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CAPÍTULO 2 (editado)

Mi alarma sonó a las siete de la mañana, la cafetería abría a las nueve por lo que tenía dos horas para poder arreglarme y pasar por casa de Martha.

Ya me sentía un poco mejor, agradecía no tener que ir hoy a la escuela, todos iban a estar hablando de mí y eso me haría quebrar de nuevo.

Preparé mi desayuno después de asearme y vestirme.

Esperaba que alguien fuera por el puesto de trabajo, ya que, sin Martha y sin Patrick, yo sola no iba a poder con toda la gente.

Después de desayunar me dirigí a casa de Martha, la cual ya me esperaba con las llaves y con el cartel que debía pegar fuera de la cafetería. Tomé las cosas, y antes de salir de su casa me explicó quién podría aplicar para el puesto.

 —Veras, cariño, debe ser un chico no tan mayor ni tan joven, como de tu edad o unos años más, que no pase de los veinticinco años, los únicos ancianos en esa cafetería somos Patrick y yo —Sonrió ante lo que dijo y yo solté una risita.

 —Cuando pregunten por el puesto, hazle las mismas preguntas que te hice cuando te conocí, luego me llamas dándome una descripción del chico. Si no te respondo, mira cuál nos resultaría mejor contratar, la cosa es que debe ser un chico para que ayude con la puerta, ya ves cómo es de pesada. —Finalizó mirándome, esperando alguna respuesta.

 —Claro Martha, yo te aviso. Solo hombres, nada de mujeres, y que no pasen de los veinticinco, entendido. —Sonreí a modo de despedida y salí dirigiéndome a la cafetería.

Llegué y Martha tenía razón, esas puertas sí que pesan. Apliqué toda la fuerza que tenía y logré alzarlas, pegué el cartel para luego entrar cerrando la puerta y le di la vuelta al cartel de cerrado a abierto.

Ya había pasado una hora desde que abrí la puerta y en ese transcurso de tiempo habían venido como veinte chicas preguntando por el puesto. Ya cansada de decir que no queríamos chicas sino chicos, tomé un marcador y escribí en aquel cartel "Se necesita trabajador, hombre", así ya no tendría que soportar las miradas de disgusto de las chicas que entran y se van sin el trabajo.

Estábamos en la hora del almuerzo y la cafetería estaba repleta, no podía hacerlo sola, las personas me llamaban por todos lados y ya me estaba volviendo loca. Lo único bueno es que entendían la falta de personal y esperaban un poco más.

Una señora entró y se sentó en la mesa más apartada de la puerta, comenzó a llamar y cuando vio que me demoré, su actitud se volvió un tanto odiosa, dejé de tomar los pedidos al resto solo por ir a atenderla.

 —"Cafetería Bright Moon", buenas tardes ¿en qué le podemos ayudar? —pregunté lo más amable posible.

 —Un capuchino con extra-crema, y no te demores, por favor.

 —En un momento se lo traigo.

Tomé todos los pedidos y me dirigí a hacerlos. Siquiera tenía quince pedidos y la señora que había entrado al último estaba empezando a desesperarme, gritaba cosas como "a qué hora le llevaba su café", "por qué me demoro". ¡Como si no viera la cantidad de gente que hay! No la iba a atender primero porque debía respetar el orden de llegada.

Estaba repartiendo los pedidos y un chico entró mostrando una gran sonrisa.

 —Siéntate donde quieras, en seguida te atiendo —dije volviendo mi vista a los pedidos y donde debía dejarlos.

Me faltaban unos cuantos cuando la misma señora que había estado gritando se levantó y caminó al mostrador empezando a tocar la campana. Volteé a verla con el ceño fruncido sin saber por qué no pudo esperar un momento.

 —Quiero hablar con tu gerente, linda. Haré que te despidan por no atender bien a los clientes. —Miré hacia arriba con exasperación, el chico que antes había entrado se acercó a mí.

 —Dame la mitad, yo te ayudo mientras tú le das su café, sino hará que yo mismo vaya y no seré nada amable. —Sonrió ante sus palabras.

Tomé la mitad de los pedidos y se los di, caminé hacia la señora y le entregué su café. Ella se fue diciendo que no me daría propina por tenerla esperando. La ignoré y seguí repartiendo los pedidos hasta que terminé.

Cuando regresé al mostrador, me senté a descansar un momento hasta que aquel chico volvió a acercarse.

 —Vengo por el puesto, este puesto —soltó mostrándome el cartel en sus manos.

 — ¡Oye! no puedes sacarlo, los otros chicos deben ver que se necesita empleado —dije un poco enfadada.

 —Tranquila, eso ya no será problema. De hecho, este cartel ya no vale porque aquí estoy, el puesto ya ha sido ocupado por mí —Sonrió señalándose con el dedo.

Vaya, creía que ya lo habíamos contratado solo porque él lo dijo.

 —Me temo que así no funcionan las cosas aquí, debo hacerte unas preguntas primero, luego le diré a mi jefa y ella decidirá si te contratará.

 —Vamos, no pierdas tu tiempo, solo dime cuándo empiezo.

Ignoré su petición y comencé con las preguntas.

 —¿Nombre?

 —Anthony, Anthony O'Connor. —Asentí mientras escribía.

 —¿Edad?

 —20 años.

 —¡Genial! Hasta ahora cumples lo que pide Martha —respondí sonriendo, pero salió más como una mueca que como una sonrisa.

 —Te lo dije: estamos perdiendo el tiempo.

 —¿Por qué quieres el trabajo?

 —Bueno pues... estoy estudiando en la universidad y necesito el dinero para seguir haciéndolo.

 —¿Estudias de mañana o de tarde?

 —De tarde, pero hay días que tengo libre unas horas.

Al parecer este chico aplicaba muy bien para el puesto.

 —Llamaré a Martha, dame unos minutos —pedí mientras tomaba el teléfono para marcarle.

Ya le había dicho todo lo que le pregunté a Anthony, por el momento solo debíamos esperar a ver qué decía ella.

Luego de unos minutos volvió a llamarme para decirme que fue aceptado y que podría trabajar desde hoy, si quería.

 —Mira, ella dice que estas contratado, que si quieres puedes comenzar desde hoy mismo. Me dijo que te harás cargo del turno de mañana y yo de la tarde, y que los días que puedas pasar más tiempo mejor ¡Cierto! Casi lo olvido, también dijo que debías estar aquí a las 9 para cerrar, ya que ese fue el motivo por el cual puso el cartel.

 —Me parece perfecto, de hecho, justo ahora estoy de vacaciones, podría trabajar el día completo hasta que entre en un par de meses a clases, y ahí ya empezaría el puesto de medio tiempo.

 —Ok, entonces ¿empiezas hoy o mañana?

 —Veo que necesitas mi ayuda así que empezaré desde hoy. —Sonrió y entró quedando junto a mí, le expliqué la función de cada cosa y lo que debía hacer.

El resto del día había pasado tranquilo, no había mucha gente en la cafetería y ahora que tenía la ayuda de Anthony me resultaba mejor atender a los clientes. Sin duda, él ayudaría mucho aquí.

Ya era de noche, cerramos la puerta y él se ofreció a acompañarme a casa, y como no vivía tan lejos acepté. Casi no hablábamos, pero pude notar que el silencio no era incomodo, al contrario, se sentía como cuando estas con personas que conoces de toda la vida.

Él me transmitía calma, paz, y a mí me gustaba eso. Llegamos a mi casa y me despedí de él, por la mañana tendría que ir temprano a casa de Martha para entregar las llaves, para que vaya a la cafetería a esperar a Anthony.

Era la primera vez que hablaba un poco con un chico desde hace años, y era una sensación algo extraña pero agradable a la vez.

Dejé de pensar en eso y me metí en la cama, mañana debía ir a estudiar y lidiar con aquella horrenda situación.

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