31. Un dia diferente...
Ya lo ves como el destino,
todo cobra y nada olvida...
***
Días después...
La tensión se volvió demasiado palpable en esa casa, lo cual me daba a entender que algo muy grave estaba ocurriendo.
Salir se volvió casi una completa misión imposible mientras no lo hiciera acompañada, los hombres que siempre custodiaban por alguna extraña razón estaban más alertas de lo normal y en cualquier área de la casa a la cual te dirigieras siempre había uno o dos hombres armados. Y no, no era por mi intento de escape, era obvio que mi padre no incrementaría la seguridad solo por su afán de retenerme a su lado pues con un disparo al aire que uno de sus hombres me hiciera como advertencia bastaría para detenerme y eso era algo que él sabía muy bien, a mi mente venían ideas de una pelea cuerpo a cuerpo por medio de la cual si era lo suficientemente ágil, podría noquear a mi atacante el tiempo suficiente para huir sin ser detectada reguardada por la oscuridad de la noche, y cuando se dieran cuenta de mi escape yo ya me encontraría lejos de este lugar, mi plan fallaba en el hecho de que ellos siempre se mantenían en grupos de dos o tres y seamos honestos, de uno o dos me podría medianamente defender gracias a mis clases de defensa, ¿pero de tres o más? Ni que fuera la gemela perdida de la viuda negra.
Tenía que buscar otra opción.
Además de que Joseph se encontraba demasiado nervioso, salía muy raramente de la casa y se mantenía encerrado en su despacho, estaba peor que en días anteriores a mi intento de fuga. En ocasiones mientras me encontraba en la sala leyendo o simplemente planeando mi próximo plan de fuga lo cual se convirtió en un tipo de pasatiempo para mi, desde la sala podía escuchar sus gritos desde el despacho, algunos supongo que eran porque discutía con alguien por el teléfono y otros eran con personas que recibía y luego de un intercambio de palabras nada amistosas por lo que se escuchaba, la otra persona salía de aquella habitación sin siquiera dirigir la mirada a su alrededor para luego abandonar la casa rápidamente.
Eso sí, nunca se perdía una comida. Con la excusa de mis clases me podía zafar de ese incomodo momento que se convertía un desayuno con él, pero estaban las cenas que eran iguales o mas incomodas y yo no podía escapar de esa tortura, solo una vez me negué y amenazo con subir y arrastrarme de los pelos hasta el comedor, después de aquel mensaje me quedo muy claro que si yo no bajaba, él vendría a ayudarme a que lo hiciera.
Cada cena o desayuno eran iguales, Joseph observándome como si quisiera desaparecerme mientras yo trataba de mostrar una calma que no sentía, además de que no me temblaran las manos mientras tenia los cubiertos entre mis manos y luego al llevar el alimento hacia mis labios, solo se escuchaban los sonidos de los cubiertos al chocar contra la vajilla de porcelana, los ruidos que hacían las mucamas en la cocina o los pasos de las personas que custodian la casa alrededor de nosotros.
Pero este día fue diferente.
Me desperté con mi rutina habitual, temprano para poder arreglar mi dormitorio y dejar la ropa fuera porque no me daba buena espina que la bruja ingresara a mi habitación en mi ausencia. Yo no la soportaba y el asunto era mutuo por lo cual ella era vetada para entrar en mi cuarto y solo le permitía el acceso a las otras muchachas cuando yo me encontraba en casa, baje con la intención de demorarme lo menos que pudiera en el desayuno, tomar mis cosas y hacer el incomodo viaje con el "chofer" que mi padre me había asignado para que no me "ocurriera nada" mientras me dirigía a la universidad.
Baje rápidamente y mi padre ya se encontraba a la cabecera de la mesa, me senté dejando mi mochila al lado y sintiendo como todas las mañanas su habitual y "muy cariñosa" mirada sobre mí, no toque los huevos revueltos ni el café, mi mano fue directamente hacia el vaso de jugo el cual empecé a ingerir rápidamente a tiempo que me levantaba y tomaba mi bolso, mi padre intento decirme algo pero unos ruidos desde la entrada de la casa lo detuvieron de su intento, Joseph se levanto de la mesa para averiguar cuál era el motivo de aquel escándalo y yo lo hice tras de él.
En el recibidor se encontraban tres de los vigilantes quienes trataban de impedir la entrada a unos sujetos trajeados y otros con uniformes policiales.
- ¿Qué pasa aquí? - dijo mi padre ocasionando que todo el movimiento cesara y la sala quedara en silencio algunos segundos.
- ¿Usted es el señor Robert O'Brien? - le pregunto uno de los trajeados que al parecer lideraba la comitiva.
- Sí, soy yo, - respondió él solicitado - ¿Qué se les ofrece?
El trajeado saco su placa, la cual lo identificaba como policía estatal del estado de california.
- Soy el oficial John Carter de la policía estatal de california y tengo una orden de arresto a su nombre, - informo a la vez que le hacía señas tras de él, tres policías se acercaron a mi padre y uno de estos le coloco las esposas sin que él mostrara resistencia.
- ¡Esto tiene que ser una broma! Y una de muy mal gusto, señores.
- Eso lo decidirá el juez, - dijo tendiendole una hoja que él sostuvo como pudo a causa de las esposas, la leyó y cuando el oficial le pidió la hoja de vuelta su rostro no denotaba nada, - tiene derecho a permanecer callado, - empezó a decir el oficial mientras lo empezaron a conducir hacia la salida, - todo lo que diga será utilizado en su contra en un tribunal, si no tiene un abogado el estado le proporcionará uno de oficio.
Él no se resistió mientras se dejaba arrastrar por ellos fuera de la casa.
Salieron al exterior conmigo pisándole los talones y por inercia los seguí, pero aunque iba tras de ellos no podía articular palabra alguna, dos patrullas los esperaban en la entrada bajo la atenta mirada de todos y cuando estuvo en el interior de la patrulla su mirada se poso en mí, como si me estuviera diciendo algo.
Saque la mirada cuando la bruja Gertrudis, llegó corriendo e intentando llegar hasta el coche patrulla preguntando a punta de gritos porque se lo llevaban mientras ellos la ignoraban ocupados en terminar su trabajo, ella intentó llegar una vez mas pero los policías no se lo permitieron y uno de ellos la agarró de los hombros para impedir que se acercara, solamente la soltó cuando la patrulla en la cual iba papa se empezó a alejar y los tres que quedaban abordaron la restante para luego también alejarse por el camino.
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