Mojito se encontraba leyendo. El señor Shidra le observaba aburrido. El kaio-shin estaba con el trío del peligro por esa razón el Dios seguía en el lugar.

— ¿Cuándo terminarás? — pregunto molesto el Dios — desde hace unos días haz estado leyendo el mismo libro — el ángel seguía sin prestar atención — ¡Deberías de buscar algo más divertido que hacer!.

—Tengo que aprender cada palabra de este libro —contesto sin perder la atención en el libro se acomodó hacia otra dirección para no ser interrumpido.

— ¿Qué libro es? — el Dios le arrebató el libro — Vaya, no sabía que te interesaba leer esta clase de cosas.

—Quisiera decirle que en algunos días alguien más vendrá a sustituirme.

—Espero y no tardes mucho — no tomo importancia y siguió hojeando el libro— sabes que no son de mi agrado las visitas.

—No está comprendiendo, señor —seguía hojeando el libro —. No volveré — el Dios cerró el libro y empezó a reír.

—Que buena broma.

—No es una broma. El gran sacerdote me a confirmado la llegada del ángel indicado que será mi sustituto — dijo serio— significa que no volveré. Fue un gusto estar junto a usted, aún que aveces no lo llegue a comprender y otras sólo pensaba en las miles de formas de deshacerme de usted. Dejando eso, lo extrañaré.

No sabía que hacer, quien la mayor parte de su longeva vida había permanecido a su lado, sin importar su actitud, sabía que lo tenía que tolerar, ahora que lo perdía empezaba a valorarlo. ¿Qué haría sin él?, no podía confiar en el siguiente ángel, no sería lo mismo.

Pasaron algunos días. El ángel guardaba las pocas cosas que aún quedaban en su habitación, el Dios lo veía desde una esquina, el kaio-shin sólo acompañaba.

—¿Te tienes que ir? — pregunto.

— Si —, Mojito guardaba los últimos libros que quedaban en su repisa. Cuando quedó sólo uno lo tomo, volteó y miró al dios, se acercó a él — este libro siempre a sido su favorito. Sé que lo tomaba y lo leía, ahora es suyo — le extendió el libro, el cual trataba de evitar dejar salir las lágrimas. Tomó el libro —. Espero que lo disfrute — el Dios no soporto más y abrazo al ángel, después el kaio-shin se unió al abrazo.

—Creo que llegue en un mal momento — el Dios y el kaio-shin soltaron de inmediato al ángel. Una hermosa mujer se encontraba frente a ellos, la miraron con temor. Esa mujer tenía la mala fama de ser demasiado estricta, no era para más, tenía que esforzarse y demostrarle al gran sacerdote que ella podía encargarse de aquel cargo. Era un honor para ella ser un guía para uno de los dioses de la destrucción. Ella no era hija directa del gran sacerdote. No de forma sanguínea , pero no importaba ya que el la había acogido cuando más lo necesitaba. No deseaba decepcionar a quien sin importarle la tomó como una más de su familia. Sabía que se había alejado, pero cuando el gran sacerdote le hablo, no podía hacerlo esperar he ir de inmediato.

—Te daré algunas indicaciones y después me iré.

— Bien.

Mojito le explicó todo lo que tenía que hacer, lo que le gustaba y lo que no al dios de la destrucción del noveno universo.

— Espero que seas feliz en este universo — miraba con detalle el palacio que había sido su hogar por un largo periodo.

—Yo te felicito.  Se que no nos llevamos bien en el pasado, pero cuidaré de este universo — bajo la cabeza  — en algunos años no podremos hablar de esta manera algo informal, quizás lo hagas con tus hermanos, pero estoy segura que será diferente para ... — Mojito la abrazo y se separó de inmediato.

—No debemos guardar los rencores del pasado, se que el universo nueve está en buenas manos —, sonrió — recuerda que los demás y yo te apoyaremos , no tienes que vivir en el aislamiento. Eres nuestra hermana — ella no podía creer que él la haya llamado por primera vez hermana.

—Pero tu...

—Era un niño que sólo quería que mi padre me prestara atención y cuando llegaste tú , las cosas cambiaron. Los celos al verte con él me cegaron haciendo que sufrieras, yo debo pedirte disculpas por aquel grave error, espero que no sea tarde — la chica sonrió y negó —. Creo que es hora de retirarme.

—Cosas de niños, de todas formas nunca es bueno guardar rencor. Sé que fuiste tu quien me recomendó al gran sacerdote.

—No todo resulta como lo imaginas. Fue casualidad. Me retiro. 

—Espera — dijo el Dios — quisiera agradecerte por tolerarme todo este tiempo. Por tratar de entenderme en ocasiones, por todo. Se que no puedo evitar la despedida, pero quisiera saber si algún día nos volvemos a encontrar.

—No se preocupe, estaré en el Palacio del Rey del todo, nos veremos más pronto de lo que usted piensa.