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CAPÍTULO 15

CAPITULO 15



Por la mañana salí temprano y sin desayunar. Tomé un taxi y fui directamente al aeropuerto para comprar el pasaje, el vuelo saldría a las 8 pm, volví en el mismo taxi, pero me detuve en el cementerio.

—¿Podría buscarme a las 7 de la tarde en la misma casa? —pregunté al chofer

—Como ordene señorita —pagué y bajé para hacer esa visita tan necesaria.

Caminé a paso lento hasta llegar a su tumba, desde el entierro no había regresado, pero el dolor no era menos y en ese entonces se había sumado otro pesar.


—¿Por qué no me lo dijiste? Mi padre... Él está vivo, ¿Por qué me mentiste? —cuestioné intentando encontrar respuestas a esas preguntas y suspiré —Me iré mamá, pero regresaré en unos días, supongo. No te preocupes, no haré nada malo. Vendré a verte en cuanto regrese.

Dejé una rosa que sabía que era su favorita, pero mi color menos adorado y luego regresé a la casa, no sin antes pasar por la cafetería.

—¿Decidiste aparecer? —cuestionó Alexia con seriedad y una mirada firme.

Desde la última vez no había regresado ni dicho nada, incluso a Emma le había dicho que tenía días libres, pero solo fueron excusas por lo sucedido luego de la graduación.

—Lo siento.  —me acerqué con arrepentimiento, aunque sabía que eso no compensaría nada. —Vine a despedirme

—¿Renunciarás? —preguntó mientras preparaba un café.

—Me iré lejos, volveré en unos días, pero creo que no es justo que regrese aquí —dije bajando la mirada.  —Disculpame, siempre fuiste tan buena conmigo, desde el primer momento.

—¿A donde irás? —me miró, pero no respondí. —como sea, cuando regreses te quiero tiempo completo aquí hasta que comiences la universidad.

—Así será. —intenté convencerla y convencerme a mí misma, pero lo cierto era que no sabía lo que sucedería.

—Toma. —me dió un sobre —Es de los días que trabajaste.

—Muchas gracias. —la abracé con fuerza. —Ahora me voy, cuidate

Regresé a la casa y Emma estaba dando vueltas en la sala.

—¿Donde estabas? ¿Por qué no respondes las llamadas? —cuestionó preocupada y me recordó tanto a mi madre cuando hacía alguna travesura de niña.

—Lo siento, fui a dar una vuelta.

—No lo vuelvas a hacer. Ahora iré a reservar el salón para la fiesta, no tardaré —avisó mientras salía y no pude decir nada.

Entonces subí y comencé a hacer las maletas, solo hice 2 con ropa para unos días. También decidí acomodar y limpiar la habitación para dejarla como el primer día cuando recibí una llamada.

—Hola —respondí sin mirar.

“Hola Samantha, ¿Tienes el pasaje?”

Preguntó del otro lado y alejé el móvil para ver el remitente.

—Señor Anderson, lo había olvidado. Saldré esta misma noche a las 8

“Perfecto, alguien te estará esperando en el aeropuerto, pero de igual manera llama en cuanto llegues.”

—Claro.

“Nos vemos pronto.”

Luego de la breve conversación colgué y continué con lo mío, acomodé los libros que luego los dejaría en mi casa, pero algo cayó al piso. Era la fotografía de Thomas, la levanté para mirarla un momento y luego la puse debajo de la almohada.

Fui a mi casa, en todos esos meses no había ido ni una sola vez por los recuerdos que me traía y no estaba preparada para algo tan doloroso aunque intentaba aparentar lo contrario. Observé todo, tenía un poco de polvo y sonreí sin ganas.
Dejé en mi habitación todo lo que llevé y tomé unas prendas más para después regresar a la casa.

Pasaba el mediodía y Emma no regresaba, comí algo rápido y dejé todo preparado mientras me duchaba. Hasta entonces miré el reloj el cual marcaba las 6:30 pm. Saqué las maletas y miré la habitación, quedó tal  como el primer día que entré y con eso recordé algo. Entré a la habitación de Thomas para dejar la fotografía y cumplir con mi palabra, junto a ella dejé  una nota.

«Lo prometí,
adiós Thomas Rogers»

Cerré  la puerta deteniéndome un segundo mientras una lágrima traicionera se deslizaba, bajé, pero me senté en el último escalón de la escalera mientras miraba la hora, 6:50 pm.

Estaba apunto de llamar a Emma cuando se abrió la puerta.

—¿Que haces ahí? —me sonrió, pero ese gesto se esfumó lentamente  al ver mis maletas.

—Te estaba esperando —sonreí para que viera que estaba bien.

—¿A donde vas? ¿Regresas tan pronto a tu casa? —se acercó y negué con la cabeza. —De todos modos es al lado, podía ayudarte.

—No regresaré a casa —le tomé las manos para que me escuchara con atención. —Iré... —no estaba segura de como decirlo —haré un viaje

—¿A donde? —sus ojos se cristalizaron

—Iré a conocer a mi padre —respondí con dificultad por su expresión.

—No respondes mi pregunta.

—Iré a los Estados Unidos, pero no te pongas así y tampoco te preocupes porque regresaré en unos días. —fingí una sonrisa

—Pero la fiesta.

—Creo que Tom ya festejó. —respondí bajo —Es mejor así.

—Viste las fotografías —asentí.

—Escucha, estoy y siempre estaré muy agradecida contigo y tu esposo por haber cuidado de mi estos meses, por haber estado conmigo en este momento tan difícil y por no dejarme afrontarlo sola. Estoy muy agradecida, también con Tom, por haberme ayudado a estudiar —sonreí levemente —volveré ¿si? Pero hasta ese entonces pido que no se lo diga a Tom, aunque sé perfectamente que no le importaría, pero por favor no se lo diga. Las cosas están bien tal como están ahora.

—Está bien —comenzó a llorar como si fuese una despedida definitiva.

—No te pongas así. —la abracé para reconfortarla. —Volveré y te llamaré en cuanto llegue.

—De acuerdo

Una bocina en la calle nos hizo separar y liberé un suspiro.

—El taxi está aquí —tomé las maletas y salí seguida por ella.

—Quisiera llevarte yo misma.

—Estaré bien —sonreí para no preocuparla

—Cuidate y llámame en cuanto llegues, no lo olvides. —me abrazó con fuerza dando a entender que no quería soltarme.

—Lo haré. Salude al señor Jack de mi parte —asintió —nos vemos.

El chofer cargó las maletas y subimos, desde la ventana la saludaba y sonreía,  pero cuando el taxi avanzó comencé a llorar y no era por el destino desconocido al que me dirigía sino por lo que dejaba, Emma era alguien realmente valiosa para mí.

—Disculpe señorita, ¿a donde? —preguntó el chófer luego de un momento.

—Al aeropuerto —suspiré calmándome un poco.

En el avión busqué mi asiento y mientras me sentaba pensé que había sido una decisión apresurada, pero ya no había vuelta atrás solo debía avanzar sin pensarlo demasiado.


En todo momento miraba por la ventanilla mientras algo me decía que las cosas cambiarían de alguna manera. No podía detener mis lágrimas, era la primera vez que viajaba sola y a otro país. Mi corazón se sentía demasiado frenético y temía no poder controlarlo.

—Señorita, ¿Se encuentra bien? —preguntó la azafata y la miré.

—Si, solo es un poco de nervios —me limpié las lágrimas.

—¿Es su primera vez?

—Algo así.

—No tiene porque preocuparse, solo sentirá un poco de movimiento al alzar vuelvo y al aterrizar, pero el viaje es muy tranquilo. —me tranquilizó. —Incluso puede conciliar el sueño fácilmente.

—De acuerdo —sonreí levemente

Y como dijo, se sintió movimiento al alzar vuelo, pero luego ya no supe más por quedar completamente dormida o desmayada, no lo sabía exactamente.

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