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Cicatrices

Los pasos son cada vez más apresurados, la camilla que llevan los enfermeros se mueve a la misma velocidad, Stephen puede escuchar la voz de Christine a su lado, apenas comprendiendo la mitad de sus palabras debido a la adrenalina.

"Hombre", "herido", "entrada".

Acuden tan pronto como pueden, algunos llevándose una sorpresa al reconocer al hombre delante suyo que lucha por mantenerse de pie y fallando en el intento porque busca apoyo en la mujer a su lado. Stephen no tiene tiempo para preguntas, la camilla pronto es ocupada y con la misma rapidez que llegaron, ingresan al hospital.

Tiene que evaluar cada una de las heridas, dejando al descubierto el torso del paciente sin hacer caso a las negativas de este y a pesar que no está en su campo de medicina y que de hecho, se ha visto envuelto en el asunto porque no había ningún otro doctor de turno, cierra las heridas de un aturdido Tony Stark quien apenas se inmuta ante el dolor, Strange se pregunta vagamente si es porque no siente nada o está demasiado acostumbrado al dolor que este ya no causa efecto en él. Presta debida atención a los moretones en el rostro y la herida que casi compromete la visión realizando una mueca de disgusto ante lo último, se apresura a sanar esas heridas también.

Tony descansa sobre la camilla, con unas dos mantas encima por el frío. Stephen lee los resultados del chequeo general que ha tenido que realizar debido a la explicación de la mujer que espera en el pasillo con evidente nerviosismo y preocupación. Pepper, como se presentó ella, mencionó un enfrentamiento en algún lugar de Siberia del cual tardaron horas en encontrar a Tony y que temían lo peor, pensando que el hombre de hierro podía estar muerto si no lo hallaban pronto. Strange concluye su lectura, además de heridas que dejarán cicatrices, golpes que tardaron días en sanar y dejar la piel como antes, no hay nada grave, ningún hueso roto, órganos comprometidos o un cuadro de hipotermia debido al clima del sitio donde fue encontrado.

Stephen cree que el hombre que descansa sin saber que sucede a su alrededor, tiene demasiada suerte y que no solo su traje era de un material fuerte sino él también. Abandona la habitación para darle la noticia a Pepper quien le agradece con besos en las mejillas mientras lágrimas escapan de sus ojos. Él asiente, diciendo que no hay problema, que es su trabajo. Pepper agradece de nuevo, besando sus manos para luego acudir a ver a Tony cerrando la puerta detrás de ella.

○●○

Tony permanece dos días más hasta que es dado de alta. Stephen los ve tanto a él como a Pepper dejar el hospital bajo la mirada atenta de otros de sus compañeros quienes saludan a Tony con entusiasmo. Suspira esperando que sea la última vez que vea al hombre en situaciones como esa. Existe algo en las heridas que le provocaron un estremecimiento como nunca antes considerando el tiempo que lleva prácticamente viviendo en un hospital y que ha visto de todo. La emoción de antes retorna a él, niega con la cabeza con tal de pensar en un tema distinto que no sea Tony Stark.

○●○

—Stephen —dice Christine dando suaves toques en la puerta para llamar la atención del hombre que está en la sala de descanso y que eleva la mirada al oír su nombre—. Tienes visita.

—¿Visita? —cuestiona ganado por la curiosidad y siguiendo a su amiga por el extenso pasillo hasta recepción donde está esperando Tony firmando un autógrafo para la recepcionista del hospital. Él sonríe al verlos aún con heridas notables en su rostro, muestra una mueca de dolor por el gesto que ha llevado a cabo.

—Volveré adentro. —Pero Stephen no está escuchando por estar demasiado intrigado por la repentina visita.

—Doctor Strange, ¿verdad? —Tony extiende una mano que Stephen estrecha entre la suya gustoso—. Tony Stark, solo quería venir a agradecerle por lo de hace unos días.

—Es mi trabajo, podría hacerlo todo el día.

Hay una pequeña ráfaga de tristeza en los ojos de Stark que retornan a la normalidad a los segundos. Parece que, de forma repentina, sus ánimos decaen por la última frase dicha por Strange. Sus palmas todavía unidas, se separan con rapidez.

—Sí, he escuchado eso antes —comenta a pesar si la otra persona no puede comprender a que se refiere—, solo vine por eso, decirle gracias, ya sé que es su trabajo, pero de todas formas quería hacerlo. Nunca está de más, supongo.

Tony da una última firma a una de las enfermeras para luego irse agitando el brazo de izquierda a derecha como despedida. No hay otra sonrisa en su rostro y pronto ya no está más ahí.

○●○

—Stark.

—Strange.

—Estoy hablando en serio, Tony —refuta quitándole el vaso que tiene licor dorado, si escucha quejas, él ignora cada una de ellas e ingiere todo el alcohol. El envase, ahora vacío, es depositado sobre la superficie de cristal. No sabe en qué momento ambos se convirtieron en amigos, solían pelearse más veces de las que le gustaría admitir debido a sus actitudes tan parecidas, sin embargo, de algún modo u otro terminaban olvidando todo entre risas. Stephen debió haber sabido que, desde el primer encuentro, Tony no iba a desaparecer de su vida y para comprobarlo existen gran cantidad de encuentros repentinos entre ambos que se vieron dando a lo largo de cuatro meses. Él ayudaba al coronel Rhodes en su recuperación sin dejar de recibir gracias tanto de Tony como de Pepper. Ahora, se le ocurrió mencionar el tema de la pelea en Siberia de la que en realidad no sabe mucho, solo que el grupo de héroes llamado Vengadores ya no existe más.

—No. —Tony aprieta los labios con fuerza mientras niega—, sabes las reglas, Strange, ese tema jamás sale a colación.

—¿Por qué? —Y ahí va de nuevo, a pesar de las negativas, insiste sabiendo de antemano la respuesta, pero intentándolo de todas formas.

Tony suspira, su mirada en algún punto de la estancia para luego retornar al neurocirujano que aguarda con paciencia una palabra de su parte aún si esta es un rotundo "no".

—Hay sucesos que uno solo no quiere volver a mencionar, ¿lo sabes? Y no es porque no confíe en ti porque sabes que, si lo hago, pero esto, no puedo, Stephen.

El nombrado asiente comprendiendo la situación, pero con el recuerdo de un Tony tan herido que le causa escalofríos en toda la columna vertebral. No hablan más de ello, Strange se convence a sí mismo que tal vez no es el momento de relatar los hechos y que este podría ser dicho con el transcurso del tiempo, no le importa cuánto porque tiene la constante necesidad de conocer todo sobre el hombre delante suyo.

○●○

—¡Tony!

—No puedes estar hablando en serio, Strange. Te lo dije, el tema no se menciona, no me interesa si llamaste al único número en ese teléfono anticuado en tu necesidad por conseguir respuestas.

Están peleando de nuevo, con la ligera diferencia que ahora existe una relación amorosa de por medio. Stephen sabe bien que ha cometido un error en su afán por conocer ese lado de Tony que el hombre de hierro no quiere decir. Invadió su privacidad leyendo tanto la carta del Capitán América como llamándolo por celular debido al repentino enojo que sintió. Le gritó a un aturdido Steve sabiendo que, en la otra línea, él no entendía nada de la situación y en esa escena lo encontró Tony.

—Te digo que...

—¡No me interesa! —interrumpe aumentando el volumen de su voz. El enojo presente en cada palabra que suelta y lágrimas acumuladas en sus ojos por la impotencia—. Pensé que confiabas en mí, veo que me equivoqué de nuevo.

No hay tiempo para responder porque Tony ha salido del sitio dando un sonoro portazo. En la soledad que ahora reina, Stephen permanece estático en su sitio por breve tiempo, sabe que lo mejor es buscar a Tony al día siguiente cuando el enojo haya disminuido un poco y ellos puedan hablar como se debe. Con ese pensamiento, acude a su habitación donde se dispone a descansar solo para despertar dos horas después, tomar las llaves del auto y comenzar a conducir intentando llamar a Tony bajo la intensa lluvia. Esta en su cuarta llamada que es respondida al fin, baja la mirada de la carretera acelerando un poco en el proceso, en su deseo por llegar lo más rápido posible hasta donde se encuentra su pareja. Menciona el nombre de él rogando para que no finalice la comunicación.

Y es lo último que recuerda antes que suceda la tragedia.

○●○

Sus párpados pesan, él se esfuerza por abrirlos sintiendo el intenso dolor en todo su cuerpo. Reconoce el hospital en el que trabaja y la luz prendida de la habitación está a punto de causarle un dolor de cabeza. Intenta moverse provocando un quejido ante su acción algo brusca. Tony aparece en su campo de visión, eleva la mirada no solo para verlo a él sino a sus manos maltratadas y con aparatos ortopédico atravesándolas. Todo pasa a segundo plano, no escucha nada de las palabras a su alrededor, a Tony con clara preocupación en su rostro, ni a Christine que acaba de llegar. No puede dejar de mirar a su material de trabajo, inmovilizadas, con heridas provocadas por el accidente automovilístico.

Tony acomoda la almohada rozando la sien de Stephen, se puede ver el cansancio debajo de sus ojos por una mala noche. Hay una caricia en el rostro del neurocirujano y lágrimas silenciosas. Tony más que nadie comprende el dolor que siente la otra persona que no volverá a ser la misma.

○●○

—¡Maldición!

—¿Stephen?

—¡No vengas, Tony!

Su pedido no es escuchado, Tony aparece en la cocina observando el vaso hecho trizas en el suelo. Los vidrios están en todas direcciones y las manos de Strange no dejan de temblar. Tony sale solo para retornar con una bolsa, recoge cada trozo con cuidado de no lastimarse. Al concluir y comprobar que no ha quedado ningún rastro, se permite esbozar una sonrisa que no es correspondida.

—Deja de hacer eso.

—¿Qué cosa?

—Todo.

—No sé a qué te refieres. —Tony ha llegado hasta él, Stephen esconde sus manos como acto reflejo obteniendo un ceño fruncido por parte del otro hombre que sin decir nada, busca el tacto ajeno hasta unirlo con el suyo, no le da importancia al notorio temblor, reparte besos sobre la piel, sus labios presionando cada cicatriz sin el mínimo gesto de incomodidad. Por un instante, las manos permanecen quietas.

○●○

—¡No sirvo para nada de esto! —Stephen bota el lápiz al suelo en su arrebato de ira. La hoja de papel con trazos que pretendían ser su nombre y que, en su lugar, son líneas sin sentido, torcidas y sin gracia.

—Deja de decir eso. Puedes intentar de nuevo, todavía tenemos opciones para buscar tu recuperación.

—Sabes bien que no, Stark. —El enojo que siente consigo mismo se ve reflejado desquitándose con una persona que solo ha tratado de ayudarlo en toda oportunidad, pero él cegado por el sentimiento de odio que siente no es capaz de verlo, no en ese instante donde las palabras escapan de sus labios sin pensar ni permiso—. Deberías dejar de fingir interés, irte y continuar con tu vida. No necesito tu pena, ayuda ni mucho menos compasión.

—Tú no...

—¡Estoy hablando muy en serio! —Estampa las manos sobre el escritorio con una corriente de dolor como consecuencia—. No entiendo porque sigues aquí, Stark, lo mejor será que te vayas. Se acabó todo.

Tony asiente, sin ánimos de responder. Cierra la puerta con suavidad a su salida. Stephen sabe que es la última vez, que él no volverá.

○●○

No sabe con exactitud cuanto tiempo ha transcurrido, pero esa noche despierta en plena madrugada, pregunta a la I.A quien está en la entrada tocando la puerta y por ende interrumpiendo el sueño que le ha costado tanto conseguir. Al escuchar el nombre, se paraliza solo para reaccionar al cabo de unos instantes y comprobar con sus propios ojos lo dicho, desciende las escaleras, va descalzo y siente la frialdad del suelo en sus pies. Abre la puerta viendo a Stephen con expresión seria, una herida en la sien y con ropas extrañas.

—¿Y tú de qué película saliste? —Es lo primero que se le ocurre, ningún saludo sino un clásico comentario suyo que para su suerte provoca una ligera risa en la otra persona.

—Es bueno verte de nuevo.

—Sí, eso no fue lo que dijiste la última vez.

—Tony...

—Pasa Stephen, luces cansado. —Él abre más la puerta para permitir el paso. Stephen accede y ambos terminan en la sala sentados sobre el sofá—. ¿Algo que contar? —cuestiona a la par que se levanta para desaparecer por el pasillo y al regresar lleva un trozo de algodón rociado con alcohol que es presionado sobre la herida de Strange, limpiando así la sangre de ella.

—Es una larga historia.

—Tengo todo el tiempo del mundo.

Stephen suspira sabiendo que le aguarda una extensa noche.

○●○

Tony bebe el resto de su café, es la mañana siguiente y contra todo pronóstico, Stephen sigue ahí, dando un mordisco a la manzana que consiguió del frutero. Tony mira con fascinación como las manos ajenas se mueven sin demasiada dificultad de por medio. Aún está asimilando la historia contada en la madrugada, a cualquiera le hubiera parecido extraña, pero no a él que parecer ser experto en temas como ese basta saber que es amigo de un científico que se transforma a verde ante ataques de ira. Bosteza, apenas ha dormido dos o tres horas, delante suyo, Stephen nota el cansancio porque alza una ceja en su dirección.

—Deberías descansar.

—Estoy bien.

—No lo creo —. La fruta de la que ya no queda nada, es lanzada a la basura. Lo siguiente que siente Tony es su mano prisionera y ser llevado hasta su habitación por el hombre que lo obliga a acostarse sobre la cama. Se observan, sin palabras de por medio—. Sobre la última vez, lamento mucho lo que te dije, no fue mi intención —pronuncia eliminando el mutismo instalado entre los dos.

—Lo sé, te entiendo.

—No sirvo para decir cosas como esta, pero quiero que sepas que eres lo más importante y valioso que me ha pasado. Todo este tiempo creí que fui yo quien te ayudó aquella vez que llegaste al hospital, pero fuiste tú quien me ayudó a mí.

—¿Ahora eres el hechicero del amor?

Tony ríe, risa que aumenta su intensidad ante la almohada que se estampa con su rostro, él no tarda en devolver la acción y en algún momento, se besan con necesidad, extrañando los días de ausencia que se sentían tan eternos y con un encuentro que parecía lejano y que al final está sucediendo. Se besan hasta que sus labios arden y deben detenerse solo para retomar los besos al poco tiempo porque requieren saciar sus deseos más profundos.

○●○

La camiseta está a los pies de la cama, Tony intenta cubrirse con las sábanas, pero Stephen lo impide. Sus dedos trazan cada línea del torso desnudo, las heridas que curó hace ya mucho tiempo y que han quedado en cicatrices que resaltan en la piel desnuda, su tacto toca cada una de ellas con lentitud como quien quiere recordar cada centímetro, cada detalle que hacen a Tony lo que es, un hombre que lucha y a pesar de saber que está perdiendo no se da por vencido, que entrega todo de sí sin pensarlo dos veces. Un héroe que merece ser más valorado por el resto.

Son los labios de Stephen los que luego recorren cada centímetro de piel repartiendo besos por cada marca, esto provoca leves cosquillas por parte de Tony quien concluye el contacto ante la molestia del hechicero, la emoción es cambiada por felicidad al ver a Tony tomar sus manos entre las suyas y repartir besos por cada cicatriz tal y como solía hacer antes. Entrelaza los dedos y sonríe tan amplio y resplandeciente que le hace competencia a las estrellas.

En la intimidad de la habitación, se aman de una manera que no puede ser descrita con simples palabras. Tienen marcas que los han transformado en quienes son y no solo comparten besos, caricias y palabras de amor sino también el dolor detrás de las historias de las cicatrices que poseen, consiguen comprenderse porque conocen lo que es estar en lo más profundo del infierno y salir vivo de este y sienten que al fin han conseguido paz en la compañía del otro.

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