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▎Capítulo 11

El aroma del café recién hecho y el sonido de los huevos chisporroteando en la sartén llenaban la cocina. Jeongin se movía con destreza, mientras Hyunjin lo observaba desde la mesa, con una sonrisa que iluminaba su rostro. Era un momento de paz, un respiro en medio del caos que había rodeado sus vidas en las últimas semanas.

—¿Te gustaría un poco de tocino? —preguntó Jeongin, volviéndose hacia Hyunjin con una ceja levantada.

—Siempre —respondió Hyunjin, bromeando—. Pero solo si lo cocinas tú.

Jeongin rió, sintiéndose más ligero. La risa de Hyunjin era contagiosa, y por un momento, ¿Cuanto tiempo duraría aquello? Se cuestionó jeongin. Sin embargo, la tranquilidad no duró mucho. Mientras servía el desayuno, Jeongin sintió una punzada de ansiedad en su pecho.

—Oye, tengo que decirte algo —dijo Jeongin, girándose para mirar a Hyunjin.

—¿Qué pasa? —preguntó Hyunjin, su expresión cambiando a una de preocupación.

—Voy a ver a un amigo más tarde, a un bar cerca del bosque —anunció Jeongin, sintiendo que las palabras se atascaban en su garganta.

Hyunjin frunció el ceño. —¿Por qué no me dijiste antes? ¿Puedo acompañarte?

Jeongin dudó un momento. No quería que Hyunjin se preocupara, pero también sabía que no podía ocultarle nada. Finalmente, asintió.

—Claro, puedes venir. Solo... no sé cuánto tiempo estaré.

Después de terminar, ambos se prepararon y se dirigieron hacia el bar. El camino estaba cubierto de nieve fresca, y el aire frío les cortaba la respiración. A medida que se acercaban al bar, Jeongin sintió cómo su corazón latía con fuerza; no estaba seguro de lo que iba a suceder.

Una vez frente al bar, Jeongin se detuvo y miró a Hyunjin. —Es mejor que me esperes aquí afuera, solo es un viejo amigo del ejército —Mintió.

—¿Estás seguro? —preguntó Hyunjin, su preocupación evidente.

—Sí, estaré bien. Solo será un rato —aseguró Jeongin antes de entrar —No te preocupes.

El interior del bar era oscuro y acogedor, con luces tenues que iluminaban las caras cansadas de los clientes. Jeongin se dirigió hacia una mesa en la esquina donde el sujeto lo esperaba con ansia. Al acercarse, el hombre lo saludó con una sonrisa burlona.

—¿Por qué Hyunjin aún no está muerto? —preguntó el hombre.

Jeongin frunció el ceño. —Estoy trabajando en ello. Pero necesito menos presión; es complicado, Hyunjin suele tener a tantas personas alrededor y no quiero ensuciarme las manos con problemas internos.

El hombre asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. —¿Por qué será que no te creo?¿Estas follando con el?

—¿Y que si es así? Se lo que hago, deje de cuestionarme tanto, ya le clave el puñal una vez, no quiero volverlo hacer...

—No confío en ti.

—Parece que aquí nadie confía en nadie, usted me contrato ahora quédese tranquilo.

Jeongin suspiró, sintiéndose atrapado entre dos mundos. ¿Qué estaba haciendo? La nieve comenzaba a caer afuera, y decidió que era hora de irse. Se levantó de la mesa y salió del bar.

Al salir, una sonrisa iluminó su rostro al ver a Hyunjin esperando pacientemente. Se acercó y lo abrazó por la espalda.

—Ya deberíamos volver —dijo Jeongin mientras comenzaban a caminar hacia el auto.

Pero justo cuando llegaron al vehículo, algo hizo que Jeongin se detuviera en seco. Una sombra oscura se cernía sobre ellos; un destello brillante iluminó el cielo antes de que el auto volara por los aires en una explosión.

—¡Cúbrete! —gritó Jeongin mientras empujaba a Hyunjin hacia el suelo. Disparos comenzaron a resonar a su alrededor.

Jeongin tomó una de las armas de Hyunjin mientras este hacía lo mismo. Se separaron y comenzaron a disparar en diferentes direcciones, buscando cubrirse detrás de lo que podían encontrar, Hyunjin sin embargo le pareció extraño la agilidad de jeongin con el arma, sabía que había ido al ejército, pero aquella vez en el campo de tiro parecía inexperto y ahora todo lo opuesto.

—¡Hyunjin! —gritó Jeongin al ver cómo una bala penetraba el hombro de su alfa—. ¡Debemos movernos!

Con rapidez, Jeongin disparó hacia los edificios abandonados donde sospechaba que se encontraba un francotirador.

—¡Vámonos al bosque! Ahí no nos encontrarán —dijo Jeongin mientras arrastraba a Hyunjin hacia la dirección opuesta a los disparos.

Corrieron hacia el bosque con todas sus fuerzas, sintiendo cómo la adrenalina corría por sus venas. Después de subir una pequeña montaña, finalmente encontraron una cabaña escondida entre los árboles.

—¿Dónde estamos? —preguntó Hyunjin mientras entraban apresuradamente.

—Es mi casa —respondió Jeongin, intentando calmarse mientras cerraba la puerta tras ellos.

El interior era acogedor y familiar para Jeongin. Su mirada se detuvo en el telescopio que tenía en la esquina de la sala.

—¿Por qué tienes un telescopio? —preguntó Hyunjin, intrigado.

—Para observar osos y otras cosas del bosque... Nunca se sabe lo que puede aparecer —explicó Jeongin con una sonrisa nerviosa—. Voy por el botiquín de primeros auxilios.

Mientras buscaba el botiquín, su mente era un torbellino de pensamientos confusos y oscuros. ¿Quién más querría matar a Hyunjin? ¿Era realmente él quien había puesto al alfa en peligro?

Regresó con el botiquín y comenzó a curar la herida de Hyunjin, quien lo observaba con una mezcla de preocupación y gratitud.

—Listo —dijo finalmente Jeongin—. Iré por algo de beber.

—¿Te lastimaron?

—No, estoy bien... Tu eres el que siempre sale con disparo y aún no te mueres—bromeó

—No voy a morir tan fácilmente.

Jeongin se dirigió nuevamente hacia la cocina mientras Hyunjin suspiraba, mirando al suelo con frustración. En un arranque de enojo, pateó la alfombra y notó una fisura en el suelo. Intrigado, se levantó y quitó completamente la alfombra para descubrir una pequeña puerta oculta.

Sin pensarlo dos veces, abrió la puerta y quedó en completo shock ante lo que encontró dentro.

Por otro lado, Jeongin estaba en la cocina sumido en sus pensamientos sobre lo que debía hacer a partir de ahora. ¿De verdad quería matar a Hyunjin? Las dudas lo consumían mientras tomaba un vaso de agua.

Cuando salió de la cocina, se encontró con Hyunjin de pie, apuntándole con un arma. La tensión era asfixiante.

—¿Quién eres? —preguntó Hyunjin, su voz temblorosa pero firme.

Jeongin sintió cómo su corazón se detenía por un instante. mientras miraba a su alfa, preguntándose si alguna vez podrían regresar a la paz que habían tenido esa mañana.

Por que sin duda, por aquella expresión de hyunjin...

El lo sabía.

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