PRÓLOGO.
¿Conoces las cicatrices? Ya sabes, esas marcas que quedan en el cuerpo debido a cualquier daño físico bien feo, que muchos lo ven como defectos pero siempre, detrás de alguna se esconde alguna historia.
Las cicatrices, no es algo que a alguien le guste tener, sin embargo, es no estoy del todo segura si son curables pero toda cicatriz es mala si no aprende a vivir con ella.
¿A qué quiero llegar con esto? Fácil, voy a contarte un problema que tengo y desde allí parte mi historia, la que te pienso contar. Soy una chica de una estatura de 1,65 delgada, cabello lacio de color castaño claro que me llega hasta la mitad de la espalda, test clara, ojos color azul hermoso ¿Cierto? Mis descripciones físicas parecen de una chica muy guapa pero no, porque aquí es donde interviene mi problema. Tengo cicatrices, acné y manchas en mi rostro.
Sé que físicamente luzco del asco, sin embargo, soy una gran persona, buena gente, amable, sincera... A quién quiero engañar, lo primero que la gente nota es si tienes buen cuerpo y rostro, las personas que logran hacerse de ello son los que sobresalen.—Sí, igual quienes hacen grandes aportaciones a la sociedad pero eso es otro asunto—.
Vivo únicamente con mi madre, ya que mi padre nunca me quiso. Embarazó a mamá joven y cuando se enteró de que ella me tendría simplemente se alejó. Natalie Bookaway —mi jefesita— es la mejor mujer de todas. Hace un gran trabajo criandome e igual hace dos papeles importantes papá y mamá. Sólo nos tenemos la una a la otra, por eso la aprecio.
Mamá es una mujer de test clara, ojos color café, delgada, cabello castaño claro como el mío. Estricta pero a la vez juguetona. Cuando sonríe se le le forman hoyuelos y a pesar de que varios hombres se le han declarado ella se niega a dar una oportunidad. Siendo honesta amó a papá con todo su ser, pero él sólo la usó. La embarazó joven, ilusionó y abandonó, por eso se
Igual, tengo dos amigos, los conocí desde años anteriores e cuando ingresé aquí. Ellos son los sujetos más populares y lindos de este instituto, sí, somos de etiquetas muy distintas pero logramos hacer que la amistad funcione. Los amo.
Marissa Jones y Taylor Shane, mis dos amigos los cuales aprecio mucho.
Marissa, una chica morena clara, algo bajita, un cuerpo muy lindo, ella es de conflexión delgada pero la chica sabe cómo arreglarse para toda ocasión. Cabello color castaño teñido, antes era muy blanquita y peli roja natural pero le gusta broncearse y asolearse la mujer. Muy adorable, coqueta, en fin. Para no alargar esto, es una de las chicas más lindas del colegio. Casi todo el instituto babea por ella.
Shane, un chico muy lindo, de unos ojos azules-verdes—la verdad no estoy muy segura del color de ojos, he discutido con Marissa sobre ello y cuando le preguntamos sólo se limita a decir que son claros—una cara muy linda, es el tipo de chicos que con actitud divertida y gestos lindos, además de su fisico puede traer a cualquier chica a sus pies. Es uno de los más lindos y popular del colegio.
Bien, chicos de etiquetas distintas juntándose. Eso es algo raro de ver, pero bueno, con esos chicos la confianza es simplemente fácil de demostrar. Son populares pero no presumidos ¿Cuándo se ven esas combinaciones? Exacto.
:')
Bueno, mejor me dejo de presentaciones tontas. Porque ahora mismo me encuentro viendo hacia la ventana del auto de Shane, que, por supuesto, está conduciendo. Shany, como suele llamar a su carro, sí, ese hombre le puso nombre a su vehículo, sigo sin entender cómo las chicas siguen detrás de él aún sabiendo su enferma obsesión al coche., si supiera los dramas que hace cuando no lo ve limpio ni esas cosas. Sí, entiendo que es su primer auto y todo eso pero a veces me dan ganas de atestarle el puño en la cara cuando hace sus escenas, pero me contengo. Recordando que es mi amigo, que no debo asesinarlo ni sacarle los órganos.
Sólo sé que Marissa platica animadamente con Shane pero yo dejé de escuchar hace cierto momento porque tal parece que el paisaje de afuera es más divertido según yo.
— ¿Qué opinas Peyton?— pregunta Marissa con una sonrisa. Yo salgo de mi mundo para mirarla a ella quien igual me mira esperando una respuesta. ¿Pues qué dijo?
— Ammm... ¿Podrías repetir la pregunta?— pregunto. La verdad no tengo idea de que estaban hablando.
— Olvídalo, eres todo un caso— quería protestar pero la chica tiene razón así que en cuanto abrí la boca la volví a cerrar.
Nuestro camino consistió en pláticas, hasta que llegamos al colegio y nuestro "chófer estrella"—así se auto-nombró el tarupido de Shane—estacionó su mega máquina—otro apodo que usó para su auto—.
Seguimos nuestro camino para llegar a clases, nos despedimos Shane y yo de Marissa porque ahora no nos toca horas de clases con ella.
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Voy saliendo a lado de mis amigos. Por fin las clases han terminado y agradezco profundamente por ello, sin embargo, las miradas de las personas se posan en ellos y yo, trato de no ser notada, aunque eso es difícil ya que mi apariencia no ayuda mucho. Escucho los comentarios feos hacia mi persona, aunque quisiera asesinar a medio mundo trato de relajarme para en cambio poner un rostro frío. Sin emociones.
Marissa se da cuenta porque eso es lo que siempre hago cuando las personas comentan cosas feas de mí, trato de intimidarlos con esa cara.
— Relájate Peyton, no les hagas caso, mejor sonríe, eres bonita mujer— dice pellizcandome la nariz. Hago lo que me pide para seguir caminando, debo admitir que estar entre mis amigos que son los más populares del colegio hasta me hace sentir poderosa.
Shane, Marissa y yo platicamos mientras vamos caminando por los pasillos del instituto hasta que escuchamos el grito de una chica y, antes de que tenga tiempo de reaccionar para ver de donde proviene la voz, veo que Shane es abrazado.
Marissa y yo abrimos la boca impresionadas. Shane no es de los que se deja abrazar por cualquier persona, él debe tener mucha confianza para ello, además, de que yo recuerde nunca ha tenido novia, aunque pretendientes no le faltan.
Pero lo peor no fue el he hecho de que la chica abrazó a Shane, no, sino que éste la cargó y lo peor fue lo que le dijo.
— Hola amor— ok, en este momento si puedo puedo protestar por una explicación, pero antes de abrir mi boca Shane se adelanta— Marissa, Pey, ella es Jared Palmer, mi novia— mi amiga junto a mí abrimos la boca en sorpresa. Ok esto no me lo esperaba.
La chica nos dedicó una sonrisa, y se presentó estrechando las manos. A Marissa de por sí ya la conoce, es popular pero yo, bueno, soy otro caso. La chica al momento de presentarse conmigo noté asco en su saludo. Resistí el predominante impulso de arrancarle los ojos sólo por eso.
Shane se fue con su novia después de una plática que tuvimos los cuatro de como empezaron a andar y todo eso. Seguí con Marissa conversando y comentando sobre la primera novia del tarupido de mi novio, no se los voy a negar, es muy linda, inclusive creo que la he visto en el equipo de porristas, que por cierto, odio junto a mejora.
Marissa seguía conversando conmigo hasta que llegó el roba amigas. Ósea, el novio, físicamente no está tan mal, sin embargo, no es como los otros ex noviazgos de mi amiga que esos chicos parecían sacados de revistas.
Marissa se disculpó conmigo por no poder acompañarme, quedó con el "roba amigas" a la hora de salida. Entendí su situación, así que me despedí de ella para seguir mi recorrido sola.
Llego.a la parada para esperar el bus que me llevaría a casa. En lo que espero pacientemente decido sacar mi celular para verificar la hora, está casi descargado ya que como en dos clases me la pasé ignorando a los profes por estar en Facebook viendo memes, sé que no debería hacer esas cosas pero vamos, a veces la tentación puede más que uno, pero tranquilos, casi siempre presto atención en clases, la mayoría de las ocasiones para ser exactos pero un receso de eso no está mal ¿Cierto? Como sea. Guardo a mi preciado bebé en el bolsillo del pantalón. Suspiro y vulevo mi mirada a un chico que está a mi lado igual esperando transporte.
Lo miro con detalle es y algo de disimulo. El chico está divino, cabello castaño, ojos color café, test clara, se ve que hace ejercicio, porque su ropa ajustada es lo que muestra, labios delgados pero de alguna manera quedan tan bien en su rostro que por cierto, no tiene rastro de acné o cualquier cosa—a diferencia mía, por supuesto T_T— su mirada está perdida en algún punto menos en mí. Es una pena que no lo vaya a volver a ver, tampoco es como que tenga interés de hablarle, sólo se me hace atractivo y ya, creo que a muchos les pasa lo mismo que a mí. Han pasado por esto.
Espero mi transporte y lamentablemente tengo que subir. Bueno, un placer haber visto a ese chico tan awrrr, buenote, ah, olvidé mencionar que tiene buen trasero, no me juzguen, mi lado pervertido salió a flote.
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La alarma logró hacer que moviera mi perezoso trasero de la cama. Creánme, no es la típica escena de que el sol da directo a mi ventana y me levanta, porque para empezar, estas están cubiertas por persianas. Creánme, eso sería MUUUY cliché.
Pero vaya susto que me estoy llevando. La alarma lleva cincuenta minutos sonando y hasta ahora me doy cuenta, así que voy rápidamente al baño, a darme la ducha de mi vida, nunca en mis 17 años me he bañado tan rápido. Me cepillo y todo eso.
Escojo lo primero que veo del cajón de ropa y me visto con una velocidad que ni yo me la creo, pero vamos, estoy apurada porque se me está haciendo tarde. Bueno, honestamente no es como que escoja muchos atuendos buenos y femeninos aunque tenga tiempo de sobra.
Bajo las escaleras, voy hacia la cocina y encuentro a mamá en la cocina con el desayuno servido. Ella me dedica una mirada de miedo, sólo le sonrío tímidamente y procede a hablar:
— Faltan diez minutos para tu primera clase ¿Algo por decir?
— Perdona, si me dormí, no escuché el primer tono del despertador— me excuso tomando un jugo de naranja a una velocidad mayor de la luz.
¡Ja! Y Alber Einstein dijo que no había nada más rápido que la velocidad de la luz, eso es porque no me había conocido cuando se me hace tarde para la escuela. Tomo la mochila, me despido, para irme a la parada.
Pero como hablamos de la clase de suerte que tengo, el transporte a penas llegué se estaba poniendo marcha. Y sí, ahí me ves, corriendo como nunca lo he hecho en la vida para tomar el transporte, gritando como loca, agitando las manos.
Los pasajeros miran por la ventana burlándose de mí tragedia. Pero después de que el chofer me hizo hacer el ejercicio matutino que nunca hago quizás, por piedad, se detiene.
Corro hacia dentro del bus, el chofer ni siquiera espera a que me agarre bien y arranca. Lo fulmino con la mirada pero puedo ver su sonrisa burlona. Al menos alguien se la está pasando de perlas con mi desgracia. Pago mi pasaje y me voy al primer lugar vacío que encuentro.
Una señora y un niño están a lado mío. Retomo aire, estoy súper cansada. Sólo cierro los ojos para luego abrirlos viendo el paisaje de afuera. Vaya, debería haber premiaciones para personas con más mala suerte, apuesto que lo ganaría sin ningún problema. No creo ni siquiera llegar a mi primera hora pero ya veré si le pido tarea a Marissa que hoy me tocaba a primera hora con ella.
— Mami ¿Quién es esa loca?— le dice el niño que está a lado mío a su madre.
¡Mocoso del demonio! No estoy loca, sólo se me hizo tarde y tuve que hacer todo este show para intentar llegar aunque sea a unos minutos de mi primera clase.
— No estoy loca, niñito— le digo escupiendo entre dientes lo último. Si por mí fuera no sólo le insulto peor sino ya le hubiese arrancado el pene y se lo hubiese dado a algún perro. Pero ya saben, mi paciencia no conoce límites, además, ya me la pasé muy mal como para meterme en más problemas. Digo, si es posible.
— Oígame, usted no va a tratar así a mi hijo— me reclama la señora.
— Ni siquiera le hice nada— respondí.
— Lo estabas insultando— reclama la mujer.
¿Qué? ¿Es esto enserio?
— Pues su hijo me dijo loca, debería educarlo— le dije.
— Pues mi hijo tiene razón, sólo una loca hace todo ese ridículo— aquí va, soltando todo el veneno.
"Escuela Jackson," el del transporte habla y no dudo en bajarme. Pero no sin antes mostrarle mi dedo corazón a la madre e hijo por el que mi viaje hacia la escuela se fue al diablo. La señora me mostró una mirada ceñuda, creo que venía a darme unos buenos golpes pero no me iba a quedar a averiguarlo así que le dediqué una sonrisa burlona para luego bajarme.
Corrí. Sí, eso volví a hacer para llegar a interrumpir la clase de la profa, quien a regañadientes me dejó pasar, diciéndome que tenía retardo.
Me senté en mi respectivo lugar, iba a copiar mis apuntes pero me percaté de algo. Mi mochila no estaba, no recuerdo si la olvidé en el bus o la casa.
¡Genial!
¿Qué hice yo para merecer esto?
Igual acabo de perder mi mochila, con ello mis apuntes, con ello las tareas que he hecho, ahora debo comprarme nuevas libretas con mis ahorros, una mochila nueva y pedir las libretas a mis amigos para transcribir todo.
Chica de mala suerte, eso es lo que soy.
Aburrida, sólo miro a mi mejora quien igual me mira como esperando su respuesta.— Mal inicio de día— le digo sólo para que ella me escuche.
Ella iba a preguntarme más porque esa respuesta no le bastaba—bueno, si igual me dijeran eso estaría como Marissa—pero la profesora nos pidió que guardaramos silencio, junto a ella estaba un chico. Pero no, no cualquier chico, sino el de la parada de ayer.
— Bueno, él es un alumno nuevo que se nos unirá a literatura, por favor joven, preséntese con sus compañeros— le le alienta la profesora.
Todas parecen enamoradas del nuevo, bueno, yo en parte me uno, físicamente parece un bombón pero como ayer lo vi supongo que ya babeé lo suficiente por él y, aunque suene loco yo aún tengo dignidad.
— Bueno, mi nombre es Nathan Mason, tengo 17 años, estoy disponible, Emmm... Estaré con ustedes en esta clase de literatura, y ya— no crean que no me percaté de que cuando dijo que estaba soltero no noté que sabe lo bueno que está. Quiere iniciar clases viendo quienes le seguirán la corriente— este, igual a una chica se le olvidó una mochila en el transporte escolar, creo que se llama Peyton Book, según sus libretas, es una chica que hizo todo un show al momento de agarrar el transporte— todos me miran. Mis mejillas se encienden, lo sé porque mis orejas están calientes, lo cual quiere decir que estoy roja de la cara. Me paro de mi lugar para pedirle amablemente mis pertenencias.
— Emm... Disculpa amigo, es mi mochila, ¿Me la podrías regresar?— le pregunto amablemente. Él sonríe y se acerca a susurrarme algo al oído.
— Claro, primor— lo miro con el ceño fruncido y él sólo se limita a reírse.
La profesora nos indica sentarnos, aunque aquí el problema es que le asigna lugar detrás mío y creánme cuando no lo quiero cerca.
Mason toma lugar en su lugar asignado no sin antes dedicarme una sonrisa arrogante.
Trato de controlarme como por milésima vez en el día. A penas es la mañana y mi mala suerte está con el propósito de romper un récord. La ley Murphy la cumplo al pie de la letra.
La clase transcurre. Mason no ha vuelto a hablarme, a lo mejor sólo hizo un pequeño show conmigo porque le apeteció pero en sus planes no está hablarme o tenerme como amiga, lo cual agradezco porque yo estoy en su misma situación. Tengo muchos problemas como para tener a un chico que los destila con sólo mirarlo.
Copio los apuntes y siento una bola de papel impactar en mi cabeza. No digo nada, igual no vi quien es. Pero vaya, que la persona no se iba a detener, siguió lanzandome más hasta que me harté. Solté un grito furioso haciendo que la profesora detuviera su explicación. Ella me veía con el ceño fruncido.
— Señorita Bookaway, prillega tarde, interrumpe mi explicación— mira el suelo— y luego avienta bolas de papel, recoja su basura ahora— ordena.
— Pero yo no... Ni siquiera...— intentaba protestar para defenderme pero ni siquiera me dejó terminar.
— Las bolas están en su sitio, recojalas y punto, quien manda aquí soy yo— hago pucheros pero al final termino obedeciendo. Lo último que necesito es acabar en la oficina del director con una observación. Aunque seamos honestos, con lo mal que me ha ido es algo que pasaría.
Regreso a mi lugar y para cuando me siento veo un pos-it en mi lugar. Leo lo que dice.
"Fue tu súper dios sexy quien te tiró los papelitos"–Atte y por si no te ha quedado claro Nathan Mason.
Volteé para mirarle y sólo me dedicó una sonrisa burlona.
— Idiota— le suelto. Sí, que forma de tratar al compañero nuevo pero en mi defensa él me metió en problemas.
Pero sólo me tiró un beso.
Me paré de mi lugar con intenciones asesinas hacia su persona pero la profa me detuvo.
— ¡?¿Ahora está agrediendo a sus compañeros?!— me pregunta enojada.
— Yo no lo estaba agrediendo, sólo iba a darle la bienvenida— una muy buena por cierto— ¿Verdad Mason?
Pero este sólo me miraba con miedo.
— ¿Llamas abrazo a intentar golpearme?— pregunta con una voz en el que se hace la víctima.
Abro la boca impresionada por tal acto. Es un idiota, por su culpa me voy a ir a dirección.
— No le crea profesora, está mintiendo— reprocho. La profesora está a nada de perderse la poca paciencia que le queda.
— ¿Tienes pruebas?— me reta. La profesora alza una ceja, ok, buena jugada. Me pasa un papelito con el reporte. Ya sé lo que tengo que hacer.
Me paro de mi lugar hecha una furia, busco el papelito de la observación y me voy del salón.
Nathan Mason es un idiota.
Esto no se quedará así.
¡Esto es guerra!
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