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CAPÍTULO 127

CAPÍTULO 127





Ibamos en su auto cuando noté que cambió de trayecto.

—¿El edificio no está por allá? —señalé la calle opuesta.

—Si, pero ya no iremos al edificio. Ahora estamos casados, iremos a nuestra casa. —sonrió y lo miré sorprendida.

—¿Nuestra casa? ¿Dónde? —cuestioné confundida y emocionada.

—Ya lo verás.

No sabía de lo que hablaba o donde estaría tal casa, pero sentía mucha curiosidad hasta que reconocí ese trayecto.

—No puede ser... —murmuré observado el lugar.

El portón se abrió y al entrar bajamos.

—Bienvenida a casa —señaló la maravillosa casa que ya había visto antes.

—¿Tú hiciste esto? —me sorprendí y asintió con una gran sonrisa.

—Tuve dos años para preparar todo Sam, estaba dispuesto a todo. Era a todo o nada. —extendió su mano y la tomé.

Entramos y me quedé totalmente maravillada con el lugar, ¿Dónde era? Justamente en aquel lugar que solíamos ir para estar solos y tranquilos, había construido nuestra casa en ese mismo lugar y no lo creía.

—¿Algún día dejarás de sorprenderme Tom? —evité llorar por tanto.

—Algún día cariño...

Fuimos hasta la habitación donde estaban nuestras maletas, afortunadamente las había preparado para la luna de miel.

—Nos iremos mañana por la tarde —avisó tomandome por la cintura y besó mi cuello con suavidad.

—Me parece bien. —coloqué los brazos en su cuello.

La fiesta había terminado, pero nuestra noche no, aún faltaba lo más especial e importante para sellar aquella boda.

Tomó la iniciativa con un dulce y tierno beso, ambos en calma. No teníamos prisa, solo debíamos disfrutar.
Deslizó el cierre del vestido para que cayera completo mientras le quitaba la camisa y así dar paso a nuestra primera noche de amor como esposos.

—Se sintió diferente. —mencioné recostada sobre su pecho.

—Tambien lo sentí. —acarició mi espalda con suavidad.

Miré la alianza y suspiré.

—Eso significa que ahora si eres solo y completamente mía, ¿Lo sabes? —entrelazó sus dedos con los mios y lo miré.

—Lo sé, hoy juramos eso. Tú también eres solo mío.

Me sonrió y besó, con él las cosas en esa sitúacion eran imposibles. La noche fue muy larga, pero placentera.

Al día siguiente nos preparamos para partir.

—¿A donde me llevarás? —lo miré mientras caminábamos en el aeropuerto.

—Ya lo verás. —me guiñó un ojo.

Tomamos un vuelo, quizá otras parejas escogían destinos elegantes y ostentosos, como París u otra ciudad famosa por su estructura y romanticismo natural.
Nosotros no eramos como los demás, él me conocía perfectamente y lejos de un destino como ese, arribamos en una isla. No era solitaria como aquella de mi cumpleaños, pero era tranquila y tendríamos la privacidad suficiente para disfrutar nuestra luna de miel por 3 semanas y sin interrupciones de ningún tipo.

—¡Maravilloso! —exclamé observando el mar desde la ventana de la casa.

—¿El lugar o yo? —susurró abrazandome por detrás.

—Ambos —giré para mirarlo.

—Disfrutaremos todos los días y todo el lugar, tiene muchos atractivos.

—Me encantará. —sonreí.

—Hay un restaurante afrodisíaco, ¿Quieres comenzar por ahí? —susurró en mi oído y reí.

—Sea o no, tu siempre estás motivado esposo mío. —respondí del mismo modo y se separó para mirarme con atención.

—¿Como me llamaste?

—Esposo mío. —repetí en un vaivén para besarlo, pero me alejaba provocando un juego un tanto peligroso.

Sabía que cedería, pero en lugar de eso suspiró y nos cambiamos para poder pasear un poco cerca de la pequeña ciudad y visitar diferentes lugares. Por la noche no fue diferente, fuimos a cenar a un lugar tranquilo, sencillo, y no el afrodisíaco que había mencionado.

—Vuelvo en un momento... —me levanté y asintió.

Fui al baño y cuando regresé una de las camareras le platicaba de algo mientras sonreía de manera seductora.

Suspiré con paciencia para acercarme esperando controlar los celos.

—¿Disculpa? —la miré e hizo lo mismo.

—Solo preguntaba si necesitaban algo más...

—Si como no —tomé mi asiento y mostré la alianza. —¿Ves esto? —tambien señalé la de mi esposo.

—Bueno... —se sorprendió.

—No queremos nada, de hecho ya nos íbamos. Y quizás nos quejemos por la mala atención. —me levanté y esperé que Thomas pagara para tomarlo de la mano y salir del lugar.

—Hasta ahora no habías expresado tus celos así... —me miró un momento, parecía muy divertido.

—Porque no era lo mismo, ahora eres mi esposo y nuestro primer día casados. Literalmente no quiero que nadie se acerque. —lo solté para cruzar los brazos mientras caminaba rumbo a la casa.

—Cariño —me alcanzó, pero no me detuve hasta que entramos. —¿Por qué te enfadas conmigo?

—Porque debías mostrar esa alianza antes de que comenzara a hablar... —expresé totalmente molesta y entré al baño por una ducha.

Nuevamente había irrumpido mi ducha con su presencia seductora.

—Se perfectamente como relajarte... —sonrió de lado.

Ya lo habíamos hecho varias veces como pareja, estando casados no podía ser diferente.

Luego de tres relajantes semanas y en las que no hubo ningún tipo de incidentes y con incidentes me refiero a ciertas mujeres que literalmente lo comían con la mirada; regresamos.

Observaba la ciudad por el ventanal de nuestra habitación y suspiré.

—Desde aquí es la misma vista que solíamos apreciar. —lo miré y sonrió.

—Te encantaba y es muy bonito ver la ciudad así, un poco alejada y sin ruidos. —se acercó y asentí.

—Aquí hay paz... —lo besé.







Un año después


Había pasado un año y con él muchas cosas. Alexia con Austin finalmente contrajeron matrimonio, había nacido el primer hijo de Adam con Olivia, Sophia con Oscar siguieron en la lista de boda y para mi sorpresa Daniel con Yessica fueron los últimos en hacerlo.

En cuanto a nosotros, disfrutábamos de nuestra vida de casados, también teníamos nuestras discusiones y aveces ni eso por el demandante trabajo por ambas partes en las empresas de nuestros padres. Además, ayudaba a la fundación y diversas entidades con el mismo propósito que se habían desarrollado en Inglaterra y países limítrofes.

—¡Si, es viernes! —dije triunfal saliendo del baño luego de una relajante ducha.

—Aún pareces una niña de 25 años Samantha... —sonrió mientras tomaba el baño y me metí a la cama para esperarlo.

—¿Eso fue un insulto? —pregunté en cuanto regresó con el cabello húmedo.

—No, eres tierna... —besó mi mejilla y quedó mirándome..—Adoraría tener una mini Samantha corriendo por la casa.

—Tom, con lo mismo no... —me quejé frunciendo el ceño.

—¿Por qué no? Estamos casados, ¿Que problema hay? —no respondí. —Siempre evades la conversación, habla conmigo cariño.

—Porque no quiero, jamás pasó por mi mente ser madre. No quiero Tom, no quiero y punto. —crucé los brazos esperando que no insistiera.

—Eso no resuelve nada, ¿A que le temes? —miré en sentido contrario —Sam... —hizo que lo mirara.

—Yo... —suspiré con resignación. —temo no ser una buena madre, no ser lo suficiente. La mía fue buena, pero muchas veces ausente, temo hacer lo mismo. —confesé y sonrió

—Entonces no lo hagas, no hagas lo mismo. Y algo me dice que parte de ese temor también es por tu padre, Sam yo no haría tal cosa. Digo que quiero ser padre, quiero tener hijos contigo ¿Crees que me ausentaría? Perdería millones, pero no te dejaría jamás. —me haló para abrazarme.

—Aún así, no estoy segura. Deja que lo piense... —suspiré.

—Toma tu tiempo, aún somos jóvenes —me dió un corto beso y nos dispusimos a dormir.

¿Temia a la maternidad? Claro que lo hacía, porque como lo había dicho. Mi madre había sido alguien ausente muchas veces y por eso fui incomprendida, tenia terror imaginar que podía hacer lo mismo con los mios. Y por otro lado, como lo dijo Tom, era por mi padre. Crecí sin él y aunque estaba segura de que mi esposo no haría algo así igualmente no sabía lo que era un padre en la niñez. Lo más parecido a eso fue ver al señor Jack, pero no era lo mismo.

Me tomaría mi tiempo para pensar, ese era un paso muy grande e importante que claramente cambiaría nuestras vidas.












Luna de miel y ha pasado un año, el tiempo vuela ಥ⌣ಥ
Por otro lado Thomas queriendo ser padre, que tierno ╥﹏╥

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