Querida Emma, mi amada hermana, apenas pude salir de Chicago, las tormentas de nieve hicieron imposible mi partida en el día acordado, ni siquiera en auto pude llegar lejos, paré y regresé a un hotel en el centro de la ciudad. Sin embargo, debo decirte que mi estadía en Chicago no fue tan mala como lo parece, estar aquí me resultó gratificante, pude planear de mejor manera el resto de viaje, no lo haré como nuestro padre lo hizo, no, lo haré de una forma en la que pueda visitar a cada miembro de mi antiguos equipo, a antiguos amigos los cuales olvidé por un tiempo. 

Siguiendo las indicaciones de John, en Chicago encontré a Jackson, un hombre de color con una gran habilidad siendo nuestro artillero, pero con el corazón más grande que jamás haya conocido, el Primer Oficial Meyer lo apodo como el Gran Jack, un apodo digno de aquel hombre quien siempre rezaba por nosotros, quien nos abría camino en los largos viajes llevándonos seguros hasta la base.

Me quedé en la casa del Gran Jack por una semana, me ofreció la habitación de invitados ubicada en su ático, sonará incómodo, a decir verdad fue todo lo contrario, me resultó más confortable que cualquier habitación de hotel. Me quedé tiempo de más por las antiguas observaciones hechas, sin embargo, el Gran Jack me trajo grandes recuerdos, no solo de nuestros viejos tiempos siendo Marines, si no cuando tu y yo éramos niños, cuando en los días de descanso papá nos daba tareas domesticas ¿Recuerdas que nos llevaba todo el día hacerlas? A mi me tocaba siempre acomodar el jardín, ayudar con el garaje, arreglar el auto con papá y también revisar el tejado, hacíamos lo mismo cada fin de semana conociendo ya nuestra rutina, nos molestaba mucho hacer esto porque queríamos usar nuestros días libres para descansar pero papá solía decirnos "Descansaran cuando la tierra los reclame", llevo conmigo esa frase, y es verdad, después de dejar de ser un infante que solo corre y juega por la vida, esta misma te enfrasca en una constante, una constante que te persigue por toda vida hasta llegar a ser un anciano que apenas pueda moverse. 

Ahora tengo esos recuerdos con una vieja sensación de no aprovechar al máximo esos días, pienso al menos yo que no lo hice así, aunque amaba estar con papá aprendiendo nuevas cosas, siento que pude sacar mayor provecho. Vi a Jack son sus hijos haciendo esas actividades, quitando la nieve, arreglando el patio, revisando si la casa no tenía algo que arreglarse y me llevó a eso momentos. Platicando con la esposa de Jack, una chica blanca de nombre Aranza, me contó como este Jack desde su retirada de la Marina se dedicó a sus hijos, como el siempre hacía el tiempo necesario para tener al menos una o dos horas diarias con sus hijos, y en donde cuenta historias de su vida en la Marina destacándome a mi como un gran líder, siempre exagerando, me provoca una risa interna escuchar esos comentarios, siento que solamente hice mi trabajo, solo seguía mis instintos como Marine.  Aunque acepto los halagos hechos por Jackson, creo que suben un poco mi ego, me hace sentir mejor saber cuanto me aprecian.

Por las noches, cuando los niños dormían, Jack, junto Aranza nos quedábamos en la sala platicando, en una clase de pequeña reunión donde conocí la historia entre ellos dos, una historia particular pero que de igual manera me encantó tanto como la de John. Dicha historia entre Jack y Aranza nos lleva a los primeros años de Jack viviendo en Chicago, ellos dos eran vecinos, en un principio ninguno se podía aguantar, solo se la pasaban molestándose con bromas pesadas entre la escuela y el vecindario, cada día se ponían creativos con nuevas formas de provocarse el uno al otro hasta que sus bromas los llevó a ser castigados enviándolos a la sala de castigos. Por un rato se quedaron callados entre ellos, pero, el tiempo hizo lo suyo y poco a poco empezaron a hablar hasta que sin darse cuenta eran los mejores amigos, amigos inseparables. Todo cambio cuando Jack se enlista en la Marina, esto lastimó a Aranza quien se arrepintió de jamás confesarle el amor que ella sentía por el. Aranza se acercó a el donde le hizo una promesa que si regresaba, esta lo estaría esperando, que jamás tendría ojos para otro hombre pero lo único que pedía era verlo sano y salvo, no se perdonaría perderlo. Ambos así lo juraron, y casi dos años después, los dos comenzaron un noviazgo que culmino con una hermosa familia con tres hijos.   

Estar en un ambiente familiar me trae recuerdos, me lleva a los momentos donde la vida fue fácil, donde podías relajarte sin importarte el mañana, sin pensar en como le harás para el próximo mes con el dinero. Reflexioné muchas cosas estando varado en Chicago, me doy cuenta de las acciones pequeñas, esas que no consideramos para nada pero que al final son las que más importan, como por ejemplo el tiempo con mamá y papá o cuando en la helada noche del desierto atrapados en medio de fuego enemigo logramos salir vivos, fue una historia que Aranza junto a Jack me recordaron alegando que mis acciones fueron las que le dieron una vida juntos. Yo no lo veo así, todos tuvimos algo que ver con aquella retirad, creo que nuestra fuerza de voluntad fue la que marcó la diferencia entre morir o vivir, cada quien llevaba en su cabeza a quien más amaba, yo por ejemplo pensaba en ti, en mis padres, pensaba en que no quería romper mi promesa de volverte a ver, no pensaba dejarte sola, y fue lo que me mantuvo enfocado, también no quería romper los lazos de mis soldados con sus familias, todo me llevó a elegir una opción arriesgada, pero que nos salvó la vida, mis hombres se arroparon, se protegieron haciendo esto más fácil, como un equipo creamos una distracción, ninguno se quedó atrás mientras los talibanes disparaban como si estuvieran en una enfrascada batalla de nunca acabar, no descansarían hasta matarnos, estaban determinados a eliminarnos. En ese momento hirieron a Jack en el hombro, yo lo apoyé sobre mi, y lo ayudé a escapar mientras intentaba disparar gritando a mis hombres que se fueran, que avanzaron lo más rápido posible, pero ellos regresaron a cubrirnos y John me ayudó con Jack a llevarlo hasta un punto seguro donde fuimos rescatados por un helicóptero.

No me puedo llevar todos los aplausos, cada uno hizo su parte esa noche, y afortunadamente salimos vivos, creo que esa noche la que al final logró unir aun más al equipo creando una clase de hermandad donde cada uno cuidaba al oro, Aranza soltaba lágrimas escuchando esa historia, yo solo la veo como una más de todas las que tuvimos, seguramente Jack ya les contó la gran mayoría, es un héroe de guerra, como cualquier guerrero, las historias jamás van a acabar.

Cuando partí después de los dos días de tormenta me sentí extraño, como cuando dejé la casa pro primera vez, me sentí arropado, extrañamente me sentí como si yo fuese parte de esa familia. Pensé durante este tiempo si algún día yo podría formar una familia así, desde hace años que al amor no le doy la importancia que este necesita, creo que no llegué a considerar como algo importante para mi, y es extraño que ahora piense en el ¿Sera que mi cabeza ahora esta más libre? Me doy cuenta de eso, de los pequeños placeres de la vida que me perdí y vuelvo a conocer. 

Con esto doy por finalizada esta carta, espero volverte a escribir lo más pronto posible, mi siguiente destino será Boston, iré en auto tratando de conocer aún más estos bellos estados del norte. 

Con amor Nathan, tu querido hermano.