омега (Omega)
▎Capítulo 16
Jeongin se encontraba en la entrada del elegante restaurante, el aire era denso con la fragancia de la comida y el murmullo de conversaciones animadas. Se ajustó la chaqueta, sintiendo que cada movimiento lo acercaba más a la confrontación que había estado evitando. Había llegado el momento de cumplir su parte del trato. Al entrar, sus ojos se posaron en una mesa al fondo, donde su contacto lo esperaba con una expresión impasible.
—¿Qué tal? —saludó Jeongin, tomando asiento frente al hombre.
El sujeto, un Alfa de mirada fría y calculadora, lo observó fijamente.
—¿Qué has resuelto? —preguntó con voz grave.
Jeongin respiró hondo, sintiendo cómo la tensión aumentaba en su pecho.
—En dos días, Hyunjin morirá —respondió con firmeza.
El Alfa asintió lentamente, como si procesara la información.
—Esperaba resultados —dijo finalmente, inclinándose hacia adelante con interés.
Jeongin mantuvo la mirada fija en él, sin mostrar ningún signo de debilidad.
—Así será —confirmó, sintiendo que cada palabra lo acercaba más a su objetivo.
El hombre sonrió, satisfecho. Se levantó de la mesa y se alejó sin decir una palabra más. Jeongin lo observó marcharse, sintiendo que un peso se levantaba de sus hombros. Sin embargo, no podía relajarse aún. Sacó su teléfono y envió un mensaje a Hyunjin: “Prepárense. Todo está en marcha.”
Por otro lado, Hyunjin se encontraba en un callejón oscuro, esperando a que el Alfa apareciera. Su corazón latía con fuerza; sabía que estaba cerca de descubrir la verdad detrás de toda esta conspiración. Cuando finalmente el Alfa hizo su aparición, Hyunjin lo saludó.
—Hola —dijo, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos.
El Alfa, sorprendido por la presencia de Hyunjin, intentó correr en dirección opuesta. Pero antes de que pudiera avanzar, Minho apareció bloqueando su camino.
—No tan rápido —dijo Minho con una expresión seria.
Detrás de él, Félix y Changbin también aparecieron, apuntando al Alfa con subfusiles. La tensión en el aire era palpable.
—¿A dónde crees que vas? —preguntó Félix con voz amenazante.
El Alfa levantó las manos en señal de rendición, pero su sonrisa despectiva no desapareció.
—Esto no terminará bien para ustedes —murmuró mientras lo esposaban y lo llevaban hacia la mansión.
Al llegar, el Alfa continuó sonriendo, incluso cuando lo metieron en una habitación oscura.
—Hyunjin no se librará de su muerte —dijo desafiante.
Hyunjin se acercó a él, tratando de mantener la calma.
—¿Quién te envió? —preguntó con voz firme.
El Alfa soltó una risa burlona.
—No diré nada. No hablo con traidores.
Jeongin apareció en ese momento, sosteniendo un puñal afilado con determinación.
—Ya te he advertido sobre dónde iría el puñal —dijo Jeongin, acercándose peligrosamente al Alfa.
El sujeto se encogió de hombros, desestimando la amenaza.
—No tengo nada que decirte. Pronto enviarán a otro sicario para matarte. Hyunjin, vas a perderlo todo. No entiendes que todos quieren estar donde tú estás. Incluso el maldito zar te tiene respeto —dijo el Alfa con desdén.
Hyunjin sonrió con confianza.
—No se trata del puesto, sino de la persona que lo ocupa —respondió, dejando claro que no tenía miedo.
La noche avanzó y las luces de la mansión brillaban intensamente. Hyunjin se sentó en el sofá del salón principal, sumido en sus pensamientos. Fue entonces cuando Jeongin se unió a él, tomando asiento a su lado.
—¿Estás bien? —preguntó Hyunjin, observando cómo Jeongin parecía distraído.
Jeongin le devolvió la mirada, pero había algo en su expresión que no le gustaba a Hyunjin.
—¿Y tú? —respondió Jeongin evasivamente.
—Te noto extraño —dijo Hyunjin, frunciendo el ceño.
—Solo tengo un dolor de cabeza. Es normal —replicó Jeongin con un gesto desinteresado.
Un silencio incómodo llenó el espacio entre ellos. Finalmente, Jeongin rompió el hielo.
—¿Aún estás enojado? —preguntó con cautela.
Hyunjin levantó una ceja.
—¿Debería estarlo? —respondió retadoramente.
Jeongin se encogió de hombros.
—Créeme cuando digo que ahora soy diferente —dijo, intentando sonar convincente.
Hyunjin lo miró fijamente, como si buscara alguna señal de sinceridad en sus ojos.
—Demuéstramelo —dijo finalmente, acercándose un poco más a él.
Estaban a punto de darse un beso cuando, de repente, la puerta fue volada por los aires. Un Omega de cabello gris y un suéter largo azul brillante entró rápidamente al salón, llevando consigo dos subfusiles. Minho y Changbin aparecieron al instante, apuntando al extraño con seriedad.
—Ey, la seguridad de esta mansión es bastante interesante —dijo el Omega con una sonrisa traviesa.
Changbin frunció el ceño y preguntó:
—¿Qué pasó con los guardias?
El Omega sonrió aún más ampliamente.
—Los noqueé. Estoy seguro de que no los... ¡SUNBAEEE! —gritó repentinamente mientras abrazaba a Jeongin con fuerza.
Jeongin quedó en shock por un momento antes de reaccionar.
—¿Qué haces aquí? —preguntó sorprendido.
El Omega se separó un poco y miró a Jeongin con preocupación.
—Te estuve buscando. No quería que te asesinaran —respondió el Omega rápidamente.
Jeongin frunció el ceño.
—¿De qué hablas? —preguntó confuso.
El Omega respiró hondo antes de continuar:
—Te están acusando de homicidio por la muerte del coronel Lee.
Jeongin se tambaleó un poco ante la revelación y Minho preguntó:
—¿Quién demonios es este?
Jeongin reaccionó rápidamente:
—Es un subalterno que tuve cuando estaba en el ejército, han Jisung... —explicó apresuradamente.
El Omega peligris asintió y añadió:
—Y también soy su mejor amigo —Dijo guiñandole el ojo al alfa rubio.
Hyunjin miró a Jeongin, confundido por lo que acababa de escuchar.
—¿De qué esta hablando? —preguntó, tratando de entender la situación.
Jeongin bajó la cabeza, sintiendo cómo la culpa lo invadía.
—La razón por la cual me fugue del ejército es porque me culparon de la muerte de mi propio coronel —confesó con voz baja y temblorosa.
El Omega asintió solemnemente y dijo:
—Lo encontré después de investigar bien. Pero otros pudieron haberlo encontrado también...
Jeongin suspiró profundamente, sintiéndose abrumado por todo lo que estaba sucediendo.
—Un problema a la vez. Primero resolveremos esto... —comenzó a decir, pero no pudo completar la frase ya que se desmayó súbitamente, cayendo al suelo sin previo aviso.
Hyunjin se levantó rápidamente, alarmado por lo que había sucedido.
—¡Jeongin! —gritó mientras corría hacia él, sintiendo cómo su corazón se aceleraba por el miedo y la preocupación.
El Omega peligris observaba con preocupación mientras Minho y Changbin intentaban ayudar a Jeongin a levantarse. La situación se había vuelto caótica y peligrosa en cuestión de segundos.
“Esto no puede estar pasando,” pensaba Hyunjin mientras trataba de mantener la calma en medio del caos que los rodeaba. Tenía que encontrar respuestas y proteger a aquellos que amaba antes de que fuera demasiado tarde.
¿Por qué...?
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