CAPÍTULO 126
CAPÍTULO 126
Nuestro gran día había llegado y desde muy temprano Emma, Larisa, Alexia y Sophia ayudaban a prepararme.
Todo el proceso de los preparativos estuve tranquila, pero justamente ese día habían caído todos los nervios.
—Rayos... —suspiré mientras me maquillaban y cerré los ojos para calmarme.
—Tranquila —Alexia me sonrió con con serenidad intentando transmitir lo mismo.
—Todo estará bien cariño —Emma preparaba el vestido con cuidado junto a Larisa.
—Los temores regresaron Alexia, temo caer antes de llegar al altar, a tropezar o desmayar. —respiré profundo. —No creí que en este momento tan importante me sentiría así.
—Estaré justo ahí, a tu lado. Soy tu dama de honor, te sostendré para que eso no suceda. Solo respira. —me tranquilizó
—Te lo agradezco tanto...
—Las damas de honor jamás abandonamos —siguió Sophia en un tono muy particular y reí.
—Ya te pareces a Oscar.
—No digas eso —se horrorizó y reímos.
—Bien, todo listo. Hora del vestido mi niña. —dijo Emma mostrándolo
Asentí y con su ayuda me vestí. Al terminar me miré al espejo evitando llorar, no podía creer que estaba vestida de blanco, y que pronto iría al altar.
—Tu madre estaría muy orgullosa, has crecido muy bien y fuerte. —susurró en tono suave.
—Lo sé, pero también te tengo a ti, gracias por estar siempre Emma... —respiré profundo pasando un dedo para evitar derramar la lágrima que se había escapado.
—No llores... —me detuvo Sophia —el maquillaje correrá
—Esta bien —sonreí conteniendome —Pueden ir, mi padre me llevará en un momento.
Las cuatro salieron dejándome sola, aún estábamos en su casa e iríamos directamente para la ceremonia.
Sentí mi cuerpo entero temblar por el nerviosismo, era inevitable, mis pensamientos solo me decían que en menos de una hora me casaría y aún no lo creía. Después de tanto me casaría con Thomas. Me casaría con el chico que siempre quise y por el cual me sentí tonta más de una vez, pero no en el mal sentido, sino por las emociones que me provocaba.
Suspiré intentando calmarme cuando tocaron la puerta.
—Adelante. —respondí denotando el nerviosismo en mi voz que se escuchó temblorosa.
—¿Estas... —se detuvo para observarme un momento, de pronto sus ojos se cristalizaron, pero sonrió. —mírate.
—Dan, estoy haciendo un gran esfuerzo para no llorar... —desvié la mirada.
—Mi hermanita está apunto de casarse. —se acercó tomando mis manos temblorosas —Todo saldrá bien, todos estamos con ustedes. Disfruta de este día que es sólo suyo. Uno de los momentos más importantes y felices. —besó mi frente abrazandome con cuidado y me tranquilicé un poco.
—No te alejes demasiado por si me desmayo. —intenté sonreír.
—No te preocupes. Estaré ahí Sam, siempre estaré ahí. —sonrió con tranquilidad, finalmente pudiendo transmitirme lo mismo. —Es momento.
Asentí y me ayudó a bajar, nuestro padre caminaba de un lado a otro en la sala. Parecía más nervioso que yo, pero se detuvo en cuanto me vió.
—Papá, solo aguanta la emoción hasta la ceremonia. Nuestra Sam ya está lo suficientemente nerviosa. —anticipó Daniel y el mayor asintió con una sonrisa.
—Tan preciosa, mi pequeña, mi princesa. —se acercó para tomar mis manos.
—Me adelantaré. —avisó mi hermano saliendo y sonreí.
—Es momento, vamos. —tomó mi mano para ir hasta el automóvil.
Intenté estar lo más serena posible, haciendo respiraciones profundas que me calmaran, hasta que llegamos y los nervios regresaron.
Esperamos un momento hasta que Daniel fue a buscarnos.
—Está todo listo, en cinco minutos entras. —dijo con una sonrisa y asentí —Y papá, no la sueltes.
—Jamas. —tomó mi mano y sonreí.
Esperamos unos minutos hasta que miró su reloj.
—Es momento. —avisó con la mirada en mí y solo asentí sin decir nada.
Bajamos y podía escuchar aquella melodía matrimonial adentro, fue cuando sentí un desorden en mi estómago provocando debilidad en mis piernas.
—Rayos... —suspiré con pesadez intentando tranquilizarme.
—Tranquila —rió extendiendo su brazo para que lo tomara y así lo hice, aferrándome a él para estar segura en mi andar.
Comenzamos a entrar y los presentes se pusieron de pie, di un último suspiro para comenzar a caminar junto a mi padre. Los presentes me sonreían al pasar y la mía era notablemente nerviosa hasta que dirigí la mirada al final del pasillo. Verlo ahí esperando por mí hizo que reemplazara ese nerviosismo por felicidad.
Por un momento dejé de escuchar a todos y solo lo veía a él, le sonreí y me devolvió el gesto, parecía tranquilo, pero sabía que estaba igual que yo y lo supe al llegar hasta él.
—Te la entrego, es lo más preciado que tengo. Cuídala —pidió mi padre y mi prometido asintió.
—No se preocupe, también lo es para mi —sonrió y tomó mi mano con un poco de temblor.
—¿Que hacemos aquí? —reí levemente por ambos y me tomó con seguridad.
—A dar el gran paso. —susurró con una sonrisa para quedar de frente al sacerdote.
La ceremonia dio inicio donde una de fondo se escuchaba un bonita melodía al compás del momento, hasta llegar a los votos matrimoniales.
—Los novios pueden dar sus votos matrimoniales especiales. —nos señaló con una sonrisa y con Thomas nos miramos.
Aquel fue una pedido especial para pactar nuestros sentimientos en un momento tan importante.
—Samantha... —comenzó y sonreí —Me entrego a ti en este día, para compartir mi vida contigo. Puedes confiar en mi amor porque es real, como el brillo de tus ojos cuando me miras. Te prometo serte un esposo fiel, compartir y apoyarte en tus anhelos, sueños y esperanzas. Mi voto estará contigo para siempre, como el mar que abraza la costa. Cuando caigas te levantaré, cuando llores te confortaré, cuando rías compartiré contigo tu felicidad, como el sol que ilumina nuestros días. Todo lo que soy y todo lo que tengo es tuyo desde este momento hasta la eternidad, porque te amo con todo mi corazón y con todo lo que soy.
Me sonrió con dulzura y tuve que hacer un gran esfuerzo para no llorar.
—Thomas... —tomé la palabra —Me entrego a ti en este día, para compartir mi vida contigo. Puedes confiar en mi amor porque es real, como el brillo de tus ojos cuando me miras. Te prometo serte una esposa fiel, compartir y apoyarte en tus anhelos, sueños y esperanzas. Mi voto estará contigo para siempre, como el mar que abraza la costa. Cuando caigas te levantaré, cuando llores te confortaré, cuando rías compartiré contigo tu felicidad, como el sol que ilumina nuestros días. Todo lo que soy y todo lo que tengo es tuyo desde este momento hasta la eternidad, porque te amo con todo mi corazón y con todo lo que soy.
No miramos a los presentes, pero se escuchó un pronunciado “aawww” seguido de un suspiro.
—Bien... —volvimos a mirar al sacerdote —Thomas Rogers, ¿Quieres recibir por esposa a Samantha Anderson y prometes serle fiel tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad, amándola y respetándola durante toda tu vida?
—Si quiero —respondió con una amplía sonrisa.
—Samantha Anderson... —me miró —¿Quieres recibir por esposo a Thomas Rogers y prometes serle fiel tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud como en la enfermedad, amándolo y respetándolo durante toda tu vida?
—Si quiero.
Nos colocamos los anillos sin poder borrar nuestra sonrisa.
—Si hay alguien que se oponga a esta unión, que hable ahora o calle para siempre... —el silencio inundó el lugar —los declaro marido y mujer, puedes besar a la novia.
Nos miramos un momento, ese era el momento exacto donde no podía sentir tanta felicidad y olvidé a todos a mi alrededor. Thomas se acercó lento, pero seguro y me besó de una forma tan especial que recordé desde el primer beso, todo lo que habíamos pasado juntos hasta ese mismo momento.
Los presentes aplaudieron y gritaron totalmente eufóricos, al parecer todos habían esperado ese momento.
—Creo que creyeron que se casaron ellos... —murmuro Thomas con una sonrisa al separarse.
—Solo están felices, al igual que nosotros. —reí.
Nos acercamos para que nos saludaran y tomar las fotografías mientras todo era preparado en la parte trasera del lugar, nuestro festejo sería en un lugar más espacioso e iluminado.
Lejos de los nervios me sentía completa, más aún de la mano de mi esposo y en esa misma la alianza.
—Samantha... Flamante esposa. —mencionó Liam acercándose de la mano con una chica que tenía una idea de quién se trataba.
—Si, lo soy y muy feliz. —mostré la alianza con una gran sonrisa mirando a mi esposo y él hizo lo mismo.
—Perfecto, solo queria presentarse a Madison. Luego no habrá tiempo porque se irán de luna de miel. —ambos asentimos y dirigí la mirada a ella. Era una joven pelinegra muy hermosa, con un mechón de cabello color azulado, algo que denotaba la rebeldía de la que tanto hablaba mi amigo.
—Es un gusto Samantha, como escuchaste soy Madison... Baker... —completó con una sonrisa. —Te admito mucho y tendré que hacer un gran esfuerzo por competir contigo, Liam habla mucho de ti. —sonrió divertida.
—Que curioso, a mí me llama solo para hablar de ti... —agregué en tono bajo y él se avergonzó.
—Mejor los dejando que disfruten la noche, son la pareja del momento. —habló luego de suspirar y prácticamente huyó. En ese momento miré a Tom y éste me miraba divertido mientras negaba.
—Creo que todos tus amigos son así... —dibujó una sonrisa para ir a nuestra mesa.
La noche marchó tranquila,y magnífica. Simplemente perfecta, única y no podía pedir más. Dimos nuestro primer baile ante la mirada de todos aunque ambos los ignorábamos.
—Te amo. —dijo mirándome a los ojos, siendo iluminados por la luz tenue del lugar que nos envolvía en romanticismo.
—Tambien te amo Tom... —suspiré.
Al finalizar la noche estábamos a punto de retiramos cuando vimos algo inusual en una de las mesas cercanas.
—Sophia, mi amor *hip* —Oscar estaba arriba de la mesa notablemente ebrio.
—Baja de ahí, idiota —la nombrada intentó bajarlo sin éxito.
—¿Quieres casarte conmigo? *hip* —le mostró un anillo y Sophia no respondió.
—Ya hizo un escándalo, no lo rechaces —dije para que me escuchara y sonrió con pena.
—Si quiero. —sonrió
—No sabes cuanto te a... —intentó decir, pero cayó de la mesa. Al parecer debía suceder algo más para que la noche fuese aún más especial.
—Idiota —lo levantó de la oreja
—Pronto habrá otra boda. —miré a mi esposo y rió.
—Todos merecen una felicidad como la nuestra. —besó mi mano y asentí
Antes de irnos tiré el ramo de flores que cayó en las manos de Alexia. Ella se sorprendió y todos aplaudieron emocionados, Austin por su lado nos guiñó un ojo totalmente cómplice. Claramente lo habíamos planeado para que finalmente diera ese paso.
Capítulo extra, extra, extra especial. No negaré que esperaba este momento y así damos paso a la recta final de esta historia 💖 ❤
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