CAPÍTULO 108
CAPÍTULO 108
Preparé una maleta mediana solo con lo necesario y Daniel se ofreció a llevarme.
—Ya sabes conducir, ¿Por qué no pides a papá un auto? —preguntó con la mirada al frente.
—Lo haré cuando quiera hacerlo, por el momento estoy bien sin estresarme con el tráfico como todo conductor. —miré el semáforo y una fila de coches.
—Solo sucede en las horas de mayor concurrencia, no todos los días.
—De igual manera. —encogí los hombros
—Sam... —mencionó con duda y lo miré —Yessica y yo...
—No quiero saber. —lo interrumpí antes que dijera lo evidente. —No me interesa, hayan terminado, continúen, tienen pensado contraer matrimonio. No me interesa.
—Pero...
—Nada, necesito resolver mis asuntos y luego iré por ustedes. Mientras tanto no quiero saber nada. —agregué con seriedad.
—De acuerdo. —suspiró
Llegamos a la casa Rogers, mientras dejaba mis cosas en la habitación Daniel pasó a saludar a Thomas. Los escuchaba desde el pasillo, parecían mujeres chismiando y sonreí de manera fugaz.
Bajé para ayudar a Emma con la cena y en todo momento me miraba con una sonrisa.
—¿Quieres decirme algo? —pregunté confundida por su actitud.
—No... —rió —solo me hace feliz tenerte de nuevo aquí, ayudarás a Tom, se recuperará, ustedes arreglaran sus diferencia y quien sabe, podríamos convertirnos en familia antes de lo pensado —suspiró esperanzada.
Realmente se veía muy feliz, pero las cosas no eran tan sencillas como las mencionaba. Evité la conversación a toda costa hasta que terminamos la cena y llegó su esposo.
Daniel se bajó junto a Thomas, y parecían dos niños cómplices.
—Muy bien, me tengo que ir. —mencionó acercándose a la puerta, no sin antes saludar a Emma.
—Queda a cenar con nosotros —pidió
—No, se lo agradezco mucho, pero ya tengo planes. Será en otro momento —sonrió
—Está bien, pero la próxima te quiero aquí. —lo señaló
—Así será —asintió y nos miró —Sam cuida de Tom, señora cuide de Sam... —señaló a todos lados confundiéndose —mejor dicho cuidense todos.
—No te preocupes, ve con cuidado y por la sombra —respondí acompañándolo a la puerta.
—Que bien te queda ser dueña de casa —se burló en tono bajo y entrecerré los ojos con paciencia.
—Entonces puedo hacer esto. —cerré la puerta antes de que volteara —En fin, que bien se siente
Sonreí girando y Thomas se acercó.
—Te quedarás aquí y cuidarás de mi —sonrió de lado y borré la mía.
—Ayudaré a tu recuperación y evitar un posible trauma por lo vivido —corregí —aunque no soy psicóloga, sé perfectamente como funciona. Así que por tu bien, coopera.
—Contigo siempre —murmuró alejándose.
La cena pasó tranquila entre plática y plática mientras observaba las reacciones de Thomas, a diferencia de mí él se veía muy bien, igual que siempre por no decir perfectamente. No parecía necesitar mi ayuda o quizá un especialista hubiese visto algo que yo no.
Al otro día desperté temprano o eso creía, una hora más tarde.
Suspiré y me levanté. Bajé encontrando a Emma preparando una bandeja.
—Buenos días —saludé llamando su atención.
—Buenos días Sam —sonrió
—¿Y eso? —señalé el desayuno.
—Es para Tom, se lo llevaré a la habitación.
—¿Por qué? Anoche cenó aquí. —cuestioné comiendo una galleta.
—Si, intentó levantarse, pero dijo que sintió una leve molestia en la herida. Recién noté que sus medicinas se acabaron anoche, iré a comprar ahora mismo ¿Podrías? —señaló la bandeja y reaccioné.
—Claro.
Rápidamente tomó sus llaves y salió, observé mi desayuno con hambre, pero debía esperar.
Subí y como pude toqué la puerta.
—Adelante. —escuché del otro lado.
—Buenos días, llegó tu desayuno —dije entrando y colocando el recipiente en sus piernas.
—Gracias, ¿Lo preparaste tú? —sonrió.
—No, tú madre —suspiré —come, iré a desayunar abajo y luego busco esto.
—¿Por qué no desayunamos juntos? —me detuvo.
—Porque te sientes mal, por eso traje esto aquí.
—Es cierto. —volvió a sonreír y lo observé un momento.
—Es tan raro verte sonreír continuamente. —murmuré, pero por su expresión me escuchó claramente.
—¿Por qué? Solo contigo soy así. —quedó mirándome y desvié la mirada.
—Bien... —dudé —volveré luego, asegúrate de comer todo.
Sin decir más bajé para desayunar con tranquilidad, intenté no pensar en las cosas que me decía o como me miraba, solo estaba ahí para ayudarlo y nada más que eso.
Limpiaba la mesa con distracción que no lo escuché bajar hasta que dejó la bandeja a mi lado.
—Demonios. —coloqué una mano en mi pecho y la otra en la mesada.
—Lo siento. —sonrió mirándome.
—Está bien, estaba distraída pero... —lo miré con atención —¿No te sentías mal?
—Se me pasó, con sólo verte desaparece cualquier dolor.
—Mira Romeo... —rió levemente y suspiré —con cosas así no se juegan, tu madre fue a comprar más medicina porque la preocupaste.
—Lo siento. —tomó un vaso con agua —por cierto, puedes entrar a mi habitación. No toques cada vez que quieras hacerlo.
—Bien —continué limpiando.
—Sam... —lo miré, movía el contenido del vaso de un lado a otro, como si meditara sus palabras. —yo...
—Luego lo hablaremos —interrumpí con tranquilidad. —Por el momento ninguno nos preocupemos por eso ¿Estamos de acuerdo?
—Estamos de acuerdo —confirmó acercándose y abrió levemente los brazos, dando a entender lo que quería. —¿Puedo?
—Puedes. —asentí mientras se acercaba lentamente.
Me dió un cálido abrazo que no pude rechazar, sentía tanta serenidad que respiré en su cuello haciendo que sonriera.
—Lamento interrumpir —dijo Emma con lentitud y nos separamos para mirarla.
—No es nada de eso —sonreí un poco apenada.
—Compré tu medicina hijo —se las entregó —las tomas ahora mismo.
—Me siento mucho mejor —sonrió y Emma se sorprendió.
—Emma, de niño no hizo berrinches ¿Cierto? —pregunté en tono bajo.
—No, claro que no. Siempre fue un niño ejemplar.
—Muy diferente a mi —murmuré —Creo que llegó el momento de lidiar con eso.
—Sam... —rió —no pierdes el humor.
—Solo decía...
El día pasó tranquilo y aunque Thomas no podía hacer mucho siempre estaba en donde lo estaba yo. Estaba en la sala, él se sentaba en el sillón del frente. Estaba en la cocina, él iba por un vaso con agua. Salía al patio trasero, él igual. No entraba en mi habitación porque la cerraba antes de que lo hiciera.
A la madrugada me desperté sedienta y no había llevado un vaso, tuve que bajar un poco dormida y bostezando evitando chocar alguna cosa. Encendí la luz para poder beber y al girar ahí lo encontré
—¡Rayos! —tomé el vaso con ambas manos para no tirarlo —¿Que haces ahí?
—Vine por un poco de agua, tampoco puedo dormir. —se acercó para tomar uno.
—¿Es eso o pretendes perseguirme por toda la casa? —pregunté directamente y rió levemente.
—Lo de hoy lo hice para molestarte, no puedo salir a ningún lado por ahora y estás aquí. —me miró con tranquilidad.
—Con que era eso... —murmuré —se sintió como si quisieras que me vaya, y puedo hacerlo en cualquier momento. —dejé el vaso en su lugar.
—Claro que no, Sam, lo único que quiero es que te quedes conmigo como antes. Sé que dijiste que lo hablaríamos luego, pero necesitaba decírtelo.
—Tom... —desvié la mirada con incomodidad. —es mejor que descanses lo suficiente, en unos días saldremos a caminar para ejercitar y luego prepararse para los exámenes. Enfócate en lo importante.
—Tu eres lo más importante para mi —volví a mirarlo, sus ojos parecían humedecerse.
—Por favor —me acerqué y lo abracé sin mucho esfuerzo. Él correspondió al instante. —No hagas esto.
—Debes escucharme, por favor —susurró en un tono suplicante.
—Dije que lo haría y lo haré ¿Por qué te preocupas?
Él no respondió, se separó lentamente, sin despegar su rostro del mío, observó mis labios para depositar un pequeño y tímido beso en ellos.
Pareció un roce muy similar al que nos dimos accidentalmente de niños inquietando mi corazón y aunque mis sentimientos querían dar otro, la razón me lo impedía. No era buen momento para eso.
Thomas presenta un gran cambio, ¿que sucederá?
Sam caerá de nuevo? (´・_・')
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro