CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 18
Una semana después tuve un examen para analizar mi aprendizaje, pero me sentí como si estuviese en un juicio ya que estaba sentada en un sillón mientras la profesora corregía y tanto el señor Simón como Daniel esperaban.
—Terminé —avisó con un suspiro y sabía lo que significaba.
—¿Entonces? —preguntó el mayor
—Vea usted mismo —le entregó las hojas.
En ese momento me cubrí el rostro con vergüenza ya que sabía lo que era y no me atrevía a miralos.
—¿Como pudiste desaprobar? —se dirigió a mí en un tono desconcertado. —¿No dijo que aprendía rápido? —creo que se dirigió a la profesora.
—Lo hizo por eso también me sorprende esto, le pido disculpas, debe ser mi culpa. Haré mejor mi trabajo.
—No se disculpe, escuchemos que tiene que decir Sam. —escuché decir a Daniel y los miré abriendo un poco los dedos y sonreí apenada.
—Bueno... —desvíe la mirada —sabía las respuestas, sabía como responder pero de un momento a otro pufff... —imité una explosión —mi mente quedó en blanco. Suena increíble, pero así fue.
El Señor Simón estaba por decir algo, pero mi hermano se adelantó.
—Me ocuparé de ella por dos días y luego volverá con usted —miró a la profesora y me sorprendí.
—¿Estás seguro? —preguntó el mayor.
—Si, creo que entiendo lo que sucede. —entonces lo miré curiosa.
—Si así lo desea el joven, volveré en dos días. —aceptó la profesora sin mucha oposición.
—De acuerdo, tengo reuniones importantes. Volveré tarde. —mencionó el mayor levantándose. —Nos vemos mañana.
Acompañó a la profesora a la puerta y me relajé en el sillón hasta que el único presenté aclaró la garganta.
—¿Que? —lo miré como si hubiese trabajado todo el día y estuviera totalmente agotada.
—Eso, ¿Que? —sonrió burlón y desvíe la mirada sin responder. —Vamos, tomemos un helado mientras hablamos.
—¿Fuera de la casa? —me levanté.
—Claro, hay un lugar tranquilo por aquí cerca —caminó y lo seguí con una sonrisa.
Había una heladería a unas cuantas cuadras y en frente un pequeño parque. Pedimos y nos sentamos a la sombra de un coposo árbol.
—¿Sobre qué quieres hablar? —lo miré mientras disfrutas de mi postre.
—¿Que pasó en el examen?
—No lo sé, solo me distraí. No lo sé. —encogí los hombros sin saber qué responder exactamente.
No era solo distracción, en ese mismo momento había recordado a Thomas, no sé porqué, pero había aparecido su imagen y comencé a recordar cuando me enseñó las últimas semanas. Algo que definitivamente no quería recordar, pero mi mente no hacía caso.
—¿Quien es él?
Me atraganté por la pregunta, ¿Acaso sabía lo que pensaba?
Lo miré un momento diciendo «Idiota» en mi mente para comprobarlo.
—Me asustas cuando haces eso. —frunció en ceño y me alivié con un suspiro.
—¿Sobre quién preguntas? —continué comiendo.
—Tu anterior profesor o quien sea que te haya enseñado, aunque a juzgar por tu actitud debe ser un chico.
—Sobre él, sólo eso. Me ayudó. —encogí los hombros desinteresada para que no quisiera indagar más de la cuenta.
—¿Y qué hay exactamente con él? Te escuché el primer día cuando hablabas con la profesora —lo miré un momento. —¿Era tu novio?
—¡Claro que no! —me molesté por la sola idea.
—¿Entonces?
—Él... —dudé haciendo un vago recorrido de los acontecimientos. —es alguien complicado, eramos vecinos desde los 6 años, nos hicimos mejores amigos pero 5 años atrás cambió mucho. Dejamos de ser amigos y nada —mi semblante cambió.
—Es la primera vez que hablamos así, cuentame con toda confianza.
Lo pensé un momento, pero Daniel era mi hermano y prácticamente lo único que tenía y siempre tendría a partir del momento en que supe de él.
—Cuando mamá falleció aún era menor de edad, la señora Rogers era la mejor amiga de ella. Y a su vez es madre de él... —suspiré intentando no complicar la explicación. —Ella decidió hacerse responsable legalmente de mi durante los meses que faltaban para cumplir la mayoría, fueron exactamente 5 meses. Aunque vivíamos al lado debía mudarme a su casa, con él tuvimos muchos cruces incluso de mucho antes. Jamás lo comprendí, pero dejando eso de lado, me ayudó para los exámenes finales comenzando por lengua extranjera y supongo que recordé eso. Y eso. —terminé de comer y tiré el pote a la basura.
—Con todo eso, con tu melancolía y manera de hablar, podría afirmar que te gusta —lo miré y sonreí levemente.
—Comenzaré una nueva vida aquí, ¿Lo olvidas? Él es pasado y ahí se quedará.
—Pasado que te afecta y posiblemente siempre lo hará porque dejaron algo inconcluso —guiñó un ojo y reí incrédula.
—Es pasado —volví a decir
—¿Como se llama el desafortunado? —lo miré mal. —Lo siento, afortunado —corrigió.
—Thomas. —murmuré.
—¿Como?
—Thomas.
—¿Thomas Rogers? —se sorprendió
—¿Lo conoces? —me confundí por su actitud.
—No, lo digo porque primero dijiste su madre. ¿Se llama Thomas Rogers?
—Si
—Ya veo... —se levantó y colocó las manos en su cintura mientras parecía pensar en algo hasta que habló. —Desde mañana serás una nueva Samantha, aprenderás rápidamente por dos días y luego continuarás adelante. Cuando vayamos a la universidad lo olvidarás por completo —sonrió como si planeara algo.
—Creo que deberías saber que soy la típica chica solitaria, que no habla mucho y cuando lo hace, lo hace mal, pero puede hacer alguna travesura, no me interesa hacer amigos, no confío mucho en las personas y tampoco soy muy inteligente. —enumeré con los dedos
—¿Que quieres decir con hablar mal? —se cruzó de brazos.
—No grosera... Sino —dudé un momento—Hasta ahora no he expresado nada fuera de lugar, pero debía ir a un especialista o psicólogo porque no podía hablar correctamente. Por ejemplo “enamorar” decía enemurar. ¿comprendes? Hay algo en mí que me hace tonta. —señalé mi cabeza.
Él fijó su mirada en mí mientras se inclinaba un poco para quedar a mi altura. Por su expresión creía que me juzgaría o se burlaría como todos hasta que sonrió.
—Pero mira que cosita más tierna. —pellizcó mi nariz. —Ya entiendo, pero lo que no lo tienes de inteligente, lo tienes de tierna. Y como dijo papá, no hay nada que no tenga solución. Querida hermanita imagina esto. —me abrazó con un brazo —La nueva Sam. También solitaria, pero segura, sin amigos, pero con muchos que quieras serlo. Y lo más importante inteligente como su hermano.
—¿Como podría?
—Lo primero déjamelo a mí, lo inteligente te lo dejo a ti. Tu misma dijiste que cuando te lo propones aprendes rápido. Soy un prodigio y eres mi melliza, también eres inteligente, pero no sacaste tu potencial. Estuviste desviando tu atención y apuesto que es en el tal Thomas. Él no esta aquí así que es hora de sacar el potencial. Graba esto en tu memoria Sam, somos inteligentes y llevaremos el apellido Anderson a lo alto —me motivó y sonreí.
—Creí que el apellido ya estaba en lo alto. —lo escuché suspirar.
—Era un mensaje motivador, pero lo arruinaste. —lo golpeé en el brazo y rió. —Somos quienes algún día manejaremos las empresas, ahora mismo están en lo alto y nuestro trabajo será mantenerlas ahí o que sean mucho más reconocidas. Ya lo entenderás más adelante.
—Está bien, confiaré en ti solo porque fuiste mi compañero de matriz. —comencé a caminar
—Wooo, lo ves cuando quieres puedes ser muy inteligente.
Luego de eso regresamos a la casa molestandonos y por la noche pensé mucho.
No podía conciliar el sueño cuando tomé el móvil, abrí los mensajes y solo tenía dos en el registro, uno era de Emma y el otro de Bebé Calabaza.
Sonreí recordando como lo molestaba, pero se esfumó al recordar otras cosas. Abrí el vídeo para verlo, era tan humillante que aún me afectaba y creí jamas poder superarlo. Conecté el móvil a mi computadora moviendo el vídeo y la foto de Thomas a una carpeta para después también copiarlo en un pendrive. No estaba segura para qué, pero algo me decía que en algún momento me serviría.
Regresé a la conversación viendo el último mensaje que envíe y que no se molestó en responder. Eliminé todo, incluso su contacto quedándome solo con Emma.
Suspiré un poco agotada, pero aliviada de cierto modo y como dijo Daniel, al día siguiente daría inicio una nueva Samantha.
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