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Capítulo 13

8 de setiembre


Cada año había un torneo de pelea al que sólo invitaban a personas admirables de los colegios previamente seleccionados. Se realizan con el fin de medir la fuerza de cada uno, hasta dar con el más fuerte. Dependiendo del lugar, se establecían ciertas reglas y la modalidad de pelea.


Esta vez tendría lugar en un campo libre. La batalla sería uno contra uno. Yo llevaba tres años consecutivos ganando estos torneos, pero con el paso del tiempo, iban apareciendo competidores más fuertes que yo. Aquello me estresaba, ya que prefiero terminar pronto con las batallas y no perder tiempo en desgastarme alardeando como otros que eran más débiles de lo que aparentaban.


En total eran veintisiete rounds. Dieciséis eran de calentamiento, continuando con los ocho enfrentamientos de presemifinales y los cuatro de semifinales para llegar a las finales, en dónde sólo quedaban dos.


Me asignaron en la quinta batalla, algo apresurado a mi parecer. Mi contrincante era nuevo, nunca lo había visto. Cuando me llamaron, pensé en Yaiza. «¿En serio? Ya va a iniciar la batalla y viene a mi mente Yaiza, qué fastidio pensar en ella ahora.


—Es un honor luchar contra usted, joven Daren —comentó de forma tan alegre que me hizo replantearme si fue por nerviosismo o por estupidez.


—Terminemos rápido. Ya estoy empezando a aburrirme —bostecé.


—Lo lamento, te mataré enseguida. —Se aproximó a mí en un solo movimiento. Para ser un nuevo, se ve que ha entrenado duro.


—¿Eso es lo mejor que tienes? —le pregunté justo cuando le lancé un golpe en la boca del estómago, dejando sin aire, para luego continuar en el mentón. Terminó inconsciente—. ¡Qué aburrida está la batalla!

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Con el paso del tiempo, las peleas se volvieron más interesantes. La mayoría de los competidores ya había demostrado su verdadera fuerza y aunque me encontré muchas caras nuevas, no me sorprendí de ninguno. Eran demasiado débiles.


Comenzaron las presemifinales. Fui asignado a la primera batalla. Creí que iban a pedirme que ofreciera algo de espectáculo, pero la verdad, no me apetecía.


—De nuevo contigo, Daren. Esta vez te mataré —amenazó.


—Lo lamento, pero no sé quién eres. Supongo que acabé contigo bastante rápido como para no recordarte. Si te consideras débil, mejor ríndete y no me hagas perder el tiempo —sugerí.


—Lo lamentarás. —Se acercó a mí rompiendo la regla básica de toda pelea: jamás enfrentes directamente a un contrincante más fuerte que tú.


—Sigue entrenando, eres muy débil. —Lo esquivé y le di un golpe en el cuello, dejándolo inconsciente —. ¡En serio! ¡Esto es más aburrido que el torneo pasado!


Ya sólo faltaba la pelea de semifinales, esperaba que fueran más emocionantes, las demás me habían decepcionado. Cuando vi la lista de los enfrentamientos, noté que me había tocado enfrentarme con uno de los ex Cabecillas en la segunda batalla.


—Después de mucho tiempo Daren, nos volveremos a enfrentar —comentó, entusiasmado.


—Supongo que sí, espero que tengas más fuerzas que la última vez.


—Esta vez yo ganaré el torneo —aseguró.


—Ya lo veremos. —Nos acercamos y comenzó el enfrentamiento. Para ser sincero, pensé que acabaría rápido, pero este tipo dio buena batalla.


Lamentablemente, descuidó sus puntos vitales, por lo que resultó sencillo derrotarlo.


»Diste buena pelea —le dije mientras me alejaba rumbo a los vestidores. En eso, sonó mi celular. Era una llamada de Yaiza.


—Dime, ¿Qué pasó? — respondí agitado.


—Pues nada. Sólo quería molestarte un rato, ¿estás entrenando? —preguntó.


Cuando se enteró de esto, quiso que la enseñara, pero me negué. No quería arriesgarme a que lo usara en mi contra.


—Exacto, estoy entrenando, te llamo en un rato. Tengo bañarme.


—Pobre de ti si no me llamas—espetó con el dramatismo de siempre.

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La última batalla estaba a punto de comenzar. Yo sólo quería volver a casa a darme un baño.

—No esperaba que tu fueras el finalista, Axel. —Era la oportunidad perfecta para vengarme.

—¿Qué esperabas? Tengo fuerza oculta —alardeó.

—Terminemos rápido, tengo prisa, si no te importa. —Nos acercamos y ambos lanzamos un puñetazo en el rostro del otro. Me hizo escupir sangre—. Nada mal, Axel Tendré que pelear en serio para terminar rápido.

Apunté a su costado y le di un golpe directo en las costillas. Tomé su brazo y lo doblé hacia atrás para hacerle una llave.

»¿Ahora si te rindes, Axel?

—¿Rendirme? Eso no está en mi vocabulario —dijo con la poca reserva de aire que le quedaba.

—Bien. Entonces te mataré. Rayos, creo que ya se desmayó. —Me alejé para comprobar que mi teoría fuera cierta. Él me otorgó la victoria por cuarta vez.

Abandoné aquel sitio y tomé un taxi en dirección a mi casa. Luego de bañarme, decidí llamarla.

—Perdón la demora, pequeños inconvenientes.

Ella era un poco inocente, a veces tenía que sacar provecho de eso.

—Me llamas cuando estoy a punto de dormir — reclamó, somnolienta.

—Perdón... ¿Te parece si mañana te busco temprano en tu salón? — ofrecí.

Ella debía descansar porque de seguro había estado estudiando y limpiando su casa. Yaiza se encontraba en el primer salón. Se les exigía mucho y yo trataba de ayudarla en lo que podía.

—Sí, mañana me buscas y de paso me llevas algo de comer. Seguro llegaré con hambre. —Estaba a punto de caer rendida por el sueño.

—Descansa dormilona.

Yo también ansiaba irme a dormir. Estaba agotado al igual que mis músculos. Las últimas dos batallas fueron exhaustivas. Ojalá mañana no me duelan demasiado.

19 de setiembre


Tuve un mal presentimiento mientras me dirigía a la escuela. Tal vez había olvidado alguna tarea o algo, así que sólo lo ignoré. Me pareció extraño no ver a nadie entrando por la puerta.


«¿Tan rápido llegue? Pensé que me demoraría. Oh no, ¡no me digas que llegué tarde!


—¡Buenos días! —grité para ver si salía el portero.


—Joven, buenos días, ¿Qué sucede? —preguntó con un mohín de extrañeza.


—¿Podría dejarme entrar, por favor? Legué tarde por... problemas familiares. Sí, claro. Problemas familiares. Si supiera que en realidad me quedé dormido.


—Joven, hoy es domingo —se rio.


—Ah, disculpe. No me percaté. Ando bastante distraído


»¡Era domingo! ¿Cómo no pude dar cuenta de eso? En serio, qué estúpido soy.


Me fui al centro comercial a comprarme algo en Starbucks y una vez dentro, sentí que me observaban. Fingí ir hacia el baño.


—¡Ahora si te atrapé! —exclamé mientras le hacía una llave.


—Eso duele... ¿Podrías soltarme? —se quejó.


—¿Yaiza? ¿Por qué diablos me estabas siguiendo? —le pregunté, molesto—. Pude hacerte daño.


—Sólo quería hacerte una broma, no pensé que reaccionarías así. ¡Eso me dolió, idiota! —replicó.


—Así que ahora la enfadada eres tú. Mejor sígueme. —Ya sabía cómo vengarme.


Entramos al local de Starbucks a reponer mi café, ya que el otro se había derramado tras la broma de Yaiza. Qué estrés con esta chica.


»Dame un minuto, iré a realizar mi pedido — le dije mientras me levantaba de mi asiento.


—Ve, pero quita esa cara. Perdón ¿sí? —pidió con voz tierna.


—Tendrás que compensarlo.


—Así que compensarlo... ¿De qué manera?


—Sé creativa. —Desvié la mirada.


Pasaron varios minutos y al fin me entregaron el pedido, así que fui a sentarme en donde junto a ella. Casi no había gente por aquellos rumbos.


—Ya se cómo compensártelo —dijo mientras se sentaba en mi regazo—. Esto era lo que querías, ¿no es así, Daren? —Me quedé en silencio mientras ella mordía mi cuello suavemente—. ¿Ahora quien intimida a quién? Pensé que te darías cuenta que haría esto, pero ya veo que en realidad no te lo esperabas. — Mordió mis labios suavemente.


—Lo acepto. Tú ganaste esta vez. —En verdad estaba sorprendido. Cualquier otra chica se habría limitado a darme un beso.


—Es gracioso ver que aceptes tu derrota. Seré la primera chica que le gana al ex líder de Los Cabecillas —comentó con ironía.

—Ni me saques ese tema porque si no, haré lo mismo y aún peor. Mejor vámonos. Tengo que dejarte en tu paradero, ya es tarde —le recordé mientras la observaba con frialdad.

Unos minutos después de que se subiera en el autobús, recibí una llamada de mi informante. Ya tenía más datos.

—Bueno, Daren. Tengo información sobre la fiesta y sobre algunos asuntos de sus amigos.

—Dime que es lo que sabes.

—Pues Yaiza asistió a algunas fiestas de conocidos del Monserrat. Tomaba y se divertía con sus amigos y su prima. Por lo mismo de que bebía mucho, terminó emborrachándose y en una de esas, se besó nuevamente con su ex. En otra ocasión, besó al mejor amigo de Joshua, de lo cual su ex nunca se enteró tampoco. La chica tenía una excelente reputación en el pasado, en sentido sarcástico, obviamente. Yo diría que andaba de boca en boca, aunque no lo quiera reconocer. Durante ese tiempo, no estuvo con nadie, era fácil de manipular y más cuando estaba borracha. Sigue siendo virgen... Por lo que averigüé, no tuvo relaciones en las fiestas, ni siquiera con su ex, pero sí estuvo presente en algunos momentos interesantes. En cuanto a su familia, lo único importante es su papá. Le sacó la vuelta a su mamá como dos veces, coquetea con la hija de un empleado suyo, no le importan sus hijas y en pocas palabras, compensa dichas carencias con dinero y regalos. Es una larga lista de detalles de su vida pasada. Ella no es la chica tranquila que aparenta ser. Los rumores que has escuchado, son en su mayoría ciertos y yo también los oí, así que debes tener cuidado con eso —explicó sin detenerse a tomar aire.

Me sorprendió lo detallado de su investigación, ni siquiera la policía llega a este extremo.

—Así que hizo todas esas cosas. Interesante... Quiero saber si logro enterarme por su propia boca. Según lo que me contaste, aún faltan otras cosas y justo en esas quiero que te enfoques y que averigües más sobre esos amigos suyos. Ahora que conozco los secretos más oscuros de Yaiza, quiero saber si sus amigos la utilizaron o ellos fueron los utilizados, al igual que sus amigas.

Moría de la curiosidad por saber más acerca de ella. No iba a dejar que me engañara, si lo intenta, yo haré lo mismo.

11 de octubre


Ya no faltaba mucho para que terminara el bimestre y se acercaba mi cumpleaños. Seguro pasará lo de siempre: mi primo tratará de hacer una fiesta, invitará a personas de todos los colegios y será como una especie de "Proyecto X". La diferencia es que Yaiza me prohibió tomar y salir a fiestas. Lo sé. Yo, el ex líder de Los Cabecillas haciéndole caso a una chica de menos de un metro sesenta, qué ridículo.

Estoy seguro de que si me escuchara decir esto, lo más probable es que terminaría colgado en la puerta del colegio. Aun así, admito que me gusta por su carácter. No es como las demás chicas, que se la pasan imaginando un futuro maravilloso y resplandeciente. Ella es realista y me entiende gracias a las cosas que ha pasado, además, me da ternura ver cómo se enoja cuando me burlo de su altura.

Iba a encontrarme con Yaiza en el centro comercial, pues quería comprarse ropa. No sé porque acepté. Las mujeres demoran horas en escoger, aunque yo soy igual: bastante minucioso al momento de elegir alguna prenda.

—Ya era hora que llegaras, siempre te retrasas —le reclamé.

—Ya sabes como soy, me conociste así y lamentablemente, así me quieres. ¿O acaso no recuerdas cuando dijiste que me veía hermosa? —se burló como si hubiera leído mis pensamientos.

—Sí recuerdo. Pero ya conozco a alguien que es más hermosa que tú. Pienso decirle que sea mi enamorada. —Su cara pasó de felicidad a molestia de inmediato.

—¿O sea ya encontraste a alguien más? De acuerdo. Entonces mejor me voy no vaya a ser que la afortunada nos vea. —Comenzó a alejarse.

—¿Es porque herí tus sentimientos, Yaiza? —le pregunté mientras la sujetaba por detrás y pasaba mis manos por su cintura, subiendo lentamente hasta casi tocar sus pechos, parando antes de llegar. —Vamos a buscar la ropa que quieres. —Comencé a reír.

— ¡Daren te odio! —gritó mientras esos lindos cachetes se tornaban colorados.

—Te ves tierna.

—Cállate si no quieres que te golpee —ordenó mostrándome el puño.

Entramos a varias tiendas de ropa y pasamos ahí casi todo el día, pero logramos comprar varias piezas que le gustaron, obvio con mi ayuda porque era demasiado indecisa.

—Te dejaré en tu casa porque llevas varias cosas de valor, no quiero que te roben.

—Gracias pensé que no me lo dirías.

—La verdad no pensaba acompañarte. —Alzó una ceja—. Era broma. Claro que te voy acompañar, no dejaré que te pase nada.

—Gracias... Daren. —Su voz tenía in tinte de melancolía.

—Ya vámonos, chillona. —Le agarré la mano y nos fuimos a tomar el autobús.

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