos, tantas aventuras, tantas emociones y logros vividos que no quise echar a la basura pero ahora, ahora comienzo a dudar de si tomé la decisión correcta ¿Sigues enojado? ¿Qué tanto te puede durar el enojo? Cometí un error inocente aquella tarde, lo admito, pero no es para tener un enojo de tantas semanas, no es para que me ignores e incluso te olvides de mi como si yo fuese un objeto desechable.

Mis ojos estaban rojos, cristalinos llenos de lagrimas que poco a poco empezaban a correr por mis mejillas, trato de ocultarlo pero mis sollozos no ayudan mucho para tratar de mantenerme firme en mi lucha contras mis emociones negativas, me aferro a maleta sosteniéndome con rabia, traté de contenerme pero no pude, corrí hasta el baño con mis cosas, azoté la puerta y casi resbalo, hubiera caído al suelo si no me hubiera sostenido del lavabo, en el reflejo me veo, el maquillaje ya corre por mi cara, el color negro de este decora mi rostro marcando mi dolor, mi amargura e impotencia que me hace ahogarme en mi miseria. Jadeo ahogando mi llanto, agacho mi cabeza, no soportaba ver mi pena, no puedo verme ni siquiera en el espejo.

De pronto mi teléfono suena, lo dejé sonar hasta que colgaran, no me preocupe por ver quien era, estaba sentada en un baño calmando mi llanto, calmando a mis emociones que quieren fluir como agua libre por un rio caudaloso. La insistencia en las llamadas fue tanta que me obligó a responder sin ver el nombre, contesté queriendo ocultar mi llanto pero mi voz quebrada no ayudó demasiado, aun quería seguir llorando y cuando escuché la voz de quien era mi corazón se compadeció.

-¿Alessandra? ¿Sigues en el aeropuerto?- Su voz cálida, firme y gruesa me hace reconocer quien está detrás del teléfono-.

-Señor Meyer, si... Aún estoy aquí... Pensé que...-

-No digas nada, voy para allá, se paciente- El interrumpió como si supiera lo que pasaba, como si me hubiera escuchado llorar, esas cálidas palabras me hicieron sentirme segura, al menos había alguien que se preocupaba por mi y eso me ayudó a calmarme, tanto así que pronto me comencé a arreglar de nuevo quitando mi antiguo maquillaje y usando uno nuevo para ocultar mi tristeza, mis lágrimas y al menos estar presentable con mi suegro.

El no tardó en llegar, a pesar de la distancia apresuro el paso, el najo por mi hasta donde yo estaba sentada esperando viendo el cielo, viendo los grandes aviones que ya posaban sobre la pista, me recuerda a uno de mis hermanos que esta estudiando para ser piloto. Mientras pensaba en mi familia distrayéndome de esta horrible realidad me perdía entre un sueño producto del cansancio que cargaba, necesitaba una siesta, relajarme un poco y encontré este pequeño momento para caer profundamente dormida en aquel asiento de cuero del Mustang del Señor Meyer, no hubo más que silencio entre mi y el camino que recorríamos en medio de la noche que iluminada por la ciudad era menos intimidante.

Ya hago ahí, sentada en el sillón de la sala principal junto a la señora Meyer, ella me trajo un té, uno muy sabroso, es de manzana canela, su aroma me relaja y me tranquiliza, sin embargo yo quería estar en mi casa ya, solo esperaba a terminar mi té para tomar mi auto, este se había quedado con los Meyer, mi amado Camaro regalo de graduación de mis padres no podía dejarlo solo, tengo cariño a ese auto y lo cuido como si fuese un hijo mío, aprendí acerca de los carros, lo más básico para poder llevar su cuidado de la forma correcta y el señor Meyer junto a sus hijos me ayudan mucho acompañándome al mecánico cuando es necesario.

El momento se hizo más ameno cuando platicamos sobre mi viaje y mi experiencia en Nueva York, los tres sentados en la sala mientras de fondo suena música de los ochentas, música muy acorde a la noche y al momento que me hace olvidar mi trago amargo en el aeropuerto, me tranquilizan contándome sobre su viaje que hicieron a Nueva York cuando eran universitarios. En el Empire State fue donde el señor Meyer se le declaró a quien sería su acompañante de vida. Estar ahí, ver las luces tan brillantes y respirar ese aroma de frescura que brinda el gran patio me atrae a los recuerdos de mi infancia en nuestra casa de campo a las afueras de la hermosa ciudad de Milán, amo esa ciudad y esa casa hecha de madera tan grande y hermosa siempre va y viene en mis sueños, hace años que no voy, la carrera y el trabajo me tienen cautiva en esta hermosa ciudad de Boston y mientras pienso en esto, se escucha que un carro llega, el semblante del señor Meyer cambia, se pone de pie como si supiera quien es. Se disculpa dejándonos y sale, escucho la puerta abrirse pero nunca cerrarse.

No pasa mucho tiempo par escuchar al señor Meyer arremeter contra Ron, era el quien había llegado, la voz del padre de la casa es grave, sería e impulsiva, escuchas a un soldado hablar, si me preguntas a mi si a mi me hablaran con ese tono yo ni siquiera respondería pero Ron tuvo la decencia de hacerlo.

-¿No tenías algo más que hacer?- Pregunta el señor Meyer.

-No, hice todo lo importante en el día, si tuviera otra cosa que hacer la hubiera recordado si tuviera importancia- Esa es la importancia que el me da ¿Enserio? ¿No le importo y después así actúa?.

-Entonces tu novia no te importa? Se fue tres meses y ni siquiera la extrañas-.

-Ay papá, hablas como si ella se preocupara por mi. Además es una adulta, puede cuidarse sola, soy su novio, no su papá ni su niñero-.

Cada palabra que el dice me parte el corazón en pedazos, miles de pequeñas estacas se clavan en mi haciendo que un mar de sentimientos caigan sobre mi rompiéndome hasta hacer que suelte mis primeras lágrimas que quise contener pero no pude hacerlo, pronto la señora Meyer me da unos pañuelos y ahogo mi llanto a la par que ella me abraza pidiéndome no escucharlo, inventa excusas como que tal ves viene borracho o simplemente tuvo un mal día pero eso para mi no es cierto, conozco a mi novio, sé cuando tiene un mal día, sé cuando viene borracho o cuando está enojado pero escucharlo es darme cuenta de su tono burlón cuando habla de mi, como si el supiera que estoy ahí y con desamor habla de mi.

-Vas a entrar y te vas a disculpar con ella, es una orden y no dejes que mi actitud calmada te confunda, estoy tratando de ser lo más tranquilo posible-.

-Lo haré, pero no creas que lo hago de corazón, la verdad me importa un poco lo que ella piense-.

-¿Así que no te importo?- Ya hago parada en la puerta con mis manos en mi pecho, mis lagrimas han corrido mi maquillaje de nuevo, mis piernas tiemblan de impotencia, mi corazón se desase en un mar de infelicidad que me abruma como una tormenta oscura que azota con fuerza a mi alrededor.

-No es lo que quise decir- Saca su sonrisa coqueta pero con vergüenza, se acerca a mi estirando su mano -Te ves mal ¿Qué te pasó? Creo que después de todo si necesitas quien te cuide-.

De pronto mi mano golpeo contra su mejilla, el golpe se escucho en seco, su mejilla trono y por su expresión deduje que logré mi cometido, la antes mencionada se ve roja, esto por dentro me da satisfacción, no la suficiente para curar mi corazón herido, pero tan pronto lo hice voy hacia mi auto.

-Soy tu novia y me debes respeto- Dije antes de irme al auto, miro a los señores Meyer a los cuales les doy un agradecimiento -Gracias, son los mejores suegros que alguien puede pedir, espero me disculpen- Subo a mi auto arrancando escuchando como las llantas patinan en las piedras y después me impulsan a salir de ahí lo más rápido posible soltando ahora sí mi llanto que me estaba ahogando desde que el llegó, no entiendo nada, su cambio de actitud, sus tratos hacia mi, todo esto me provoca un dolor de cabeza, me apachurra mi corazón y me ahoga en un mar oscuro que lo único que hace es hacerme culpable de toda esta situación, pronto me empezaría a culpar por no estar ahí para o por no ser lo suficiente para el, no sé como actuar, no hay alguien con quien pueda hablar, con quien pueda sacar esto de mi pecho y me abruma demasiado no poder expresarme, tener un hombro donde pueda llorar, no tener alguien que te escuche y te diga que no es el fin.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro