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похищение (secuestro)

▎Capítulo 9

Jeongin caminaba lentamente por el pasillo, sus pasos resonando en el silencio opresivo que lo rodeaba. La luz apenas iluminaba el lugar, pero la escena era lo suficientemente clara. La sangre escurría por el suelo, formando charcos oscuros que reflejaban la brutalidad de lo ocurrido. A su alrededor, los cuerpos de sus captores yacían en posiciones grotescas, Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras se limpiaba la sangre del rostro con la manga de su chaqueta.

Se acercó al mini bar al final del pasillo, el deseo de un trago fuerte inundando su mente. Sirvió un vaso de whiskey, el líquido dorado brillando como un tesoro en sus manos. Se llevó el vaso a los labios y sintió el ardor del alcohol recorrer su garganta, una sensación reconfortante que le permitía olvidar, aunque fuera por un momento, la pesadilla que había vivido.

Fue entonces cuando escuchó una voz que rompió el silencio, suave pero firme.

—Eres exactamente como pensé.

Jeongin se giró rápidamente, el vaso aún en la mano. Un hombre se encontraba allí, con una mirada calculadora y un aura de peligro. El hombre levantó las manos, mostrando que no llevaba armas.

—¿Quién eres? —preguntó Jeongin, apuntándole con el arma que aún tenía en su bolsillo.

El extraño sonrió con desdén.

—No importa quién soy. Lo que importa es que sé quién eres tú.

Jeongin frunció el ceño, manteniendo la distancia.

—¿Qué sabes de mí? —dijo, su voz grave y desafiante.

—Sé que eres el Omega francotirador detrás de la cabeza de Hyunjin —respondió el hombre, su tono burlón.

Jeongin sonrió con desdén mientras se sentaba en una silla cercana. Tomó un sorbo de su trago, disfrutando del sabor amargo mientras evaluaba al intruso.

—No sé de qué hablas —replicó.

El extraño se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con curiosidad.

—No hace falta mentir. Has matado a casi 35 personas esta noche, y me pregunto por qué no has terminado con la cabeza de Hyunjin

La sonrisa de Jeongin se amplió, revelando un destello de locura en su mirada.

—Solo estaba jugando —respondió con desprecio—. ¿Sabe lo que es la manipulación?

El hombre asintió, intrigado.

—¿Y?

Jeongin se recostó en la silla, disfrutando del momento.

—Normalmente, entre alfas y omegas, son los alfas quienes llevan el control. Pero cuando vas al ejército aprendes que los alfas tienen debilidades, y normalmente sus debilidades van asociadas a un Omega, yo solo quiero darle a Hyunjin lo que necesita y luego pum...

El alfa frunció el ceño, confundido.

—¿Qué necesitaba?

Jeongin sonrió de nuevo, esta vez con una tristeza profunda.

—Compañía. Alguien que lo hiciera sentir vivo en medio de tantos cadáveres.

El hombre lo miró fijamente, procesando sus palabras.

—¿Y por eso no quieres trabajar conmigo? —preguntó, intentando mantener la calma.

Jeongin negó con la cabeza.

—Trabajo solo —dijo con firmeza.

El alfa se inclinó hacia adelante, su voz baja pero urgente.

—Si Hyunjin te descubre, te matará, te arrancará los ojos y vas a...

Jeongin soltó una risa amarga.

—No estarás vivo para cuando eso suceda.

El hombre lo miró con incredulidad.

—¿De qué hablas?

Jeongin sonrió una vez más, esta vez con malicia. Sin previo aviso, tomó la botella de whiskey y la rompió contra la mesa, creando fragmentos afilados que brillaban como cuchillas. Con movimientos rápidos y decididos, se hizo algunas cortadas en los brazos y se golpeó a sí mismo en el rostro. La sangre brotó y manchó su piel pálida.

El alfa retrocedió, horrorizado.

—¿Qué estás haciendo? —gritó, su voz llena de pánico.

Jeongin respiró hondo antes de hablar nuevamente.

—En mi bolsillo derecho llevo un teléfono —dijo con calma—. Probablemente ha sido rastreado.

Sin esperar respuesta, lanzó el arma hacia el hombre. Este quedó en shock mientras Jeongin comenzaba a llorar, las lágrimas mezclándose con la sangre en su rostro.

—¡No me lastimes más! —suplicó, su voz quebrada.

Fue en ese momento cuando Hyunjin y su escuadrón entraron a la habitación. El alfa miró a Hyunjin con desesperación.

—¡No le he hecho nada! —gritó, intentando salvarse.

Hyunjin lo ignoró y se acercó a Jeongin, quien lo miraba con ojos llenos de miedo y dolor.

—¿Estás bien? —preguntó Hyunjin con preocupación genuina.

Jeongin lo abrazó fuertemente, aferrándose a él como si fuera su única salvación.

—Sácame de aquí —murmuró entre sollozos.

Hyunjin tomó su mano y comenzó a caminar hacia la salida. Miró al alfa con desdén.

—Ni siquiera sé quién eres —dijo fríamente.

El hombre tembloroso respondió:

—Trabajo para el señor Kim. Solo seguía órdenes. No le hice daño a él...

—dile a Kim que no se meta en mis...

Jeongin lo interrumpió, su voz cargada de rabia y desesperación.

—Mátalo.

Hyunjin no dudó ni un segundo. Sacó su arma y disparó sin titubear. El sonido del disparo resonó en la habitación mientras el cuerpo del alfa caía al suelo, inerte.

Jeongin sintió una oleada de poder recorrerlo al ver cómo caía aquel que había intentado manipularlo. En ese instante comprendió que ahora tenía en sus manos no solo un arma física, sino también algo mucho más poderoso: a Hyunjin.

La mirada decidida de Hyunjin se encontró con la de Jeongin mientras este último respiraba hondo, sintiendo que las cadenas que lo habían atado durante tanto tiempo comenzaban a romperse.

—Ahora somos libres —dijo Jeongin, su voz temblorosa pero firme.

La noche había caído, y la casa estaba sumida en un silencio inquietante. Jeongin se encontraba caminando hacia la cocina, buscando algo de agua para calmar la sed que le había dejado la adrenalina de la reciente confrontación. Cada paso resonaba en el pasillo vacío, y la luz tenue de las lámparas apenas iluminaba su camino.

De repente, sintió una presencia detrás de él. Antes de que pudiera reaccionar, una mano fuerte lo tomó del cuello y lo estampó contra la pared. El impacto lo dejó sin aliento por un instante.

—¿Quién carajos eres? —demandó una voz familiar, pero amenazante.

Jeongin parpadeó, intentando enfocar su vista. Minho estaba frente a él, su expresión era una mezcla de furia y confusión. Jeongin luchó por zafarse del agarre, pero la fuerza del alfa era abrumadora.

—¡Suéltame! —gritó, intentando liberarse sin éxito.

Minho aflojó un poco su agarre, consciente de que si le hacía daño a Jeongin, Hyunjin no dudaría en tomar represalias.

—No me como el cuento de que eres un Omega débil —dijo Minho, su voz baja pero firme—. Mantente alejado de Hyunjin.

Jeongin por alguna extraña se sintió herido por las palabras de Minho, pero no podía dejar que eso lo detuviera.

—Hyunjin me ama —respondió con confianza, aunque en el fondo no estaba tan seguro.

Minho soltó una risa burlona.

—¿Amor? —replicó—. Solo está bobado por tu físico. Eso no es amor, es deseo.

Una chispa de desafío brilló en los ojos de Jeongin. Sin pensarlo dos veces, tomó a Minho del cabello y lo acercó a sus labios. El alfa se quedó inmóvil, sorprendido por la audacia del Omega.

Jeongin lo besó con fervor, una mezcla de rabia y determinación. Minho intentó resistirse al principio, pero rápidamente se dio cuenta de que no podía ignorar la intensidad del momento. Jeongin continuó besándolo, disfrutando del poder que le daba esa acción inesperada.

Finalmente, se separó, sonriendo con satisfacción al ver la expresión atónita en el rostro de Minho.

—Si no me dejas en paz —dijo Jeongin, su voz suave pero firme—, le diré a Hyunjin que me besaste a la fuerza.

Minho lo miró con incredulidad, su mente procesando lo que acababa de ocurrir. El silencio se volvió pesado entre ellos, cada uno sopesando sus palabras y acciones.

—Eres un loco —murmuró Minho, aún sin poder creer lo que había sucedido.

Jeongin se encogió de hombros, sintiéndose más seguro ahora.

—Quizás. Pero también soy alguien que no se dejará intimidar por ti o por nadie más. Si Hyunjin quiere estar conmigo, no hay nada que puedas hacer para detenerlo.

Minho lo observó por un momento, su expresión cambiando lentamente de furia a consideración.

—No estoy tratando de detenerlo —respondió finalmente—. Solo quiero protegerlo.

Jeongin suspiró, sintiendo que la tensión entre ellos comenzaba a disiparse un poco.

—Y yo solo quiero ser feliz con él —dijo sinceramente—. No soy una amenaza para ti ni para él.

Minho lo miró fijamente, y por un momento, ambos estaban en lados opuestos del mismo conflicto: el deseo de proteger a alguien que amaban o eso pensaba Minho.

—Está bien —dijo finalmente Minho, aflojando su postura—. Pero si llegas a hacerle daño...

Jeongin asintió, comprendiendo la advertencia implícita en sus palabras.

—No te preocupes. Solo quiero que todos estemos bien.

Minho asintió lentamente, aunque aún había desconfianza en su mirada. Sin embargo, en ese instante, ambos sabían que tendrían que encontrar una manera de coexistir si querían proteger a Hyunjin y mantener la paz entre ellos.

Con una última mirada desafiante, Jeongin se dio la vuelta y continuó su camino hacia la cocina, dejando a Minho detrás con una mezcla de confusión y respeto.

Jeongin llegó a la habitación y Hyunjin estaba despierto así que se subió a su regazo y lo besó.

—¿A donde fuiste?

—Por agua, ¿Estas bien?

—Si, solo... No te alejes mucho de mi.

—Esta bien.

Jeongin tenía a Hyunjin justo donde lo quería, sin embargo, ¿Por que ahora...

Se sentía culpable?

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