CAPÍTULO 17
CAPITULO 17
Me tomó una semana en acomodarme con el cambio horario y hacer algunas diligencias de herencia, cosas que no creí que fuese tan complicado.
Básicamente fue dar testimonio del “por qué” llevaba el apellido Anderson sin conocerlo ni reconocerlo como padre. Y todo el problema se basaba en que repetía lo mismo, no lo reconocía como tal. La única solución fue una prueba de ADN tanto con él como con Daniel, ambos dieron positivo en un 99,9 % y no había ninguna duda.
Y fue hasta ese entonces que pude llamar Emma.
—¿Hola? —hablé con timidez.
“Sam, al fin llamas. Me tenías muy preocupada.”
Dijo en tono triste que me hizo sentir culpable.
—Lamento no haber llamado, debía hacer unas cosas importantes, ¿como has estado?
“Ahora estoy bien, si no recibía tu llamada hoy juro que iba hacer la denuncia.”
—Por favor —reí por la idea. —Es que me costó adaptarme un poco a los cambios horarios.
“Lo sé, pero cuentame como va todo, ¿cuando regresas?”
—Bueno —suspiré caminando de un lado a otro en la habitación, esperando encontrar el modo correcto de decírselo. —Decidí quedarme aquí.
“¿Como?”
—Antes que nada, comprende. Allá no me queda nada, sería muy difícil afrontar la vida absolutamente sola sin mencionar la universidad. —dije con paciencia —sé que pude hacerlo hasta ahora por el apoyo que me brindaron y de lo que estaré inmensamente agradecida siempre. Por otro lado, aquí tengo la oportunidad de una nueva vida —hubo un silencio del otro lado. —¿estas ahí?
“Si, solo espero que regreses en algún momento. No puedo decirte que regreses ahora cuando tienes una buena razón para quedarte.”
—Lo haré —dudé un momento —¿él como está?
“Thomas está bien, ya se prepara para dar el examen de ingreso a la universidad. ¿Quieres que le diga algo?”
—No, solo espero que le vaya bien. Debo colgar —mentí
“Cuidate Sam. Sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites...”
—No te preocupes, te llamaré cuando pueda.
“Estaré esperando.”
—Cuidate.
Colgué frotándome la frente con paciencia. Debía dejar atrás todo aquello que me molestaba de algún modo para centrarme en una nueva etapa de mi vida, que esperaba que fuese mejor o al menos diferente. Sin embargo, Emma era la excepción de mis malos recuerdos en Londres y claramente esperaba verla de nuevo en algún momento.
Con el paso de los días me había adaptado a los cambios que conllevaba un cambio radical de vida, como la casa y las peleas infantiles con Daniel no podían faltar. Eso hacia que la relación fuera fluida, y nos acostumbrabamos rápidamente el uno al otro, porque como dicen. Tanto gemelos como mellizos tienen una conexión especial y ambos éramos un caso especial haciendo travesuras como niños. Incluso pensé en como pude vivir tanto tiempo sin él.
Lo que no podía armonizar ni fluir la relación era con el señor Anderson, aunque sonaba feo y demasiado formal continuaba llamándolo así. No podía decirle padre, era como si esa palabra no existiera en mi diccionario y así lo era porque crecí sin uno, por más que lo intentara esa parte no estaba resuelta y llevaría tiempo hacerme a la idea.
Era media mañana cuando bajé a la cocina por algo de comer y encontré a mi hermano preparando algo. Lo miré un momento, curiosa por lo que hacía hasta que sonreí.
—¿Que me cocinas? —corrí hasta él para observar lo que hacía.
—Para ti nada, para mí haré unos postres ingleses. —sonrió orgulloso y lo miré mal
—Seguramente saldrán feos como tú —me senté solamente para molestarlo.
—Soy un prodigio en los estudios, la cocina, idiomas, deportes... —comenzó a innumerar totalmente orgulloso de sí mismo.
—Y tirarte dramáticamente al piso sino dejas de alardear —interrumpí tronandome los dedos.
—Lo siento, es que soy tan genial que no puedo evitarlo, ¿Alguna vez viste a alguien tan perfecto? —mi respuesta solo fue una expresión incrédula. —Apuesto que no sabes cocinar.
—Claro que sé, pero no siempre me sale bien —desvíe la mirada.
—Debía haber equilibrio ¿no? Yo genial, tú torpe —se burló continuando con lo suyo.
—El burro por delante —me acerqué mientras agregaba harina en su distracción. —Así no es, le falta harina —le agregué más.
—No sabes lo que estoy haciendo —me miró mal.
—Hazme caso —agregué un poco más
—No. —se alejó abrazando el recipiente
—Pero ... —lo seguí con la harina en mano.
—Detente. —lo dejó en la mesa
—Ahora saldrá un poco duro, no eres tan genial —reí triunfante, pero mi expresión cambió al sentir algo en mi rostro.
—Parece que estás un poco pálida. —rió y me limpié
—¿Me tiraste harina?
—Arruinaste mi postre... —comenzó a toser porque le había devuelto lo mismo. —Ahora me las pagas.
Los dos tomamos un paquete cada uno y comenzamos a tirarnos mientras reíamos sin control, como dos niños traviesos que no harían caso hasta dejar todo un desastre. Hasta que se abrió la puerta y quedamos inmóviles en la posición de tirarnos de nuevo, miramos al señor Anderson que solo giró y salió al instante como si hubiera visto un fantasma, pero entró de nuevo.
—Vayan a ducharse, traje pizza —suspiró un poco agotado saliendo mientras se frotaba la frente.
—Mira lo que hiciste. —me regañó Daniel.
—¿Que?
—Por tus ocurrencia envejecerá más rápido.
—Mejor callate —le tiré lo que tenía en la mano y antes que se limpiara le tiré un huevo en la cabeza y salí corriendo.
—¡Papá! ¡Quiero ser hijo único de nuevo! —gritó casi llorando.
Corrí por las escaleras dejando una cortina de polvo blanco mientras reía sin control. Tener un hermano y poder molestarlo era tan divertido que lo adoraba.
Me duché y luego vi el móvil, como siempre no tenía nada. Tanto era que casi no lo ocupaba, solo lo dejaba en el mueble al lado de la cama.
Volví a bajar y ambos ya estaban en el comedor esperándome, el almuerzo marchaba tranquilo hasta que el mayor habló.
—Daniel ya tienes tu pase a la universidad, ahora necesitaré que ayudes a tu hermana. —lo miró y él dejó de comer.
—¿Y los profesores?
—Comenzaran mañana mismo, tú la ayudarás en caso de que no comprenda algo. Sam... —me miró —tomarás clases para mejorar tu intelecto y durante todo el año, calculo que aprenderás rápido. También tendrás otros 2 profesores para que te expliquen material empresarial para que te vayas familiarizando y entres con una base a la universidad. No tomarás examen de ingreso, ya me encargué, pero estarás en el mismo salón que tu hermano.
—Entiendo, pero digame, ¿Por qué empresarial? Y, ¿Qué carrera haré? —cuestioné mientras comía otra porción.
—Durante este tiempo no te diste cuenta de nada, ¿cierto? —preguntó Daniel.
—No estoy hablando contigo —miré al mayor.
—Si siguen así. —rió nervioso y negó —Mira Sam, soy dueño de Anderson Corporation and Investment más conocida por sus siglas CI Anderson.
—¿Y eso qué significa? —los miré a ambos en un vaivén.
—¿Realmente no te suena absolutamente nada? —preguntó Daniel y negué de inmediato.
Pensé un momento hasta que ese nombre me sonó de algún lado.
—Esperen, entonces es... —recordé que varías veces había visto ese nombre en la Tv, incluso en el aeropuerto, pero no había prestado atención. —¿Es empresario?
—Wooo —Aplaudió Daniel —¿como lo supiste tan rápido?
—¿Quien es el torpe ahora? —sonreí orgullosa hasta que me di cuenta de su sarcasmo —¡oye!
Un día sábado debía ser de descanso y sin preocupaciones, pero alguien entró golpeando una olla con fuerza para luego abrir completamente las ventanas.
—¡Hora de levantarse! —dijo por un ruidoso altavoz y solo pude esconderme debajo de las cobijas.
—¡Largo! —grité de malhumor por el escándalo.
—En 20 minutos llegará tu profesora, sé más responsable. —volvió a golpear la olla.
—¡Está bien! —respondí sentándome.
—Buena niña. —salió cerrando la puerta, pero sin dejar de golpear la olla.
Miré la hora y me sorprendí para luego patalear.
—¡¿Por qué demonios me despiertas a las 7 un día sábado?! —grité y quise chillar, pero fui a darme una ducha.
Después del desayuno llegó una mujer muy bien vestida y con estilo con mucho material de estudio.
— Good morning darling, I will be your teacher since now [ Seré tu profesora desde ahora ] —dijo sonriente y en un tono muy elegante.
—Hi teacher —sonreí como si supiera, pero solo registré Teacher
—Seré breve en la presentación —tomó asiento —soy de las mejores profesoras de la ciudad, conmigo aprenderás rápidamente y puedo asegurarte que en 5 meses estarás hablando fluidamente y sin preocupaciones. Se me informó que tienes problemas con el propio idioma y algunas cuestiones al hablar, iremos de a poco y luego aprenderás otros a un nivel intermedio.
—¿Eso se puede? —me sorprendí para luego quedar pensativa.
—En efecto, ahora que estás en un país angloparlante, y estás acostumbrada te ayudará mucho aunque ciertas cosas cambian, absolutamente todos aquí hablan ingles. Quieras o no aprenderás las nuevas reglas, no hay mucha diferencia —sonrió —ahora dime, ¿cuanto sabes de otro idioma?
—En Londres en mi examen final saqué un 9 en literatura y 7 en aleman— me miró un poco sorprendida —y me había puesto al día en cuestión de semanas, quiero decir que aprendí todo lo de año, pero ahora mismo mi lenguaje alemán se ha deteriorado un poco.
—¿Quieres decir que solo estudiaste lo del año para el examen final? —preguntó un poco decepcionada y asentí —Es un gran logro. —dijo un poco dudosa —Tu profesor debió ser alguien con mucha paciencia, pero debías mantener el conocimiento.
—¿Paciencia? —reí —claro que no, su paciencia es prácticamente nula conmigo y muy amargado, prácticamente fue obligado y ... —me detuve y borré mi sonrisa, ¿Por qué hablaba de él?, ¿Por qué lo recordaba?
—¿Y? —me animó a continuar.
—En fin. —moví un poco la mano para restar importancia. —Comencemos con la clase, cuando me lo propongo aprendo rápido. Eso es lo que quería decir. —sonreí
La clase fue durante todo el día, incluso en el almuerzo tuve que aprende los nombres de todo lo que había en la mesa y formular oraciones correctas de lo que estaba comiendo y eso no solo era para mejorar mi forma de hablar sino también en alemán. Por la noche sentía mi cerebro como si fuese un huevo frito.
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