La historia cuenta que Dios y el Diablo han estado en una lucha eterna por el poder del mundo, batallas feroces entre ángeles y demonios, demasiadas bajas en ambos bandos, enemistad inconmensurable con fuego que todo devora.

El rey del infierno tuvo un hijo, cabello rojo cual sangre que derrama de sus víctimas, ojos dorados como los feroces lobos, piel blanca tras vivir en la más negra oscuridad, ser aterrador para cualquier humano e incluso ángel y demonio que lo haya visto. Concebido por la unión entre el Diablo y su concubina favorita, nacido en una noche de luna roja en el fin del año, criado en lo más profundo del avernos para ser el peor de todos los demonios y con la semejanza de su padre.

El rey del cielo tuvo una hija, cabello blanco cual nubes más puras, ojos azules tan bellos como el cielo despejado, piel de tez apiñonada por el constante vuelo a los rayos del sol, ser encantador para cualquier humano e incluso demonio y ángel que la haya visto. Concebida por gracia de Dios a la mujer más pura entre los humanos, nacida en el amanecer del alba en el inicio de un nuevo año, criada en lo más alto del paraíso para ser la más pura de los ángeles y con la semejanza de su padre.

Ambos hijos eran enviados a sus propias cruzadas, uno con misión de matar, otra con misión de salvar, ambos con misión de destruir sus males. Una batalla tuvo lugar entre ambos, por fin se conocían, por fin se veían sus rostros, él la odiaba y despreciaba, ella le compadecía por su vida. Las espadas fueron blandidas entre ellos, el cielo rugía, el suelo se estremecía, el viento gritaba, el acero chispeaba, alas negras y alas blancas, ojos dorados con destellos de fuego, ojos azules con destellos de estrellas.

Aquel día de guerra, ángeles y demonios dejaron de pelear para observar a sus líderes en una batalla por conquistar el cielo. Tres días y tres noches de intensa lucha, ninguno daba tregua al otro por más cansancio que tuvieran, sin embargo, cada bando de esos seres espirituales también habían peleado para apoyar a su comandante, pero no se veía un fin.

Al cuarto día, la ángel prefirió detener su batalla. «Esta lucha es una pelea innecesaria» dijo con sus alas abanicando, su voz resonó en el valle destruido captando la atención de todos.

Os propongo una tregua. —habló con firmeza envainando su espada.

¿Quieres terminar esto en otra ocasión? —la voz del demonio salió con sorna al igual que su sonrisa.

Quiero terminar esto aquí y ahora —arrancó la burla de la cara del contrario—. Ambos hemos tenido muchas bajas, propongo un tratado de paz.

Murmullos a sus alrededores, demonios reían, ángeles ofendidos, la hija de Dios con seriedad y el hijo del Diablo poniendo su sonrisa guasona al mirarla, a la vez que envainaba su espada.

¿Qué es lo que ganamos? —aleteaba con gracia mientras se acercaba a la joven que no titubeaba en permanecer en su lugar.

Mantener un equilibrio entre nuestras especies. Ambos seremos los representantes de nuestras tropas, tendrán un lugar en el cual establecerse y cierto rango de libertad —extendió su mano en señal de cerrar el trato. El demonio ensanchó sus labios divertido y acercaba su mano, sin embargo, se detuvo apartándolo guasón.

Deberías discutir eso con tus amigos, ellos no están muy de acuerdo —señaló con la palma extendida hacia abajo—. Además, este no es el lugar donde hacerlo. Y quiero algo más en el trato.

Dime tu condición —demandó firme.

Quiero control sobre las almas pecadoras.

Impresión en los ojos de la ángel al recibir la exigencia, pues la elección del lugar de descanso de los humanos siempre estuvo en el servicio de la legión de Pedro. El demonio dio el plazo hasta el minuto del final de año y en el castillo de su padre en el infierno, ellos se retiraron y la joven regresó con sus compañeros al cielo en una reunión de emergencia, con los representantes de cada grupo de las tres jerarquías existentes para exponer el tratado. Arduo debate del tema donde la defensora exponía con coraje y firmeza habiendo obtenido el pase para sellar el trato.

El último día del año durante la noche, la joven regresó al lugar donde meses antes había ocurrido la batalla. Ahí, un par de demonios esperaban burlones a la chica que llegó con una tropa guardianes angelicales, sin embargo, los seres oscuros demandaban que solo la princesa debía cruzar, como era evidente, los seres de luz se resistían.

Acepto —pero la hija de Dios respondió a costa de los reclamos de sus compañeros.

Un portal fue abierto, el par de demonios y la ángel lo atravesaron apareciendo dentro de un castillo antiguo y muy bien iluminado y cuidado, en contraste a lo que ella se imaginaba. Una mesita en medio de dos sillas con aspecto de trono se hallaban una frente a otra y en donde una de ellas, el demonio estaba sentado ofreciendo su sonrisa burlona.

Ella se sentó expresando la aceptación de otorgar parte del control de los pecadores, la condición decía que sólo se le entregarían aquellos cuyos crímenes fueran serios y que debían trabajar junto a la Orden de Pedro, tendrían derecho a ver el registro de los Ophanim, también llamados Tronos, quienes son los que hacen la lista de las acciones humanas.

El demonio sonreía con deleite, hizo un corte en su palma dejando caer su sangre roja oscura en la copa de vino que había enfrente, ofreció el cuchillo a la joven con una reverencia exagerada en indicación de hacer lo mismo, y así lo hizo, su sangre roja clara fue vertida en la copa para así, el demonio tomar la mitad y dar la otra ración que ella tomó, sellando de esa manera, su tratado de paz.

Enemigos por legado, destino incierto, unión peligrosa, camino que puede llevar al cielo o al infierno.

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Mil un palabras. ( ╹▽╹ )

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¡Nos leemos pronto! (｡•̀ᴗ-)✧