Capítulo 4: Fiesta
Las luces iluminan el interior de la enorme mansión protegido por los altos pinos cubiertos por mantos de espesura blanca, y otro poco cayendo con gracia como si danzaran por el suave viento. El invierno había empezado y junto a él la nieve les daba la bienvenida a los ángeles que bajaron a la fiesta de los demonios como anfitriones.
Los de alas blancas era mayormente los arcángeles con sus trajes camuflados con la nieve y decorados con los bordes negros o rojo intenso, las mujeres usando vestidos renacentistas, algunas con la falda acampanada, otras menos voluptuosa, algunos más sencillos, pocas eran las que traían el largo llegando a las rodillas y otro puñado usaba ropa más moderna, como Lira, quien su vestido constaba con mangas caídas, volumen de la falda poco acampanado llegando a las rodillas, zapatos estilo ballet y cabello recogido en una cebolla.
Apenas aterrizó ya había alguien esperándole, un joven alto poco corpulento de cabello negro con algunos rizos, su traje rojo oscuro era adornado por detalles dorados, mangas largas hasta las muñecas con el alto del brazo poco abullonados, y un rompevientos del lado izquierdo, las terminaciones de su pantalón acababan por dentro de sus botas blancas debajo de las rodillas. Hombre que pronto vio a la invitada ángel llegar frente a él y dar una pequeña reverencia acompañada de una risilla ilusionada, la tomó del rostro para besarla en los labios.
—Bienvenida, pensé que no vendrías —juntó su frente a la de ella quien tomaba con sus manos los brazos de él.
—¿Y perder mi oportunidad de bailar con mi amado? Claro que no —ellos se miran con intensidad a los ojos y dan sonrisas cómplices mientras ángeles y demonios cruzan por sus lados para adentrarse a la casa—. Deberíamos entrar, obstruimos el paso.
—Por supuesto, pero una pregunta —la mujer miró confuso al contrario que parecía buscar a alguien en específico alrededor—. ¿No vino Layla contigo?
—Ella vendrá más tarde, ¿por qué?
—Ya sabes, Lykos me pidió que si la veía le avisara —ella rió tomando el brazo del joven adentrándose a pasar.
La castaña bien sabía lo que eso significaba, pues no era la primera vez que su amiga y el amigo de su amado tenían esos roces, en especial la actitud irritada del príncipe cuando Laylah le “arruinaba” uno de sus planes. Sin embargo, no había motivos para preocuparse y menos si la fiesta de la unión estaba siendo llevada a cabo, donde las mujeres demonios portan vestidos similares a los de los ángeles femeninos, pero ellas de colores negros u oscuros cuando los seres de luz usan en su mayoría blanco y colores suaves. Si había algunas que destacaran, esas sin duda eran las súcubos con su trajes de cuero ceñidos al cuerpo y además, cortos con poco lugar a la imaginación, también estaban los íncubos que con su sola presencia e intensa mirada eran tan atrayentes como sus versiones femeninas.
Sin embargo, un demonio era lo suficientemente presencial para no pasar desapercibido, su caminar firme resonando en cada paso, desde que bajó las escaleras hasta cruzar la sala para saludar a los jefes de las jerarquías angelicales con un apretón de mano. Su traje negro deslumbra con el abrigo blanco y grueso a su espalda, como siempre una sonrisa orgullosa se dibuja en sus labios. Siendo acompañado de una mujer joven que notan, es humana y a la vez posee cierta esencia, sobretodo por su mirada que deja en claro ser una Alium demoníaca.
—Un gusto que estén aquí —pronunció con mirada que si bien no era aburrida, tampoco demostraba algún interés por estar frente a ellos—. ¿Y la princesa?
Una pequeña risilla provenía de la boca cerrada del serafín, Seraphiel, quien viste igual de traje blanco con las orillas negras, era el último en dar el apretón de manos. —No debe tardar para el inicio del baile —miró a la dama de negro tomada del brazo del joven diablo—. Será una grata celebración, ¿no lo cree?
—Uy, sí, tanto como una piedra en el zapato —respondió fusca la pelinegra recibiendo una sonrisa burlesca de pelirrojo—. Yo voy por algo de beber.
La joven se retiró sin dejar de mostrar su nulo interés en un evento que para ella es ajena, sólo tomó su copa de champagne para ingerir el elixir dorado mientras mira a lo lejos a la pareja felizmente enamorada de razas distintas, observando especialmente al hombre de cabello oscuro y algunos rizos, se alejó para apartarse y poder beber de una el contenido en su mano.
Mientras tanto, Lykos no despega sus ojos estando atento de todo a su alrededor, por lo que le fue sencillo ver a su amiga maldita perderse detrás de una planta alta junto a uno de los gruesos pilares blancos que sostienen a la base del segundo piso, también presta atención a su amigo y su novia que charlan a gusto en el medio de la amplia antesala, en donde en el centro del piso su emblema de lobo aullando dentro de una luna se dibuja de forma reluciente.
Está satisfecho con la decoración de telas rojas abiertas de par en par y recogidas por cuerdas doradas para que se sostengan por los lados de las enormes ventanas a cuadros, ni qué hablar del candelabro de cristal colgando en el centro del techo ni los faroles en las paredes. Decoraciones que son visiblemente admirados por todos dentro, aunque el hijo del diablo posa su interés más en la puerta doble de la entrada principal.
A pesar de que cada tanto debía apartar sus ojos de esa entrada porque algunas hembras le pedían tener el honor y privilegio del primer baile, él se mantenía sereno sin dejar de sonreír carismático. Es común que el inicio de la celebración sea auspiciado por una danza entre demonios y ángeles, más en específico con el actual gobernador del infierno y alguna ángel.
¿Acaso no piensas venir otra vez? —su paciencia se agotaba conforme el baile se acercaba, Lykos debía buscar una pareja.
Su atención fue capturada por las voces bajas que se habían instalado en el lugar para seguir a dónde se dirigían las miradas, y a quién se le dedicaban esos cuchicheos. Su sonrisa se realzó, podría ser emoción o tal vez una pequeña diversión por saber cómo su figura se remarcaría con las prendas que él eligió con sumo quisquillo y una muy explícita imaginación.
—¿Qué? —o tal vez la decepción golpeó directo a su guasona actitud al ver que no sólo a su lado se avista Daniel, a quien considera más un perro que un guardián— ¿Estás bien?
—Eres una aburrida —asombro en la expresión femenina tras esas palabras que se le fueron dadas con la más arisca de las voces y una mirada infeliz.
No había vestido, sino su habitual, casual y siempre misma vestimenta que Laylah jamás cambia, asegurando también que no usa absolutamente nada de lo que le obsequió.
×~×~×~×~×
Hola. ( ╹▽╹ ) ¿Qué tal el capítulo?
1. El traje de Dorian me lo imagino así:
2. El traje de Lykos según mi mente:
3. ¿Por qué se habrá puesto así nuestra Aline?
4. ¿Qué esperaba ver nuestro diablito?
Nos leemos luego. (。•̀ᴗ-)✧
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro