Capitulo 17.
La nieve del invierno se derritió, y pronto los pétalos rosados de los cerezos comenzaron a llenar las calles de la hermosa Seúl, anunciando la llegada de la primavera. Con ello, también llegaba el final de los primeros tres meses, los más emocionantes e intensos, de la relación de Jimin y Jungkook. Para muchos, esta etapa, conocida como "la etapa del enamoramiento", marca un punto crucial, donde la magia inicial podría desvanecerse al enfrentarse a las realidades cotidianas y a los matices ocultos de sus parejas.
Sin embargo, el caso de Jimin y Jungkook era especial. A pesar de haber compartido más de tres meses conociéndose a fondo, nada parecía alterar la conexión que los unía. Por supuesto, no estaban exentos de desacuerdos; como aquella vez en la que...
¿A qué te refieres con que no tienes tiempo para esto? —preguntó Jungkook, frunciendo el ceño mientras apretaba el celular contra su oreja. Su voz llevaba un tono de incredulidad mezclado con frustración.
No lo tengo, perdóname. Estoy en exámenes finales y necesito enfocarme. Simplemente no puedo salir ahora —respondió Jimin, con un tono cansado pero firme, mientras trataba de concentrarse en los apuntes esparcidos sobre su escritorio.
El pelinegro guardó silencio por un instante, pero la incomodidad se percibía incluso a través de la línea. Finalmente, exhaló un suspiro corto antes de responder:
¿Entonces me estás mandando al carajo?
El comentario cayó como una piedra pesada. Park levantó la mirada de su cuaderno, cerró los ojos un momento y trató de mantener la calma.
Por el cielo ¿de qué hablas? Simplemente te estoy diciendo que necesito tiempo.
Pues no estoy de acuerdo. Pienso que me estás haciendo a un lado sin razón —soltó el otro, su voz teñida de decepción.
El castaño apretó el bolígrafo en su mano, frustrado por la falta de comprensión de Jungkook. Cerró su cuaderno de golpe y se inclinó hacia el celular, como si pudiera transmitir su disgusto a través de la distancia.
Pues piensa lo que quieras. Me tengo que ir. Adiós. —y colgó.
Aunque sus diferencias surgían de vez en cuando, ambos demostraban una capacidad única para resolver cualquier malentendido de manera clara y madura.
—Mira, Jimin —murmuró Taehyung, señalando con la mirada al chico de cabello negro y ojos grandes que esperaba frente a la salida de la universidad, con un ramo de flores en las manos.
El castaño siguió la dirección que indicaba su amigo y sintió un nudo en el estómago al verlo. Su expresión suave y algo nerviosa contrastaba con la seriedad de la noche anterior.
—Nos vemos luego, chicos. Tengo que irme —dijo, sonriendo con timidez.
Taehyung y Hobi intercambiaron miradas cómplices con él antes de despedirse. Jimin se giró y comenzó a caminar hacia Jungkook, sintiendo que su corazón latía un poco más rápido con cada paso.
Cuando llegó frente a él, Jungkook levantó la mirada, sus ojos llenos de arrepentimiento.
—Perdóname —dijo con voz baja, pero firme, mirándolo—. No debí comportarme de esa forma. Fui un imbécil egoísta.
Jimin inclinó la cabeza ligeramente, sus labios se curvaron en una expresión neutral mientras esperaba que continuara.
—Debí apoyarte —prosiguió el tatuado—. Sé lo importante que es para ti estudiar, y en lugar de entenderlo, solo pensé en mí. Mi actitud fue inaceptable. ¿Podrías perdonarme? —extendió el ramo hacia el chico, con los ojos cargados de sinceridad.
Jimin tomó las flores con cuidado y las observó antes de devolverle una cálida sonrisa. Dio un paso adelante y lo abrazó, dejando que su barbilla descansara en el hombro de su novio.
—Claro que te perdono, cariño —susurró, separándose lo suficiente para mirarlo a los ojos—. Sé que querías pasar tiempo conmigo, y yo también lo quiero. Pero ambos tenemos metas que cumplir antes que cualquier otra cosa.
Sus dedos acariciaron suavemente la mejilla de Jungkook, quien cerró los ojos ante el contacto.
—Así es —respondió, dejando escapar un suspiro de alivio—. Prometo que de ahora en adelante seré más comprensivo. Gracias por perdonarme, bebé. —sin esperar más, sujetó la cintura del castaño, lo atrajo hacia él y selló el momento con un beso lento y dulce.
Era precisamente esa forma de comunicarse y comprenderse lo que los hacía tan especiales. Más allá de los desacuerdos ocasionales, su amor parecía fortalecerse cada vez más con cada estación que pasaba, creciendo como las raíces de un árbol que se hunden profundamente en la tierra.
Su relación parecía simplemente inquebrantable. Siempre se apoyaban mutuamente, con una base sólida construida sobre comunicación, confianza y un amor inmenso. Quizá era ese amor tan genuino lo que hacía tan firme su vínculo, una conexión que no se tambaleaba incluso frente a las diferencias que otros podrían considerar insalvables. A pesar de la barrera social que los separaba, y que en ese momento aún no era del todo infranqueable, se amaban sin importar el "qué dirán" ni las miradas ajenas.
Sin embargo, el mundo no siempre es amable con quienes desafían sus reglas. Siempre hay algo o alguien que intenta hacer daño, incluso a los amores más puros. En el caso de Jimin y Jungkook, esa amenaza venía de cerca: los padres de Jimin, quienes acechaban constantemente, buscando cualquier oportunidad para quebrar su relación. Para ellos, la unión de su hijo con alguien como Jungkook era inadmisible, y no dudaban en hacer sentir su desaprobación en cada oportunidad.
—Cosa hai deciso riguardo alla relazione di Jimin con questo ragazzo? —preguntó el señor Fiore desde su escritorio, exhalando una densa nube de humo de su puro. (¿Qué haz solucionado sobre la relación de Jimin con este muchacho?)
—Por el momento, aún nada para separarlos. He decidido esperar hasta el momento indicado —respondió su esposa. Su dominio del Coreano no era un problema para su esposo, así que habló con naturalidad, alternando entre ambos idiomas sin esfuerzo.
El hombre frunció el ceño, claramente irritado.
—¿Por qué? —preguntó con tono cortante.
Ella soltó una leve sonrisa, más fría que cálida, mientras acomodaba una fina pulsera de oro en su muñeca.
—¿No crees que si ellos terminan de la noche a la mañana sería demasiado obvio quién lo provocó? Querido, Jimin necesita sentir que de este lado hay algo de comprensión. Así, la segunda parte del plan podrá ejecutarse a la perfección.
El señor Fiore golpeó ligeramente el escritorio con la mano, su paciencia colgando de un hilo.
—Compressione? Di che compressione stai parlando, donna? Non c'è! Mio figlio, il mio erede, non può stare con un giovane così che non ha nemmeno niente per cui morire. È inaccettabile! —espetó, su voz grave resonando en la habitación. (¿Compresión? ¿De qué compresión hablas, mujer? No la hay, mi hijo, mi heredero, no puede estar con un joven como ese que no tiene ni en qué caerse muerto, es inaceptable.)
Ella mantuvo la calma, observándolo con la mirada de alguien que tenía todo bajo control.
—Lo sé, amor. Pero si te tranquiliza, ya he planeado algo. Quiero quebrar su confianza poco a poco. Ese chico camina por las calles y hace sus deberes tan confiado, como si alguien no fuera capaz de arrebatarle a Jimin.
El hombre la observó detenidamente, intrigado por las palabras de su esposa. Dio otra calada a su puro antes de preguntar con frialdad:
—Qual è il tuo piano? (¿Cuál es tu plan)
—¡Oh! Jimin, ¿qué te trae por aquí? Espera, no me digas... —Yoongi alzó la mirada desde la máquina de espresso y se cruzó de brazos, analizando al castaño que acababa de entrar a la cafetería con una sonrisa tímida—. ¿Americano frío? —preguntó, aunque la expresión del menor delataba la verdadera razón de su visita—. Ajá, ya sé... Al torpe barista que me perjudica más de lo que me ayuda, ¿cierto?
—Por favor, Yoongi, espere pacientemente hasta su hora de comida, ¿podemos ir? —preguntó Jimin con voz suave, haciendo ojos de cachorro.
Yoongi suspiró, echando la cabeza hacia atrás como si estuviera soportando una gran carga.
—Mierda... ¿Cuándo he dicho que no? —murmuró, dejando el vaso de café que tenía en la mano a un lado—. Si lo hiciera, ese mocoso no perdería tiempo en ir a reportarme con el jefe por prohibirle su hora de comida.
El castaño soltó una risita mientras Yoongi desaparecía tras la puerta de la despensa.
—¡Oye, Jeon! —gritó desde el marco de la puerta. Jungkook, que estaba apilando costales de grano de café, levantó la cabeza con rapidez—. Saca tu trasero de aquí, es tu hora de comida, ¡ya vinieron por ti!
—¿En serio? —preguntó el pelinegro emocionado, dejando caer el costal sin pensarlo dos veces. Se quitó el delantal apresuradamente y cruzó el umbral hacia la sala principal—. Terminaré después, ¡me voy! —dijo apresurado mientras tocaba juguetonamente la nariz del mayor.
—Ya lárgate antes de que me arrepienta —respondió él, apartando su mano con una sonrisa. Había aprendido a tolerar (e incluso a disfrutar) las travesuras del más joven, quien ya lo consideraba un hermano mayor, casi como a Jin—. ¡Y no regreses tarde o me quedaré con tus propinas!
—¡No te emociones, hyung, estaré a tiempo! —respondió Jungkook desde la puerta, con una energía desbordante. Luego, tomó la mano de Jimin con ternura—. Vamos, bebé, recostémonos bajo una buena sombra.
—¡Gracias, Yoongi, hasta luego! —dijo Jimin, haciendo una reverencia antes de salir con Jungkook.
—Par de tórtolos... me van a dar un coma diabético por su culpa. —Yoongi los observó marcharse, sacudiendo la cabeza con resignación mientras una sonrisa asomaba en sus labios.
Bajo uno de los enormes árboles de cerezo que adornaban las zonas verdes alrededor del campus, Jimin y Jungkook disfrutaban de un momento de tranquilidad. Jungkook estaba recostado en las piernas del castaño, quien le acariciaba el cabello con ternura mientras, de vez en cuando, hacía pequeñas trenzas en su melena negra y densa.
—¿Cómo te fue en tu examen de Finanzas? —preguntó el tatuado, sus ojos oscuros fijos en el rostro de su chico, con una sonrisa cálida que delataba su genuino interés.
—Obtuve una A —respondió con una sonrisa llena de orgullo, aunque también con su característica modestia—. Fue fácil en realidad, ¿sabes? Tal vez porque estudié mucho todos estos días.
—No fue solo por eso —repuso, con una mirada tierna. Levantó una mano y, con cuidado, retiró uno de los pétalos de cerezo que se habían posado en el cabello castaño de Jimin—. Es porque eres muy inteligente y genial... algo así como Jimmy Neutrón.
Jimin soltó una risita al escuchar la comparación, dándole un ligero golpe en el brazo.
—¿Jimmy Neutrón? ¿En serio, Jungkook? Podrías haber elegido algo más lindo.
El azabache rió suavemente y se incorporó ligeramente, apoyando su peso en los codos mientras seguía mirándolo.
—Bueno, es que Jimmy Neutrón es un genio y, además, su nombre es muy similar al tuyo, también es muy adorable... igual que tú.
Jimin lo miró por un momento, tratando de mantener una expresión seria, pero no pudo evitar sonreír ante el cumplido inesperado. Con un suspiro resignado, volvió a acariciar el cabello de su novio.
—Eres un tonto —murmuró, aunque su voz llevaba un tono cariñoso.
—Sí, pero soy tu tonto —respondió con una sonrisa traviesa antes de dejarse caer nuevamente en las piernas de Jimin.
—¿Qué tal vas con el boxeo? ¿Has estado ahorrando para tu licencia? —le preguntó
con curiosidad, mientras volvía a enredar sus dedos entre su oscura melena.
Jungkook asintió con entusiasmo, moviendo la cabeza con energía.
—Sí, lo he hecho. Pronto tendré el dinero —respondió con una sonrisa confiada. Luego, su expresión se tornó un poco más seria, aunque sus ojos brillaban con expectativa—. Sobre eso... bebé, sé que probablemente dirás que no porque te preocupa y te da miedo, pero... ¿te gustaría venir a una de mis peleas?
—¿Ir a una de tus peleas? ¿En ese lugar de apuestas? —replicó, su tono ligeramente preocupado mientras desviaba la mirada hacia el suelo.
—Sí —contestó, enderezándose para sentarse junto a él—. Jin y Yoongi hyung estarán allí. Si quieres, puedes invitar también a tus amigos, si eso te hace sentir más cómodo. Solo me gustaría que vieras una de mis peleas. Sé que todavía falta mucho para que puedas verme en un ring decente, pero... por ahora, me haría muy feliz que vinieras.
Jimin lo miró con una mezcla de duda y ternura.
—¿De verdad eso te haría feliz?
—Por supuesto que sí. El más feliz del mundo. ¿Irás? —respondió y lo miró con una esperanza tan evidente que al castaño le resultaba difícil decir que no.
—Pero cariño... no sé si sea capaz de soportar verte pelear. Ver cómo te golpean rompería mi corazón. Ya me cuesta verte con hematomas en la cara después de entrenar... ahora imagina presenciar cómo alguien te lastima frente a mí.
Jungkook tomó sus manos con firmeza pero con suavidad, obligándolo a mirarlo directamente a los ojos.
—Bebé, escúchame. Este es mi mayor sueño, lo sabes. Seré un boxeador de grandes ligas, te lo juro, y quiero que estés conmigo en este camino. Tienes que comenzar a aceptarlo porque siempre quiero que estés ahí, en cada pelea. Verte me da fuerza, Jimin. Si te preocupa tanto verme lastimado, tendrás que aprender a enfrentarlo conmigo.
—Cariño, pero... —Jimin comenzó a protestar, solo para ser interrumpido de nuevo.
—Estaré bien, te lo prometo. Solo son golpes. Además, si ves que algo va mal, dile a Jin hyung que tire la toalla, y todo se detendrá. ¿De acuerdo?
El castaño dejó escapar un suspiro, su pecho pesaba con la mezcla de preocupación y amor que sentía por Jungkook. Finalmente, asintió lentamente.
—Está bien, cariño. Iré a verte pelear.
Una sonrisa iluminó el rostro del tatuado mientras lo abrazaba con entusiasmo.
—¡Genial! ¡Bebé, te adoro! —exclamó, antes de besarlo y, en un movimiento juguetón, rodaron juntos sobre el césped.
A su alrededor, los pétalos de cerezo volaron en el aire, algunos aterrizando en sus cabellos y ropas, mientras sus risas resonaban en la brisa primaveral. Por un momento, todos los miedos de Jimin se desvanecieron, reemplazados por la alegría de compartir ese instante con el chico que amaba.
[...]
—Jungkook me invitó a una de sus peleas —mencionó Jimin mientras tomaban junto a sus amigos asiento en el aula, dejando sus mochilas.
—¡Woah! Qué romántico —exclamó Hoseok con una sonrisa juguetona—. No hay nada más romántico en una relación que te inviten a verlos jugar... o, en este caso, boxear.
—¿No querrás decir... "no hay nada más cliché"? —replicó Taehyung, arqueando una ceja—. Aunque, a decir verdad, verlo boxear suena mejor que verlo en una cancha de fútbol. Eso sí que sería demasiado hetero. Blaw. —hizo un exagerado ademán de vómito, provocando risas.
—¿Lo dices porque en el boxeo son hombres semidesnudos, sudando y golpeándose en un ring? —preguntó el castaño, esbozando una sonrisa traviesa mientras arqueaba una ceja.
—¡Exacto! —Tae sonrió ampliamente, rindiéndose ante la obviedad de su argumento—. Entonces, ¿qué? ¿Nos vas a invitar a ver hombres musculosos y brillantes peleando por su honor?
—¿Eso es lo que quieres? —inquirió, entrecerrando los ojos mientras intentaba no reír.
—Bueno, hace tiempo que no conozco a un chico guapo —respondió, mientras se acomodaba el cabello detrás de las orejas—. ¿No opinas lo mismo, Hoba?
—No estaría nada mal... —murmuró él con aire pensativo, apoyando la barbilla en una mano.
—¡¿Lo ves?! ¡Anda, Jimin! ¡Llévanos contigo! Per favore, per favore! —rogaron ambos, utilizando una de las pocas frases en italiano que habían aprendido solo para molestarlo.
—Está bien —aceptó, con una sonrisa resignada—. Pero no sigan hablándome en italiano; me recuerdan a los sermones de mi padre. Será este fin de semana.
—¡Anotado! —exclamaron ambos al unísono. Estallaron en risas mientras el aula comenzaba a llenarse, hasta que estuvieron completos y el profesor cerró la puerta para dar inicio a la clase.
De pronto, algo llamó la atención de todos. Un joven que nunca antes habían visto se puso de pie junto al escritor del profesor. Su cabello negro y rizado caía desordenado, enmarcando un rostro elegante y armonioso. Tenía una mandíbula definida, labios carnosos, ligeramente rosados y ojos oscuros que destellaban confianza. Su complexión atlética se notaba incluso en su postura relajada, y su sonrisa cálida parecía iluminar la sala.
—Jóvenes, sé que a estas alturas de la carrera es raro ver una cara nueva, pero este joven se unirá a nuestro grupo desde hoy —anunció el profesor—. Por favor, preséntese señor...?
—Woo. Woo Do-Hwan. Mucho gusto —dijo el recién llegado con una reverencia—. Espero llevarme bien con todos. Por favor, cuiden de mí.
La mirada del chico recorrió la sala, y al encontrar los ojos de un lindo chico de cabello castaño y labios pomposos, se detuvo por un instante. Jimin, notando el contacto visual, sintió cómo sus mejillas se encendían y desvió rápidamente la vista hacia la mesa.
—Por favor, señor Woo, tome asiento donde prefiera. Bienvenido —indicó el profesor.
—Gracias, profesor —respondió Do-Hwan con una reverencia antes de subir las escaleras del aula, buscando un lugar libre. Y a pesar de las múltiples invitaciones que recibió de otros compañeros, su destino lo tenía claro.
—Es guapísimo, ¿no? —susurró Hoseok, inclinándose hacia Jimin.
—Demasiado. Y te estaba mirando a Jimin —agregó Taehyung con tono malicioso, empujándolo suavemente con el hombro.
—¡Están locos! ¿Cómo pueden decir algo así cuando saben que tengo novio? ¡Cállense! —protestó el castaño, visiblemente nervioso.
—¡Viene hacia aquí! ¡Viene hacia aquí! —avisó Hoseok antes de que los tres guardaran un silencio abrupto.
El chico nuevo llegó a su fila y se detuvo frente a Jimin.
—Hola. ¿Te molesta si me siento aquí? —preguntó, su voz suave y cortés.
—¿Eh? No, no claro que no. Siéntate donde quieras —respondió y luego se giro rápidamente hacia el pizarrón, evitando su mirada.
Do-Hwan tomó asiento junto al castaño, acomodó su mochila con cuidado y sacó un cuaderno y una pluma. A pesar de que el espacio entre ellos era suficiente, Jimin podía sentir la presencia del nuevo estudiante, como si esta se desbordara silenciosamente y le envolviera. Cada pequeño movimiento de él parecía tener un peso especial: la forma en que apoyaba el codo sobre la mesa, cómo se inclinaba ligeramente hacia adelante, completamente atento al profesor. Jimin intentó enfocarse en la lección, pero su mirada seguía desviándose hacia el perfil del recién llegado, con su mandíbula marcada y una concentración que resultaba casi hipnótica.
Mientras tanto, Taehyung y Hoseok, sentados un par de filas más atrás, compartían gestos y miradas cómplices. La incomodidad de su mejor amigo no pasaba desapercibida para ellos, y estaban disfrutándolo al máximo.
—Oye —susurró Do-Hwan de repente, inclinándose apenas hacia Jimin. Su voz era baja, pero lo suficientemente clara como para enviar un escalofrío por la columna del castaño—. Perdona si te molesto, pero... ¿podrías darme los horarios después de clase? Creo que en la oficina del director olvidaron entregármelos.
Jimin giró la cabeza rápidamente, atrapado entre la sorpresa y el nerviosismo. Sus ojos se encontraron con los del chico, profundos y serenos, y por un instante se sintió atrapado.
—¿Eh? Claro, no hay problema —respondió, forzando una sonrisa tímida. El leve sonido de la risa de Do-Hwan lo sacó de su trance, y eso solo hizo que su corazón latiera más rápido.
—Te lo agradezco mucho —dijo con una sonrisa que, aunque ligera, parecía iluminar su rostro—. Prometo que no te quitaré mucho tiempo.
—No te preocupes —replicó Jimin, desviando la mirada rápidamente hacia el pizarrón como si de repente el tema de la clase hubiera cobrado importancia. Sin embargo, no pudo concentrarse. La presencia de Do-Hwan seguía ahí, tangible, como si lo observara incluso cuando no lo hacía.
El resto de la clase pasó en un abrir y cerrar de ojos. Para Jimin, fue una mezcla de incómodos silencios y miradas furtivas, tratando de no parecer demasiado obvio. Finalmente, el timbre sonó, liberando a todos del aula.
—Entonces... ¿te parece si nos quedamos aquí un momento? —preguntó Do-Hwan mientras guardaba sus útiles con movimientos calmados, como si tuviera todo el tiempo del mundo.
—Sí, claro. Aquí está bien —respondió. Sentía que todos sus sentidos estaban alerta, especialmente ahora que el nuevo se inclinaba levemente hacia él, con una cercanía que no había anticipado.
Mientras tanto, Taehyung y Hoseok pasaron junto a ellos, deteniéndose lo suficiente como para lanzar sus habituales comentarios.
—Buena suerte, novio de Jungkook —murmuró Hoseok, y Taehyung apenas logró contener una risita, disfrutando de la expresión de su amigo.
Jimin se giró hacia ellos con una mirada fulminante, deseando que el suelo se los tragara, pero pronto volvió su atención a Do-Hwan, quien parecía completamente ajeno a la pequeña escena.
Se quedaron en el aula unos minutos más, y mientras el resto de los alumnos salía, Jimin comenzó a escribir en una hora los horarios.
—Aquí están —dijo al fin, extendiéndole la hoja—. Es bastante simple. Las clases importantes están marcadas con azul.
Do-Hwan tomó la hoja con una leve inclinación de cabeza, su sonrisa agradecida haciendo que Jimin sintiera un nuevo escalofrío.
—Eres muy amable. Gracias por ayudarme —declaró, doblando la hoja con cuidado y guardándola en su cuaderno. Luego, como si hubiera recordado algo, añadió—. Por cierto ¿cuál me dijiste que era tu nombre?.
—Oh, no te lo he dicho aún. Soy Park Jimin —respondió con una leve sonrisa.
—Bien. Entonces, Park Jimin ¿podría invitarte un café como agradecimiento, si tienes tiempo? —preguntó.
La invitación pilló al castaño completamente desprevenido. Su mente corrió a toda velocidad: era solo un café, algo inofensivo. Pero las palabras de Taehyung y Hoseok resonaban en su cabeza, mezcladas con los recuerdos del chico que amaba, su Jungkook.
—No es necesario —respondió rápidamente, con una sonrisa que trataba de ser amable pero distante—. De verdad, no te preocupes por eso.
—Está bien, lo entiendo —respondió Do-Hwan, levantándose con una expresión tranquila. A pesar de la negativa, no parecía ofendido. Más bien, había algo en su sonrisa que sugería que no sería la última vez que lo intentaría—. Gracias de nuevo, Jimin. Nos vemos mañana.
Jimin lo observó salir del aula, su andar relajado y seguro dejando una huella en el ambiente. Cuando finalmente se quedó solo, dejó escapar un largo suspiro, como si el peso de aquella interacción hubiera sido mucho mayor de lo que esperaba.
«Es solo un chico nuevo» se dijo a sí mismo antes de guardar su cosas e irse. Sin embargo, una parte de él sabía que no sería tan simple.
[...]
—¡Piedra, papel, tijera! —las manos de Taehyung y Hoseok se movieron rápidamente antes de detenerse—. ¡Sí! ¡Gané! —gritó Taehyung triunfante, mostrando sus tijeras mientras Hoseok lucía un papel derrotado.
—¡Eres un tramposo! —protestó Hoseok mientras ambos comenzaban a caminar hacia la cafetería.
—¿Tramposo? ¿En qué momento hice trampa? Simplemente eres pésimo aceptando la derrota. —Tae sonrió ampliamente, claramente disfrutando de su victoria.
—Claro, claro, lo que digas —murmuró con un suspiro, abriendo la puerta de la cafetería y dejándolos pasar a ambos. Caminaron directamente hacia la caja, donde Yoongi, detrás del mostrador, ya los esperaba con su habitual expresión relajada.
—¿Qué tal chicos? ¿Qué van a ordenar hoy? —les preguntó, inclinándose ligeramente hacia adelante.
—Para mí un Chai Latte, y para este tramposo un té de hierbabuena frío con arándanos, por favor —respondió Hoseok mientras sacaba su billetera con algo de resignación.
—Entendido. Entonces un Chai Latte y un té de hierbabuena frío con arándanos. Son veintidós mil wones en total, por favor. —les entregó el recibo tras el pago—. Sus órdenes estarán listas en unos minutos. Pueden esperar al fondo de la barra.
Los dos amigos caminaron hasta el área designada, donde el aroma del café recién hecho y el suave sonido de las máquinas llenaban el ambiente. Allí, detrás de la barra, estaba Jungkook, preparando un pedido con la rapidez y destreza de alguien que llevaba tiempo en el oficio.
—¡Hey! Hola, chicos —los saludó con una sonrisa mientras se inclinaba ligeramente para verlos.
—¡Jungkook! ¿Qué tal? ¿Trabajando duro o durando en el trabajo? —bromeó Hoseok, apoyando un codo en la barra.
—Ambas, pero siendo honesto, una más que otra. —respondió con una risa breve, sin dejar de trabajar. Miró a su alrededor como si estuviera buscando algo—. Oigan, ¿y Jimin? ¿No vino con ustedes?
Taehyung y Hoseok intercambiaron una mirada rápida, incómoda, antes de responder.
—Ah, bueno... Jimin se quedó en el aula con el chico nuevo. Ya sabes, cosas de horarios y eso. —Taehyung trató de restarle importancia, pero sabía que Jungkook no dejaría pasar el detalle tan fácilmente.
—¿Chico nuevo? —repitió Jeon, dejando por un momento el vaso que estaba preparando. Su ceño se frunció ligeramente, una mezcla de sorpresa y algo más difícil de definir.
—Sí, llegó apenas hoy, algo raro ¿no? —Hoseok agregó mientras jugaba con las mangas de su sudadera—. Y bueno... le pidió a Jimin que le explicara algunas cosas.
—¿Le pidió a Jimin? —murmuró Jungkook, esta vez más para sí mismo que para los demás. Sus manos, usualmente rápidas y precisas, parecieron detenerse por un instante, como si algo le estuviera molestando.
—Relájate amigo —acotó Tae, dándole un golpecito amistoso en el hombro—. Es solo un chico nuevo. Jimin desde siempre ha sido una persona muy gentil, es su naturaleza ayudar a los demás.
—Ya veo...
Jungkook forzó una sonrisa. Algo en la idea de que Jimin estuviera con otro chico lo incomodaba, incluso si era una situación completamente inofensiva. Trató de convencerse de que estaba siendo ridículo. «Jimin es mi novio, confío en él» se recordó mentalmente.
Sea bienvenido el nuevo personaje y quien traerá un poco de drama a la historia que bien ya le hacía falta.
Seguramente ya saben quien es, pero si no, les presento a otro de mis novios.
Algunas lo conocerán por "Mr Plakton", u otras como yo, por ser la espada inquebrantable en "Rey Eterno Monarca" y si no les recomiendo verse alguno de estos K-dramas donde aparece, pero no lo vean mucho porque me pongo celosa jeje 🩷🥹
En fin, gracias por todo el apoyo, lxs amo, espero comiencen a comentar un poquito más porque me siento muy solita💓
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