Capitulo 18.
—La planeación implica la evaluación del futuro y la previsión en función de... —la voz del profesor resonaba en el aula, pero fue interrumpida abruptamente por el timbre que marcaba el final de la clase—. Continuamos en la siguiente sesión. Ya pueden retirarse.
El ambiente cambió de inmediato: el sonido de mochilas cerrándose y sillas arrastrándose inundó el aula, mientras los estudiantes salían entre risas y conversaciones animadas.
—¡Por fin! —exclamó Taehyung con entusiasmo, colgándose rápidamente la mochila al hombro—. Solo queda un día más, y luego podremos ver a esos hombres musculosos peleando.
—¿De verdad estás tan emocionado? —preguntó Jimin, organizando meticulosamente sus cosas en la mochila.
—¡Por supuesto que sí! —replicó, con una sonrisa traviesa—. Ya me imagino en los brazos de uno de ellos, con sus músculos firmes mientras me...
—¡Kim Taehyung! —lo interrumpió Hoseok, frunciendo el ceño con fingida seriedad—. ¡Compórtate! Pareces un hombre desesperado.
—¿Y qué? —Taehyung se cruzó de brazos, haciendo un puchero dramático—. No puedo evitarlo. No he tenido acción en tanto tiempo que siento como si hubiera vuelto a ser virgen.
—Eres un caso perdido —se burló Jimin, rodando los ojos con una sonrisa mientras se colgaba la mochila—. Aunque yo no estoy tan emocionado, si te soy sincero... Me preocupa ver a Jungkook peleando con alguien. No sé si soportaría...
—¡Señor Woo! —la autoritaria voz del profesor interrumpió la conversación, llamando la atención de todos en el aula. El aludido, que ya iba saliendo, se detuvo en seco y giró hacia el maestro.
Un incómodo silencio se instaló mientras todos observaban la escena.
—Oh, oh... creo que el chico nuevo está en problemas —murmuró Taehyung en tono burlón.
—Sí, la cara del profesor da miedo —añadió Hoseok, fingiendo un escalofrío.
—Cállense —protestó Jimin, inclinándose ligeramente hacia delante—. No me dejan escuchar.
La atención volvió al profesor, cuya mirada seria se clavaba en el joven llamado Do-Hwan.
—Sé que es nuevo, pero por eso mismo debe esforzarse el doble si quiere aprobar mi materia —su voz era dura y cortante—. Estos trabajos son mediocres, señor Woo. Necesita poner más empeño, o le aseguro que reprobará el examen final.
El chico asintió con la cabeza baja, luciendo visiblemente avergonzado.
—Sí, profesor. Lo siento mucho. Trabajaré más duro.
El maestro lo observó un momento más antes de hablar de nuevo.
—Si necesita ayuda, no dude en pedírsela a cualquiera de sus compañeros. Ya puede irse.
El chico hizo una reverencia rápida antes de salir del aula, mientras el resto de los estudiantes retomaba sus conversaciones.
—Ya vámonos, mi madre me dijo que esta tarde llovería, y no quiero mojarme. Odio los resfriados —dijo Hoseok, ajustando las correas de su mochila mientras caminaba hacia la puerta del aula.
—Sí, mejor vámonos. —los tres salieron juntos, sus pasos resonando por el pasillo mientras el bullicio de los demás estudiantes llenaban el ambiente.
—¿Qué tan malo creen que le fue al chico nuevo? —preguntó Taehyung, con una curiosidad evidente en el tono.
—No creo que haya sido tan grave —respondió Jimin, encogiéndose de hombros—. Aunque el profesor Lee puede ser realmente aterrador cuando quiere.
—Pobre Do-Hwan —comentó Hoseok, haciendo un exagerado gesto de lástima—. Apenas llegó y ya se llevó un regaño. Aunque, siendo honestos, es mejor que entienda desde el principio cómo son las cosas con el profesor Lee. Más vale temprano que tarde.
Taehyung soltó una risita, cruzándose de brazos mientras sus ojos brillaban con un toque travieso.
—¿Y qué tal si solo necesita un empujón? Tal vez está distraído porque... no sé, tiene un amorio o algo así. Oye, Jimin, tú sabes mucho de estar distraído por el amor, ¿cierto? —bromeó, dándole un ligero codazo.
El castaño rodó los ojos, aunque la ligera sonrisa en su rostro lo delataba. Ya estaba acostumbrado a las constantes bromas de su amigo.
—Cierra la boca, Tae. No creo que sea eso... ¿o sí?
—Quien sabe, podría ser —insistió, dramatizando su tono y cruzando los brazos como si estuviera planteando un misterio—. Con ese rostro y ese cuerpo, seguro tiene novia... o tal vez novio. ¿Te imaginas? O tal vez...
—Tal vez solo es malo en la clase del profesor Lee, como casi todos nosotros —interrumpió Hoseok, sacudiendo la cabeza con una sonrisa.
De repente, Do-Hwan pasó frente a ellos, entrando al baño en silencio, con la mirada baja y las manos metidas en los bolsillos. El movimiento llamó la atención de Jimin, quien lo siguió con la mirada.
—O tal vez solo necesita ayuda... —murmuró para sí mismo, deteniéndose. Tras unos segundos, tomó una decisión—. Chicos, vayan ustedes. Voy al baño. Si empieza a llover, le llamo a Jungkook; él siempre trae paraguas.
—Bueno, como quieras. Nos vemos mañana, Minie —se despidieron Hoseok y Taehyung, y continuaron su camino hacia la salida.
Jimin, por su parte, entró al baño con pasos vacilantes, sus manos apretando con fuerza las correas de su mochila. Su corazón latía un poco más rápido de lo normal, aunque trataba de convencerse de que no era nada.
El sonido de una cadena al jalarse lo hizo mirar hacia la fila de puertas. Segundos después, Do-Hwan salió de uno de los cubículos, luciendo tan tranquilo como siempre.
—Oh, hola, Jimin —lo saludó, esbozando una cálida sonrisa.
El castaño parpadeó, ligeramente sorprendido. Se obligó a sonreír, aunque sintió que su nerviosismo era demasiado evidente.
—Hola, Do-Hwan.
El chico nuevo caminó hasta el lavabo, para lavarse las manos con calma. La atmósfera en el baño era tranquila, casi incómodamente silenciosa para Jimin.
—¿Necesitabas algo? —preguntó Do-Hwan con voz calmada, mientras cerraba la llave del agua y se giraba para mirarlo directamente.
—Yo... bueno... —balbuceó, apartando la mirada un instante antes de recomponerse—. Solo quería ver si estabas bien después de lo que pasó con el profesor Lee. Puede ser un poco... duro a veces.
Do-Hwan lo miró fijamente, sus ojos oscuros reflejaban una mezcla de sorpresa y gratitud genuina, como si no estuviera acostumbrado a recibir tanta amabilidad.
—Gracias, Jimin. Estoy bien... creo. Solo fue un pequeño regaño. Supongo que me lo merecía. —su tono era calmado, pero había un deje de auto-reproche en sus palabras.
Park negó rápidamente con la cabeza, su expresión suave pero firme.
—No es que lo merecieras, es solo que el profesor Lee... bueno, él puede ser algo impredecible. Si necesitas ayuda con la materia o cualquier cosa, solo tienes que decírmelo.
Do-Hwan lo miró en silencio durante unos segundos, como si analizara cada palabra. Entonces, una sonrisa cálida iluminó su rostro mientras daba un paso hacia él, acortando la distancia entre ambos.
—¿De verdad? Te lo agradecería siempre. Se nota que eres muy bueno en esta materia.
El castaño le devolvió la sonrisa, aunque más tímida. El repentino entusiasmo de Do-Hwan le hizo sentir un leve calor en las mejillas.
—Hago lo que puedo. Y siempre estoy dispuesto a ayudar a un compañero que lo necesita. —su voz salió más suave de lo que esperaba.
Do-Hwan arqueó ligeramente una ceja, su sonrisa transformándose en una expresión traviesa.
—Eres un ángel.
—¿Qué?
—Que eres un ángel que apareció para salvarme. Como caído del cielo. —dijo, su voz acompañada por una risa baja, era profunda y masculina, con un tono que hizo que Jimin sintiera un cosquilleo extraño pero agradable.
—No exageres. —se cruzó de brazos, aunque una pequeña sonrisa delató su intento de ocultar la incomodidad—. De todos modos, no hay de qué. A nadie le gusta ser regañado frente a toda la clase, y menos por el profesor Lee.
—¿Por qué lo dices? ¿Alguna vez te ha regañado?
—Solo una vez, pero las demás veces han sido a mis amigos. Y vaya que han sido bastantes. —dejó escapar una risa suave al recordar los momentos en los que Tae y Hobi habían provocado al profesor Lee con sus bromas.
—Ellos parecen ser muy bromistas, ¿cierto? —Do-Hwan sonrió, intrigado.
—Lo son. Tae y Hobi tienen un sentido del humor único, siempre me hacen reír. Me gusta ese tipo de personas. —mencionó, su tono más reflexivo, casi como si hablara consigo mismo.
Do-Hwan inclinó la cabeza ligeramente, interesado.
—¿Qué tipo de personas?
—El tipo de personas que alegran la vida y nutren el alma, como si fueran una vitamina. Me gusta mucho estar cerca de gente que me hace reír.
—Ya veo... —Woo dejó escapar una breve pausa, como si procesara lo que acababa de escuchar. Luego, con una sonrisa audaz y repentina, añadió—. Entonces, procuraré hacerte reír más a menudo.
El comentario tomó a Jimin desprevenido. Su sonrisa desapareció lentamente mientras lo miraba fijamente, sorprendido. La seguridad con la que lo había dicho, acompañada de esa expresión confiada, lo dejó sin palabras. Por unos segundos, el único sonido en el baño fue el goteo constante del lavabo.
Entonces, un estruendo rompió el silencio. Un relámpago iluminó el cielo, seguido de un rugido de trueno, y pronto se escuchó el golpeteo insistente de una lluvia voraz afuera.
—Hobi me advirtió que llovería... —murmuró, mirando hacia la puerta del baño. Luego, suspiró y comenzó a rebuscar en su mochila—. No tengo sombrilla, llamare a mi...
—Yo tengo —lo interrumpió Do-Hwan, sacando una sombrilla de su mochila con un gesto casual—. Compartámosla. Te llevaré hasta un taxi, ¿te parece?
Jimin levantó la vista, algo incrédulo.
—¿Compartirla? —repitió, con un matiz de sorpresa en su voz.
🗒️ Abro paréntesis en esta parte para explicarles antes de que funen a los personajes.
Compartir sombrilla (paraguas) tanto en Japón como en Corea tiene un gran significado debido a algo que le llaman "aiaigasa" que significa literalmente "paraguas de amor", se dice en estas culturas que compartir tu paraguas es el comienzo de una relación romántica, o que esas personas se gustan mutuamente.
Ahora si con esto entendido, continuemos.
—¿Esto es en serio, hyung? ¿No me estás jugando una broma? —los enormes, y siempre brillantes ojos de Jungkook estaban muy abiertos por la sorpresa.
El mayor negó con la cabeza, acompañando el gesto con una sonrisa tranquila.
—¿Cómo voy a bromear con algo así? Es tu sueño, mocoso. Y esto es solo el comienzo. —señaló la tarjeta que el tatuado tenía en las manos, esa que miraba como si fuese un tesoro.
—No lo puedo creer. ¡He sido invitado a mi primera pelea amateur! ¡Invitado, hyung! —exclamó con entusiasmo, casi sin aliento—. ¿Cómo lograste esto? ¿Qué hiciste?
—El anciano del centro de apuestas tuvo algo que ver —explicó con un aire de orgullo—. Ese hombre siempre ha creído en ti, igual que yo. Le habló a los organizadores sobre tu potencial y, bueno, ellos me buscaron y entregaron esta invitación.
Jungkook se quedó un momento en silencio, procesando la noticia, antes de soltar una sonrisa radiante que reveló sus característicos dientes de conejo.
—Wow, aún no me lo creo... ¡Qué pasada! —dijo, henchido de felicidad—. ¿Entonces ya no tengo que pelear más en las apuestas?
—Podría ser tu despedida este fin de semana, aunque, si prefieres no hacerlo, yo...
—No, lo haré —interrumpió decidido—. Será como una despedida y un agradecimiento. —De repente, su expresión se iluminó aún más—. ¡Se lo tengo que decir a Jimin! Él tiene que ser el primero en saberlo. ¡Se va a poner tan feliz!
Se levantó de golpe, lleno de energía.
—¡Jeon! —la voz grave de Yoongi, otro de sus hyungs, resonó desde el fondo—. ¿Ves ese cielo? Está a punto de llover. Trae el letrero y cierra las sombrillas.
—¡A la orden, Yoongi hyung! —respondió con rapidez. Se detuvo solo para decirle al mayor frente a él—: Pide algo mientras, vuelvo enseguida.
Jungkook echó un vistazo a su reloj. Era casi la hora en que las clases en la universidad terminaban. Sin perder tiempo, guardó el cartel y se dispuso a cerrar las sombrillas de las mesas exteriores de la cafetería.
Mientras terminaba, dos figuras conocidas se acercaron bajo el cielo que comenzaba a soltar pequeñas gotas de lluvia.
—¡Hey, Jungkook! Qué suerte que te encontramos —dijo Hoseok, mientras miraba hacia el cielo—. Joder, está a punto de llover.
—¿Qué pasa, chicos? ¿Todo bien? —preguntó Jungkook, sin dejar de trabajar.
—Sí, sí, todo bien —respondió Hoseok apresuradamente—. Solo queríamos avisarte que vayas a la universidad con un paraguas. Jimin no trae el suyo y no queremos que se moje y enferme.
—Ah, claro. Ahora voy —les respondió con una sonrisa—. Pero ustedes apúrense, o la lluvia los agarrará. No se preocupen, yo iré por él.
Los tres se despidieron con rapidez, cada uno tomando un camino diferentes. Jungkook se apresuró a terminar de cerrar las sombrillas y, una vez listo, tomó su mochila del interior de la cafetería. Sacó su propio paraguas, que había dejado ahí por si acaso, y justo cuando un rayo iluminó el cielo, seguido de un estruendoso trueno. La lluvia comenzó a caer en un torrente constante.
El camino hacia la universidad no era largo, pero el clima lo hacía más complicado. Las gotas golpeaban con fuerza el paraguas mientras Jungkook apretaba el paso, el corazón latiéndole con fuerza, aunque no solo por la lluvia. Su mente estaba completamente ocupada con la noticia que acababa de recibir, en ese momento era el hombre más feliz sobre la tierra, y quería compartir esa felicidad con el chico que amaba.
—Mi primera pelea amateur, sin apuestas ilegales, sin tener que ocultarme... —murmuró para sí mismo con una sonrisa que no podía contener—. ¡Demonios, esto es demasiado bueno! Jimin se va a poner tan feliz. Tengo que...
De repente, Jungkook se detuvo en seco al llegar a las escaleras de la entrada de la universidad.
Bajo otro paraguas, Jimin estaba riendo con otro chico. Sus hombros se tocaban con familiaridad y sus miradas parecían estar conectadas en un intercambio de complicidad que hizo que a Jungkook se le helara el cuerpo. Por un momento, el mundo pareció detenerse. La lluvia, los truenos, incluso los pensamientos en su cabeza se desvanecieron mientras veía esa escena.
No se dieron cuenta de su presencia hasta que estuvieron frente a frente. Cuando Jimin levantó la mirada, su sonrisa desapareció al instante, reemplazada por una expresión de sorpresa.
—Jimin... ¿qué haces? —preguntó Jungkook, su voz baja pero cargada de algo que no podía ocultar.
—Jungkook... —respondió Jimin, con un tono que mezclaba confusión y nerviosismo.
El chico que estaba con él, Do-Hwan, miró a Jungkook de arriba abajo, frunciendo ligeramente el ceño antes de preguntar:
—¿Jimin, conoces a este tipo?
El castaño tragó saliva antes de responder:
—Do-Hwan, él es mi novio, Jeon Jungkook. —hizo una pausa, como si sopesara sus palabras antes de continuar—. Jungkook, este es Woo Do-Hwan. Se unió apenas esta semana a la facultad.
Jungkook no respondió de inmediato. Sus ojos se entrecerraron ligeramente mientras evaluaba al chico frente a él. Do-Hwan tenía una sonrisa ladina en los labios, esa clase de sonrisa que no se sabía si era amigable o una provocación.
—Así que tú eres el chico nuevo... —murmuró Jungkook, en un tono que no intentó disimular su falta de entusiasmo.
Do-Hwan ladeó la cabeza con un aire despreocupado, sin borrar la sonrisa de su rostro.
—Y tú eres el novio... muy afortunado, sin duda. —respondió, con una mirada que parecía examinar al tatuado como si buscara medirlo.
Por un momento, los tres quedaron atrapados en un incómodo silencio, mientras la lluvia seguía cayendo a su alrededor. El ambiente estaba cargado de tensión, como si cualquier palabra pudiera romper el frágil equilibrio que los sostenía allí, frente a la entrada de la universidad.
Jungkook finalmente rompió el silencio, apretando los labios y desviando la mirada hacia Jimin.
—Tenemos que hablar, Jimin. Ahora.
El castaño asintió con una mezcla de culpa y vergüenza, se cambió hacia el lado de Jungkook, y Do-Hwan se encogío de hombros con indiferencia.
—Parece que es mi señal para irme —dijo con una sonrisa, inclinando ligeramente la cabeza hacia Jimin—. Nos vemos luego, Jimin. Fue un placer conocerte, Jungkook. —y, sin esperar respuesta, se dio la vuelta y desapareció bajo la lluvia.
Jungkook observó cómo se alejaba antes de volver a mirar a Jimin, sus ojos oscuros buscando respuestas en el rostro del chico que amaba.
—¿Qué fue eso? —preguntó con voz tensa, tratando de mantener la calma.
Jimin suspiró, evitando su mirada.
—Kook, no es lo que piensas...
—Entonces explícame. Porque desde aquí no se ve nada bueno.
Jimin bajó la mirada, apretando con fuerza la correas de su mochila. La culpa parecía pesarle sobre los hombros, pero aún no decía nada. Jungkook no podía evitar que su pecho se sintiera comprimido; la escena que había presenciado no dejaba de repetirse en su mente como un eco incómodo.
—Estoy esperando, Jimin. —su voz era grave, cortante, pero también contenía un dejo de vulnerabilidad que no podía ocultar del todo—. Dime qué pasa...
Finalmente, Jimin levantó los ojos hacia él.
—No es nada, Jungkook. —susurro, como si quisiera convencerse a sí mismo de esas palabras—. Do-Hwan solo es un amigo, alguien nuevo que no conoce a mucha gente todavía y que necesita ayuda.
—¿Nada? —repitió el otro, soltando una risa amarga—. ¿Nada es reírse con alguien bajo el mismo paraguas, tan cerca que parecía que no necesitaban ni uno? ¿Eso es nada para ti?
Jimin acercó su rostro a él, pero Jungkook retrocedió instintivamente, como si temiera que un solo movimiento pudiera derrumbarlo por completo.
—Kook, estás malinterpretándolo todo. Él no significa nada para mí. Solo quise ser amable, eso es todo.
—¿Y por qué no me lo dijiste antes? Fue por tus amigos que me enteré de este chico. Desde que te quedaste con él a revisar los horarios y no me lo dijiste —preguntó, sus palabras cargadas de emociones contenidas—. ¿Por qué no mencionaste que estabas pasando tanto tiempo con alguien más?
Jimin abrió la boca para responder, pero las palabras no salieron de inmediato. Parecía estar buscando algo, cualquier cosa, que pudiera apaciguar la tormenta en los ojos de su novio.
—No pensé que fuera importante... —murmuró finalmente—. No es importante cariño, solo es un chico nuevo al que estoy ayudando a adaptarse.
—¡No pensaste que fuera importante! —Jungkook alzó la voz, sin importarle la lluvia que seguía cayendo con fuerza alrededor de ellos—. ¿Te das cuenta de cómo suena eso, Jimin?
El silencio entre ellos era tan ensordecedor como el repiqueteo de las gotas contra el paraguas. Jimin se mordió el labio inferior, intentando encontrar la manera de explicar lo que ni él mismo parecía entender del todo.
—Estoy diciendo la verdad. No quise ocultarte nada. Do-Hwan solo es alguien que conocí hace poco, y quería ser amable con él porque no conoce a nadie aquí.
—¿Y eso incluye quedarte con él después de clase? ¿Estar tan cerca como si no existiera nadie más en el mundo? —Jeon no pudo evitar que su voz temblara al final. No era solo enojo lo que sentía, era algo más profundo: una mezcla de inseguridad, miedo y dolor.
El castaño extendió una mano hacia él, esta vez con más firmeza, y Jungkook no retrocedió.
—Por favor, confía en mí. No quiero que esto arruine lo que tenemos. Tú eres lo más importante para mí, Kook. —La voz de Jimin se rompió un poco, cargada de sinceridad y un toque de desesperación—. Yo te amo a ti, él no significa nada.
Jungkook respiró hondo, cerrando los ojos un momento para intentar calmarse, dejando que el aire helado de la lluvia lo invadiera. Su corazón latía con fuerza, como si fuera una guerra entre lo que su mente le decía y lo que su corazón sentía.
—¿Estás seguro? —preguntó, con voz quebrada pero firme, mientras aún luchaba por mantener el control.
Jimin dio un paso hacia él, con los ojos brillando por la intensidad de sus palabras.
—Cien por ciento, cariño. —Sonrió, una sonrisa llena de sinceridad que no dejaba espacio para dudas, sus ojos buscando los de Jungkook con una ternura que le atravesaba el alma—. Tú eres el hombre que posee mi corazón, nadie más. Solo tú.
Jungkook bajó la mirada por un momento, sintiendo el peso de esas palabras calando profundo en su pecho. La tormenta que había desatado en su interior comenzaba a disiparse lentamente, como si el simple hecho de escuchar a Jimin pronunciar esas palabras fuera suficiente para empezar a sanar las grietas que se habían abierto en su relación.
—Tengo frío... —murmuró Jungkook, sus dientes rozando ligeramente al hablar, pero sus ojos aún fijos en los de Jimin.
Jimin asintió, un pequeño temblor recorriéndole la piel por el viento y la lluvia que les azotaban.
—Yo también. ¿Nos vamos? —preguntó, sus dedos estirándose hacia él, como buscando el contacto que todo lo reparara.
Jungkook lo miró un instante, dejando que el aire entre ellos hablara por sí mismo. Finalmente, con una sonrisa pequeña pero sincera, asintió.
—Sí, vámonos. —y con esa simple palabra, los dos comenzaron a caminar, hombro con hombro, mientras la lluvia seguía cayendo sobre ellos.
[...]
Al día siguiente, los eventos de ayer habían dejado en evidencia lo que Jimin debía hacer. Estaba decidido a no permitir que nadie se interpusiera en su relación. Amaba a Jungkook profundamente; el chico lo hacía feliz en todos los sentidos, y no necesitaba nada más a su lado. Si estar con alguien como Do-Hwan hacía que Jungkook se sintiera inseguro, entonces era su responsabilidad demostrarle que no había motivos para dudar. La solución era sencilla: tomar distancia del chico nuevo.
Mientras esperaba a Jungkook en la biblioteca, luego de quedar en pasar ese pequeño tiempo libre juntos. Jimin repasaba mentalmente cómo manejaría la situación. Estaba hojeando distraídamente un libro de uno de los estantes, cuando de repente una voz conocida lo sacó de sus pensamientos.
—¡Hola, Jimin! ¿Cuándo empezaremos con las lecciones? Estas últimas tareas me tienen un poco confundido. —la sonrisa brillante de Do-Hwan iluminaba su rostro, y su tono despreocupado contrastaba con el nerviosismo que de pronto invadió a Jimin.
El castaño se giró hacia él, claramente sorprendido por verlo allí.
—Do-Hwan, hola. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabías que estaba aquí? —preguntó, tratando de sonar casual mientras acomodaba el libro de vuelta en el estante.
—Le pregunté a tus amigos y ellos fueron muy amables en decírmelo. —respondió con una sonrisa inocente.
—Ya veo... —Jimin se mojó los labios, nervioso—. Bien, qué bueno que estás aquí. En realidad, quería hablar contigo.
—Oh, claro. Dime, ¿qué sucede?
Jimin respiró hondo, consciente de que lo que estaba a punto de decir podría sonar más frío de lo que quería.
—Creo que lo mejor sería que pongamos un poco de distancia entre nosotros, para evitar malos entendidos. —su voz era suave, pero firme.
Do-Hwan parpadeó, desconcertado.
—¿Qué quieres decir? ¿Ayer te causé algún problema?
El castaño asintió levemente, desviando la mirada.
—Sí... discutí con mi novio. Verte conmigo, bajo el paraguas, le hizo sentir incómodo. Sé que no fue intencional, pero compartir un paraguas es algo...
El rostro de Do-Hwan mostró una mezcla de sorpresa y resignación.
—Entiendo a qué te refieres. —suspiró, bajando la mirada—. Bueno, supongo que no me queda otra opción. Tendré que buscar ayuda en otro lado. Gracias por ser honesto, Jimin.
Este levantó las manos en un gesto de conciliación.
—Do-Hwan, no estoy haciendo esto porque me desagrades o porque piense que hiciste algo malo. Es solo que Jungkook es muy importante para mí, y quiero que se sienta seguro en todo momento.
Do-Hwan lo miró fijamente, y algo en su expresión cambió.
—Entiendo... pero, si me permites decirlo, Jimin, ¿no crees que si tu novio confía en ti, no debería haber dudas sobre tu fidelidad? —su tono no era agresivo, pero sí directo.
Las palabras cayeron como un balde de agua fría. Jimin frunció ligeramente el ceño, sintiendo un atisbo de enojo subir por su pecho.
—Estás siendo entrometido, Do-Hwan. —su voz era más dura de lo habitual, algo completamente inusual en él—. Tú no me conoces, tampoco conoces a Jungkook, y mucho menos sabes cómo es nuestra relación. Así que lo mejor sería que no opines sobre temas que no te conciernen.
El comentario tomó por sorpresa al chico. Sus ojos se abrieron con incredulidad, y una expresión de tristeza se apoderó de su rostro.
—Tienes razón... No debí entrometerme. Lo siento, Jimin. Pensé que... estábamos comenzando a ser amigos. —bajó la cabeza, claramente afligido.
Jimin, al darse cuenta de lo duras que habían sonado sus palabras, sintió una punzada de culpa.
—No, espera, Do-Hwan. No quise decirlo así. Es solo que... —su tono ahora era más conciliador, pero el daño ya estaba hecho.
—No te preocupes. Entendí todo perfectamente. —Do-Hwan sonrió levemente, aunque era evidente que no era una sonrisa feliz. Dio un paso atrás, ajustándose la correa de su mochila—. Ya me voy. Tengo que estudiar. Adiós, Jimin.
Antes de que Jimin pudiera responder, Do-Hwan se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la salida de la biblioteca, dejando al castaño con las palabras atrapadas en la garganta.
Jimin se quedó en su lugar, inmóvil, observando cómo el chico se alejaba. Se pasó una mano por el cabello, dejando escapar un suspiro lleno de frustración. Él era conocido por ser gentil y considerado con todos, pero esta vez... esta vez había fallado. Lo que pretendía ser una solución tranquila había terminado en un conflicto innecesario.
«¿Por qué todo esto tuvo que volverse tan complicado?» pensó, apretando los labios mientras su corazón se encogía con el peso de la culpa.
Cuando finalmente vio a Jungkook entrando a la biblioteca unos minutos después, no pudo evitar sentir un pequeño alivio, como si su sola presencia pudiera ayudarle a lidiar con todo lo que acababa de suceder.
—¿Todo bien, bebé? —preguntó Jungkook con una sonrisa ligera, notando la expresión pensativa de su novio.
Jimin asintió, esbozando una sonrisa que no llegaba del todo a sus ojos.
—Sí, Kook. Todo está bien.
Pero, en el fondo, sabía que no estaba tan bien como quería creer.
—Oye, tengo algo muy importante que decirte, algo que no te conté ayer. —Jungkook habló con una emoción palpable, una sonrisa brillante adornando sus labios. Con cuidado, sacó una tarjeta de su bolsillo y la extendió hacia Jimin—. ¿Ves esto, bebé? Jin hyung me la trajo ayer, es una invitación.
Jimin tomó la tarjeta, curioso, y comenzó a leer las palabras impresas en ella.
—¿"Invitación a peleas amateur"? —leyó en voz alta, con el ceño ligeramente fruncido mientras intentaba procesar lo que significaba—. ¿Qué es esto?
—Las peleas amateur son prácticamente peleas oficiales, pero forman parte de la etapa de formación para boxeadores que aspiran a convertirse en profesionales. —los ojos del pelinegro brillaban con entusiasmo, como si estuviera compartiendo un sueño que había guardado en su interior por mucho tiempo—. Fui invitado porque vieron potencial en mi.
Jimin lo miró fijamente, todavía procesando la información, hasta que una idea cruzó su mente.
—Espera... ¿eso significa que ya no vas a volver a pelear en ese lugar de apuestas?
—Así es, bebé. Mi última pelea será mañana y después de eso no más. —asintió con firmeza, su sonrisa creciendo aún más—. No más apuestas ni cosas ilegales. Este es el primer paso hacia mi sueño de convertirme en un boxeador profesional. ¿Estás feliz?
La reacción de Jimin fue instantánea. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no de tristeza, sino de pura alegría. Una sonrisa radiante iluminó su rostro mientras una risita escapaba de sus labios. Sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia Jungkook, envolviéndolo en un abrazo lleno de amor y orgullo.
—¡Por supuesto que estoy feliz por ti, cariño! Esto es... increíble, asombroso. Estoy tan, tan orgulloso de ti.
Jungkook apretó su cuerpo contra el de Jimin, dejando que el calor de su abrazo llenara el momento. Cerró los ojos y escondió su rostro en el cuello de su novio, respirando profundamente como si quisiera grabar esa sensación en su memoria para siempre.
—Sabía que te pondrías feliz. —se separó ligeramente, lo justo para poder mirarlo a los ojos. Su expresión era seria ahora, pero rebosaba de ternura—. Quiero hacer esto contigo, Jimin. Quiero recorrer este camino de tu mano, por favor... nunca me sueltes.
Las lágrimas que habían estado acumulándose en los ojos del castaño finalmente rodaron por sus mejillas. Su voz tembló por la emoción, pero sus palabras fueron claras y llenas de amor.
—Jamás, amor mío. Jamás te soltaré.
Jimin se inclinó hacia él, capturando los labios de Jungkook en un beso profundo, cargado de promesas silenciosas y sentimientos que no necesitaban palabras. Mientras se besaban, una lágrima solitaria rodó por la mejilla de Jimin, reflejo de la felicidad desbordante que sentía en ese instante. Y entonces fue allí fue donde se dio cuenta que nada más importaba, solamente todo el amor que sentía por ese chico.
Espero que se lo estén imaginando como estos de aquí, porque de verdad yo me los imagino exactamente así🥹🩷
No me funen a mí kuko, es mi culpa por implementar cosas de su cultura.
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