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CAPÍTULO 5 (editado)

Ya había pasado una semana de aquel suceso en la cafetería, no había ido a trabajar ni a estudiar, solo iba a la tarde para preguntar por los trabajos que tenía que presentar.

Ignoré todas las llamadas de Anthony, a Martha le respondía porque ella no me había hecho nada y es a la única que de verdad le importo, no le había dicho nada de lo que había pasado e imaginaba que Anthony tampoco porque no me había mencionado nada, y en verdad lo agradecía porque dar explicaciones era lo último que quería.

Ese día había decidido ir a clases, así que a las 6 de la mañana me levanté, me aseé y preparé el desayuno.

Me había vestido con una falda blanca de tablones y una sudadera azul marino con unos tenis blancos, no era común que utilicé faldas pero esa mañana me sentía bien para hacerlo, me peiné y salí hacia la escuela.

Al llegar ignoré a todos, pasé junto a Kasandra y a su grupo sin dirigirles la mirada.

—Vaya, hasta que te dignas a venir, ya nos hacías faltas —comentó Lexie, pero pasé de largo, venia relajada y no quería estresarme con ellas.

Entré al salón esperando a que empiece las clases, antes de que el profesor entre llegó el grupo de estúpidas encabezado por Kasandra y se acercaron a mí.

Aparté la vista de ellas para llevarla a la pantalla de mi teléfono, me había llegado un mensaje de Anthony preguntando si hoy iría a trabajar. Contesté un con un seco "si" y apagué el teléfono.

Sentí un líquido bajar por mi cabeza hasta mi falda, alcé mi cabeza encontrándome con Kasandra que tenía una sonrisa y en su mano un vaso de refresco que acababa de derramar encima mío.

— ¿Qué te pasa? —pregunté irritada.

—Solo es un pequeño recordatorio de que cuando una de nosotras te hable debes escuchar y no ignorarnos como lo hiciste hace unos momentos.

—Lo que dicen no es nada interesante para ponerles atención.

—No nos importa lo que pienses, solo esperamos que hagas caso.

—Ya estoy harta de ustedes, no entiendo por qué me tratan así, nunca les he hecho nada, siempre las ignoro.

—Eso es lo que pasa, ¡no puedes ignorarnos! —chilló con molestia

—Pues no todo gira alrededor de ustedes.

—Al parecer, que ese chico te haya defendido aquel día ha hecho que te reveles.

Su comentario me había tomado por sorpresa, ¿acaso Anthony me había defendido y yo lo había estado ignorando por una semana? Tal vez la idiota era yo, está más que claro que cuando llegue al trabajo trataría de arreglar las cosas con él y le agradecería por haberme defendido.

—No sé de qué hablas, pero a eso no se debe mi valor, solo ya me harté de ustedes, no sé qué les he hecho pero hasta aquí, no permitiré que sigan humillándome.

—Tú no decides hasta cuándo podemos molestarte, harás lo que digamos sino quieres que hagamos de tu vida un infierno.

Harta de tener que aguantarlas tomé mis cosas y salí en dirección al baño, iba a intentar limpiarme un poco hasta poder salir e ir al trabajo.

El transcurso del día fue algo tranquilo excepto por el grupo de Kasandra que siempre buscaba la manera de meterse conmigo.

Ahora estaba saliendo de mi casa ya bañada y cambiada para poder ir al trabajo, debía arreglar las cosas con Anthony.

—Hola cariño —saludó Martha cuando entré a la cafetería.

—Buenas tardes —respondí sonriendo.

— ¿Ya te sientes mejor?

—Si, ya estoy bien y te agradezco por haberme dado permiso esa semana.

—No te preocupes, ahora que ya estás aquí me retiro, iré a ver a Patrick.

—Mándale saludos de mi parte. —Asintió y salió de la cafetería.

A los pocos minutos salió Anthony del baño, me vio y su mirada reflejaba arrepentimiento por lo que había pasado, le sonreí y me acerqué.

—Gracias —dije mientras al abrazarlo.

—¿Por qué? —preguntó confundido.

—Por haberme defendido el sábado.

—Eh, no entiendo, ¿a qué te refieres exactamente?

—Kasandra dijo que me defendiste.

—¿Ella te dijo exactamente que fui yo? —preguntó desasiendo el abrazo.

—No, pero supuse que fuiste tú ¿Quién más podría defenderme?

—Quisiera llevarme el crédito, pero yo no fui y me siento mal por eso, por no haberte defendido. Se suponía que éramos amigos, no debí juzgarte sin saber tu versión de la historia, lo siento tanto.

—Si no fuiste tú ¿entonces quien lo hizo?

—Te lo diré, pero con una condición.

— ¿Cuál?

—Que volvamos a ser amigos, que empecemos de cero. Esta semana que no me hablaste me sentí muy mal, en serio.

—Lo pensaré, ahora cuéntame quién me defendió.

—Me conformo con eso, y pues, respondiendo a tu pregunta, fue el chico oreo —señaló con la cabeza al chico que estaba a unas mesas de nosotros.

—¿Qué fue lo que hizo o dijo? —pregunté con mi mirada puesta en él.

—Le dijo una que otras cosas a la chica alta y luego le dio un puñetazo a quien al parecer era su novio —regresé mi vista a Anthony con la boca entreabierta, por eso Max llevaba un moretón en el ojo, debió haberle dado muy fuerte para que después de una semana todavía lleve el ojo morado.

—Cuéntame exactamente lo que pasó —exigí todavía sin poder creer lo que había pasado luego de haberme ido.

(. Anthony.)

Entré a la cafetería después de que Amelia salió corriendo con lágrimas en los ojos, me sentía algo confundido y sorprendido ante lo que había dicho aquella castaña sobre Amelia.

Me acerqué a la mesa donde estaban para pedirles que se retiren, pero seguían diciendo cosas feas de ella.

Sentí que alguien ocupaba el lugar junto a mí, creí que sería Amelia, pero cuando giré mi vista me sorprendí más cuando vi al chico que horas antes había pedido una malteada de oreo.

—¿Qué ganan con humillar a las personas de esa manera? —preguntó con cierto enojo en su voz.

—¿Y tú eres? —preguntó la misma chica que había hablado de Amelia.

—Eso a ti no te importa —espetó con asco.

—Ah ya veo, también andas atrás de Amelia.

—Pues te equivocas, no la conozco, pero no por eso voy a dejar que trates así a las personas, ¿acaso no tienes nada que hacer con tu vida que te dedicas a molestar al resto?

«Vaya este chico estaba haciendo muy bien lo que yo no hice».

—Si la conocieras como nosotras no estarías diciendo lo mismo.

—Me alegra no conocerla de la manera en que lo hacen, porque si necesito conocerla como ustedes la conocen y la tratan de esa manera prefiero conocerla a mi manera, escuchando su versión de la historia y no juzgándola antes de tiempo —soltó mirándome, me había dolido lo que dijo, pero tenía razón: hice mal en portarme así con ella.

—Eres un idiota, no te metas donde nadie te llama.

—Deberías empezar a poner en práctica tu propio consejo.

—¡Aj!, cállate, solo dices eso porque te crees alguien bueno, pero déjame decirte que no lo eres, eres un entrometido. No sé por qué defiendes a una basura como esa, esa nunca te agradecerá esto y si lo hace ¿sabes cómo lo haría? Si, exacto: matándote.

El chico suspiro cansado y respondió algo muy inteligente de su parte, a decir verdad.

—¿Sabes? esperaba tener una conversación más... ¿Cómo decirlo para que me entiendas? ¡ah sí! Racional. Pero parece que me equivoqué, ya que no veo a nadie con quien tenerla —dijo sonriendo.

La chica se ofendió ante lo que escuchó, al parecer había entendido lo que le quiso decir.

—Mira, no vas a tratar a mi novia así solo por defender a una zorra como esa, porque eso es lo que es; porque hay que estar enfermo para enamorase de alguien de tu familia y luego matarlo. Además ¿acaso has visto a lo que estas defendiendo? No tiene ni cara ni cuerpo como para decir "bueno", siquiera tiene algo bueno por lo cual defender.

Me tensé ante lo que dijo, no iba a dejar que la siguieran tratando de esa manera, pero antes de que pudiera siquiera pestañear el chico a mi lado ya le había soltado un buen puñetazo en la cara. Lo tomó de la camiseta y lo sacó a rastras de la cafetería, entró de nuevo y esta vez se dirigió a mí.

—No debiste tratarla de esa manera, ella esperaba que la apoyaras.

—Lo sé, pero en ese momento no pensé, solo me dejé llevar por lo que dijeron.

Asintió y dio por terminada muestra charla, tomó sus cosas y salió del lugar dejándome solo.

(...)

—Al día siguiente vino preguntando por ti, cuando le dije que no habías venido solo tomó sus cosas y se sentó en esa misma mesa. Desde entonces viene todos los días y se sienta en el mismo lugar.

—Gracias por contarme.

Asintió y tomé valor para caminar hasta donde estaba el chico que me había defendido, y me paré enfrente a él.

—Gracias —le dije algo tímida.

Alzó su cabeza y cuando sus ojos se posaron en mi sonrió.

—De nada, linda —respondió restándole importancia.

—No, en serio gracias, no tenías por qué haberlo hecho ya que no me conoces, pero aun así lo hiciste —insistí nerviosa.

—Ya te dije que no pasa nada, no iba a dejar que hablen de esa manera de ti.

—En serio, si puedo hacer algo por ti no dudes en decírmelo.

—De hecho, si puedes hacer algo.

—¿Qué es? —pregunté jugando con mis dedos por los nervios.

—¿Podrías decirme tu nombre?

—Claro, me llamo Amelia Evans —sonreí sonrojada.

—¿Sabes? Eso fue muy fácil, mejor podrías darme tu número, así te puedo invitar a salir algún día.

Me sonrojé aún más ante lo que dijo.

—Claro. —Extendí mi mano para que me diera su celular y poder anotar el número, me lo dio y cuando terminé se lo devolví.

—Ahora sí, estamos a mano. —Su sonrisa, que no se había borrado desde que comencé a hablar, se hizo más grande mostrando su perfecta dentadura.

—Gracias de nuevo... —hice una pausa antes de terminar mi frase para que me diga su nombre.

—Ah claro, me llamo Jayden Anderson. —Estiró su mano en forma de saludo, asentí mientras le devolvía el gesto. Luego de unos segundos solté su mano, le di una pequeña sonrisa y regresé al mostrador.


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