Capítulo uno: Idiopido= Nathan.
Última clase, finalizada.
Se sentía tan bien saber que las clases ya habían terminado y por fin podía irme a casa a dormir, comer, ver películas, diría que me la pasaría con mis amigos pero desde que tienen pareja pues lógicamente les prestan más atención a ellos.
Estaba guardando mis libros y libretas. Era la última en el salón pero la verdad me estaba tomando mi tiempo. Hoy no hay tarea así que tengo la tarde libre-exeptuando que tengo que hacer limpieza obligatoria para ayudar a mi mamá-como sea, al menos hasta ahora la suerte decidió mirar en mi dirección así que básicamente hoy es un día tranquilo, no como el de ayer que vaya que rompí el récord de las tragedias.
- Hola, esponja- reconocí esa voz. El infierno de mis pesadillas estaba de pie en el marco de la puerta. Decidí ignorarlo, es la mejor decisión que he tomado hasta ahora.
Nathan se puso frente a mí.
- ¿Ahora qué?- le dije molesta. Ya ni siquiera trato de fingir que lo quiero tratar como compañero.
- Necesito que me asesores en matemáticas- soltó. Bueno, a pesar de que es como un grano en el culo (tampoco es como que haya tenido alguno, pero me han contado que es molesto, no pregunten como rayos logro sacar ese tipo de información, ah, y perdón por las imágenes mentales) al menos no tiene pelos en la lengua.
- No- contesté automáticamente.
¿Cómo se atreve a pedirme esos favores después de lo que me hizo pasar ayer? Es un idiota.
Un idiota que está bueno, aceptalo cariño.
Y ese por supuesto, mi cerebro espetandome. Bueno, la verdad es que si está bueno, parece modelo de revista, hasta podría considerarlo pero es una pena que su apariencia se vea eclipsada por su actitud.
- Pey, necesito ayuda- dice agarrándome de la muñeca de la mano- prometo que te daré algo, voy a recompensarte- ah, para empeorar la situación me mira con esos ojitos de cachorrito. Luego, ya para rematar me abraza.
T-T
Debo admitir que ahora estando cerca de él, me gusta su colonia. Huele bien. Iba a apartarlo pero él habla susurrándome algo al oído. Ojalá no sea alguna tontería porque si lo asesino.
- ¿Puedes?- su voz suena genial. Ese tipo de voz tan sexy y ronca, no sé cómo demonios le hace. No es como el típico cliché , ósea, si me fascina la voz esa pero yo no estoy a sus pies.
Vaaaaya, el chico debe estar desesperado.
- Está bien- digo. Nathan la estaba apunto de soltarme pero le susurró las siguientes palabras.
- Igual soy soltero por si te interesas- me sonrió de manera juguetona. Rodé los ojos para luego ver que se iba del salón.
En cuanto salió sentí a alguien abrazarme por detrás. Esta vez no habría compasión de él así que agarré la mano para luego girarme, iba a impactar mi puño en su cara pero logré ver quién fue la persona que me abrazó.
Pobre Shane, casi recibe mi golpe. El pobre sólo se cubría así mismo.
- Upsss, persona equivocada- fue lo que dije en modo de disculpa.
Ahora fue Marissa que se lanzó a abrazarme.
¿Qué? ¿Hoy es el día de abrazar a Peyton o qué?
- ¡Lo vimos todo!- Marissa soltó. Yo no comprendía nada, además está muy emocionada. Le di una mirada de que me dijera de que rayos hablaba.- vimos como ese chico súper lindo de literatura te abrazó, al fin, ya era hora
- Ok, esto es un mal entendido.
Pero algo hizo click en mi cabeza.
- ¿Me espiaron?- les pregunté.
- Algo así, veníamos a verte para irnos juntos a convivir, Shane y yo sentimos que desde que empezamos a andar con nuestras parejas a ti te hemos dejado de lado- vaya, al fin lo está notando- y vimos por coincidencia, no íbamos a interrumpir así que nos quedamos viendo más tiempo.
- Sí, además, ya es hora de que tengas novio, así al menos tendrás a alguien con quien distraerte- Shane fue quien abrió su boca.
Ok, suficiente.
- Wow, Wow, suficiente- les dije a ambos, esas son muchas conclusiones y todas tienen respuestas- el Idiopido- ok, ese sobrenombre le queda genial a Nathan- yo no quiero con él y viceversa- Marissa iba a hablar pero le hice una señal de que aún no, que esperara a que terminase- además, sólo me pidió que lo ayudase, necesita asesorías de matemáticas aunque en la materia soy pésima- eso último me hizo recordar que en mis exámenes con suerte y logro aprobar.
Marissa sonrió- ¿Y era necesario el abrazo?- en su voz estaba ese tono burlón y pícaro.
Me encogí de hombros. Ni siquiera yo entiendo porqué lo hizo.- Como sea, mejor nos vamos.
Con eso dicho todos nos fuimos del salón. Nos las pasamos caminando, mientras platicábamos, Marissa nos contaba de lo genial que era su novio, y Shane lo mismo. Honestamente las parejas de mis amigos no me agradan, quiero decir, ambos en cuanto los saludé me miraban con asco, además, uno es de los deportistas de la escuela, la otra porrista recién ingresada al equipo de las plásticas pero si es lo que quieren en sus vidas sólo queda resignarse.
Al fin habíamos llegado al estacionamiento y en ésta ocasión Marissa se ofreció a conducir a Shany, mi amigo aceptó. Los tres sabemos conducir pero sólo Shane tiene auto. Marissa tuvo pero su padre se lo quitó porque lo necesitaba para su trabajo. Ambos viven económicamente bien, digo, no son millonarios ni esas cosas pero los padres de ambos ganan para darles a estos dos buenas vidas, mientras yo, bueno, soy otra historia.
Iba a entrar al auto cuando alguien me agarró de la mano deteniéndome.
- ¿A dónde vas?- me pregunta Nathan.
- Con mis amigos ¿No es obvio?
- No, tú te vienes conmigo- me ordenaba. ¿Pues quién se cree que es?
- ¿Qué? Vete al infierno, no me voy a ningún lado contigo- estaba volviéndome a meter al auto cuando sentí que Nathan me cargaba.
El Idiopido me estaba cargando como a un saco de papas. Yo pataleé, le pegué con mis puños en la espalda pero eso no logró hacer que me soltara. Nathan me subió a su auto y logró ponerme el cinturón.
Logré desabrocharme y correr donde se supone que estaban mis amigos y Shany, pero que creen, los muy traidores ya se habían ido.
¡Traidores, eso es lo que eran!
- ¿Nos vamos?- preguntó Nathan detrás mío, poniendo una mano sobre mi hombro.
- Absolutamente, definitivamente, inauditamente no- contesté de inmediato.
Y acabo de usar tres adverbios en una oración para soltarle que no lo quiero cerca.
- Ya no tienes en que irte, tal parece que tus amigos te abandonaron- ni me lo recuerdes.
- Puedo irme en transporte- dije. Yo no soy dependiente de mis amigos y soy independiente e igual madura en algunos aspectos el que mi mamá trabaje dejándome sola me ha orillado a serlo.
- Voy a ser franco Bookaway- él nunca me ha llamado por mi apellido sino por mi nombre de pila. Me giró para que lo mirara fijamente- necesito llevarte a tu casa para saber dónde vives y ubicarte para que puedas darme las asesorías.
Lo medité por unos segundos para aceptar a regañadientes.
- Bien- y dando media vuelta regresé al auto de Nathan.
Él se adentró al auto. Ambos nos amarramos el cinturón de seguridad, el Idiopido arrancó y luego nos fuimos. Ah, pero no sin antes hacerme una broma.
- Peyton- dijo mi nombre. Yo volteé a verlo. Se ve tan sexy.
¿Sexy? No, Idiopido no es eso. Peyton concéntrate.
Y me tiró un beso. Sí, él era un idiota.
Nuestro viaje de allí en fuera fue silencioso. Se sintió raro haber estado con é y que no me haya hecho bromas pero por mí bien, sólo hablaba para indicarle que camino tomar. Cuando por fin estuvimos en casa, aparcamos enfrente de mi dulce, acogedor y tierno hogar para luego bajar.
Nos dirigimos hacia la puerta de mi casa y yo abrí.
- Ya volví- anuncié en voz alta. Nadie respondió. Eso era obvio, mamá estaba trabajando, pero supongo que lo hice porque así me acostumbró mamá.
- Bonito lugar- soltó Nathan. Yo lo miré.
- Puedes quedarte ahí, yo no tengo problema.
- Lo siento esponja pero yo no voy a complacerte en eso- ¿Esponja? Ok, ese chico era un idiota, me llamó así sólo por mis cicatrices. Uggg... Lo odio, pero que sepa que no es el único que ha creado el apodo perfecto.
Lo miré- Necesito que te quedes aquí, voy a por gises y pizarrón, hablo enserio, donde hagas algo malo aseguro que no habrá piedad.
Me guiñó un ojo coquetamente- Tranquila primor, confía en esta hermosura- se señaló así mismo, presumiendo su estúpido, sexy, estúpidamente trabajado que está estúpidamente buen cuerpo.
Me fui de allí para irme directamente al ático de la casa que es donde guardamos algunas cosas. Yo recuerdo tener un pizarrón, el detalle está en que no estoy segura de que tenga gises. ¿Para qué tenerlo? Ya tiene años que no uso eso, mi mamá lo compró para cuando mi niñez donde me tenía que enseñar vocales, sumar, restar, ya saben, todo lo básico por aprender en la vida.
Seguí buscando sin ningún éxito. Entonces, alguien tapó mis ojos con sus manos.
- Muy gracioso Idiopido- le dije apartándolole la mano de mis ojos y viéndolo fijamente con expresión aburrida. Ya ni me sorprendo.
- ¿Idio..?- no pudo terminar la frase porque se echó a reír. Upsss, se me salió- bueno, no pensé que igual me tuvieras un apodo, esponja.
- Ya ves, no eres el único creativo en la relación- ahora fui yo la que habló en ese tono juguetón y arrogante. Él comenzó a reír para que luego yo igual lo hiciera.
Mis risas cesaron al verlo aquí, justo aquí así que recordé que estábamos en el ático, ojalá no haya cerrado la puerta-entrada o estaremos en serios problemas.
- ¡Dime qué no cerraste la puerta-entrada!
- Emm...- sin esperar a que respondiera me fui corriendo hacia la puerta del ático y sí, lo que me temía.
Ok, este Idiopido va a morir. Apreté mis puños a los costados mientras caminaba con cara de pocos amigos a su dirección e intenciones asesinas a su pobre persona.
- Estamos encerrados- declaró.
- ¡Sí!- solté con furia todo el veneno de mi voz- ¡Y todo es tu culpa!
- ¿Mi culpa?- preguntó ofendido.
- ¡Sí, tu culpa! ¡Tú cerraste la puerta-entrada del ático Idiopido!
- ¡¿Quién en su sano juicio entra a un ático sin asegurarse de que la puerta no se vaya a cerrar?!
Lo peor de todo es que mi celular lo dejé cargando así que no podía llamar a mamá para que viniese a rescatar a mi pequeña y poca coordinada alma. Ah, y a Nathan.
Suspiré pesadamente.
Nathan por otro lado forcejeaba con la puerta sin ningún resultado. Me acerqué a él y puse mi mano en su hombro. Me miró.
- Es inútil, sin las llaves no va a funcionar- le dije. Él pareció meditarlo por unos momentos para luego acceder a regañadientes. Ambos nos sentamos en el frío y sucio suelo. Di un suspiro pesado, este tipo de cosas sólo podían pasarme a mí, bueno, al menos alguien está acompañandome en esta desgracia.
- Es tu culpa, vine a ensayar matemáticas no a quedarme encerrada en un ático contigo- reclamó. No respondí, estaba lo suficientemente harta y cansada, por lo general hubiese discutido con él a muerte pero no ahora.
En cambio, me puse a pensar en todos mis acontecimientos desde que lo conocí. Este chico tiene un aura que alerta problemas, peligro que quisieras tomar, sin embargo, no pensé que eso fuera tan literal, quiero decir, de por sí sola soy un imán atrayente de mala suerte con él, estoy rompiendo récords que nunca creí romper.
Se me ocurrió una brillante idea.
- ¿Y si nos contamos secretos?- pregunté. Él me miró por unos instantes, como si le hubiese explicado de manera gráfica el proceso de la excresión humana.
- No voy a contarte mis cosas íntimas ni mi vida privada- contestó en automático.
- Ni yo- seguí. Él me miró raro- creo que no me expliqué bien, no quiero que me cuentes tus cosas muy íntimas o ese tipo de cosas, sólo curiosidades comunes, tu color favorito, ese tipo de cosas, algunas experiencias que consideres buenas para decirme.
Él lo meditó.
- Además, vamos a estar por un muy buen rato hasta que venga mamá, creo que es una buena idea para no morir de aburrimiento- lo animé. Él aceptó.
- ¿Qué edad tienes?- pregunté.
- 17 ¿Y tú?- devolvió la pregunta.
- 17 igual. ¿Color favorito?
- Negro- ya me esperaba eso, muchas de las personas lo aman. Es tan cliché- ¿Y el tuyo?
- Morado- dije con orgullo.
Bien, para no alargar esto pues les diré lo que logré saber de Nathan, mide 1.85, practicaba fútbol soccer hace un año pero lo abandonó, era delantero en su equipo y potero sin embargo, sigue haciendo ejercicios, cardios, le teme a las cucarachas, su comida favorita es la lasagna, su postre o chatarra favorita son los dulces de cajeta, no es religioso, es mujeriego y desde hace años que no tiene nada serio-cómo no-no es homofóbico, le gustan los videojuegos, le gustaría viajar algún día a Italia, es muy sociable pero sólo con pocos decide pasar su rato verdaderamente, su materia favorita es la historia y la que no se le da e igual detesta es matemáticas, le gusta los videojuegos y una que otra vez se mira algún anime, e igual le gusta mirar los partidos de fútbol. Su equipo favorito es el Borussia Dortmund. Lo que la gente diga de él pues le da igual, aprende rápido.
Yo, bueno, amo la lasagna, no soy homofóbica, odio estar encerrada, soy algo claustrofobica y el estar aquí me pone los pelos de punta pero con los años he aprendido a controlar mis nervios, amo ver anime y una que otra vez leo novelas, no soy muy aficionada a eso, mi equipo favorito de fútbol es Borussia Dortmund, no juego fútbol o esas cosas pero me gusta ver partidos, digo, sí lo sé jugar, yo igual estuve en un equipo pero lo abandoné por pereza. Como mucho y no engordo, mi materia favorita es biología, me gusta, ah, y por si no lo notaron soy anti social.
Sin darnos cuenta estábamos riendo animadamente al contarnos varias experiencias, en su mayoría graciosas e increíblemente Idiopido no se estaba comportando arrogante como siempre e inclusive podría decir que disfrutaba de su compañía, quiero decir, el chico me metió en muchos problemas pero no es mal sujeto, sólo usa esa fachada fría y traviesa para que no abusen de él, lo cual entiendo, nadie quiere ser la presa en este mundo tan cruel lleno de depredadores.
Cuando mamá llegó no dudamos en gritar para que nos sacará y en cuanto lo hizo no pude evitar salir lo más rápido que pude, odio estar encerrada, si Nathan no me hubiese distraído si hubiese tenido un ataque de nervios horrible.
Mamá miró al chico que estaba a mi lado, como esperando a que dijera algo.
Carraspeé- Hmmm... Él es Nathan madre, un compañero colegio- presenté- Idopi... Quiero decir, Nathan Mason, ella es Natalie Bookaway, mi madre.
- Un gusto señora- le dijo en forma de saludo formal, estrechón de mano y abrazo.
En cuanto se separaron la cara de Nathan era todo un poema, mientras se abrazaban mi mamá le debió de haber dicho algo que probablemente no le gustó o le sacó de sí.
Nathan carraspeó- Hmm... Yo creo que mejor me paso a retirar, muchas gracias por todo- se quería ir.
Sé que he dicho que entre más lejos esté de mí mejor, pues en este momento quisiera quedarme con él, platicando, si es posible toda la noche, llámame rara indecisa pero me divertí hoy con Nathan.
- Te acompaño a la puerta- le dije. Él asintió y ambos caminamos, en cuanto estuvimos en el marco de la puerta habló.
- Tu mamá me dio miedo, me dijo que si abusé de ti me asesinaría sin piedad- reí con ganas. En ella era tan típico, quiero decir, muchas de las madres son muy simpáticas y alegres con las visitas pero la mía es buena onda pero le gusta divertirse como que metiéndole miedo a quienes traigo a casa.
- Ella es así, descuida, a lo mejor le caíste bien desde que te vio- le dije para consolarlo- bien, nos vemos- iba a despedirme de un movimiento "moderno" dirían los viejos pero él me abrazó y dio un beso en la mejilla.
- Nos vemos mañana en clase, no nos toca materias juntos pero seguramente nos veremos por los pasillos- continuó para luego irse.
Asentí y él se fue. Yo cerré la puerta tocándome la mejilla, wow, acabo de sentir un hormigueo. No es nada.
Mamá me miraba esperando una explicación la cual le di omitiendo detalles en algunas cosas, como por ejemplo en los problemas que me metió pero con lo que le dije le bastó para entender mi situación.
En cuanto terminé procedí a ir a la cocina para prepararle algo. Sé que trabajar para sustentar la casa es agitador para ella y es lo mínimo que puedo hacer por ayudarle, lamentablemente no hice limpieza pero que podía hacer encerrada en un ático.
En cuanto serví comida para ambas nos pusimos a pláticar.
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