14. Viviendo con Alón..
La vida está hecha,
de momentos extraordinarios...
***
- Finalmente, el día a llegado – digo con algo de melancolía en mi voz mientras observo todo a mi alrededor.
Extrañare mucho esta habitación.
Observo con melancolía esa cama, la almohada que fue una testigo silenciosa de muchas de mis lágrimas, así como también cada una de las camas de mis compañeras que ya han abandonado este lugar, y de las otras que quedan.
Hoy finalmente, luego de una junta médica que se realizo la semana pasada, han decidido darme la salida del centro. Claro que aun me tocara venir en días determinados a terapia además de que los compromisos que tengo con el centro los cuales no voy a dejar abandonados, pero igual no será lo mismo que dormir aquí, practicar yoga con mis compañeras o simplemente quedarnos todas hasta la madrugada charlando de nuestra vida afuera, o de que es lo primero que deseamos hacer una vez que nos den el alta.
Me acuesto en la que fue mi cama hasta el día de hoy, y empiezo a recordar todos los momentos, los buenos y los malos que viví en este lugar, observo aquella silla donde Alón se sentó el día que nos conocimos, la esquina donde me gustaba echar una manta algunos días en la tarde, para leer hasta que me quedaba dormida. La ventana desde la cual se puede observar todo el patio del centro y la cual es un muy buen sitio para observar el amanecer.
Me levanto a paso lento y me acerco hacia ella para observar la hermosa vista desde este lugar por última vez...
- ¿ya estas lista? – me interrumpe la voz de Alón sacándome de mis pensamientos.
- sí, ya estoy lista. –le digo mientras observo por última vez la habitación
El asiente hacia mí, para luego dirigirse hacia donde están mis maletas y comenzar a arrastrarlas hacia afuera. Los pasillos están algo vacios porque a esta hora todo el mundo está en sus actividades pero lo prefiero así porque casi no me gustan las despedidas, además que de mis compañeras me despedí esta mañana.
- Tenemos que ir a recoger la orden de salida a la oficina de la psicóloga, - me recuerda Alón, a lo que asiento.
Nos encaminamos hacia allá y en la entrada a Alón se le traba la rueda de una de las maletas, ruedo los ojos y me dispongo a ayudarlo pero el me hace señas de que me adelante.
- ¿seguro? –
ahora es él quien rueda los ojos.
- ¿con quién crees tú que estás hablando? Ni que fuera alguna clase de debilucho que necesita ayuda de una mujer para acarrear unas simples maletas. – eso dice el pero las evidencias dicen lo contrario – mejor adelántate y consigue la orden, acuérdate que estamos un poco retirados y el camino es largo.
Asiento hacia él y algo dudosa de dejarlo solo con las maletas, me encamino a la oficina de la directora pero antes de ingresar, me encuentro con algo que hace que me lleve una mano a los labios y que las lagrimas que llevaba todo el día intentando frenar, finalmente salgan en una cascada que por más que intente es imposible detener.
Frente a mí se encuentran la directora, la psicóloga, mis compañeras, enfermeras y mi familia. Todos ellos empiezan a aplaudir apenas entro en su campo de visión, todos ellos con grandes sonrisas dirigidas hacia mi y detrás de ellos hay un gran cartel con la palabra felicidades. Algunas de mis compañeras también tienen pequeñas pancartas con algunas frases de motivación e invitaciones a seguir adelante. Miro hacia atrás donde Alón viene ingresando con una gran sonrisa y también aplaude, no lo resisto mas y corriendo me lanzo a los brazos de mi hermano y mi madre quienes me reciben y los tres nos fundimos en un gran abrazo. Escucho como las risas y silbidos empiezan a sonar y no puedo estar mas feliz. Finalmente me desprendo de mi familia y empiezo a saludar a cada una de las personas que están allí reunidas, entre besos, abrazos y el continuo recordatorio por parte de mis compañeras se me va la tarde.
Cuando finalmente es hora de irnos, me guían hacia una gran pared llena de frases, y me explican que cada paciente que abandona el centro, debe dejar plasmado un pensamiento en ese mural, cumplo con mi deber plasmando una frase y luego me despido de todos y de ese lugar que paso a formar una parte muy importante de mi historia, para luego subirme al auto de Alón prometiendo volver.
*****
- Y aquí estamos en mi humilde morada.
Con esa frase me recibe Alón cuando ingresamos a su apartamento, el viene atrás luchando con mis dos maletas que a mi parecer están algo pesadas, pero él asegura que no.
¿Cómo llegamos a esta situación?
Pues bien.
Mi tiempo se fue entre terapias con la doctora y mi responsabilidad recientemente adquirida con el grupo conformado por mujeres víctimas de violación. Llame a diferentes sitios pero al final me fue imposible encontrar un sitio que fuera acorde a mis expectativas. Alón me acompaño a revisar varios apartamentos pero ninguno de los que vimos me agrado lo suficiente pues lo que tenia este no lo poseía el otro y así sucesivamente, entonces encontramos una solución. Alón dijo que tenía un cuarto vacio e insistió en que seguramente yo no tendría el dinero necesario para alquilar un apartamento en condiciones por los que había seleccionado para visitar. No hubo forma de sacar al hombre de su error y pues, aquí me encuentro el día de hoy. Además de que no le quise reconocer a mi madre el hecho de no haber sido capaz de encontrar un lugar por mí misma o sino la pelea hubiera sido con ella, para que me fuera a vivir a su casa donde ya había un cuarto esperando por mí. Ella no sabe que me vine a vivir con Alón cree que el solamente me llevaría a mi nueva residencia, algo que si hare, pero con más calma pues ya tengo un techo temporal.
La sala es un gran salón en color blanco con un empotrado central en piedra que se asemeja a una ventana y un gran sofá en color blanco, cojines blancos rallados tipo cebra, una mesa de centro elaborada en madera de cedro, dos sillas en madera tapizada en azul claro, un ventanal y un gran televisor en pantalla plana con su respectivo mueble en madera. El sitio grita hombre soltero por todas partes pues creo que una mujer de por si le pondría más empeño a la decoración.
- y, ¿qué te parece mi cueva? - me dice logrando que quite la mirada de la sala de estar y la dirija hacia él.
- ¿tu cueva? – pregunto
Se encoge de hombros
- Pues es un apartamento de soltero ¿no? – Dice luciendo despreocupado - este ha sido mi espacio desde hace unos años y la bautice como la cueva apenas me mude al edificio.
- y, ¿porque no vives con tu abuelo? - pregunto curiosa
El sonríe y se recarga en el mueble
- Amo mucho a mi abuelo y toda esa cosa, pero sinceramente se torna imposible vivir con él, es demasiado fanático del control y el orden.
- Pero pensaba que el no mantenía mucho tiempo en casa – me mira – es decir, por su trabajo.
Se rasca la barbilla.
- pues es verdad que él no mantenía mucho tiempo en la casa pero daba igual si lo hacía o no – lo observo sin entender - tenía un pajarito, el cual le informaba hasta a qué hora yo ingresaba al baño, algo no muy agradable así que apenas pude volé bien lejos, este pajarito busco un árbol donde armar su propio nido.
La señora de la cual Alón y su abuelo hablaban el otro día, que mantenía a la pata de su abuelo..
- Si, - dice él como si hubiera leído mis pensamientos - la señora Parker es una chismosa profesional, además de que toda la vida ha estado detrás de mi abuelo y por lo tanto con la autoridad de regañarme y decirme a quien sí y no podía ingresar a la casa.
"Yo le hago bromas al abuelo acerca de ella siendo la señora de la casa, algunas veces hasta delante de ella pero los tres sabemos que su mayor deseo es que mi abuelo un día llegue, plante su huesuda rodilla sobre el suelo y le ofrezca una enorme piedra al tiempo que le propone unir sus vidas en sagrado matrimonio.
- ¿ok? - es lo único que atino a decir.
- Si - dice el divertido – ok, Ahora vamos pequeña, te enseñare tu habitación.
Subimos la escalera hacia el segundo piso, cuando acabo de subir las gradas vislumbro cuatro puertas color beige de las cuales la primera me informa Alón que es un baño, la segunda la cual ignora para detenernos en la tercera. Alón la abre y me encuentro con un cuarto pintado en color verde menta, mi color favorito. Un gran ventanal que da hacia afuera donde se encuentra un escritorio color blanco con verde y una biblioteca en el mismo color donde se exhiben libros que luego revisare, la cama tamaño King Zea, la cabecera de la cama funge como mesas de noche y es en madera con sus respectivas lámparas y las colchas son en verde con blanco, además de dos alfombras decorativas.
- ¿Te gusta? - pregunta el sacándome de mis pensamientos y pareciendo algo ¿ansioso?
Lo miro para confirmar que si, se encuentra algo nervioso pues muerde levemente su labio inferior y tal parece no darse cuenta. Si, lo he observado pues los últimos meses me la he pasado como siamesa pegada a él.
- La verdad es que si - le digo al tiempo que lo abrazo - me encanta esta habitación, muchas gracias Alón.
Lo observo agradecida. Él me devuelve el abrazo y luego pasa el dorso de su mano por mi mejilla en una caricia leve al tiempo que me sonríe.
- de nada pequeña, me alegra que te gustara.
- ¿cómo te enteraste que ese era mi color favorito?
- pues lo escuche en una de las secciones hace unos meses - dice tranquilamente - además de que ya sabia que te vendrás a vivir conmigo.
Me separo de él y me tiro en la cama cayendo pesadamente, es bastante cómoda.
- sabes que no puedes estar en esas secciones, y ahora entiendo porque ponías tantas trabas a la hora de revisar los apartamentos. Que si el color, que el espacio, las encimeras, que si muy lejos, ya lo tenias todo organizado.
una carcajada brota de su garganta.
- Pillado, - su voz suena sin remordimientos. - ya tu sabes que siempre consigo lo que deseo y esos apartamentos en realidad no me convencían del todo, reconoce que algunos eran muy pequeños además de que la zona no era muy adecuada.
- Y respecto a las secciones, siempre lo hago y nadie me ha visto hasta ahora. - se acerca a mí y me jala por la pierna. – preparar algo de comer no es posible pues no tengo nada comestible en este lugar, excepto tal vez algún trozo de pizza que ya ha de haber mutado.... - me dice dejando de halar mi pierna por un momento, y antes de que sea capaz de responder a su cuestionamiento - ¿pedimos un domicilio?".
- pues mejor pidamos un domicilio y tienes que limpiar tu nevera también, no creo poder resistir eso de comer todo el tiempo a base de domicilios.
- Ahora es nuestra nevera, - me dice resaltando el nuestra, - por lo cual a ti también te corresponde limpiarla querida.
Luego hala mi pierna y me tumba de la cama, lo miro mal al tiempo que me sobo la zona dolorida y él se ríe observándome, de verdad que duele.
- Idiota- le tiendo mi mano para que me ayude a levantarme y sin que se lo espere, le pateo las rodillas haciendo que el también termine en el suelo. La venganza es dulce. – y yo acabo de llegar así que a ti te toca limpiar nuestra nevera, querido.
Por suerte cayó en la alfombra.
- Ok, creo que no habrán mas clases de defensa para ti - me dice ocasionando que haga un puchero - No me haga pucheros señorita, mejor vamos a pedir el domicilio que muero de hambre.
Me extiende su mano para que le ayude a levantar pero lo ignoro, salgo del cuarto escuchando su risa de fondo pero sin darme tiempo a reaccionar, sale de la pieza y me sube a su hombro, por más que lo golpeó e insultó no me suelta y baja las escaleras conmigo a cuestas.
MÁS O MENOS ASÍ ES LA SALA DE ESTAR EN EL APARTAMENTO DE ALON.
LA CANCIÓN ERA LA QUE ESCUCHABA MIENTRAS EDITABA EL CAPÍTULO
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